Expedición naval de Roloff-Castillo Duany

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Expedición naval de Roloff-Castillo Duany
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Map Bahia Banes Laurada.jpg
Bahía de Banes, lugar del desembarco del Laurada
Fecha:21 de marzo de 1897
Lugar:Bahía de Banes
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Mayor General Carlos Roloff y General Brigada Joaquín Castillo Duany
Organizaciones involucradas:
Delegación Cubana


Expedición naval de Roloff-Castillo Duany. Esta expedición, -realizada en el vapor Laurada- debía traer pertrechos a Oriente para las fuerzas del Mayor General Calixto García Íñiguez y conducir de regreso a Cuba al secretario de la Guerra del Gobierno de Cuba en Armas, Mayor General Carlos Roloff Mialofsky. Fue financiada por la Delegación Cubana, la que encargó al General Brigada Joaquín Castillo Duany la organización y conducción de esta como Jefe de Mar, junto al General Roloff el cual fungió como Jefe de tierra. Desembarcó por la bahía de Banes el 21 de marzo de 1897 y transportó un importante cargamento de armas y medicinas enviados por los emigrados cubanos en Estados Unidos, los que resultaron vitales para la continuidad de la Guerra del 95 en la región.

Organización de la expedición

Carlos Roloff

Los trabajos organizativos de la expedición comenzaron el domingo 14 de febrero de 1897. Roloff se trasladó de Brooklyn a Long Island Soud, para esperar el momento en que se produciría el encuentro con las embarcaciones que transportaban los equipos bélicos y a los expedicionarios. El 21 se reunió con Castillo Duany en Bridgeport.

En los primeros días de marzo de 1897, los expedicionarios se trasladaron al vapor Laurada, propiedad de la Delegación —el cual estaba en malas condiciones y solo hacía de 3 a 4 nudos de velocidad, y traía de patrón al capitán John Dinamita O’Brien, miembro del Departamento de Expediciones—, hacia la Isla San Salvador, Bahamas adonde llegaron también el balandro Donna T. Briggs y la lancha de motor Lillie Henderson, los cuales traían el armamento y demás pertrechos. Para no levantar sospechas la carga y el personal habían sido embarcados por separado en las tres embarcaciones.

Allí esperaron varios días al vapor Bermuda, que era el previsto para realizar la travesía final a Cuba, -al no aparecer (por haber sido detenido por las autoridades norteamericanas)- y fracasada la combinación que había planeado el Departamento de expediciones, los jefes expedicionarios decidieron continuar viaje en el Laurada hasta Cuba, apoyados en la experiencia que poseía el capitán de la nave, el norteamericano de origen irlandés O´Brien, conocido como Dinamita, quien en más de una ocasión había traído a Cuba expediciones de gran valor y conocía los mares del área como nadie. Para ello trasbordaron todo el cargamento al Laurada en alta mar y por fin el 18 de marzo de 1897 zarparon rumbo a Cuba.

Desembarco de la expedición

Desembarco de la Expedición del Laurada

Como el vapor estaba en mal estado, y solo alcanzaba una velocidad aproximada de 3 a 4 nudos por hora, el Coronel Justo Carrillo aconsejó que:

“se debía buscar la distancia más corta, y de ir al sur de Oriente habría de hacerse un recorrido mucho mayor, pasando por Punta de Maisí”[1]

El General Roloff y Castillo Duany decidieron entonces desembarcar en el puerto habilitado de Banes, a pesar de la existencia allí de un fuerte español.

Vista aérea del canal de entrada a la bahía de Banes

En la madrugada del 21 de marzo llegaron frente al Cabo de Lucrecia, en la costa norte de Oriente. Un primer grupo de 6 exploradores se dirigió en un bote a la Bahía de Banes. De ellos 4 tenían la misión de observar los movimientos del enemigo y el resto fue a la prefectura de Bijarú para avisar del arribo de la expedición, y se envió un mensaje al comandante Bruno Meriño para que acudiera aprestar auxilio, también enviaron correos especiales a los Generales Calixto García y Máximo Gómez.

Un segundo grupo desembarcó y se situó a la entrada del sinuoso canal de acceso a la bahía, preparados con torpedos para repeler cualquier ataque de alguna cañonera y asegurar el paso del barco. Como todo permanecía tranquilo; unas horas después entraron con destino a la bahía. Adicionalmente, como medida de precaución, el capitán de artillería Alfonso Migaux, emplazó el cañón de dinamita que traía la expedición en la popa del barco para defender la entrada y para atacar el fuerte español si les hacían resistencia al entrar en aguas de la bahía; pero no fue necesario usarlo pues:

“el Laurada se dirigió sin contratiempos a Mano Pilón, en Estero del Júcaro ya que la guarnición enemiga que se encontraba en el fuerte no ofreció resistencia”[2].

De manera insólita, en la mañana, a la vista de las fuerzas españolas que ocupaban el fuerte de la Bahía de Banes, se comienza a descargar todo lo que tenían. Para desembarcar el cargamento construyeron un pequeño puente de madera sobre botes para facilitar la operación. Aproximadamente a las 10:00 de la mañana ya se había efectuado el alijo de la expedición.

