Fernando Sor

Fernando Sor
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Guitarrista y compositor español
NombreFernando Sor
Nacimiento13 de febrero de 1778
Barcelona, Bandera de España España
Fallecimiento10 de julio de 1839
OcupaciónMúsico

Fernando Sor. Guitarrista y compositor. Su envergadura como autor de un espectro compositivo mucho más amplio, que incluye ballet, música sinfónica, ópera, melodrama, cantatas, motetes, canciones y obras para piano.

Síntesis biográfica

Nace en Barcelona el 13 de febrero de 1778. Hijo de una familia adinerada, su padre era ingeniero de caminos; también le introdujo en la ópera italiana y le orientó hacia la guitarra cuando, por entonces, era poco más que un instrumento tocado en tabernas, tenido por inferior a los instrumentos de la orquesta.

El joven Fernando, aunque destinado por los padres a una carrera militar o administrativa, destacó ya desde la infancia por su disposición muy favorable a la música. Las piruetas musicales del niño fueron reconducidas en el Monasterio de Montserrat, en el que permaneció entre 1790 y 1795. En sus propias palabras “sólo hacía cuatro meses que estaba en la escolanía y ya había llegado a la fuga y a la imitación”, además de cantar, tocar el órgano y el violín, y aprender una sólida técnica guiado por el padre Anselm Viola (1738-1798).

En 1795, Fernando Sor pasa de ser escolano a militar. Entre 1796 y 1800 estudia Ingeniería en la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona. Los estudios de carácter científico parecen responder a una tendencia de su carácter que, a caballo entre el clasicismo y el romanticismo, parecerá inclinarse más hacia el lenguaje universal y la ponderación, que a la expresión de la intimidad como principal impulso compositivo.

Trayectoria musical

A los 19 años estrena en Barcelona su ópera Il Telemaco nell'isola di Calipso, que alcanzó las 17 funciones. Aunque su aventura en este género estuvo inducida por la escasez de nuevas óperas italianas, no fue la última vez que compuso música vocal escénica; a la ópera siguieron tonadillas y melodramas, además de obras diversas de raíz popular como boleros, seguidillas, contradanzas. La visita de Manuel Godoy a Barcelona probablemente hizo que Sor trabajase en su Sonata para guitarra op. 22 dedicada al “Príncipe de la Paz”. El inquieto barcelonés irá a continuación a Madrid, gozando del patrocinio de la Duquesa de Alba y, posteriormente a Málaga, donde siendo oficial del ejército español compuso su Motete al Santísimo Sacramento.

En aquellos años, España está padeciendo el agitado periodo de la Guerra de la Independencia (1808-1813), un contexto que llevó a Sor a escribir varias canciones patrióticas. Más adelante volvería a demostrar su apoyo a las causas democráticas con canciones sobre el levantamiento griego contra el dominio turco (en el que también participó el poeta inglés Lord Byron), o en favor de la abolición de la esclavitud de los negros. En los turbulentos días que vivía el compositor siguiendo el ejemplo de tantos otros creyó consolidado el poder de José Bonaparte y prestó juramento. Después de la forzada abdicación de la familia real española, Sor ocupó el cargo de comisario principal de la provincia de Jerez durante dos años y en 1813 acabó abandonando España, obligado por su condición de “afrancesado”, apelativo que también se dio al Goya que pintó los dramáticos levantamientos del 2 de mayo, o a Mariano José de Larra.

El forzado desplazamiento al extranjero sería determinante para abordar nuevos géneros musicales. Sor se instala primero en París, donde ya eran conocidas sus obras para guitarra a través de varias ediciones francesas. En la capital francesa intentó componer ópera, sin encontrar el necesario respaldo de un libretista y de un productor, y cuando los aliados llegaron a Francia marchó a Londres (1818-1822), donde vivió uno de los periodos más fructíferos de su carrera.

Triunfa en los ambientes de familias acomodadas, no sólo como intérprete y compositor de música para guitarra, sino también como profesor de canto y como compositor de arietas, dúos y tríos en italiano con acompañamiento de piano. Este estilo cosmopolita muestra influencias que van desde Mozart hasta Rossini, con partes vocales cuidadosamente ornamentadas. Las Arietas se publicaron poco después en París y más tarde en Leipzig, prueba de la favorable recepción que tuvieron.

