Tobas (etnia)

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Indios Tobas
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La etnia toba o kom pertenecen a un gran grupo de pueblos indígenas denominados guaycurúes. Originalmente habitaban una extensa región del norte argentino: el Chaco, término que en idioma aymará quiere decir ‘lugar de cacería’.

Uso incorrecto de la letra «q»

Desde los años noventa se utiliza más el nombre «qom» en vez de «kom». El nombre «qom» no es correcto, ya que los propios indígenas pronuncian su etnia como [kom] (com), mientras que en fonética, la letra q se pronuncia como una mezcla de k y j. La palabra «qom» escrita con q, debería pronunciarse [kjom], que es una pronunciación inventada (los propios tobas pronuncian [kom]).

Características generales

Su idioma se denomina kom-laktak (erróneamente escrito «qom-laqtaq»), que desde el punto de vista lingüístico se suele incluir dentro del grupo de idiomas guaycurúes, que muchos autores consideran forman junto con los idiomas matacoanos la familia lingüística mataco-guaycurú. Además de la provincia de Chaco, la región chaqueña abarca total o parcialmente otras cuatro provincias argentinas (Santa Fe, Santiago del Estero, Salta, Formosa), y se extiende hacia el vecino Paraguay.

En los orígenes, el Chaco estaba cubierto por inmensos bosques de especies vegetales muy valiosas, como el quebracho.

Los tobas eran un grupo nómade, que como tal vivía de la caza, la pesca y la recolección; si bien, por irradiación desde la región andina, habían adoptado algunos elementos culturales más avanzados, tales como la cerámica, el tejido con fibras vegetales y la cestería.

Historia

A partir de 1880 comenzó la ocupación sistemática de los territorios indígenas por parte del Gobierno nacional. En el Chaco esta campaña se extendió hasta 1919, año en que se produjo el último gran enfrentamiento entre grupos guaycurúes y el ejército. Los fusiles a repetición y, sobre todo, el alcohol diezmaron a los indígenas. Sus territorios ancestrales de caza se convirtieron en inmensos latifundios dedicados, en primer término, a la explotación maderera.

Con grandes dificultades, los tobas se adaptaron a una nueva situación mucho más opresiva. Muy pocos trabajaron en la industria maderera: en su cosmovisión los árboles de quebracho eran sagrados, y gran parte de sus discordias con el blanco tuvieren en su origen la depredación del bosque. Pudieron continuar pescando en el río Bermejito, que atraviesa la región de la provincia del Chaco en donde se asentaron en su mayoría. Eventualmente, podían vender sus artesanías, pero no es mucho el turismo en esa región que pueda comprarlas; y también realizar tareas rurales o domésticas, en el caso de las mujeres, al servicio de los colonizadores blancos. Pero, sobre todo, fue a partir de la orientación de la región chaqueña hacia la producción algodonera, cuando tuvieron mejores posibilidades de subsistencia. Una vez al año participaban masivamente en la cosecha de algodón, lo que les permitía hacerse con una buena suma de dinero en efectivo. Administrado por las mujeres, ese dinero podía alcanzar para cubrir las necesidades más imperiosas, hasta la próxima cosecha.

Hasta el siglo XIXeran un pueblo predominantemente cazador-recolector seminómade que marchaba en pos de sus recursos alimenticios y existía entre ellos una fuerte división sexual del trabajo: los varones desde muy temprana edad se dedicaban a la caza y a la pesca y las mujeres a la recolección y a una incipiente agricultura hortícola en gran medida influida por aportes ándidos y amazónidos. De este modo, en pequeñas parcelas cultivaban nachitek (zapallos), oltañi (maíz), avaghá (porotos), batatas (camotes), mandioca (yuca), etc. Sin embargo tales cultivos eran sólo complementarios para su dieta y no llegaban a tener excedentes como para la acumulación de alimentos de origen agrícola. Existe una explicación ecológica para este aparente atraso: el clima y la edafología (el estudio de los suelos) de su territorio no permitían suficientes rindes para sus producciones agrícolas, mientras que el territorio chaqueño en estado salvaje les resultaba una gran fuente de recursos alimenticios, en especial de proteínas de primera calidad. Los kom cazaban principalmente tapires, pecaríes, ciervos, guanacos y gran cantidad de aves. Como complemento solían recolectar miel y gran cantidad de frutas del bosque y raíces silvestres.

