El viaje a la felicidad

El viaje a la felicidad
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La búsqueda de la felicidad es una de las grandes aventuras humanas. escrito por Eduard Punset
Autor(a)(es)(as)Eduard Punset
Editorial:Ediciones Destino
GéneroLibro de autoayuda
ISBN9788423339396


El viaje a la felicidad.Eduard Punset,elabora en este libro una fórmula de la felicidad que conjuga los factores significativos en la consecución de la felicidad con los factores reductores del bienestar y la carga heredada de la que es preciso desprenderse.

Introducción

Con excepción del neocórtexesto es, la parte del cerebro que se desarrolló más tardíamente en los primates y homínidos, en la que tienen lugar los procesos de lo que asociamos con el pensamiento racional, es muy difícil distinguir a simple vista las diferencias anatómicas entre el cerebro de un cerdo y el de un ser humano. Compartimos la estructura del cerebro reptiliano responsable de las funciones básicas para la supervivencia, y la del paleomamífero, que se superpone al anterior y en el que se gestan las emociones.

Los hallazgos de la neurología le dan así una significación novedosa a la pregunta por la felicidad, pues no tiene mucho sentido seguir pretendiendo que esta sea patrimonio exclusivo de una rama particular de homínidos, tal como lo ha asumido el pensamiento imperante hasta hace no muchos años. Los animales, se pensaba, no tienen ni emociones, ni inteligencia, ni conciencia: únicamente comportamientos inducidos por recompensas o castigos impuestos por el entorno.

El estudio del cerebro humano y su comparación con el de otras especies les ha permitido a las ciencias neurológicas abrir nuevos caminos para comprender la felicidad. En el estudio comparativo de la vida emocional de los animales, hay más pistas para el viaje a la felicidad de los humanos Y, de forma más general, las diversas disciplinas científicas han ido aportando todo tipo de luces para poder entender mejor la felicidad y contribuir a que todos la consigamos.

Sinopsis del libro

Este libro es una lúcida y apasionante aproximación a la felicidad y sus condicionantes: las emociones, el estrés, los flujos hormonales, el envejecimiento, los factores sociales, económicos, culturales y religiosos. Una indagación que desvela los más recientes descubrimientos científicos en torno a este tema y que en su capítulo final nos propone la fórmula de la felicidad. Un libro brillantes, agudo, certero, que nos enseña muchas cosas y nos invita a la reflexión.

La búsqueda de la felicidad es una de las grandes aventuras humanas. Como explica Eduardo Punset en el prólogo, el viaje a la felicidad acaba de empezar y su final es incierto: “Hace un poco más de un siglo la esperanza de vida seguía siendo de treinta años: lo justo para aprender a sobrevivir, si se contaba con la suerte, y culminar el propósito evolutivo de reproducirse. No había futuro ni, por lo tanto, la posibilidad de plantearse un objetivo tan insospechado como el de ser felices.

La fórmula de la felicidad

La felicidad es un estado emocional activado por el sistema límbico en el que, al contrario de lo que cree mucha gente, el cerebro consciente tiene poco que decir. Al igual que ocurre con los billones de membranas que protegen a sus respectivos núcleos y que hacen de nuestro organismo una comunidad andante de células,el cerebro consciente se entera demasiado tarde cuando una de esas células ha decidido actuar como un terrorista: un tumor cancerígeno, por ejemplo, que decide por su cuenta y riesgo prescindir de la comunicación solidaria con su entorno, a costa de poner en peligro a todo el colectivo.

Las miles de agresiones que sufren las células a lo largo del día, así como los procesos regenerativos o reparadores puestos en marcha automáticamente, también escapan a la capacidad consciente del cerebro

El clásico debate entre nature vs. nurture, o entre la importancia relativa de las características innatas frente a las adquiridas como forma de explicar los rasgos físicos o de comportamiento que diferencian a los individuos, conduce con facilidad a posiciones simplistas que, en un extremo, limitan la felicidad al equipamiento genético con que cada persona viene al mundo y, en el otro, asumen que la felicidad depende solamente de los ambientes y experiencias en que se desarrolla el individuo.

Los adelantos y descubrimientos de la ciencia permiten poner en perspectiva estas dos posiciones y observar que, en realidad, la felicidad es más compleja que eso y que, aunque la carga hereditaria juega un papel trascendental, son muchos más los factores que entran en juego para configurar lo que podría llamarse la “fórmula de la felicidad”, que, de modo sintético, podría expresarse de la siguiente manera:

Felicidad = Emociones (Mantenimiento + Búsqueda + Relaciones Personales)

                  Factores Reductores + Carga Heredada

Las emociones son el multiplicando del numerador. Si la emoción es cero, todo lo demás también será cero. Ellas, a su vez, se multiplican por la suma de otros tres factores: la capacidad para invertir, la energía en un mantenimiento adecuado de la vida, la habilidad para buscar la felicidad y el poder para establecer relaciones personales positivas.


