Felipe Fondesviela y Ondeano

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Felipe Fonsdeviela
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Marques de la torre.jpg
Conocido como el Marqués de la Torre, fue gobernador y capitán general de la isla de Cuba, de 1771 a 1777
NombreDon Felipe Fonsdeviela y Ondeano
Otros nombresMarqués de la Torre

Don Felipe Fonsdeviela y Ondeano. Gobernador y capitán general de la isla de Cuba, de 1771 a 1777; hombre de talento e ilustración poco comunes; promovedor afortunado de la prosperidad material del país y muy especialmente del ornato y mejora de la ciudad de La Habana; que fue “llorado a su partida, -escribe el austero Valdés-, por todos los que experimentaron el suave influjo de su gobierno”.

Encomiable labor del gobierno del marqués de La Torre, don Felipe Fondesviela, entre 1771 y 1777, cuando realiza el primer censo de población de la Isla, que arrojó una población total de 96 480 blancos y 75 190 negros, de los cuales 44 333 eran esclavos, número que ascendería con el fomento de la Trata de Negros. Sería este gobernador quien iniciara la demolición de la Parroquial Mayor y en su lugar la construcción del nuevo Palacio de Gobierno, concluido hacia 1791 bajo el mando de Don Luis de las Casas, y conocido como Palacio de los Capitanes Generales, al ser la residencia de estos, además de la sede de las Casas Capitulares y la Cárcel de La Habana.

Desde que llegó a Cuba comprendió que el estado de la Isla era deplorable. En su afán por encauzar al país por la senda del progreso, transformó por completo a La Habana. A él se debieron el primer empedrado de las calles, el ensanche de la urbanización, la sustitución de las casas de guano por otras mejores, la ampliación del muelle, la construcción del Teatro Principal, la Plaza de Armas, la Alameda de Paula y la Alameda Nueva. Realizó numerosas obras públicas de carácter general.

Síntesis biográfica

En Cuba, en julio de 1763 toma posesión como Gobernador, el teniente general Ambrosio de Funes y Villalpando, Conde de Ricla. En su política establece como prioridad, la reconstrucción de las fortalezas de El Morro, La Fuerza y La Punta; se construyen las de La Cabaña, Atarés y El Príncipe y las baterías de La Pastora y el Polvorín y se moderniza la muralla de la ciudad habanera.

Como sucesor fue designado Felipe Fondesviela y Ondeano, Marqués de la Torre, quién dio un énfasis especial a la política del despotismo; y ya que estaba concluido en lo fundamental el sistema de fortalezas, inició el alumbrado de las calles, la construcción del primer paseo habanero, la Alameda de Paula, del primer teatro El Principal y del Palacio de los Capitanes Generales. Ordenó y llevó a cabo el primer censo de la población en 1774, prohibió las casas de guano en la capital con lo que obligó a los pobres a refugiarse en barrios marginales como Jesús María y La Salud. Se impuso una nueva arquitectura de grandes y ostentosos palacios.

Gobierno

El dinero invertido en las fortificaciones durante los años que siguieron a la evacuación inglesa, juntamente con la libertad de comerciar con diferentes puertos de España y con la supresión de varios derechos que antes tenían que pagar los barcos al tomar sus cargamentos, fueron causa de que en la llamada época de restauración los negocios en Cuba mejoraran rápidamente. Entonces hubo un hábil gobernante que canalizara las ventajas del bienestar imperante, para hacer más duraderos sus efectos: Don Felipe de Fondesviela y Ondeano, (Marqués de la Torre). Durante los seis años de mando de este capitán general se realizaron por primera vez en Cuba de modo continuado y con sujeción a un plan general, obras públicas de carácter civil, destinadas a embellecer la capital y a mejorar las comunicaciones y el nivel de vida en los lugares más poblados de la isla.

El Marqués de la Torre construyó, en La Habana, la llamada Alameda de Paula, un muelle, varios puentes, el primer teatro, y comenzó la fabricación de la Casa de Gobierno, que es todavía uno de los mejores edificios de Cuba. Planeó también la construcción de la Plaza de Armas y del Paseo Extramuros, hoy Paseo del Prado o Paseo Martí. En el interior abrió y ensanchó caminos, hizo algunos muelles y puentes, levantó cuarteles, mejoró las defensas, y fundó nuevos pueblos, (Pinar del Río, Jaruco, Güines).

No hubiera podido ejecutar tan numerosas obras el Marqués de la Torre si no hubiera sido por dos circunstancias bien aprovechadas; una, el aumento de las rentas publicas, otra, la cooperación de los habitantes del país. En tiempos del Marqués de la Torre, la Aduana de La Habana llegó a recaudar medio millón de pesos anuales. Más de doscientos barcos de travesía y unas cinco mil embarcaciones de cabotaje entraban en el puerto habanero cada año. El azúcar y los cueros de Cuba empezaron por esta época a entrar libres de derechos en España, (1774). Con el aumento de la exportación de esos productos corrió pareja el de la cera, favorecida también con la libertad de introducción en la Península.

