El sensible Zarapico (Libro)

Samuel Feijóo “El sensible Zapapico”
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Samuel feijoo el sensible zarapico.jpg
Autor(a)(es)(as)Samuel Feijóo
Editorial:Editorial Capiro
EdiciónEdelmis Anoceto
Diseño de cubiertaJorge García
IlustracionesDibujo de Samuel Feijóo
Ejemplares5000
PaísBandera de Cuba Cuba

Samuel Feijóo “El sensible Zapapico”. En este libro se abarcan características y momentos de la vida de Samuel Feijóo.

Resumen

En esta edición abreviada del número 27 de la revista Signos el lector joven y adulto se reencuentra con el nacimiento, la formación y el desarrollo de Samuel Feijóo, una de las personalidades más polifacéticas denuestra cultura (poeta, narrador, investigador, folclorista, dibujante, grabador, humorista, editor y antologador).


El sensible Zapapico, que Feijóosubtitula «Autobiografía de un hombrecillo insignificantillo. Un documento social, cultural, folclórico cubano», narra la niñez y adolescencia del autor «en sus laboriosos, agitados comienzos, en peripecias de todo tipo, tantas veces con tan fructíferos tropezones», haciendo además concienzuda crónica de los acontecimientos políticos y sociales de las primeras décadas del siglo pasado, sin detener un proceso espiritual que culmina con la maduración de lomás profundo, excepcional y perdurable de su pasión creadora. «Yo apenas valgo, lo que vi y narro sí vale... tal vez... Servirá a los jóvenes de aprendizaje; a los viejos de... melancólica o sonriente rumia... De información veraz a los historiadores y eruditos...»

Biografías del autor

Samuel Feijóo. San Juan de los Yeras, 1914- La Habana, 1992

[Poeta], narrador, ensayista, editor, [pintor], dibujante, grabador e Investigador folclórico. En su basta obra poética se encuentran los libros Camarada celeste (1944), Poeta en el paisaje (1946), Errante asilo (1948), Jiras guajiras (1949), Bethel (1949), Faz (1954), Libro de apuntes (1954), Carta en otoño (1957), Violas (1958), Poemas del bosquezuelo (1960) y Haz de cenizas (1960).


A partir de 1958 comienza a editar la revista Islas 1968. Entre las obras publicadas, en esa década se encuentran Colección de poetas de Camagüey (1958), Teatro cubano (1960) Los trovadores del pueblo (1960), Fantasía del dibujo popular (1960), Cuentos populares cubanos (1960), Azar de lecturas(1961), La décima popular (1961), Refranes, adivinanzas, dicharachos (1962), La décima culta en Cuba (1963), Juan Quin Quin en Pueblo Mocho (1964), Tumbaga (1964), Sonetos en Cuba (1964), Sabiduría guajira (1965) y Cuentos populares cubanos (1965), entre Otras. En 1969 crea y dirige hasta 19B5 la revista Signos.


Además publica Cuentacuentos (1975), Viaje de siempre (1975), Tres novelas de humor (1977), Polvo que escribes (1979), Contactos poéticos (1980), El negro en la literatura folklórica cubana (1980), Vida completa del poeta Wampampiro Timbereta (1981), Cuentería (1982), Festín de poesía (1984), El son cubano; poesía general (1986).


Expuso sus pinturas, dibujos y grabados en Cuba, Dinamarca, Francia, Suiza y la República Democrática Alemana. Sus obras pictóricas se encuentran en el Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana; Museo del Pintor Asger Jorn en Dinamarca; Museo del Art Brut, Suiza; Museo de Arte Cubano, Austria; así como en colecciones privadas en Cuba y el extranjero.


En 1982 se le otorgo la medalla por la Cultura Nacional, la Distinción «Raúl Gómez García» y Medalla «Alejo Carpentier», Se desempeñó como director del Departamento de Estudios Folclóricos de la Universidad Central de Las Villas.