Emociones

En el inicio y el final del viaje a la felicidad, como en todo proyecto, siempre hay una emoción. La cultura occidental, apoyada en el pensamiento aristotélico, ha cometido un gran error al censurar las emociones por considerarlas irracionales y perversas. Ese arquetipo recurrente de una criatura carente de emociones a la que se le atribuye una inteligencia superior, ese motivo antiguo de la cultura occidental que se encuentra plasmado en el vulcaniano Spock de la serie Star Treck, no es más que una quimera. Si en el curso de la evolución las ventajas de poseer emociones no hubiesen superado a las desventajas de carecer de ellas, nuestra especie se habría extinguido hace ya muchísimo tiempo. Hoy en día, los avances de la neurociencia permiten afirmar que una persona sin emociones no sería más inteligente que las demás, sino que lo sería en menor medida. Tan contraproducente como no saber controlar las emociones es no tenerlas.

Las emociones tienen una presencia bipolar en todos los procesos, pues están tanto en la fase inicial como en la culminación. Los proyectos que se ciñen al cumplimiento estricto de intereses materiales y personales a corto plazo, pero que carecen de un elemento trascendente, están condenados al fracaso. Dylan Evans, científico de la University of the West of England en Bristol, demostró que todas las decisiones son emocionales. Las emociones determinan igualmente nuestra memoria y, por ende, las respuestas emocionales ante los nuevos acontecimientos Oliver Sacks, el neurólogo que escribió Despertares y El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, se sorprendió tanto cuando le demostraron que él no había estado presente en un bombardeo que durante la Segunda Guerra Mundial destruyó la casa de sus vecinos, a pesar de que, por lo intenso y claro que era el recuerdo de esos hechos en su mente, él mismo aseguraba que sí había estado presente. En efecto, todos podemos tener recuerdos muy fieles de acontecimientos que realmente no vivimos, porque cuando recordamos algo en realidad estamos volviendo a recordar. Y de este material o, mejor, de esta quimera, es de lo que se alimenta la amígdala en el momento de generar las reacciones emocionales. Es de este hilo fantasioso y poco consciente del que pende, en gran medida, nuestra posibilidad de ser felices.

Por ejemplo quienes tienen un perro y le dan con regularidad su plato de comida pueden dar fe de la emoción que sienten estos animales durante los instantes previos a aquel en el que comen. Es frecuente verlos iniciar una danza alucinante de alegría y felicidad en torno a la persona que les servirá la comida. Es normal verlos mover la cola, saltar, agitarse y hacer ruidos. Pero, una vez frente al plato, su estado anímico suele cambiar. La emoción que les invadía parece desvanecerse. Entonces ponen su hocico en el plato y comen inmutables, dedicándole poco o nada de tiempo a degustar lo que tanto han ansiado. Al parecer, les emociona más la inminencia de la comida que la comida misma.

Relaciones personales

Nuestra cultura ha creado y difundido grandes mitos en torno a la felicidad. Se tiende a pensar que el secreto de una vida feliz radica en aspectos externos a la propia persona, como el trabajo, la salud, la familia, el dinero o las relaciones interpersonales. Pero el filtro de la evidencia científica ha desmentido casi todos estos mitos, dejando en pie un único factor que, aun siendo exterior al individuo, resulta determinante en los índices de felicidad: el de las relaciones personales. Las circunstancias materiales o externas son apenas el marco en el que se despliega el potencial interno de felicidad.

Datos del autor

Eduardo Punset nació en Barcelona y es abogado, economista y profesor de Ciencia, Tecnología y Sociedad en varias instituciones universitarias. Ha sido redactor económico de la BBC, director económico de la edición para América Latina del semanario The Economist y economista del Fondo Monetario Internacional. También es director y presentador del programa de divulgación científica Redes, presidente de la productora de contenidos audiovisuales científicos Smartplanet y autor de diversos libros sobre análisis económico, reflexión social y divulgación del conocimiento científico.En 2006 ganó el Premio Rey Jaime I de Periodismo.

Obras

  • Carta a mis nietas (11-04-2017)
  • El viaje a la vida (15-03-2016)
  • Carta a mis nietas (10-11-2015)
  • El sueño de Alicia (17-03-2015)
  • El viaje a la vida (21-10-2014)
  • Lo que nos pasa por dentro (03-04-2014)
  • El sueño de Alicia (17-09-2013)
  • Adaptarse a la marea (09-04-2013)
  • Viaje al optimismo (09-04-2013 )
  • La España impertinente (1-09-2012)
  • Lo que nos pasa por dentro (1-/09-2012)
  • El alma está en el cerebro (14-02-2012)
  • Viaje al optimismo (2-11-2011)
  • El viaje al poder de la mente (05-05-2011)
  • El viaje a la felicidad (04-09-2007)
  • El viaje al amor (28-08-2007)


Fuentes