Diferencia entre revisiones de «Gerardo Echemendía Madrigal»

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'''Serapio y su rumba'''. Personaje Célebre Popular de la Ciudad de [[Sancti Spíritus]].  
 
'''Serapio y su rumba'''. Personaje Célebre Popular de la Ciudad de [[Sancti Spíritus]].  
 
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==Sintesis biografica==
==Generalidades sobre los personajes célebres populares==
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Nace el [[21 de mayo]] de [[1925]]. Desde muy niño se incorpora a las comparsas del barrio pueblo nuevo.
 
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===Trayectoria===
Los pueblos también se animan por los matices exclusivos que en ellos depositan esos seres increíbles e indispensables, que son los personajes populares.
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A partir de [[1940]] se destaca como compositor de cantos y pasa calles (Si tu pasa por mi casa). Participó en los coros de claves desde sus inicio hasta la actualidad. Es            miembro de la [[UNEAC]] y posee enter otros lauros la medalla Raúl Gómez Garcías y la Distinción por la Cultura Cubana.
Estos hombres y mujeres, trascienden por la voluntad de la memoria y el añejo regusto de la palabra, cuando transitan desde la extrema miseria, pasando por la decorosa humildad, hasta una mejor posición social y económica.
 
Los personajes populares existen no sólo en la tenacidad de su andar por las calles, sino en la persistencia de un recuerdo que no adultera la esencia de la imagen, más bien la enriquece con los tintes de la leyenda.
 
{{Sistema:Cita|Estoy segura de que no hay lugar habitado en nuestro país, y probablemente de ningún otro rincón del mundo, que no cuente con personajes a quienes la imaginación popular, sus propias actitudes o características o la invención fabuladora del inagotable ingenio del pueblo, no haya otorgado una celebridad que permanece viva en la memoria trasmitida a través de las generaciones. Estos «personajes célebres», que contribuyen a la fisonomía propia de cada lugar, son también parte de su historia, esa que no está solo en los hechos heroicos, o en el arte, la literatura, la música; sino en la vida cotidiana a la que le dan particular frescura y colores a veces alucinantes.|Dra. [[María Dolores Ortiz]], [[2003]]}}
 
 
 
 
 
==Personajes célebres populares de Sancti Spíritus==
 
 
 
Venciendo el transcurso del tiempo y los diversos obstáculos aparecidos en el tránsito, están; y cada generación en esta ciudad de celebraciones fijas o pretextuales, ha heredado la presencia de unos, o ha contribuido con otros, a la memoria que se afirma en los vaivenes de la anécdota, en cuyo rumor repartido se consolida el perfil del contexto.
 
El capricho de la palabra en generoso aporte, favorece la productividad del recuerdo de los personajes populares, suspendidos en la espacialidad que el tiempo permite en su misteriosa extensión.
 
 
 
El diálogo con decenas de personas dotó al investigador de este trabajo, de más de doscientos personajes populares, que en medio de las contradicciones existenciales, ilustran pasajes singulares del curso de la ciudad durante más de un siglo.
 
Ellos, a pesar de una aparente actitud de rechazo, perduran —a veces identificados por el nombre y mayoritariamente por el mote, en ocasiones implacable— porque esta actitud es precisamente, en su conflicto, una forma expresiva y peculiar de reconocimiento público.
 
El [[siglo XX]] apresuró su paso y anduvo cargado de un número significativo de historias y anécdotas que rozaban los límites de lo legendario y, dentro de las cuales, estos personajes adquirieron una fisonomía tan diversa y dinámica, como los años de agitación y permanente cambio que la centuria impuso.  
 
Así, de intervención en intervención —durante apariciones esporádicas o continuas, arbitrarias o permitidas— en el contexto de la ciudad, los personajes populares se instauran en [[Sancti Spíritus]], como representaciones recurrentes de la vida social en la que palpita la fuerza de su continuo generacional.
 
