Delia Bacon

Delia Bacon
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Escritora norteamericana. Creadora de la teoría Shakespeare-Bacon.
NombreDelia Salinero Bacon
Nacimiento2 de febrero de 1811
Tallmadge, Ohio, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos.
Fallecimiento2 de septiembre de 1859
Hartford, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos.
Causa de la muerteNatural
NacionalidadBandera de los Estados Unidos de América Estados UnidosBandera de Inglaterra Inglaterra.
OcupaciónEscritora, investigadora.
PadresReverendo David Bacon

Delia Bacon o Delia Salinero Bacon: Escritora estadounidense de obras de teatro y cuentos cortos, hermana de la Congregación ministro Leonard Bacon . Conocida por la humanidad por su trabajo sobre la cuestión de la autoría de Shakespeare . Creadora de la teoría de que las obras atribuidas a William Shakespeare fueron escritas por un grupo de hombres, entre ellos Francis Bacon , Walter Raleigh y otros, que pueden haber incluido Edmund Spenser , Buckhurst Señor y el Conde de Oxford.

Síntesis biográfica

Primeros años

Descendiente de una familia de seis hijos, nació en una cabaña de troncos de Tallmadge , Ohio , en 1811 . Su padre, el reverendo David Bacon , se arruinó y trasladó su hogar a Hatford , Connecticut , muriendo cuando Delia contaba con seis años. En su niñez, Delia asistió a un famoso colegio privado que dirigía Catherine Beecher , hermana de Henry War Beecher , hasta los quince años. Una vez terminado los estudios intenta crear un colegio propio con una de sus hermanas mayores. Durante cuatro años (en Connecticut , Nueva Jersey y Nueva York ) intentó en vano llevar adelante su proyecto, fracasando básicamente por la falta de fondos y por su mala salud.

Vida profesional

A los veinte años publica un libro de narraciones breves, y a los veintiocho una obra de teatro. Entretanto, comenzó a dar conferencias a grupos de mujeres sobre literatura. Elegante y graciosa, apasionada y entusiasta de los temas que trataba, logró dar conferencias suficientes para poder vivir de ellas. Durante este período, se enredó en una desastrosa aventura sentimental con un eclesiástico, el reverendo Alexander MacWhorter, lo que tuvo como consecuencia que él casi perdiese los hábitos y ella quedase totalmente desilusionada de los hombres.

Al vivir tan amarga desilusión Delia con sentimientos de venganza por lo sucedido, toma como lo que muchos dicen venganza sobre William Shakespeare . Pues fue en esta época cuando, continuando sus investigaciones, llegó a la conclusión de que Shakespeare era una falsedad y un fraude. Inmediatamente, en una explosión de energía, se lanzó a analizar profundamente sus obras, venciendo toda resistencia familiar y todo sentido del ridículo, hasta convertirse en una fanática de su tesis.

Cuando recorría Nueva Inglaterra propagando su tesis, conoció al muy respetado sabio de Concord, Raplh Waldo Emerson , al que inmediatamente encantó e impresionó. En 1853 , apoyada por Emerson y sus cartas de presentación, Delia Bacon embarcó para Inglaterra. Pero en Londres , desconcertada por la proximidad del siglo XVII , Delia comenzó gradualmente a abandonar la erudición en favor de las rapsodias intuitivas. Este cambio de actitud llenó de preocupación a sus escasos partidarios. Emerson le había dado una afectuosa carta para Thomas Carlyle , autor de La Revolución Francesa , que la había recibido como amigo, ofreciéndose a ayudarla en todo; pero cuando le sugirió que consultase las fuentes shakesperianas originales, ella se negó a hacerlo. Molesto, Carlyle la abandonó.

Poco después, la abandonó también la revista Putnam´s Magazine. Tras publicar uno de sus artículos, rechazaron el resto, posiblemente por faltar en ellos una auténtica base investigadora. El menosprecio de Delia por los hechos, su creciente monomanía, la privaron por último hasta del apoyo del fiel Emerson.

Sin fondos ni respaldo, Delia vivía en una fría habitación, en la casa de un zapatero de Stratford, sin saber con frecuencia de dónde sacaría para la comida siguiente, febrilmente entregada a su nueva tarea de poner sobre el papel su teoría Shakespeare-Bacon. Tanto trabajaba y tan poco comía que cayó gravemente enferma. Su médico, que era también alcalde de Stratford, escribió una carta urgente al consulado norteamericano de Liverpool pidiendo sobre aquella dama norteamericana enferma y sin dinero.:

“consejos o sugerencias”
“Se halla en un estado de gran excitación, un estado muy insatisfactorio, sobre todo mentalmente”
, escribía el médico.
“Y pienso que hay muchas razones para temer que se vuelva definitivamente loca.”

El cónsul norteamericano de Liverpool era por entonces nada menos que Nathaniel Hawthorne , que, con cincuenta y dos años, tenía ya tras sí “La letra Escarlata”. Inmediatamente, agradeció al médico de Stratford su “amable atención hacia mi compatriota” y lo autorizó para que prestase todos los cuidados necesarios a la paciente. Al poco tiempo, Delia se recuperó. Había terminado de escribir su libro. La filosofía de las obras de Shakespeare desentrañada. Necesitaba un editor. De nuevo, Hawthorne acudió en su ayuda. No aprobaba su teoría, pero consideraba que merecía difusión pública. Escribió un prólogo para su manuscrito y, después de que ella riñese con un posible editor inglés, le buscó otro, Groombridge e Hijos.

