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== Datos biográficos  ==
 
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Revisión del 09:38 23 dic 2010

Plantilla:Personaje histórico

Gabriel Gil Alfonso. Patriota revolucionario cubano, expedicionario del Yate Granma y fiel a los principios revolucionarios, que es miembro de la Batalla de Idea.

Datos biográficos

Nació el 24 de marzo de 1924, en una rústica vivienda situada en las afueras del poblado de Casiguas, Municipio de Jaruco, Provincia de La Habana. Procedente de una humilde familia, fue el décimo de 12 hermanos.

Comenzó los estudios primarios en una escuelita pública de la localidad, donde solo pudo alcanzar el tercer grado, al tenerse que incorporar al trabajo para ayudar al sostén de la familia. A los 10 años de edad ya laboraba junto a su padre en las duras faenas del campo; unas veces lo haría como jornalero, recibiendo un mísero salario; otras como aparcero, donde tenía que dar al dueño de la tierra, parte del producto cosechado.

Buscando mejorar la situación económica, se traslada a la ciudad de La Habana. Tenía entonces 16 años de edad; allí va a vivir a casa de una hermana que residía en Marianao.

En la ciudad, labora en distintas actividades del comercio y la gastronomía. Fue empleado de fonda, dependiente de bodega y vendedor de confituras en la calle. Además, laboró como aprendiz de zapatero. Actividades revolucionarias Residía en la calle Dolores No. 803, Municipio 10 de Octubre, cuando en 1948 ingresa en las filas del Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo, que dirigía Eduardo R. Chibás.

A finales de 1951, integra un comité en apoyo a la candidatura de Fidel Castro a representante. El presidente de dicho comité era Juan Vega, quien posteriormente decide respaldar a otro candidato, al que consideraba con más posibilidades de triunfo; es entonces que Gil asume la dirección de dicho comité, argumentando que Fidel era el candidato más combativo y radical.

La dictadura

Al producirse el 10 de marzo de 1952, el golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista, Gil se siente herido en sus más profundas convicciones revolucionarias. Ese mismo día, en horas de la mañana, acude a la Universidad de La Habana, junto a Juan Vega y Horacio Matheu – este último caería posteriormente, junto a su hermano Wilfredo, en el asalto al Moncada – a expresar su disposición de combatir a la tiranía con las armas en la mano. Tras el intento fallido, y ya consolidado el régimen batistiano en el poder, Gil, orientado por Fidel, se da a la tarea de organizar una célula revolucionaria en la barriada de Lawton para derrocar a la tiranía por la vía de la lucha armada, célula que al inicio llegó a contar con 12 integrantes, posteriormente, 8 participarían en la acción del Moncada, de los cuales solo dos lograrían sobrevivir: Ramón Montes Cuba y el propio Gil.

Desde el primer momento de la organización del Movimiento, Gil cumple todas las tareas él encomendadas por Fidel. Participa en las prácticas y entrenamientos llevados a cabo, así como en manifestaciones contra la tiranía, como la Marcha de las Antorchas el 27 de enero de 1953, vísperas del Centenario del natalicio de José Martí. El 24 de enero, ya cercana la fecha de combatir, Fidel daba la orden para la movilización.

Anécdota narrada por él

Gil narra los acontecimientos: “El día 23, como a eso de las dos de la tarde, conozco a través de una llamada telefónica, desde las oficinas arroceras, donde trabajaba Gildo Fleites, de una citación de Fidel para ese mismo día en horas de la tarde, para las oficinas de la Calle Consulado, adonde acudí de inmediato; ya en el lugar se encontraba Fidel, el que me planteó que al día siguiente, es decir, el día 24 a las dos de la tarde, estuviera en 25 y O (Oficina de Abel), para partir a una práctica muy importante que sería la última; que llevara conmigo 8 compañeros más y que fuéramos bien vestidos para el viaje. ¡A buen entendedor pocas palabras!,- me dijo-. De inmediato me di a la tarea de localizar a los compañeros dándoles las instrucciones tal como me lo dijo Fidel.