Esos personajes son: [[Mariano el Funerario]], [[Joaquina Mango Macho]], [[Emilito (Personaje Espiriuano)]], [[La Dama Blanca]], [[Bulla Bulla (Personaje Espirituano)]], [[Babito]], [[Francisquito]], [[Comandante]], [[Gobela]], [[Zacarías]], [[Masca la Brocha]], [[Zarapico]], [[Herculano]], [[Juan Cabulla]], [[Pan con Llagas]], [[María Campamento]], [[Pesca´ o Frito (Personaje Espirituano)]], [[Rodolfo el Ciego]], [[Venturín]], [[Ramón Beltrán]], [[El Padre Font]], [[Franciscona]], [[La Potrica]], [[Arturo el Bizco]], [[La Ñata]], [[Caveda Consejal]], [[José Tomás Morales]], [[Cerebro de Bronce]], [[Pedro Arias]], [[Gungo]], [[Pinocho (Personaje Espirituano)]], [[Iglesias]],[[ Cucheco]], [[Primo Nápoles]], [[Las Viudas]], [[Sergio]], [[Tomeguín (Personaje Espirituano)]], [[Avión (Personaje Espirituano)]] y [[Lechuza (Personaje Espirituano)]], [[Primitivo Ortega]], [[Mundamba]], [[Los Jimaguas]], [[El Gallego Amolador]], [[Caracedo]], [[Mongo, el de El Meneíto]], [[Pancho el Médico]], [[Pedro la Vieja]], [[Pantalón]], [[Gelabert]], [[Pichirilo]], [[Yeyito]],[[ Pancho]], [[Oropesa]], [[Serapio y su rumba]], [[Ramón]].
 
  
 
==Serapio y su rumba==
 
==Serapio y su rumba==
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Una tarde de [[1944]], en que corrían las fiestas del Santiago en la ciudad de [[Sancti Spíritus]], en el ambiente un tanto sofocante de la fonda La Gran China debido a la estrechez y la abundancia de parroquianos, un grupo se acodaba en el mostrador, pulido por el tránsito de vasos de aguardiente y platos de comida. Eran bohemios, a quienes el curso apresurado del día los había sorprendido y precipitado hacia la tarde; trovadores errantes y transeúntes curiosos. Abarrotaban el local, mientras en la calle, el aguacero de julio manifestaba su tenacidad de época.
  
Una tarde de 1944, en que corrían las fiestas del Santiago en la ciudad de Sancti Spíritus, en el ambiente un tanto sofocante de la fonda La Gran China —debido a la estrechez y la abundancia de parroquianos—, un grupo se acodaba en el mostrador, pulido por el tránsito de vasos de aguardiente y platos de comida. Eran bohemios, a quienes el curso apresurado del día los había sorprendido y precipitado hacia la tarde; trovadores errantes y transeúntes curiosos. Abarrotaban el local, mientras en la calle, el aguacero de julio manifestaba su tenacidad de época.
 
 
[[Image: Serapio-escultura-ss.jpg|thumb|right|Estatua de Serapio erigida por el escultor Félix Madrigal ubicada en el perímetro del [[Parque Serafín Sánchez]] en la Ciudad de [[Sancti Spíritus]]]]
 
[[Image: Serapio-escultura-ss.jpg|thumb|right|Estatua de Serapio erigida por el escultor Félix Madrigal ubicada en el perímetro del [[Parque Serafín Sánchez]] en la Ciudad de [[Sancti Spíritus]]]]
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Un hombre muy joven y magro, entonaba en voz baja las rumbas que el barrio de Pueblo Nuevo había estrenado en la competencia del año. A su alrededor, quienes lo escuchaban lo incitaban a cantar en voz alta, pero él permanecía en su empaque de improvisador impertérrito, ajeno a las provocaciones amigables y al trío, que cantaba en un rincón las canciones de desamor de un viejo trovador de los contornos.
 
