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Revisión del 08:43 11 abr 2013

Cristianismo
Información sobre la plantilla
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Fundador:Jesús de Nazaret
Tipo:Religión monoteísta
Texto sagrado:La Biblia

Cristianismo. Nombre de la religión bajo la que se agrupa a todos los cristianos. A través de más de 2.000 años de historia, los cristianos se han ido agrupando en familias más o menos bien avenidas, dependiendo del tiempo histórico.

Es una religión monoteísta de orígenes semíticos que se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y figura central. Está basada en la afirmación bíblica de que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías profetizado en el Antiguo Testamento, que murió y resucito para la redención de los pecados del género humano.

Es una de las tres grandes religiones monoteístas, junto con el Judaísmo y el Islam, y la segunda por orden cronológico. En la actualidad, se duda si considerarlo una derivación (secta) del Judaísmo o una forma de oposición al mismo.

Es el Sistema religioso fundado por Cristo, considerado en el contexto de la historia de las religiones como perteneciente al grupo de las salvadoras. Se inició como un movimiento mesiánico en el seno del judaísmo inspirado en Jesús de Nazaret y centrado en su persona. El hecho de que su fundador fuese crucificado por los romanos y repudiado por el pueblo judío, no impidió que sus discípulos extendiesen el culto por todo el mundo basándose en su resurrección. Para el cristianismo sólo hay un Dios que en la Trinidad aparece como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este Dios otorgó a los hombres diez mandamientos a través del profeta Moisés, que son la ley que todo cristiano debe respetar. El cristianismo tiene La Biblia o Sagradas Escrituras hebreas a las que añaden los Evangelios, o vida de Jesús y otros escritos que conforman el Nuevo Testamento.

A partir del siglo IV y tras sufrir numerosas y cruentas persecuciones por parte de los romanos, se convierten gracias a la conversión de emperador Constantino, en la religión oficial del Imperio tomando como centro la ciudad de Roma

Esencia

Archivo:Cristo pensante.JPG
Imagen de Cristo pensando

En los Evangelios, en las epístolas de San Pablo y en los escritos de los demás apóstoles es donde hemos de ir a buscar la esencia del Cristianismo. Y en tales documentos lo primero que salta a la vista es la dignidad superior, trascendental y divina de Jesucristo. Él es el Mesías anunciado por los profetas, el enviado de Dios a los hombres, el plenipotenciario divino, Hijo de Dios y Dios con el Padre. Jesús confirma las profecías antiguas y su personalidad trascendente de como Hijo de Dios con múltiples milagros.

Juan el Bautista envió a dos de sus discípulos a preguntarle:

""¿Eres tú el Mesías que ha de venir, o debemos esperar a otro?"

Jesús cura, en aquel momento, a algunos ciegos y da libertad a algunos posesos, y les responde con estas palabras que pertenecen al profeta Isaías, citadas casi al pie de la letra:

""Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: cómo los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se predica el Evangelio a los pobres""
(Evangelio de Mateo, XI, 4-5).
"Para que crea el mundo que tú me has enviado""
-dice a su Padre, al resucitar al Lázaro "Padre mío", es la frase que emplea siempre hablando con Dios, y "Padre Nuestro" es como enseña a orar en señal de respeto y reconocimiento a la magestad de Dios. "Para que seáis hijos del Padre celestial" - dice, animándo a ser misericordiosos.

Él, en cambio, es el Hijo de Dios, a quien sólo el Padre conoce (Mateo, VI, 9 y XI, 27). Legisla en nombre propio, aun contraponiéndose a la legislación del Sinaí, en su Sermón de la Montaña: "Se dijo a los antiguos...Mas yo os digo a vosotros (Ego autem dico vobis, en latín) (Mateo, Véase passim).

Tiene autoridad para perdonar los pecados:

""Para que veáis, pues, que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados, levántate y anda""

Con esta personalidad y con estos poderes, expone y promulga su nueva Ley, su gran Evangelio:

""Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos""
(Mateo 5:4-10)

Expone la paternidad compasiva y afectuosa de Dios respecto del hombre y nuestras relaciones filiales con Él, a base de fe y de confianza:

""Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre....""
(Mateo 6: 7-18). Y pedidle con toda confianza:
"Si vosotros, siendo malos, sabéis dar vuestras cosas a los hijos, ¿cuánto más no dará las suyas el Padre Celestial a todos vosotros, si se las pidiéreis?""
(Mateo 7:11). Y respecto al pecador representado en el hijo pródigo, nos presenta en la parábola al Padre celestial, saludándole al regreso, abriéndole sus brazos y estrechándole en ellos entre besos y lágrimas y preparando un banquete para celebrar el retorno (Lucas 25).
"En verdad, en verdad os digo: más fiesta habrá en el cielo por la vuelta de un pecador que se arrepiente, que por la persistencia en el bien de noventa y nueve justos que no tienen por qué arrepentirse""
(Lucas 25:7).

Pero, eso sí, con tal de que nosotros perdonemos las ofensas que nos hicieren:

""Porque si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados" (Mateo 6:15). "Sed misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y se os perdonará; dad y se os dará. Porque con la misma medida con que midiereis vosotros, se medirá después para vosotros""
(Mateo 7:36-39).