La recaudación por los impuestos sobre el valor de las ventas, (alcabalas), ascendió con el auge de los negocios. Aun así, los gastos que representaban las construcciones del Marqués de la Torre hubieran superado a los ingresos disponibles si este gobernante no hubiera solicitado y obtenido la ayuda de hacendados y vecinos, quienes se le brindaron en dinero, materiales y trabajo de esclavos. La sociedad cubana correspondía así al admirable gobernante que tan escrupulosa honradez ponía en su administración y que con tanto celo personal emprendía obras y más obras para el bienestar y esparcimiento de sus gobernados.

Acciones en Güines

Fue en 1775 que visitó el Partido en la localidad de Güines el gobernador don Felipe de Fonsdeviela y Ondeano, Marqués de la Torre, quien recibió al vecindario en la iglesia donde Francisco de Gama Navarrete y Pedro de Ayala, como apoderados de los hacendados y vegueros de la zona, le entregaron, el 29 de agosto, una solicitud al rey de España Carlos III, a través de su conducto, para que le concediera el título y gracia de Villa en el centro de la hacienda Los Güines, en atención a las ventajas naturales y el progreso de su agricultura. Villa es una población que tiene privilegios que la distingue de las aldeas, pueblos y lugares, con Casa Consistorial y Corporación Municipal.

El título de Villa es conferido por el Rey y tiene derecho a usar escudo. Escribían orgullosamente del río El Español, Vigía o La Catalina—el Mayabeque recuperado de la toponimia indígena–cuyas “aguas muy saludables…bañan y riegan fácil y abundantemente… [sus terrenos]… perfectamente llanos…sin riesgos de inundación… tan fértiles que… se logran copiosas recoltas (sic) de todos los frutos del país y con especialidad tabaco del mejor nombre y superior calidad….”

A cambio de la merced del título de Villa a la población que se comprometían a edificar según una nueva planta y régimen, ofrecían los vecinos al rey, por mediación del Marqués de la Torre, “20,000 libras de tabaco verdín apaleado que entregarían en cuatro años.”

El gobernador Marqués de la Torre apoyó el proyecto, “pues ningún pedazo de tierra había en toda…[la Isla] ni más sano ni más fértil ni más hermoso…a que se agregaba el crecido número de vecinos…establecidos y la reunión que iban haciendo de las casas en la cercanía de la Iglesia parroquial”. Era el pueblo, continúa el Marqués, “de fácil entrada y salida por sus buenos caminos para aumentar el tráfico interior de la población de la Isla”.

La población del Partido era en 1775 de 365 vecinos y 2,340 personas. En el pueblo había 64 casas. Las vegas, que sumaban 266, ocupaban sólamente una quinta parte del territorio y dominaban la economía según las cifras elevadas al Capitán General. También en 1775 y 1785 les fueron mercedadas tierras realengas próximas a Güines al gobernador Conde de Ricla y al victorioso general Bernardo de Gálvez debido a la riqueza de esta zona tan próxima a la capital.

Acciones en Pinar del Río

En 1710 se levantó la primera ermita en el corral de Pinar del Río, bajo la advocación de San Rosendo, fecha que ha decidido a algunos historiadores como la de la fundación de esta ciudad. Aun cuando ni la de 1699 ni la de 1710 sean las que determinaron el fomento de su población, en 1773 el capitán general don Felipe Fonsdeviela, ante la necesidad de crear núcleo que sirviera de cabeza a las tierras de lo que eventualmente llegó a ser la provincia y que ya gozaba de ser excelentes para el cultivo del tabaco, hizo repartir los primeros solares a los vecinos de este lugar. Ordenando al mismo tiempo a subalterno calificado para que eligiese el asiento más práctico para dicho pueblo y fijase los límites de su jurisdicción. Fue pues, el capitán general Fonsdeviela el creador de la ciudad y fue también en su honor que se le puso el nombre de Nueva Filipina, de su patronímico.

En 1607 se decidió dividir a la isla en dos gobiernos, uno a cargo del Capitán General en La Habana y otro en Santiago de Cuba con un Capitán de Guerra, subordinado al primer proceso de conquista del territorio.

Ya en 1774 una parte de este territorio occidental deja de depender del Cabildo de La Habana, fundándose por parte de Don Felipe Fondesviela, marqués de la Torre y Capitán General, la tenencia de gobierno de Filipinas; cuya jurisdicción sé extendía desde el río de Los Palacios hasta el Cabo de San Antonio. La cabecera de la jurisdicción residía primero en la aldea de Guane y después en 1778 en Pinar del Río.

Primer Gran Coliseo

El 20 de enero de 1775 se inauguraba el primer gran Coliseo que tuvo La Habana. Era de una arquitectura majestuosa, y aunque lo interior era de madera, estaba bien pintado y con buenas decoraciones. Su construcción había comenzado en 1773. La iniciativa se debió al Gobernador y Capitán General de la Isla, don Felipe de Fondesviela y Ondeano, Marqués de la Torre, quien emprendió importantes obras durante su mandato: nuevo trazado de calles, construcción de calzadas, edificios sólidos y paseos públicos, apertura de caminos, mejoramiento del alumbrado y medidas de higienización.

Enlaces externos

Fuentes