Cuando leí el numera 27 de la revista Signos, el más voluminoso que había publicado Samuel Feijóo hasta entonces, y donde aparecía la primera parte de su au­tobiografía, me di cuenta de que texto y gráfica habían sido utilizados con mucha festinación: 676 páginas para narrar e ilustrar las etapas de su niñez y adolescencia.


Luego llegaron a mis manos los números 34 y 35, que mostraban aspectos de la vida del autor desde 1935 hazla 1940. Supe después de su intención de publicar el núme­ro 36, tan vasto como el primero, a fin de completar la autobiografía.


Por motivos de salud Feijóo abandonó el empeño y más tarde desapareció todo el material es­crito para dicho volumen. Pensé que con un trabajo de supresión podría lograrse, si se presentaba un día la oportunidad, una autobiografía más coherente en virtud de una lectura más amena y de mayor compren­sión para el lector.


Yo, que entre otras había leído y tenido como re­ferencia las autobiografías de Pablo Neruda, Rafael Álberti y Stefan Sweig, sin dejar de reconocer sus valores, detecté de inmediato las virtudes de que adolecía la del Zapapico.


Feijóo murió el 14 de julio de 1992, cuatro años después publiqué en la Editorial Capiro Paisaje habitado, un libro en el que aparecían poemas y dibujos que realizó en Camajuaní en los años 70, mucho de los cuales me entregó personalmente, otros los rescaté antes de que fueran al cesto.


En el año 2004 la Editorial Mecenas publicó Los bueyes del tiempo ocre, donde recogí anécdotas, artículos, cartas, fotos y el ideario feijoseano. Y cuando asumí la plaza de editor en Signos, en el año 2001, estrené un dossier para publicar trabajos, no tanto valorativos sobre su obra, sino más bien de carácter biográfico, pensando acumular infor­mación suficiente para aquel que un día intentara escribir su biografía.


Así aparecieron los artículos «Feijóo era Zeus», «Feijóo, pesquisa beisbolera», «Feijóo y el sijú cabezón», «El niño tipógrafo de Samuel Feijóo», «La última visita de Samuel Feijóo a


San Juan de los Yeras», «El fotógrafo que nunca falla», «El legendario Zapapico en Remedios», así como los libros El puño sabio, de Roberto Avalos Machado (Editorial Capiro, 20112) y La dimensión cultural de Samuel Feijóo, de Silvia Padrón Jomet (Editorial Alejo Carpentier, 2005). Se propiciaba con ello un mo­mento de grandes motivaciones para perpetuar la presencia del Zapapico.

Niñez y adolescencia

En 1979, con motivo de cumplir mis 65 añitos, se hicieron celebraciones oficiales. En uno de los relampampuzios homenajes-cordiales que se me ofrecieron, tan festivamente, prometí mis prontas memorias —de una época, de sus personajes, y de mí como su testigo y su pequeño actor— y HELAS AQUÍ, en sus laboriosos, agitados comienzos, en peripecias de todo tipo, tantas veces con tan fructíferos tropezones...


Yo apenas valgo, lo que vi y narro sí vale... tal vez... Servirá a los jóvenes de aprendizaje; a los viejos de... melancólica o sonriente rumia... De información veraz a los historiadores y eruditos. Por otra parte: No se ha de discriminar la vida de los hom­bres humildes, insignificantillos, sí, pero creando, a su pequeño modo...


Algunos, al narrar sus historicillas insignificantillas, a veces tienen palabrillas con iluminacioncitas experimentadas, dando consejillos de mucho provecho.


En estas paginotas mucho se exponen los errores de un insignificantillo, como museo de útiles señales de peligro para los lectores jóvenes, y para los maduros de tiempo y agraces de mente.


Siendo los errores grandes universidades (donde aprenden solamente los inteligentes) dan poderosa sabiduría a quienes los supera, y después cuida de ellos a los inexpertos. Señalándole abismos que se ven como lagos azules cuajados de incitantes náyades y nereidas cantoras.


Véase también


Fuente

  • Libro Samuel Feijóo “El sensible Zapapico”, Editorial Capiro.