En la prensa londinense se señala el delirio que provoca su música y la expectación por cada nueva entrega de Arietas se compara con la que despierta la aparición de una novela de Walter Scott. Junto a esas elogiadas obras, Sor escribe numerosas danzas sociales, sobre todo Quadrilles, y valses para piano. Pero el éxito que más influirá en su trayectoria fue el que le proporcionó el ballet Cendrillon (1822), coreografiado por M. Albert (François Decombe) en el estilo de la época, mezclando números de baile con pantomima de los actores. Cendrillon pasa de Londres a París, donde se dieron 104 representaciones, manteniéndose en escena entre 1823 y 1830, y exhibiéndose también en Bruselas, Moscú y Burdeos, siempre con la participación de destacados coreógrafos, bailarinas y escenógrafos (como Pierre Ciceri).

Sin duda la estrecha relación con la bailarina Félicité Hullin, alumna de Albert, contribuyó al triunfo de Sor en este género. Con ella y con Carolina, hija del compositor, partieron para Moscú. En el viaje compone la música para dos pasos de danza que se interpretan en Berlín y Potsdam, y probablemente perfila los detalles de varias publicaciones alemanas (Bonn y Colonia) de sus obras para guitarra. En la capital rusa se interpretan otras obras suyas como el ballet Cendrillon, escogido para la inauguración del Tea tro Bolshoi (enero de 1825), además del titulado Alphonse et Léonore. Sor no abandona su actividad como intérprete y en San Petersburgo toca ante la madre y la esposa del zar Alejandro, impresionando a ambas. A la muerte del zar, una obra suya es seleccionada para las exequias, la Marche funèbre à la mort de S.M. l'Empereur Aléxandre, composée pour la musique militaire et executée aux Funérailles (1826) para instrumentos de viento y publicada en reducción para piano.

Las fiestas de coronación del nuevo emperador, el zar Nicolás, incluyeron también un ballet de Sor compuesto para la ocasión: Hercule et Omphale, coreografiado y bailado por F. Hullin. A pesar de los éxitos en Rusia, Sor y Félicité volvieron a París en 1827. En esa época, la afición a la guitarra en la capital francesa era muy elevada y a Sor no le faltaron ocasiones para escribir música para su instrumento, dar conciertos y enseñar. Una de sus obras más significativa de este periodo es el Méthode pour la guitare (París, 1830). Aunque la obra tiene un planteamiento racionalista, el compositor reconoce apoyarse en el gran prestigio que tenía como intérprete.

Muerte

Muere el 10 de julio de 1839.

Legado

Las interpretación de las obras para guitarra de Sor exigen, en general, un elevado nivel técnico, pues su estilo se distingue no sólo por la calidad de sus ideas musicales sino por la corrección de su escritura, por su maestría en la conducción de las voces, en las modulaciones y en la organización formal: el pensamiento del compositor hace evolucionar la técnica del instrumentista.

Sor quería volver a España. En la dedicatoria a Fernando VII de su obertura para Hercule et Omphale, escrita en un ágil estilo fugado, hace un breve repaso de los reconocimientos que ha recibido de monarcas extranjeros y se lamenta de no haber tenido el honor de obtener la misma aceptación del monarca de la nación a la que pertenecía.

Más tarde insistió en sus demandas ante la viuda de Fernando VII, la reina gobernadora María Cristina, para quien escribe un brillante Himno a Grande Orquesta para solistas, coro y orquesta, y en cuya dedicatoria manifiesta que la intriga le ha impedido el regreso a la patria y expresa su deseo de ser llamado a Palacio.

Eusebio Font y Moresco, recordando la visita que hizo a Sor en París, en junio de 1839, escribió que conservaba todavía su semblante la dulzura y nobleza que eran los caracteres distintivos de su fisonomía. El compositor toca para sus visitantes fragmentos de la misa que había compuesto para el funeral de su hija: descubierta la cabeza, levantando al cielo su ancha y noble frente, con la vista fija en el retrato, difundida por el rostro la aflicción más intensa y puestas las manos en el teclado, evocando en lúgubres armonías la memoria de su hija, parecía asumir en si solo el dolor de todos los corazones.

Fuentes