Batalla de los Cuernos de Hattin

(Redirigido desde «Cuernos de Hattin»)
Batalla de los Cuernos de Hattin
Información sobre la plantilla
Batalla de los cuernos de Hattin.jpg
Fecha:4 de julio del año 1187
Lugar:Cuernos de Hattin, cerca de Tiberíades, Tierra Santa
Resultado:
Victoria decisiva musulmana
Líderes:
Guido de Lusignan, Reinaldo de Châtillon y Sultán Saladino
Ejecutores o responsables del hecho:
Tropas del sultán Saladino y Contingentes Templarios y Hospitalarios

Batalla de los Cuernos de Hattin. Fue un importante encuentro armado que tuvo lugar el 4 de julio del año 1187 en Tierra Santa, en el desfiladero conocido como Cuernos de Hattin entre el ejército cruzado, formado principalmente por contingentes Templarios y Hospitalarios a las órdenes de Guido de Lusignan, rey de Jerusalén, y Reinaldo de Châtillon, contra las tropas del sultán Saladino. Ambos ejércitos contaban con unos efectivos similares, en torno a los 17.000 hombres cada uno. Fue una desastrosa derrota cristiana debido a la ineptitud de Guido de Lusignan que busco el enfrentamiento armado con Saladino en medio de un calor sofocante y sin reserva de agua. La mayoría de los cruzados perdieron sus monturas debido al agotamiento y tuvieron que luchar a pie. Si habéis visto la película el Reino de los Cielos (de Ridley Scott) es la batalla que tiene lugar después de que Orlando Bloom se niegue a acompañar a los cruzados y donde le cortan la cabeza a Reinaldo de Châtillon.

Historia

Los cuernos de Hattin son el sitio donde se atribuye que Jesús predicó el célebre Sermón de la Montaña y exhortó a los discípulos a difundir el mensaje de la buena nueva del reino de Dios. Este sitio conocido como Qurun Hattun o Qurun Hattin queda en cercanías del mar de Galilea, cercano a la ciudad de Tiberíades. En la actualidad es un parque nacional. Este escenario geográfico tuvo gran importancia en las Cruzadas, especialmente en la segunda Cruzada cuando se logró la unificación del mundo islámico bajo la dinastía Ayubí con la figura de Yusuf ibn Ayyub Salah Al d-Din o Saladino. La visión de las Cruzadas es la que nos hemos formado por material diverso, en su mayoría de tipo fílmico, donde el relato de lo que pasó suele ser contado por el vencedor, aunque si se tiene la oportunidad de revisar material escrito de historiadores sobre este tema de gran interés en la Edad Media, se accede a un rico cuadro de abigarrados matices por los diferentes caracteres que participaron en ellas.

La tercera cruzada es una de las que más se recuerdan, es en la que se enfrentaron Saladino y Ricardo I Plantagenet de Inglaterra, Felipe II Augusto Capeto de Francia; la sombra de los hechos ocurridos, la magnitud si se permite decir "de las apuestas en juego", el hecho que Islam hubiese convocado a una yiddah o guerra santa para la expulsión de los europeos, la gran crueldad desplegada por ambas pFartes, por ejemplo la matanza de prisioneros ordenada por Ricardo en Tell Haiyadiya, su plagio en el castillo austríaco de Durnstein, el posterior regreso de Ricardo y su enfrentamiento con su hermano John Lackland, mejor conocido como Juan Sin Tierra: el abandono que hizo Felipe II, todo esto hace que sea uno de los hitos en la historia de la Edad Media que más se recuerdan.

Ambiente sociopolítico en Tierra Santa

No obstante, antes de la tercera cruzada, hubo algunos complejos carácteres en Tierra Santa, cuyas acciones concluyeron con el fin del dominio de los Santos Lugares por los europeos. Uno de estos personajes complejos, forma parte del propio contingente de los europeos y corresponde al gran maestre de la orden de los pobres Caballeros de Cristo, -o templarios-, maestre de nombre Gerard de Ridefort. Este precipitado flamenco que llegó a Gran Maestre gracias a los oficios del terrible y poco recomendable patriarca Heraclio de Cesárea, y con el apoyo por supuesto del codicioso y violento "príncipe Arnat" sobrenombre para el intrigante y falaz Reynaldo de Chatillon, hizo que la tradición de los valientes monjes guerreros quedara "detenida" en el tiempo como la de una banda de mercenarios. El carácter de Gerard de Ridefort es una pieza clave que falta para explicar como ocurrió la derrota de los Cuernos de Hattin, que es la batalla recreada en la película Cruzada. Gerard era un aventurero ambicioso de Flandes, cuando llegó a tierra Santa entró al servicio del conde Raimundo III de Trípoli.

Por aquella época, el reino latino de Jerusalén era el lugar de las oportunidades en el mundo medioeval, que brindaba las condiciones de poder conseguir tierras y dinero a quien no tuviera muchos escrúpulos, cosa que no era posible en el rígido orden feudal imperante en Europa, que contaba con el aval del orden religioso imperante. Es decir, el zeitgeist feudal entendido como fuerte - más fuerte - el más fuerte, con base en las posesión de tierras y el aporte de brazos para la lucha dejaba muy poco espacio para los hidalgos de segunda generación como Ridefort.