“El día 24, a la hora señalada (2.00 p.m.), acudimos puntualmente al lugar, allí ya nos esperaban Fidel y Montané- como incidente estaba la ausencia de uno de los compañeros por mí citados; se trataba de Edami Sánchez Malo, quien posteriormente argumentó que no pudo encontrar la dirección, sin duda, era un valioso compañero; posteriormente se incorporó a la lucha clandestina, siendo detenido y torturado – Fidel nos dijo: “Ustedes van con Montané, él tiene su carro y otro más que los va a llevar”, y nos entregó dos cheques para sufragar los gastos de viaje. Cheques que no pude cambiar; los llevé a los lugares donde yo había trabajado y me dijeron que fuera más tarde, era viernes. Ya nos apremiaba la salida, entonces Montané fue a su casa y resolvió el dinero en efectivo.

“Serían más o menos las tres de la tarde cuando salimos- para nosotros con rumbo desconocido-el día 25 como a las cinco de la tarde, ya estabamos en Santiago de Cuba. Nos alojamos en el hotel Rex, allí nos recibió Abel Santamaría.

“Serían aproximadamente las 11 de la noche cuando fuimos trasladados para la Granjita Siboney. A Manolito y a mí nos tocó la misión de participar con Fidel en la acción de la posta No.3.

“Cuando Fidel ordena la retirada, salí llevando conmigo a un compañero con una mano herida, de la cual iba manando sangre; caminamos como tres cuadras hasta llegar a una barbería que estaba en la calle Pedrera, donde nos brindaron ayuda, le pusimos un torniquete en la mano, conteniéndole la sangre; nos cambiamos de ropa; el barbero me dio una guayabera y un pantalón de civil; allí nos separamos del herido- posteriormente conocimos que fue asesinado por esbirros de la tiranía-. Caminé hasta llegar a una finca a las afueras de Santiago en la carretera que va a Siboney; allí nos atendieron y me dieron dinero para coger la guagua, le pedimos a un chofer que nos llevara hasta la salida del pueblo, el que se negó, dándome veinte centavos para que cogiera la guagua. A la salida del pueblo en el lugar conocido por la Loma de Quintero nos encontramos con Ulises y Sosita [Se refiere a Ulises Sarmiento Vargas y Gerardo Sosa Rodríguez, Sosita, quienes habían participado en la acción], juntos seguimos para la carretera rumbo a El Cobre. Al pasar por la calle frente al cuartel de la guardia rural, había una pareja registrando; uno de los guardias observó manchas de sangre en mi guayabera - de cuando llevaba al herido - y nos detuvo conduciéndonos al cuartel para interrogarnos. Allí recibimos los primeros golpes y maltratos. Posteriormente fuimos conducidos a los calabozos del Moncada, donde ya se encontraban varios detenidos.

“Recordamos la llegada de aquellos tres compañeros, hasta entonces desconocidos para mí, después nos dimos cuenta por su aspecto que habían recibido golpes y maltratos y supimos que se trataba de tres de nuestros compañeros. A partir de entonces, juntos compartimos los aciagos y a la vez gloriosos días del Moncada”.

Sigue contando Gil:”A mí me habían golpeado de tal manera, que una vez trasladado al vivac de Santiago de Cuba, el médico me envió a un reconocimiento por sospechas de costillas fracturadas.

“Recordamos innumerables días en los calabozos, el vivac y la prisión en la cárcel de Boniato, así como los trascendentales acontecimientos del juicio, incoado en la causa No. 37/53 por los sucesos del Moncada”.

Gil resultaba condenado a 10 años de prisión y remitido al entonces denominado Presidio Modelo de Isla de Pinos.

Tras promulgarse la Ley de Amnistía para los presos políticos, el 6 de mayo de 1955, el 15 de ese mismo mes los moncadistas abandonarían la prisión con Fidel al frente. Gil volvía a la calle imbuido de nuevas añoranzas de luchas y victorias.

