Fernando Arturo de Meriño

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Fernando Arturo
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Fernando Arturo de Merino.jpg
Arzobispo, orador y presidente de la República Dominicana.
NombreFernando Arturo de Meriño Ramírez
Nacimiento1833
Antoncí (Boyá), Bandera de la República Dominicana República Dominicana
Fallecimiento1906
República Dominicana, Bandera de la República Dominicana República Dominicana
ResidenciaDominicana
NacionalidadDominicana
CiudadaníaDominicana
EducaciónDerecho Civil
Alma materColegio San Buenaventura
PadresPedro María Meriño y María Bruna Ramírez

Fernando Arturo de Meriño Ramírez . Arzobispo, orador y presidente de la República Dominicana.

Síntesis biográfica

Nacido en Antoncí (Boyá), en el año 1833, fue el mayor de los diez hijos del labrador Pedro María Meriño y María Bruna Ramírez, y murió en 1906.

Niñez y juventud

Su familia se trasladó al año siguiente a la capital, donde hizo sus estudios básicos, y en 1848 formó parte del primer grupo de trece alumnos del recién fundado Colegio Seminario Santo Tomás de Aquino.

Estudios

En 1853 inició los estudios de Derecho Civil en el Colegio San Buenaventura. Con evidente dispensa solo tenía 23 años cumplidos, el 24 de abril de 1856 recibió el sacerdocio de manos del arzobispo Tomás de Portes, y el 3 de mayo celebraría su primera misa en la Catedral.

Al año siguiente, el gobierno de Pedro Santana, haciendo uso de un supuesto derecho de patronato republicano, le nombró rector del Seminario y cura de la Catedral.

Labor realizada

Una vez fallecido el arzobispo Portes, por decisión del vicario apostólico de Curazao, se convirtió en Gobernador Eclesiástico sede vacante (1859-1862), cargo en el que permanecería hasta un año después de que la República se convirtiera en una provincia más de la monarquía española.

A su expulsión, respaldada por la reina Isabel II de Borbón (11 de abril de 1862), viajó a España, expuso su caso a la reina, y esta le permitió residir en Puerto Rico. Allí se encargaría de la parroquia de Guayama (1864-1865). Luego se trasladó a Venezuela, donde permaneció cuatro meses antes de regresar a su país, una vez que España lo abandonó en 1865.

Poco duró su estancia esta vez apenas dos semanas como cura de Sabana de la Mar. Se instaló en Santiago de Cuba como párroco de San Fructuoso (Barranca), hasta que el Gobierno del general José María Cabral y Luna en 1866 lo invitó a volver al país.

Ese mismo Gobierno le designó ministro plenipotenciario ante la Santa Sede para la concertación de un Concordato (8 de abril de 1867). No resultó tan fácil el supuesto Concordato, quejosa como estaba Roma con el rechazo del Gobierno dominicano al primer vicario apostólico Nicolas de Bouggenoms apenas un año antes.

Otras actividades

Habiendo informado debidamente a su Gobierno, en la misma Roma se enteró de la caída de Cabral ante las fuerzas de Buenaventura Báez, y decidió instalarse en la parroquia de Barcelona (Venezuela), donde permaneció hasta 1876, excepto un breve viaje a Europa para informar al Gobierno español de los planes anexionistas del presidente Báez.

Habiendo sido nombrado canónigo magistral en 1875 y cura y vicario foráneo de El Seibo (1875-1878), se instaló por fin en su país, comenzando su carrera ascendente de cargos civiles y eclesiásticos.

La Asamblea Nacional lo eligió presidente de la República, y asumió el poder por solo dos años el 1º de septiembre de 1880. A pesar de las continuas amenazas y de la inestabilidad social, que le obligaron a abolir el derecho de asilo y a someter ante un consejo de guerra a los conspiradores (30 de mayo de 1881) el conocido Decreto de San Fernando, su Gobierno sancionó la revisión de la Constitución (24 de noviembre de 1881) y entregó en paz el poder a su sucesor el 1º de septiembre de 1882.

Inmediatamente después asumió la rectoría del Instituto Profesional de Santo Domingo (1883-1902), y dos años más tarde sería Administrador Apostólico sede vacante de la arquidiócesis de Santo Domingo (1884-1885), convirtiéndose enseguida en arzobispo (1885-1906).

Durante esos 21 años hizo una sola visita ad limina (1893), cinco extensas visitas pastorales a todo el país, firmó nueve cartas pastorales y ocho circulares sobre temas como la debatida y polémica ley de divorcio, las prácticas de ayuno y abstinencia propias de la Cuaresma, el espíritu de impiedad o las enseñanzas de la Iglesia. Limitado en sus fuerzas físicas, sobre todo a partir de 1904, con la indiscutible ayuda que supuso el coadjutor con derecho a sucesión Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla, se redujo cada vez más a su residencia, cumpliendo entonces sus bodas de oro sacerdotales.

Fuente