Falange macedónica

Para otros usos del término Falange, véase Falange (desambiguación).
Falange macedónica
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Concepto:Fuerza formidable pero con limitación, solo podía conbatir con efectividad en terrenos llanos

Falange macedónica. Era una formación de infantería creada y usada por Filipo II y más tarde por su hijo Alejandro Magno en su conquista de Persia. Esta formación predominaba en las batallas durante el período helenístico, hasta ser reemplazada por las legiones romanas.

Características

Filipo II pasó parte de su juventud como rehén en Tebas, donde estudió junto al conocido general Epaminondas, cuyas reformas fueron la base de la falange. Los falangistas eran soldados profesionales, y estaban entre las primeras tropas que entraban en combate, permitiéndoles ejecutar maniobras complejas mucho mejor que el resto. La formación era rectangular, con dieciseis filas de hombres, y un líder a la cabeza de cada columna y otro en el medio, para que las filas de atrás pudieran moverse a los lados en caso de que fuera necesario realizar un ataque frontal. Cada columna estaba compuesta de 256 hombres, y recibía el nombre de syntagma. Cada falangista llevaba como arma principal una sarissa, una larga pica de seis metros de longitud como media. Debido a su longitud, la sarissa estaba dividida en dos partes, que había que unir antes de la batalla, y para manejarla se requerían ambas manos. La primera fila llevaba su sarissa totalmente horizontal, y este ángulo iba subiendo hasta llegar al final, lo que daba a la falange su característico aspecto de puercoespín. Las lanzas de las cinco primeras filas alcanzaban a cualquier enemigo que se presentase. Los falangistas también portaban una pequeña daga como arma secundaria.

La falange jugaba un papel principal en la estrategia que llevó a Alejandro Magno a no perder una sola batalla. Se le llama martillo y yunque y se desarrolla de la siguiente manera:

  • Primero, los falangistas, formados principalmente de pezhetairoi, retenían al enemigo con sus largas sarissas, dejándoles sin posibilidad de escapatoria.
  • Posteriormente, la caballería (hetairoi) cargaba contra los enemigos por detrás, empujándoles hacia las lanzas a una muerte segura. De ahí el nombre de la estrategia: la falange actuaba de yunque, sujetando al enemigo para que el martillo o caballería acabara con el enemigo de un golpe.

Descripción del armamento macedonio

Un campesino macedonio que sirviese en la falange estaba obligado a guardar consigo el armamento necesario para entrar en combate. Existía una férrea legislación al respecto, castigándose a todo aquel que no se presentase a la llamada de las armas con el material requerido. En primer lugar estaba la sarissa, que siguiendo a Polibio debía medir unos 6,5 metros. Esta longitud, un metro inferior a la de la falange originaria, la de Filipo II y Alejandro, había sido adaptada con el fin de dotar a las soldados de la falange de una mayor libertad de movimientos, aligerando un tanto el peso y maniobrabilidad del arma. También se habían reducido al mismo tiempo la densidad de la formación en combate. De las 32 filas de antaño se había pasado a 16, aunque lo usual encontrarla con 12 o incluso 8 hombres de profundidad.

Esto último por varías razones, las principales, probablemente, tanto por ganar espacio frontal y maniobrabilidad, como por reforzar la capacidad de defensa de la unidad, estableciendo tras ellos grupos de infantería ligera que disparaban sus proyectiles desde atrás contra el enemigo. También hay que señalar que, excepto los propios romanos, los enemigos a los que se tenia que enfrentar la falange, al menos en Grecia, no eran de gran entidad. Hacía ya largos decenios que en suelo griego la falange macedonia no luchaba en campo abierto y a pleno potencial. Siguiendo con el armamento, haría mención ahora al escudo de bronce, Aspis, de unos 60 cm de diámetro, y no demasiado cóncavo, pues se debía utilizar tanto para la defensa como para empujar al compañero situado frente a uno.

Esta particularidad es claramente visible en la evolución del escudo romano. Del scutum legionario, diseñado exclusivamente para el combate cercano, se pasa partir del siglo III/IV a uno ovalado completamente plano. La razón es sencilla. Una vez que los romanos adoptaron el orden cerrado -en cierto modo al estilo de la falange hoplítica- el escudo no sólo debía ser utilizado para el combate cuerpo a cuerpo, sino para, en formación, empujar o sostener al compañero alineado frente a uno al tiempo que proteger al situado a su izquierda. El antiguo scutum solo defendía a su portador y no estaba preparado, de ninguna manera, para servir en formación de falange, ya que con el no se podía empujar o sostener al compañero situado frente a uno. Las corazas de bronce, de las que no todos podían disponer, era el complemento ideal para la protección del soldado.

