Epifanía Cultural de Cuba

Epifanía Cultural de Cuba
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El día de la Epifanía del Señor, o Día de Reyes (6 de enero), fiesta de la liturgia católica

Epifanía Cultural de Cuba. Para llegar a determinar el origen de la fiesta cubana es necesario remontarse al asentamiento de los diferentes grupos étnicos que conformaron la nacionalidad. Cada uno de ellos trajo consigo una cultura que al ponerse en contacto con los demás, en un medio ambiente nuevo, se modificó.

El español, el africano con sus diferentes nacionalidades, y el francés en menor medida, constituyeron grupos culturales muy disímiles con caracteres marcados y propios. Al interrelacionarse y aportar cada uno de ellos sus rasgos más descollantes, crearon una cultura nueva, la cultura cubana.

De los aborígenes cubanos sólo han quedado noticias de una actividad festiva llamada areíto que se practicaba igualmente en las islas cercanas de Haití y Santo Domingo. Considerada por los cronistas de la época como la fiesta por excelencia, incluía música, canto, baile y pantomimas aplicadas a las liturgias religiosas, a los ritos mágicos, a las narraciones de epopeyas.

La tradición hispana

La conquista y colonización incorporaron las tradiciones católicas de la clase dominante en las tierras conquistadas con el objetivo de ejercer el control absoluto de las mismas. Poco a poco quedaban establecidas instituciones, usos y costumbres heredadas de la Metrópoli. La actividad festiva fue utilizada con este fin y, desde el principio, la Iglesia Católica organizó festividades que como la del Corpus Christi generaba una procesión de los vecinos del lugar.

Ya en el siglo XVI se detectaron las primeras protestas de las autoridades españolas al incorporarse a las procesiones elementos profanos en forma de mascarones de personajes fabulosos, tal y como era costumbre en la península ibérica, donde enanos bailaban y cantaban en la festividad, así como gigantes y cabezudos danzantes desplegaban sus habilidades.

La carencia de espectáculos públicos hasta mediados del siglo XVII propició el surgimiento de otras fiestas religiosas españolas de la época como las llamadas Altar de Cruz y Patronales. La primera es común a todos los pueblos de la cristiandad, pero en España se le adicionaron elementos profanos. En Cuba, la primera referencia que se encuentra es la registrada en la Constitución VII del Sínodo Diocesano efectuado en el año 1684. Esta fiesta se instituye en pueblos que sufren la colonización española en ocasión de celebrar la invención de la Cruz. El motivo principal consistía en la erección de un altar de tres escalones el día 3 de mayo, el cual iba aumentando el número de sus peldaños hasta la culminación de los festejos.

Las fiestas patronales, llamadas también Fiestas Mayores, surgieron a consecuencia de la fundación de las primeras villas, impuestas por la política evangelizadora de la Iglesia Católica. Muy populares hasta el siglo XIX, poseían en sus inicios y un carácter ritual que desapareció gradualmente por los elementos laicos que incorporó el pueblo, al mismo tiempo que otros se perfilaron hasta tomar caracteres nacionales. En su organización figuraban desfiles, torneos de la antigua caballería, fuegos artificiales, paseos, corridas de toros, juegos de sortijas, máscaras y comedias.

Bajo la denominación de fiestas cortesanas y fiestas regionales se enmarcaron celebraciones organizadas por las autoridades coloniales fácilmente reconocibles por los nombres con que fueron designadas. En las primeras se hacían banquetes, bailes, se disparaban salvas y se ornamentaban las calles. En las fiestas regionales participaban catalanes, vizcaínos, montañeses, asturianos, aragoneses, gallegos e isleños. Se trataba de una réplica de antiguas festividades de su tierra natal en las que figuraban la obligada misa y la procesión en horas tempranas de la mañana, toque de diana, recorrido de la carreta catalana con campana, uso del vestuario típico de la región de origen, consumo de bebidas y comidas tradicionales, desfiles de carros adornados y pendones con bandas de música, y hasta una peregrinación a la montaña de Monserrat, en la provincia de Matanzas, rememorando las que efectuaban en Castilla.

Los mallorquines y gallegos que habitaban esas zonas rurales cultivaron la décima, preferiblemente acompañada de la guitarra. Cuando la familia se reunía o en fiestas de amigos, solían improvisar décimas.

Un viaje desde África

Los negros de distintas etnias africanas comienzan a llegar a Cuba en el año 1502 en calidad de esclavos. El auge de la trata negrera se registra entre los años 1512 a 1790, debido al incremento de la industria azucarera.

