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El pozo sin fondo
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El pozo sin fondo. A pesar del gran avance de la tecnología en las últimas décadas, todavía hay numerosos lugares de nuestro planeta que están envueltos en un halo de leyenda o misterio que la ciencia aún es incapaz de explicar. Uno de ellos, conocido desde hace miles de años, se encuentra en Tonnerre, un pueblo de la Borgoña francesa.

Historia

Se trata de un pozo de aguas color turquesa, cuya profundidad sigue siendo un misterio a pesar de los tantos intentos de inmersión que el ser humano ha hecho. Aún en pleno siglo XXI, con todos los avances tecnológicos y científicos, varios han muerto por descubrir su origen. Tal es el caso de tres buzos que murieron en el intento de llegar al final del manantial, dos de ellos en el año 1974, mientras que un tercero en el año 1996.

Según publicaciones europeas, si bien los romanos ya lo encontraron hecho, fueron los primeros en documentar la existencia del pozo sin fondo y en crear una civilización a su alrededor. Aunque no se supiera el nacimiento de aquella gran cantidad de agua, los habitantes del pueblo la usaron durante siglos en su día a día. Esta civilización no fue la única, los celtas consideraron que el pozo era una fuente de agua sagrada y después los franceses lo usaron como una piscina pública. Actualmente nadie ha conseguido averiguar de dónde viene el agua.

En 1758 fue convertido en un lavadero por orden de Louis d’Éon, padre de un reconocido diplomático que estuvo al servicio de Luis XV y ese mismo año se construyó la cubierta semicircular y las chimeneas que actualmente lo rodean. En la Edad Media se pensaba que en el fondo del pozo habitaba una gran serpiente, o que podría ser un portal a otro mundo.

Con el paso de los años se hizo más popular y hoy en día es muy importante para el pueblo donde está localizado, pues atrae a muchos turistas.

Este manantial como media, arroja unos 311 litros de agua por segundo. Si bien la velocidad con la que brota varía dependiendo de la estación, probablemente el agua viaja de forma subterránea por cavernas al menos decenas de kilómetros desde otro punto en el que filtra al subsuelo. Como suele ser habitual en este tipo de surgencias, el caudal es muy variable y con un filtrado mínimo. Dependiendo de las lluvias, las tormentas o el deshielo, pueden salir hasta 3000 litros por segundo.

Solo el buzo Pierre-Éric Deseigne llegó a explorar 370 metros de cuevas inundadas, descendiendo unos 70 metros. Afortunadamente, regresó con vida, pero sin encontrar la fuente del manantial. Las razones por las que no se ha podido hacer una exploración que arroje mejores resultados, son que la corriente es muy fuerte y hay arcilla suspendida en el agua que dificulta la visibilidad.

Por generaciones se ha intentado explicar qué sucede, pero esta se suma a una de las tantas maravillas del planeta Tierra cuyo origen permanece desconocido.

Fuentes