El ambiente sociopolítico del reino latino de Jerusalén atraía multitud de aventureros que llegaban con la venia papal en aquel entonces a cumplir su "sagrada obligación" de "enviar musulmanes al paraíso" y en este ambiente, llegó Gerard. Su ambición le llevó a destacar ante el conde Raimundo III de Trípoli y éste en recompensa le había prometido matrimonio con una rica heredera. La oportunidad llegó, Lucía de Botrun era el nombre de la heredera, quien también fue pretendida por un mercader, pero tratándose de una mujer rolliza por quien el mercader pagó su peso en oro, Raimundo aceptó el metálico y Gerard indignado, le abandonó y juró venganza, para lo cual entró a la Orden de los conmilitones o pobres caballeros de Cristo.

Gerard de Ridefort: el principio del fin

Pasó el tiempo y falleció el gran maestre Odo o Eudes de Saint-Amand, prisionero en Damasco tras la derrota de Marj-Ayyoun. El noveno gran maestre, el aragonés Arnoldo de Toroga o Arnoldo de Torroja falleció en camino a Europa, yendo en comitiva con el patriarca Heraclio, con fuertes sospechas de haber sido envenenado. Gerard de Ridefort fue elegido en Europa como décimo gran maestre gracias a la influencia del poco aconsejable patriarca Heraclio de Cesárea, quien se desenvolvía mejor en el campo de las intrigas políticas que en el campo de la devoción eclesiástica. Los cronistas de la época refieren que Heraclio hasta tenía una querida, de nombre Pasque de Rivelli, a quien en son de burla, la llamaban "madame la patriarquesa". Lo que tenía Gerard en fanatismo y empeño en llevar a cabo su venganza contra su otrora protector Raimundo, desafortunadamente le faltaba en experiencia militar y en conocimiento de la compleja política de Tierra Santa.

Gerard es un administrador precipitado, mal jefe, y con esto se cierne el proceso de la caída de Jerusalén, en el cual cuenta con la ayuda de Guy de Lusignan. El rey Balduino sabía que no iba a vivir mucho, por su enfermedad, un cuadro de lepra galopante que había iniciado desde su infancia. Para garantizar el equilibrio de poder en el reino de Jerusalén logró que los miembros de su corte aceptaran y juraran que el valedor o regente del enfermizo niño Balduino V, hijo de Sybilla de Courtenay iba a ser nombrado por una comisión conjunta del rey inglés, el rey francés, el emperador del sacro imperio y el Papa. Todo apuntaba a que por su experiencia militar, conocimiento político, conocimiento de la lengua árabe, amén de su riqueza, el regente iba a ser el conde Raimundo III de Trípoli.

Muerto el rey Baldwin IV o Balduino el Leproso, Gerard formó parte del grupo de conjurados junto con Agnes de Courtenay, Joscelyn de Courtenay, Sybilla de Courtenay, Guy de Lusignan y Reynaldo de Chatillon que engañaron al conde Raimundo, haciéndole ir hacia Tiberíades en lugar de Jerusalén una vez muerto Baldwin. Y esta circunstancia fue aprovechada por el grupo de conjurados para coronar al inútil Guy como rey de Jerusalén. Normalmente un rey se coronaba y asumía el poder por la gracia de Dios, y un miembro de la iglesia hacía la coronación. Accipe cum gladium hunc tei benedictione tibi collatum …. Coronat te Deus eran algunas de las frases de la fórmula de la coronación, que no fueron dichas, pues el patriarca Heraclio de Cesárea no lo quiso coronar y fue la princesa Sybila, su esposa, quien le colocó la corona, de forma que su coronación se consideró técnicamente como inválida.

Guy de Lusignan es descrito como una persona ignorante, indecisa, quien llega al poder por recomendación, por una serie de sucesos fortuitos y no por merecimiento. Gracias a la labor de cortesano de su hermano Amalrico de Lusignan ante la princesa Sybilla de Courtenay hermana del rey Balduino, logró destacar y llegar a ser amante de ella. Nubes de tormenta se empezaron a avistar en el horizonte, porque la lenta agonía del leproso rey Baldwin IV le llevaba a paso seguro a la muerte. A pesar de su juventud, Baldwin IV ejerció con decisión y prudencia el poder, logrando concertación y equilibrio entre las fuerzas militares de templarios y hospitalarios y aplicando una política de paz con los musulmanes, de modo que su pérdida iba a acarrear un gran desequilibrio del poder porque su hermana Sybilla de Courtenay carecía del instinto político para gobernar y de las relaciones y ascendiente con las órdenes de militares.