Las autoridades coloniales evitaron la unión de los distintos grupos para que no pudieran comunicarse. El negro esclavo traído a Cuba no gozaba de ningún tipo de diversión más que la que él mismo podía proporcionarse. Sólo le era permitido cantar y bailar en barracones y plantaciones para que mitigara el cansancio propio del agotador trabajo y la nostalgia que sentía por su tierra natal.

Despojado de sus formas originarias de vida, el negro tuvo necesidad de asimilar las que le impusieron los colonialistas. Al integrarse a las nuevas relaciones sociales, durante las sucesivas generaciones y cambios socioeconómicos, creó nuevos elementos culturales en la realidad americana. Algunos segmentos de su cultura pudo conservar; se refiere a los signos tribales que lo distinguían del resto de la población. Estos se pudieron manifestar y desarrollar abiertamente a través de los Cabildos de Nación, surgidos a mediados de siglo XVI cuando ya existía cierta cantidad de negros horros o libres a quienes le fueron conferidos limitados derechos.

El Cabildo jugó un importante papel como vehículo conservador algunos factores culturales del negro: tradiciones, música, bailes, arte culinario y otros. El ejemplo más elocuente fue la adoración que el esclavo y el liberto seguían haciendo de sus dioses, enmascarándolos en fiestas y jolgorios que se popularizaron hasta ser conocidos por toda la población. En el necesario proceso de transculturación la religión sufrió una sincretización; los africanos traspasaron los símbolos y cualidades de sus ídolos a similares cristianos, tomando de ellos también sus nombres. Ello dio lugar a las festividades de la santería dedicadas a Changó (Santa Bárbara), Ochún (Virgen de la Caridad del Cobre), Babalú Ayé (San Lázaro), entre los más conocidos. En las zonas rurales los negros efectuaban otras fiestas como las llamadas "de tambor". La más popular es la del Tambor Yuka, cuyo nombre lo toma de los instrumentos musicales que se percuten: la caja, mula y cachimbo, de origen congo. Además del baile existían improvisaciones de solistas o "gallos" que eran respondidos por un estribillo cantado por el coro.

El día de la Epifanía del Señor, o Día de Reyes (6 de enero), fiesta de la liturgia católica, fue marco propicio para que los Cabildos salieran a las calles e hicieran un recorrido que finalizaba en el Palacio de los Capitanes Generales. El origen de este "Carnaval negro" ha provocado varias discusiones: unos opinan que los negros imitaron a la tropa que pedía el aguinaldo el día 6 de enero acompañados de pitos, tambores y cornetas, mientras otros entienden que festejaban al rey negro Melchor, santo que por ser de su raza habían adoptado como Patrono Celestial. Fernando Ortiz se inclinó a pensar que los negros imitaron la costumbre practicada por los esclavos del rey en América, que acudían a pedir el aguinaldo al representante de su amo. Opinó don Fernando que “con el tiempo acudieron los demás esclavos solicitados quizás por los gobernadores que encontraban así un modo de sostener una fiesta popular y captarse las simpatías de los esclavos en general de cuya adhesión no se estuvo nunca muy seguro según se ha dicho". 2

Esta costumbre de felicitar el 6 de enero al Capitán General y solicitar el obsequio de aguinaldo hizo que cada Cabildo tratara de mejorar sus salidas, perfeccionando trajes y pendones particulares con afanes competitivos. Al mismo tiempo, significó una interinfluencia entre las propias etnias africanas. Al revivir las fiestas de sus tierras de origen, se produjo un análisis y síntesis dentro de las relaciones sociales existentes. El negro se hizo representativo de hechos y funciones que se revivían.

Al comenzar a acrisolarse las numerosas razas africanas, a las que se sumarían posteriormente las demás, se produjo uno de los hechos primarios del proceso de gestación de la nacionalidad cubana.

El influjo francés

En el año 1791 comenzaron a arribar a Cuba emigrantes franceses, que venían huyendo de la Revolución Haitiana. Los primeros grupos eran poseedores de capital dispuestos a invertir en la Isla, pero, además de esta clase terrateniente acomodada, llegaron a la provincia de Oriente núcleos de diferentes estamentos sociales y económicos, incluyendo los esclavos traídos por sus amos.