Acciones combativas y lugares de desembarco de las expediciones que llegaron a la zona de Nipe y Banes durante las tres guerras

Por la tarde un combatiente del regimiento de Oriente y un expedicionario se trasladaron a la prefectura de La Mula en busca de ayuda. Al llegar el sargento Fernando Carballosa y el comandante Bruno Meriño con las fuerzas a su mando, se destina una parte de ellas para la descarga del vapor, entre los que se destacaron Candelario Naranjo, su hijo Inocencio, Benjamín Consuegra, Rafael Leyva y Luis Ochoa (todos mambises que vivieron en Antilla), a los combatientes desarmados se les entregaron fusiles para custodiar los alrededores. Se despacharon correos especiales a los generales Calixto García y Máximo Gómez con la información sobre el feliz arribo de la expedición. Más tarde se les unieron otras fuerzas locales del ejército Libertador al mando del General Luis de Feria y el Teniente Coronel Luis Martí (Teniente Gobernador de Banes), los que se encargaron de trasladar el cargamento y de entregarlo el día 29 al Mayor General Calixto García.

El Comandante Luis Rodolfo Miranda, Secretario de Guerra del General Calixto García, escribe en su diario que el 25 de marzo se encontraban acampados en Monte Alto, Baire, cuando reciben un parte oficial que comunica el desembarco del General Roloff con una expedición por la zona de la costa norte de Holguín. Ante esta noticia deciden salir en marcha hacia esa dirección, sin pérdida de tiempo. El 28 de marzo se encontraban en Bijarú, donde vieron a algunos expedicionarios. El 29 llegan a Flores, donde se encontraba acampado el General Roloff con casi todos los expedicionarios y este le hizo entrega a Calixto García de todo el material bélico que la emigración cubana aportaba a la causa de la Revolución.

El buque por su parte regresó sin contratiempos a los Estados Unidos.

Cargamento de la expedición

Los pertrechos de guerra que las tropas cubanas recibieron eran de incalculable valor ya que el Laurada condujo

“el mayor el mayor cargamento de equipos bélicos traídos a Cuba por buques expedicionarios”[3]

La carga consistía en:

“2 100 fusiles, 1 cañón de 12 libras, 1 cañón de dinamita, 750 machetes, un millón y cinco mil cápsulas de fusiles, 1664 tiros de cañón, 300 proyectiles, medicinas, picos, palas, hachas y extractores y bultos con efectos, drogas para fabricar explosivos, entre otros”[4]

Las medicinas traídas significaron un gran alivio, pues vinieron a salvar una situación que ya era dramática, ya que la gran sequía que azotaba la zona había provocado grandes epidemias en las tropas mambisas.

Expedicionarios

El contingente expedicionario estaba integrado por 37 hombres que habían desembarcado para incorporarse a los campos de batallas, encabezados por el Mayor General Carlos Roloff Mialofsky y, compuesto además por el Subteniente José Martí Zayas Bazán (hijo del Héroe Nacional de Cuba, quien fue ascendido militarmente días más tarde en la zona de Flores), José A. Agramonte y Cisneros, (sobrino de Salvador Cisneros Betancourt y descendiente del mayor general Ignacio Agramonte) Juan Miguel Portuondo, Temístocles Molina (coronel peruano), Alfonso Migaux (Capitán artillero francés) y Arthur B. Jack, norteamericano entre otros.

Importancia de la expedición

Esta expedición cumplió con su cometido en cuanto a aportar armas, municiones, refuerzos para las filas mambisas, medicinas y vituallas que sirvieron de apoyo sustancial a la consolidación de las tropas cubanas en el territorio oriental. Además se encuentra entre las de mayor envergadura en el contexto de la guerra y el cargamento traído fue decisivo para las acciones que condujeron a la toma de la plaza fuerte de Las Tunas. Calixto García en una carta dirigida a Estrada Palma le expresó:

“Gran parte del triunfo se debe al cañón de dinamita traído por la expedición de Roloff que hizo prodigios. Los soldados y oficiales españoles están aterrados por los destrozos que hacían y pidieron ver al artillero que creían yanqui. No sabe Ud. el orgullo con que le presenté al niño, hoy Comandante Juan Miguel Portuondo, diciéndoles es cubano”[5]

Referencias

Fuentes

  • M. Sc. Yurisay Pérez Nakao. Historiadora de Banes.
  • Álvarez Estévez, Rolando: Carlos Roloff Mialofsky: Ensayo biográfico. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1981.
  • Carrillo Morales, Justo: Expediciones cubanas T I y II. Habana, Imprenta y papelería de Rambla, Bouza y Ca., 1930.
  • Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera parte (1510 - 1898). Tomo III. Expediciones Navales. Acontecimientos políticos-militares. Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2014. Página 59. Colectivo de autores del Centro de Estudios Militares de las FAR (CEMI).
  • García del Pino, Cesar: Expediciones de la Guerra de Independencia 1895 - 1898. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1996.
  • Miranda de la Rúa, Luis Rodolfo: Diario del Comandante Luis Rodolfo Miranda. Municipio de La Habana, Oficina del Historiador de la ciudad, 1954.
  • Pérez Nakao, Yurisay: Las expediciones desembarcadas por Banes durante la Guerra de 1895. La Habana, Casa Editora Abril, 1998.
  • Ramos Zúñiga, Antonio: Las Armas del Ejército Libertador. La Habana, Editorial Política, 1984.
  • Rodríguez Altunaga, Rafael: El General Emilio Nuñez. La Habana, (S.C.E.), 1958.
  • ANC, Fondo Donativos y Remisiones, Legajo 295, Exp. 29.