A la espera de la publicación de su libro, Delia comenzó a sentirse cada vez más obsesionada con la idea de abrir la tumba de Shakespeare. A veces, de noche, con un farol en la mano, entraba en la iglesia de Stratford y pasaba horas ante el altar. Allí, bajo el suelo de la iglesia, en un ataúd de madera, estaba la clave del enigma Y allí descansaba desde 1616, con la siguiente advertencia, posiblemente escrita por él mismo, grabada sobre la lápida:

¡Buen amigo, por Dios, no te atrevas

a desenterrar el polvo encerrado aquí! Bendito seas si respetas estas piedras,

maldito si mueves mis huesos.

Sin embargo. Delia persistía. El vicario de la iglesia de Stratford vacilaba, considerando seriamente la posibilidad de permitirle abrir la tumba. Luego, bruscamente, de nuevo enferma, Delia desistió. Retiró su petición. Como escribiría más tarde Hawthorne:

“Invadió su mente la duda de si se habría equivocado el sitio y la forma de ocultamiento de aquellos tesoros históricos. Después de admitir la duda, temió arriesgarse a la impresión que le produciría levantar la losa y no encontrar nada. Examinó la superficie de la tumba y se dedicó, sin moverla, a determinar si tenía o no la suficiente anchura como para contener los archivos del club isabelino. Volvió de nuevo a las pruebas, las claves, los enigmas, las frases significativas, que había descubierto en cartas de Bacon y en otras partes, y percibió horrorizada que no señalaban tan claramente como hasta entonces había supuesto la tumba de Shakespeare”.

Concluida su investigación, tenía que hablar con alguien. No había nadie. Hawthorne había abandonado Inglaterra. Su hermano de Hartford que había escrito a Hawthorne:

“en mi opinión su mente bordea la locura en los últimos seis años” .

le suplicaba que volviese a casa. Ella se negó, escribiendo:

“No quiero volver a Norte américa. No puedo volver”.

Mientras, luchaba por aferrarse a la realidad, esperaba la publicación de su libro. El volumen, de 682 páginas, apareció en abril de 1857. Estableció las líneas generales de la moderna polémica Shakespeare-Bacon. Afirmaba en él que Shakespeare era un ignorante iletrado, que carecía de los conocimientos de deportes, derecho, usos de la corte, etc., desplegados en las obras, y que versos de las propias obras señalaban como autores a Spencer, Oxford y otros.

Pocos leyeron el libro. Según el Dictionary of American Biography:

“Hawthorne afirmaba años más tarde, que había conocido a un hombre que lo había leído completo. No hay noticia de otro”.

Últimos días

Aunque la obra impresionaría más tarde a Mark Twain y a Ignatius Donnelly (y en años posteriores a Wait Whitman, Henry James y Sigmund Freud apoyasen su teoría) la mayoría de los críticos y el público de la época en que apareció el libro lo ridiculizaron. Delia, ya bastante desequilibrada, perdió por completo el juicio. La internaron en un asilo privado de Henley-in-Arden, a ocho millas de Stratford. En 1858, un sobrino suyo que regresaba de China la recogió y se la llevó a su casa de Hartford. Allí murió un años después,

“en firme y tranquila confianza en Cristo”, según escribió su hermano, “agradeciendo poder abandonar la tribulación y entrar en el descanso eterno”.

Teoría Shakespeare-Bacon

En 1852, Delia asombró a los círculos literarios con la noticia de que William Shakespeare no había escrito las obras clásicas que se le atribuían. Estas las había escrito en realidad, insistía la dama, un grupo de eruditos ingleses (un club secreto isabelino) en cuyas filas se incluían Francis Bacon, Walter Raleigh y Edmund Spencer. Postulaba esta sensacional teoría Delia Bacon de 41 años, natural de Hartford, Connecticut, una solterona hija de padres misioneros empobrecidos, sin parentesco alguno con el asesor favorito de la Reina Isabel. Delia Bacon fue la primera baconiana, la creadora del movimiento Shakespeare-Bacon, y su teoría encendió una polémica que dura ya un siglo. Según la señorita Bacon, William Shakespeare no era más que

“un vulgar iletrado… un ganapán, mozo de establo de Lord Leicester”.

Su nombre fue sólo pantalla de toda una escuela de brillantes escritores que deseaban propagar filosofías políticas radicales sin revelar su verdadera identidad. Sir Francis Bacon y compañía no sólo habían escrito Hamlet, Macbeth, Otelo, etc., sino ocultado en estas obras propaganda política avanzada mediante un ingenioso sistema cifrado. Como prueba, Delia Bacon ofrecía, además de su inquebrantable intuición, pruebas de que había descifrado las obras. Si hacían falta más, decía, podían hallarse dentro de la tumba de Shakespeare en Stratford-on-Avon. Allí, pudriéndose junto al cuerpo del bardo, había documentos que revelarían al mundo entero la verdad.

Bibliografía

  • Irving Wallace y David Wallechinsky: Almanaque de los insólito
  • Delia Bacon, "William Shakespeare y sus obras de teatro: una investigación sobre ellos," Putnam's Monthly, VII: XXXVII (enero 1856): 1-19.
  • Ralph Rusk Leslie, Las Cartas de Ralph Waldo Emerson, Nueva York : Prensa de la Universidad de Columbia, 1966 vol. V, 86-87. V, 86-87.
  • Espero que Warren y Holston Kim, El Conflicto de Shakespeare: un análisis de los demandantes a la autoría, y sus Campeones y detractores. Jefferson, North Carolina: McFarland & Co, 1992 , 1. Jefferson, Carolina del Norte : McFarland & Co, 1992, 1.