Diferencia entre revisiones de «El escriba sentado»

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Revisión del 08:03 25 oct 2021

El escriba sentado
Información sobre la plantilla
El escriba sentado.jpg
Escultura
Datos Generales
Año:2480-2350 a. C.
País:Bandera de Egipto Egipto,

El escriba sentado. También conocido como El escriba sentado del Louvre, es una de las estatuas más representativas de la escultura del Imperio Antiguo de Egipto, y una de las más famosas y bien conservadas de toda la Civilización egipcia.

Análisis de la obra

Esta escultura está tallada en piedra caliza y está policromada. Para los ojos se utilizan incrustaciones de cristal de roca. La escultura egipcia representaba a sus faraones normalmente tallados con materiales muy duros. Para los personajes “inferiores” en la escala social se usan materiales más blandos y se recurre a la policromía para conseguir cierto realismo. Su composición es totalmente estática y de estructura geométrica. El espacio se encuentra ocupado por una escultura cerrada, de formas macizas y compactas. La figura es rígida e inmóvil, frontal. Mira al frente atento a los dictados de su superior, sumamente concentrado, preparado para escribir sus mandatos sobre el papiro. El cuerpo está tallado a partir de formas geométricas: la cabeza es una esfera, donde destacan también los ojos redondos y muy abiertos, con una gran sensación de vitalidad debido a las incrustaciones. El torso, un triángulo donde tímidamente el autor refleja un tratamiento anatómico, incluso con pliegues en el abdomen mostrando cierta obesidad. Los brazos son cilindros. Las manos son un tanto desproporcionadas pero a diferencia de las esculturas reales, en éstas, como ya hemos indicado, hay mayores referencias realistas. La luz no crea especiales contrastes, pues es homogénea sobre la superficie policromada, salvo en el rostro. Es ahí donde se acentúa su sentido realista.

Análisis iconográfico y sociológico

La estatuaria egipcia estaba concebida, a partir de los datos que existen, para las tumbas. No se la puede desligar de las creencias religiosas de la civilización egipcia, basadas en la “vida del más allá”. Para poder iniciar este viaje al “más allá” los dos principios constitutivos de cada persona –el “ba” o alma, y el “ka” o cuerpo- debían permanecer unidos. Por eso en la tumba a la momificación del cuerpo se unía la escultura o doble del difunto que debía responder a un sentido realista para poder ser reconocido por los dioses y acudir con garantías al juicio de Osiris.

Pero no todo el mundo podía tener acceso a esa otra vida. Era necesario poder sufragarse una tumba, y ésto estaba sólo al alcance de los más privilegiados. Así, la escultura egipcia va a representar a faraones y a altos dignatarios, a funcionarios como el que estamos comentando, y en ciertas ocasiones aparecerán en esas tumbas figuras humildes (sirvientes) realizando actividades de la vida cotidiana. El tratamiento va a ser diferente. Extremadamente hierático para los faraones, más realista y cercano para el resto. La figura del Escriba se muestra orgullosa, no en vano su papel en Egipto era de suma importancia, en una administración tan centralizada, para obtener una recaudación de impuestos más eficiente. Influencias del pasado y aportaciones al arte posterior La escultura egipcia recoge rasgos propios de las manifestaciones artísticas de las primeras culturas surgidas en torno a los valles fluviales: geometría, rigidez, hieratismo, carácter frontal. Rasgos todos estos que van a pasar a los primeros estadios de desarrollo de un arte más antropocéntrico como el griego. Los “Kuroi” combinan una progresiva atención a la anatomía y un tímido sentido del movimiento con una composición en bloque y marcadamente geométrica.

Fuentes