Bajo el influjo francés, la población local elevó su nivel cultural al entrar en contacto, con obras y artistas desconocidos hasta el momento. En esta época se fundó la primera banda de pardos y comenzaron a bailarse varias danzas, entre ellas la contradanza. Esta se extendió por todo el territorio nacional en años posteriores y adquirió características especiales que la convirtieron en contradanza cubana.

Las primeras fiestas afrohaitianas se celebraron en los cafetales. Emilio Bacardí, en su novela Vía Crucis, describe un baile de esclavos en un cafetal que a juzgar por los elementos de música y danza, se trataba de un baile de tumba francesa.

Esta institución, la de Tumba Francesa, se conserva en Santiago de Cuba y Guantánamo como ejemplo de tradición folclórica a través de todo el proceso de transculturación ocurrido desde sus inicios. La presencia de estas danzas y sus ritmos influyeron en las congas carnavalescas de la región oriental, que como la tahona y el cocuyé son verdaderas instituciones musicales tradicionales.

Hasta los límites del siglo XVIII la población cubana era un organismo social de etnias diferentes por su origen, dispersas geográficamente, que sufrió un proceso de influencias recíprocas entre la cultura de la clase explotadora de origen europeo y la de la clase explotada.

Ello dio paso a la creación de nuevos fenómenos culturales, una realidad original e independiente que no puede confundirse con la acumulación mecánica de caracteres. Se trata de una transición activa de culturas que aportan elementos propios Y dan lugar al advenimiento de una nueva realidad de civilización definida en la etapa de formación de la nación, con el desarrollo de las relaciones capitalista en la colonia.

Fisonomía de lo cubano

Es a partir del último tercio del siglo XVIII que cristaliza le formación de la nacionalidad cubana, al calor de la Guerra de los Diez Años (1868-1878 ) contra el colonialismo español. Esta jugó un papel definitorio en la cohesión de los distintos elementos étnicos y su fusión en una nación única.

Cuando arriba el siglo XX Cuba es ya una comunidad cultural estable. A través de los siglos anteriores se perfilan modos y costumbres que, aunque heredados de las diferentes etnias que tomaron parte en el proceso de gestación nacional, cobran fisonomía propia "a lo cubano" en el devenir del tiempo. Surge un habla, géneros musicales y danzarios, una literatura oral propia, formas plásticas originales, expresiones en las que quedó evidenciado el genio creador de las masas populares.

De la cultura popular tradicional española pasan a Cuba diversos elementos del rico romancero español, determinadas formas de divertimento social y también aislados fragmentos de festejos populares que integran la base de la cultura. De la tonadilla escénica hispana, la romanza francesa y algunos módulos cancioneriles españoles surge la canción. El son fue el género que sintetizó las influencias afrohispanas con características propias del cubano. Como género vocal instrumental y bailable constituye la forma básica de la música cubana vigente hasta hoy.

El medio rural, por su aislamiento, guardó una serie de estilos hispánicos, libres de influencias externas. Es el caso del punto guajiro, con el repentismo como base literaria a través de la décima, creación culta de Espinel, que cultivan aún los campesinos. El guateque agrupa las manifestaciones musicales y danzarias del hombre de campo y si bien asimiló elementos de las zonas urbanas (instrumentos musicales y algunos signos del vestuario) conservó los propios.

La influencia ejercida por los franceses se hizo sentir en las costumbres, tradiciones, modas, bailes, con la particularidad de hacer blanco tanto en la cultural dominante como en la popular. La contradanza introducida por ellos forma parte de los orígenes de la música de salón (contradanza cubana, danzón y danzonete) que al alejarse de su antecedente francés adquieren estilo y lenguaje musical cubano.

El negro ya liberado participa en el nacimiento de una clase social, americana, y crea formas de expresión que por sus características devienen netamente criollas. A principios de la época republicana, al surgir las fiestas de carnaval como tal, los negros salieron en representación de sus cofradías donde al compás de la música se bailaba la conga, que introducida en los salones del siglo XIX llevó a todos los cubanos a "arrollar" alegremente detrás de la percusión.

La música del pueblo asimila la herencia negra. La rumba y la guaracha son elaboraciones definidas que gozan de gran aceptación popular por su espontaneidad y sonoridad.