Los menos afortunados vestían con el complemento de un Kotybos, que cubría el bajo vientre, y, quizá, como lo más generalizado ya que las de metal no estaban al alcance de la mayoría, la coraza de lino. Por último el casco, Konos, un yelmo cónico adornado de diferente manera según el cargo militar de quien lo llevase. Evidentemente los mejor armados eran los que combatían en las primeras líneas. Estos disponían también de grebas, que protegían la pierna desde la rodilla al tobillo. Es fácil deducir que los veteranos ocupaban las primeras filas de la falange; su propia veteranía, fruto de muchos años de servicio, hacía que se encontrasen mejor armados, entrenados y dispuestos.

A medida que se ganaba en profundidad, y dependiendo del puesto, nos encontraríamos sucesivamente a los hombres, jóvenes o demasiado mayores, que bien por su inexperiencia o facultades físicas eran menos capaces de sostener el combate directo contra el enemigo. En esta ocasión, Cinoscéfalos, Filipo cuenta con un buen número de este tipo de soldados. Hombres que cerraban la unidad en la que únicamente debían servir, con sus sarisas, de barrera contra los proyectiles o como motor de empuje de la misma formación. Debido a las especiales características de esta unidad de combate, era imprescindible que los mejores y más entrenados soldados ocupasen las posiciones clave de la formación.

Así, como veremos en los dibujos, además de las primeras líneas, que por defecto tendrían que estar ocupadas por soldados experimentedos, también era importantísima la función de los jefes de media fila y columna, los enomotarcas y los hemilochites, de todos ellos dependía la cohesión táctica de la formación. El último hombre de la columna era el ouragos, otro de los suboficiales, un hombre especialmente escogido y preparado, pues ocupaba una posición importantísima como era el final de la fila; en condiciones adecuadas, la falange podía girar 180º, cada soldado daba la vuelta, en esos contados casos el ouragos se encontraba entonces en primera línea.

Fin de la Falange

El enfrentamiento entre las formas de guerrear griega y romana es un tema recurrente que ha dado mucho que hablar y escribir. Polibio expone en su obra Historias (libro XVIII, pag 84-91) su visión sobre la potente y a la vez decadente Falange Macedónica y la flexible e inmadura Legión Romana. Utiliza a la Batalla de Cinoscèfalos (197 a.C.) como ejemplo de su tesis. Según su apreciación, dicho conflicto será un choque de sistemas, ambos en la cúspide de su desarrollo y probados en batallas anteriores, diciendo así “Porque la formación macedonia probó por sus mismas acciones en la época anterior que era superior a las formaciones griegas y a las del Asia, y la de los romanos aventajó a los pueblos del norte de África y de Europa occidental”.

En el relato, toma como ejes principales para analizar la victoria romana, la configuración del armamento de ambos bandos haciendo énfasis en como esto condicionaba las tácticas adoptadas en el campo de batalla. Sobre esto sostiene que el problema básico de la falange macedónica es la escasa flexibilidad del sistema. A pesar de ser prácticamente invencible en un ataque frontal, la rigidez del bloque compacto que era la syntagma, hace que el combate en terrenos abruptos sea extremadamente dificultoso. El empleo de la sarissa no permitía al soldado macedonio combatir individualmente o realizar las maniobras necesarias con suficiente rapidez para adaptarse a las peripecias de una batalla, entonces Polibio dice:

"Cuando resulte fácil evitar las ventajas y las oportunidades de la falange, pero ésta no pueda evitar lo que le es adverso ¿Cómo no se seguirá en la práctica que la diferencia entre los dos sistemas es enorme?"

Ahora bien, el soldado romano organizado en manipulas, luchaba individualmente, y su armamento (gladius y scutumm) no impedía sus movimientos. Esto les permitía rápidamente tomar la iniciativa y aprovecharse de los huecos creados por el terreno en la falange o flanquearla y atacar su retaguardia, rompiendo las filas macedónicas e inutilizándola completamente. Entonces dada la situación Polibio concluye “He aquí porque, siendo mucho más efectivo el uso de las partes, sucederá que el resultado corresponde mucho más a los proyectos de los romanos que a los de los otros”.

Entonces en este texto podemos ver cómo el maravilloso sistema creado por Filipo II después de siglos de supremacía se ve obsoleto frente al poderío romano. En la batalla relatada por el autor, se dirime el conflicto cual “final de campeonato”. Esta visión del curso histórico es acorde la interpretación de la historiografía griega, que pese a tener su centro en los factores político y militar al estilo de los relatos de Tucídides, es digna de atención la lucidez con la que se describe y preocupación por las causas del hecho que evidencia el autor para de esta forma tener una correcta apreciación del mismo.

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Fuentes