En Rosario

Se trata de la gran ciudad más cercana a la región chaqueña (a 1000 km), y posee una estructura social lo suficientemente abierta como para no rechazar frontalmente a los recién llegados. En otros pueblos y ciudades no se les permitió asentarse o, directamente, se los expulsó embarcándolos de nuevo hacia el Chaco. En Rosario, donde el 100% de la población desciende de inmigrantes de diversos orígenes, llegados en épocas relativamente recientes, los tobas no serán bien recibidos pero tampoco son expulsados. Por otra parte, existía ya un antecedente de población toba asentada aquí desde bastante antes.

En los cincuenta y sesenta un núcleo importante de indios chaqueños llegó a Rosario atraído por la prosperidad industrial que la ciudad tenía en ese entonces. Se ubicaron en el barrio San Francisquito, en los márgenes de la ciudad. Si bien este grupo logró en gran medida integrarse al resto de la población, no por eso perdió su identidad étnica, ni su relación con el lugar de origen. Como es sabido, los lazos de parentesco son muy firmes entre las poblaciones indias. Esto se debe a que originariamente, en las sociedades aborígenes sin estado, todo el sistema político de control social y de redistribución económica tenía como base la estructura parental. Las redes familiares entre los tobas de Rosario y los del Chaco permanecieron vigentes y, en los momentos de catástrofe económica, actuaron como redes de solidaridad social elemental. Los recién llegados pudieron así contar con un mínimo de ayuda de parte de los afincados en Rosario 30 o 40 años antes.

Su cultura

La cultura de los tobas era funcional a sus costumbres y tradiciones: vivían en habitaciones de leños recubiertas de paja, habitáculos que solían medir unos dos metros de diámetro. Fabricaban objetos de cerámica, cestería y tejidos con finalidad principalmente utilitaria.

Los varones adultos adornaban sus cabezas con el opagá (especie de ‘tocado’ realizado con plumas y cuerdas de caraguatá). Mujeres y varones se adornaban con onguaghachik, ‘pulseras’ que originalmente se confeccionaban usando dientes y uñas de animales, semillas, plumas, valvas o conchas y cócleas o caracoles (al parecer para obtener algunos de estos elementos practicaban comercio de trueque con otras etnias) De confección semejante a estas pulseras eran los colaq o collares. En cuanto a los nallaghachik, estos eran ‘adornos’ eminentemente festivos, muy coloridos, compuestos con plumas, flores y hojas.

Actualidad

El censo del Indéc de inicios de 2001 daba una cifra de 60 000 argentinos que se consideraban integrantes de la etnia kom, en su mayoría habitando la provincia del Chaco. Como otras etnias originarias argentinas, los tobas se están acriollando. Los que se mantienen en sus territorios ancestrales viven generalmente constituyendo comunidades rurales regidas por comisiones vecinales, asociaciones comunitarias o con líderes (mal llamados caciques) elegidos democráticamente por la comunidad.

Cultivan pequeñas parcelas o son peones temporarios para faenas rurales (hacheros, cosechadores de algodón, etc.), como incipientes cultivadores su agricultura es aún de subsistencia predominando en sus huertas los cultivos de zapallos, mandioca y batatas; otra forma en que obtienen recursos es en la elaboración de interesantes artesanías de cerámica, guayacán o fibras textiles (como la ya mencionada caraguatá). Sin embargo muchos de ellos, desde la segunda mitad del siglo XX se han visto forzados a migrar a las ciudades como consecuencia de los desmontes que sufren (Roque Sáenz Peña, Resistencia, Gran Santa Fe, Gran Rosario y Gran Buenos Aires). En tales núcleos urbanos, casi en su totalidad viven en las zonas económicamente más deprimidas.

Junto a los abipones, fueron los primeros en adoptar el caballo en el siglo XVII, diferenciándose del resto de los pueblos aborígenes. Es el grupo más numeroso de originarios en la actualidad y por lo cual aún conforman una agrupación de castas que se conducen con una organización política milenaria. Vivían de la caza, la pesca y la recolección, como así también del pillaje y el robo a otras comunidades. Tenían esclavos y en sus antepasados existía el canibalismo como forma de sustento.

Estos últimos años, surgió en algunas comunidades tobas, el culto del nogüét (o religión del nogüét), que parece amalgamar la antigua religiosidad indígena con una visión cristiana que se autodenomina «no colonizada», que sostiene que Jesús de Nazaret nació a orillas del río Bermejo y su madre habría sido una indígena abipona.

Fuentes