Y en su última cena expone en forma alegórica las relaciones recíprocas entre Él y sus discípulos:

""Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Quien permanece unido a mí, en forma que yo esté en él, ése dará mucho fruto. Quien no permaneciere en mí, será arrojado fuera, como los sarmientos inútiles, y se secará, y lo cogerán en manojos y lo arrojarán al fuego para quemarlo""
(Juan 15:1-12).

Durante tres años de vida pública había ido preparando Jesús un grupo de discípulos predilectos que habían de ser, después de su sacrificio, los continuadores de su obra. A estos discípulos había de encomendar la custodia de su doctrina, y especialmente a Simón, llamado después Pedro, a quien se dirige con estas palabras:

""Yo te digo que tú eres Pedro (piedra) y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que tú atares en la tierra, atado quedará en el cielo, y lo que desatares en la tierra, desatado quedará en el cielo""
(Mateo 16:18-20).

Y después de su resurrección, junto al lago Tiberíades, entrega ya a Pedro, luego de una triple declaración de amor por parte de éste, los poderes sobre el rebaño de Cristo: "Apacienta mis ovejas", "Apacienta mis ovejas" (Juan 21:15-18).

En el instante de su ascensión al cielo, dice a los que desde ese momento serán sus apóstoles o enviados:

""Como mi Padre me envió a mí, así yo os envío a vosotros. Id, pues, por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las gentes. Quien creyere y fuere bautizado, se salvará; quien no creyere, será condenado""
(Mateo 16:15-16).

Expansión

A consecuencia de un sermón de San Pedro el día de Pentecostés, se convirtieron a la fe tres mil judíos en Jerusalén, número que poco más tarde se elevó a cinco mil. Después de la muerte de San Esteban y de la persecución de que fueron objeto los discípulos de Jesús, estos se esparcieron por todas partes, predicando el Evangelio del Maestro. Los viajes de San Pablo llevaron el cristianismo a Chipre, Asia Menor, Macedonia, Grecia, Iliria y otras regiones; más tarde lo predicó en España y se cree que también en la Galia Narbonense. San Pedro lo predicó en Roma. En el año 179 escribía Tertuliano:

""Somos el ayer y hemos llenado todas vuestras casas, las ciudades, las islas, los castillos, los municipios, los conciliábulos, los campamentos mismos, las tribus, las decurias, el senado, el foro; sólo os dejamos los templos""

Estas frases del apasionado apologista, escritas cuando la nueva doctrina no tenía aún dos siglos de existencia, son como un preludio augurar del gran desarrollo y expansión que en los siglos sucesivos iba a adquirir el cristianismo.

Influencia en la civilización

En medio del frío escepticismo filosófico, de la incredulidad religiosa, de la relajación de las costumbres y del afán de ritos exóticos en que se debatía la sociedad pagana cuando aparece Jesús, surge la religión cristiana que, como saludable rocío del cielo, pronto iba a dar óptimos frutos entre las almas ansiosas de perfección.

El cristianismo transformó, por así decirlo, la conciencia y el corazón de los hombres. La persona humana redimida adquiere a los ojos del cristianismo un precio incomparable, que junto con la enseñanza de la comunidad de origen y destino de todos los hombres, contribuyó a grabar y propagar los principios esenciales de libertad e igualdad. Desde el instante en que el hombre aparece como criatura predilecta de Dios, dotada de alma inmortal, no es ya posible admitir lo que constituía uno de los puntales de la sociedad pagana: la posesión del esclavo, de un hombre por otro hombre. El cristianismo abre a este horizontes insospechados y hace que el ser humano ame al prójimo como a sí mismo y descubra en el amor de Dios la razón de poder sacrificar su propia vida en bien de los demás. La formación de la familia, tal como se conoce en las modernas sociedades, es también obra del cristianismo, y de la cual ha hecho éste el núcleo básico, la célula primordial e indestructible de la sociedad civil.

Frases célebres sobre el cristianismo

→"El cristianismo, especialmente el protestantismo, es la religión adecuada a una sociedad en la que predomina la producción de mercancías." -Friedrich Engels (1820 – 1895). Filósofo y político alemán (en Para leer "El Capital", ISBN 8425304989, p. 11).

→"¡La Iglesia de hoy no necesita "cristianos a tiempo parcial", sino cristianos de una pieza!" −Juan Pablo II (1920 - 2005). Papa de la iglesia católica.

→"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte." −Juan Pablo II (1920 - 2005). Papa de la iglesia católica.

→“No sé de nadie que haya hecho más por la humanidad que Jesús. De hecho, no encuentro nada malo en el cristianismo”. Pero entonces añadió: “El problema está en ustedes los cristianos, pues no viven en conformidad con lo que enseñan”. −Mohandas Gandhi (Nueva Delhi, 1869 - 1948)Abogado, pensador y político indio.

→"Nuestra tarea consiste en animar a cristianos y no cristianos a realizar obras de amor. Y cada obra de amor, hecha de todo corazón, acerca a las personas a Dios." -Madre Teresa de Calcuta (1910 - 1997). Misionera yugoslava nacionalizada india.

→"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree." −Antonio de Padua (1195 - 1231). Santo portugués.

→"El cristianismo o es una vida entera de donación, una transubstanciación en Cristo, o es una ridícula parodia que mueve a risa y a desprecio." −Alberto Hurtado (1901 - 1952). Santo chileno.

→"Quien no ha tenido tribulaciones que soportar, es que no ha comenzado a ser cristiano de verdad." −San Agustín (354 - 439). Obispo y filósofo.

Fuentes