Como quiera que el conde Raimundo de Trípoli era respetado por Saladino por la victoria previa que habían tenido templarios y tropas reales del rey Balduino IV en Mon Gisors, y porque en el mundo islámico a Raimundo se le conocía porque cumplía lo que decía, Saladino pidió permiso para pasar con un contingente de sus tropas por las tierras del conde Raimundo. Este contingente de 5000 jinetes mamelucos comandados por Al-Afdal hijo de Saladino, empezó su marcha y fue encontrado por Gerard de Ridefort: junto con Roger Desmoulins el maestre hospitalario, el mariscal de la orden templaria Jacobo de Mailly y 150 jinetes, se encontraron en las Fuentes de Cresson. Y Gerard no tuvo ningún miramiento en ordenar el ataque a pesar que Desmoulins le dijo que eso era cargar a la muerte.

Gerard acusó de cobardía a su mariscal y a Desmoulins, ante lo cual no les quedó otra alternativa sino la de cargar contra la muerte. Gerard de Ridefort y su gonfaloniero se retiraron poco a poco y allí perecieron todos los participantes. Por otra parte, la codicia por la que era conocido, impulsó a Reynaldo a asaltar una caravana que venía de Egipto y que pasaba cerca a su castillo de Kerak o Castillo del Cuervo en la ciudad de Petra, con el agravante que en esa caravana estaba la hermana del mismísimo Saladino. Y cuando Saladino pidió la indemnización, Reynaldo de Chatillon no prestó atención; Saladino acudió al rey Guy quien replicó que no tenía poder sobre Reynaldo. Esto motivó finalmente la guerra y Raimundo, muy a su pesar tuvo que participar en el arriere-ban, la leva general para la decisiva batalla que tuvo lugar en los Cuernos de Hattin.

La batalla

Transcurría el caluroso verano en el mes de julio de 1187, se reunieron todas las tropas militares disponibles en Tierra Santa: las tropas reales y los mejores guerreros entre ellos, los templarios y los hospitalarios, quienes eran los más temidos por los islámicos. Las tropas de Saladino con aproximadamente 30.000 soldados, cercaron la cercana ciudad de Tiberíades donde estaban la condesa Escheva de Bures -esposa de Raimundo- y sus hijos. En el consejo de guerra que tuvo lugar en San Juan de Acre, el conde Raimundo, muy a su pesar, pero guerrero práctico, les dijo a los presentes que tomaran su palabra muy en serio porque se trataba de su ciudad y su familia: su propuesta fue la de esperar, porque las ingentes tropas de Saladino con sus caballos no aguantarían mucho sin agua ni pastura y él luego pagaría los rescates de su familia.

Como Gerard estaba en antagonismo franco con todo lo que estuviera relacionado con el conde Raimundo, le acusó de cobardía y de no pelear por una mujer cristiana que estaba siendo atacada por infieles, actitud que fue secundada por muchos. Ya tomada la decisión que sí iba a haber enfrentamiento campal, el patriarca Heraclio de Cesarea propuso llevar la reliquia más importante del mundo cristiano, que era un fragmento de la vera cruz, pero que él desafortunadamente no lo podía llevar.

En la noche, Guy finalmente fue convencido por Gerard de Ridefort, que saliera a atacar los infieles porque no lo esperarían y que eso le ayudaría a la victoria. Guy se levantó muy tarde, las tropas salieron en la mañana del 4 de Julio y hacia el medio día hombres y caballos empezaron a ser víctimas del intenso calor y la sed. Raimundo insistió en que llegaran hasta Tiberíades, para que tropas y caballos se recuperaran, pero Guy replicó que había que descansar allí mismo y lo hicieron en Manescalia, en cercanías de las fuentes de Hattin sin poder llegar hasta el agua porque allí estaban apostadas las tropas de Saladino. Durante la noche las tropas de soldados deshidratados por el intenso calor, fueron rodeadas y hostigadas a respirar humo por fogatas encendidas por los islámicos. En la mañana, las tropas del ejército cristiano se dieron cuenta de su desventaja, el conde Raimundo quien comandaba la vanguardia y con algunos que le acompañaron, hizo una embestida contra los islámicos y los dejaron pasar pero el implacable cerco se volvió a cerrar.

Los caballos de los cercados europeos cargaron una y otra vez, sin poder tomar agua, los soldados fueron cayendo como mieses segadas, y finalmente, hubo una larga fila de monjes guerreros quienes eran exhortados por los derviches a renegar de su fé o morir, y al permanecer orgullosos, fueron inexorablemente decapitados.

Las espadas consagradas de los otrora orgullosos monjes guerreros con su insignia Etamsiat occideret me in ipso illo esperato - Aunque con ella me mate, en El sigo esperando- fueron rotas y su martirio al ser decapitados fue la antesala de la pérdida de los santos lugares. El resultado del enfrentamiento en los Cuernos de Hattin fue la eliminación de las órdenes guerreras en tierra santa y el inicio de la expulsión de los europeos, y esto ocurrió el 4 de julio de 1187. Balian de Ibelin asumió la defensa de Jerusalén. Los resultados de las negociaciones de Balian de Ibelin con Saladino lograron que los residentes de Jerusalén no fueran masacrados por los soldados islámicos de la misma forma que los primeros cruzados hicieron con los pobladores en el año de 1099.

Fuentes