Tan pronto llega a La Habana, va de visita a su pueblo natal; Jaruco. No pocos compañeros le esperaban ansiosos de orientaciones para, junto a Fidel, continuar la lucha emprendida en el Moncada – así lo manifiesta la vanguardia jaruqueña de entonces -. ¡El ejemplo del Moncada no había sido en balde!. Estancia en México El día 9 de agosto de 1956 parte Gil rumbo a México para incorporarse a la expedición que ya se preparaba. Toma parte en los entrenamientos en los campamentos de Veracruz y Abasolo. Forma parte de los 82 expedicionarios del GRANMA para continuar la lucha que había emprendido en el Moncada. Después de 7 inenarrables días de angustiosa travesía logra, junto a sus compañeros, desembarcar en el inhóspito lugar conocido por Las Coloradas cercano a Níquero. Desafiando escollos y malezas, los expedicionarios llegan a tierra firme. No recuperados aún de la difícil travesía, el día 5 de diciembre, fueron sorprendidos por tropas del ejército en Alegría de Pío. Gil logra salir con vida del lugar. Solo y desorientado, tras el bombardeo de la aviación y la candela del cañaveral se interna en un montecito donde pasa toda la noche. Breve anécdota del compañero. “Al amanecer, con los primeros claros del día divisé la casa de un campesino donde observé cada movimiento. Ya como a las once de la mañana, hambriento y con sed, decidí llegar hasta el lugar y pedir ayuda. El guajiro de inmediato se mostró receptivo dándome agua y una tajada de fruta bomba. En ese preciso instante vemos que venían los guardías.

“El compañero me dice - señalando a un caballo que había en el patio -, coge las riendas de ese caballo y escóndete en el montecito que ahí no entran los guardías, lo que hice de inmediato; allí permanecí por algunos días. El campesino como pudo me preparó un techo con ramas y pencas de guano para protegerme un poco, allí me llevaba el agua y la comida. A los tres días de estar en el lugar llega el compañero y me dice: “Hay dos expedicionarios aquí cerca, ¿quieres que te los traiga para acá? – dije que sí -, se trataba de Esteban Sotolongo y Francisco González. A partir de entonces permanecimos juntos los tres.

“Hacía alrededor de una semana que estábamos allí cuando llegó otro campesino, que sirviendo de guía, nos trasladó de ese lugar.

“Atravesando montes y caminos, nos condujo hasta Manzanillo, donde nos esperaba Felipe Guerra Matos, el que nos trasladó al lugar conocido por el Marabuzal, y de allí, días después nos llevó en su propio jeep a la Sierra Maestra, donde nos reunimos con Fidel.

“Recuerdo, que fue el 17 de febrero de 1957, el mismo día que ajusticiaron al traidor Eutimio Guerra”.

Días depués Gil, junto a Esteban Sotolongo y Francisco González se verían obligados, por orientaciones de Fidel – ya que se encontraban seriamente delicados de salud- a bajar de la Sierra.

En La Habana se mantiene clandestino hasta que logra salir como exiliado a través de la embajada de Ecuador, y de ese país pasa a Miami, incorporándose al Movimiento 26 de Julio. Allí trabaja como coordinador del Movimiento en Tampa, bajo las orientaciones de la heroína del Moncada, Haydée Santamaría.

Al triunfo de la Revolución

Al triunfo de la Revolución regresa a Cuba, donde desempeña distintos cargos políticos y administrativos. Fue delegado al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. Por sus relevantes méritos le han sido otorgadas varias condecoraciones por el Consejo de Estado. Como el más alto galardón le fue concedida la condición de fundador de nuestro partido. Actualmente se mantiene activo, participando en la lucha por la Batalla de Ideas que hoy lleva a cabo nuestro pueblo.

Fuente:

Libro"Proa a la Libertad" Editora política La Habana 2008.