La fiesta y la clase

Los grupos de las distintas etnias africanas y españolas celebran actividades festivas en sus sociedades y se definía de esta forma la división social que prevalecía en el país. Esta discriminación racial, oficializada, funcionaba también en los bailes públicos de la época neocolonial, al separar los negros de los blancos por medio de una soga o tela metálica. La burguesía celebraba sus fiestas, competencias y torneos en las sociedades, mientras el pueblo lo hacía en las calles. En eI siglo XIX se pusieron de moda las academias de baile para señoritas y los bailes llamados "de cuna" efectuados en casas particulares de baja posición económica a las que acudían los jovencitos criollos de la época (petimetres) para bailar con las mulatas.

La mayoría de los festejos que en Cuba devinieron en populares estuvieron, desde la época colonial, en manos de curas y autoridades, siguiendo la política dictada por la colonia y luego por los intereses de la oligarquía criolla en el poder. En sus inicios, el dogma religioso evitaba la ingerencia de elementos laicos en los actos y festejos, pero, en la medida en que aumentó la densidad demográfica con mayor número de criollos, el establecimiento de una cultura popular fuerte y el paulatino desprestigio en que cayó la Iglesia Católica cubana durante los siglos XVII, XVIII y XIX se produjo una oportuna desacralización de los festejos al perder la Iglesia el influjo que ejercía en ellos a través de su calendario de fiestas litúrgicas.

Esta democratización de las costumbres conllevó no sólo la inclusión de instrumentos musicales de antecedentes africanos, sino que también sumó, a las actividades programadas por el catolicismo, otros elementos de procedencia europea de contenido profano, Esta evolución de los festejos a que se hacen, referencia tiene su origen en el siglo XIX se hace evidente, para todo forastero que visita el país, que la influencia del clero está en decadencia por el poco respeto que sus representantes aspiran a la población, lo que provoca negligencia en la observancia del culto y pocos devotos en la nueva generación. "Los sacerdotes son jugadores osados, ávidos despreciables. De la mesa de juego van a la misa y de ésta vuelven a aquélla. Demoran la misa para presenciar las peleas de gallos, echando sus gallos con los de un esclavo de la villa."

La fiesta es, por su naturaleza y contenido, una actividad recreativa, propia de goce y disfrute, debido a hechos o acontecimientos significativos para la comunidad. Sin embargo, la fiesta en Cuba ha estado vinculada a través de distintas etapas históricas con manifestaciones subversivas, de franca hostilidad, de combate, frente a la clase detentora del poder. Como antecedente se encuentra que el esclavo africano frecuentemente utilizaba sus cantos para expresar las desgracias padecidas por el maltrato del amo la nostalgia por la tierra natal y la necesidad de su liberación. Desde el siglo XVII comienzan a notarse los comentarios críticos a las autoridades coloniales en lugares de reuniones… "Se exteriorizaban algunas veces mediante papeles manuscritos que iban pasando de mano en mano. También en días de máscaras entre bromas, al amparo de disfraces,"

Esta actitud se incrementó con el paso de los años, el pueblo demostró su hostilidad a partir de la actuación en las fiestas, y se valió de las letras de las canciones para reflejar reclamaciones, protestas y hasta burlas.

Los Cabildos de Nación fueron marco propicio para ello, por su carácter de organización cerrada. Al amparo de actos, banquetes y fiestas se encubría la rebeldía que latía en cada uno de sus miembros. El Cabildo Shangó Teddún fue escenario de los preparativos de la conspiración de Aponte en el año 1812 (su líder, José Antonio Aponte, negro libre, presidía este Cabildo).

Años después, en 1835, ocurrió la sublevación de los lucumíes en La Habana en la que se encontraba involucrado Juan Nepomuceno Prieto, capataz del Cabildo lucumí Elló u Oyó. Cuando desaparecieron los Cabildos de Nación, para convertirse en Asociaciones Mutualistas o de Recreo, sobrevivieron las comparsas de una forma inestable. Sus salidas fueron prohibidas durante la Guerra de Independencia y se autorizaron al término de aquella. A1 surgir las fiestas carnavalescas se suscita la misma situación; éstas se convirtieron escenarios de amparo para las actividades revolucionarias y subversivas.

Durante la Guerra de Independencia, los fundadores del Cabildo carabalí Isuama de Santiago de Cuba se valían de los tambores para trasladar, en su interior, armas y medicamentos a las zonas insurrectas cercanas a Santiago, y transmitir con los tambores por medio de toques especiales, de esta forma evitaban chocar con tropas enemigas.

Las fiestas y salidas de comparsas fueron aprovechadas por los, intereses políticos: eran autorizadas o prohibidas según conviniera a los gobernantes.

Fuentes