Un hombre muy joven y magro, entonaba en voz baja las rumbas que el barrio de Pueblo Nuevo había estrenado en la competencia del año. A su alrededor, quienes lo escuchaban lo incitaban a cantar en voz alta, pero él permanecía en su empaque de improvisador impertérrito, ajeno a las provocaciones amigables y al trío, que cantaba en un rincón las canciones de desamor de un viejo trovador de los contornos.
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De pronto, alguien se levantó y a modo de despedida le dijo a un amigo:
 
De pronto, alguien se levantó y a modo de despedida le dijo a un amigo:
—¡Oye, si tú pasas por mi casa, dile a mi mujer que no me espere!
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*¡Oye, si tú pasas por mi casa, dile a mi mujer que no me espere!
 
Y se fue debajo de la llovizna a perseguir un toque de tumbadora sobre el fondo de la tarde, mientras cantaba una rumba que había escuchado a sus mayores en otro tiempo.  
 
Y se fue debajo de la llovizna a perseguir un toque de tumbadora sobre el fondo de la tarde, mientras cantaba una rumba que había escuchado a sus mayores en otro tiempo.  
En el establecimiento, los parroquianos se negaban a abandonar sus tragos y, anclados en un tiempo que luchaba por prolongarse, hacían cada vez más sonoras sus voces. Ajeno al bullicio, pero recordando con no poca suspicacia a quien se había marchado dejando el encargo, el hombre magro comenzó a tararear, mientras marcaba la rumba en el mostrador: Si tú pasas por mi casa y si ves a mi mujer, tú le dices que hoy no me espere, que yo con Pueblo Nuevo me voy a echar un pie…
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En el establecimiento, los parroquianos se negaban a abandonar sus tragos y, anclados en un tiempo que luchaba por prolongarse, hacían cada vez más sonoras sus voces. Ajeno al bullicio, pero recordando con no poca suspicacia a quien se había marchado dejando el encargo, el hombre magro comenzó a tararear, mientras marcaba la rumba en el mostrador: Si tú pasas por mi casa y si ves a mi mujer, tú le dices que hoy no me espere, que yo con Pueblo Nuevo me voy a echar un pie.
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Los que se encontraban más distantes, comenzaron a acercarse y quienes iniciaron la provocación cobraron entusiasmo. El trío detuvo su cantar de lágrimas y abandonos, y se aproximó también. Alguien marcó la clave cubana en el cuerpo de una botella agotada. El hombre magro fue levantando poco a poco su voz, como quien descubre un tenue rayo de sol que llega a su rostro. La música de la calle cedió ante el empuje del coro.
 
Los que se encontraban más distantes, comenzaron a acercarse y quienes iniciaron la provocación cobraron entusiasmo. El trío detuvo su cantar de lágrimas y abandonos, y se aproximó también. Alguien marcó la clave cubana en el cuerpo de una botella agotada. El hombre magro fue levantando poco a poco su voz, como quien descubre un tenue rayo de sol que llega a su rostro. La música de la calle cedió ante el empuje del coro.
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Alguien le propone que le venda la rumba. Alguien que sabe de la necesidad ajena y percibe el valor de lo que acaba de conocer. Pero el hombre magro levantó su mirada con más dignidad que brillo, y moviendo explicativamente su largo dedo índice, reforzó su negativa y, sin más palabras que su gesto de altiva humildad, se fue a la calle donde conoció de penurias y pequeñas alegrías. La calle de los coros de clave y de comparsa, la de los mismos barrios de reconocerse en armonía.
 
Alguien le propone que le venda la rumba. Alguien que sabe de la necesidad ajena y percibe el valor de lo que acaba de conocer. Pero el hombre magro levantó su mirada con más dignidad que brillo, y moviendo explicativamente su largo dedo índice, reforzó su negativa y, sin más palabras que su gesto de altiva humildad, se fue a la calle donde conoció de penurias y pequeñas alegrías. La calle de los coros de clave y de comparsa, la de los mismos barrios de reconocerse en armonía.
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Tenía intención de enrumbar hacia el oponente barrio de Colón, situado a pocos metros de la fonda, después del viejo puente colonial sobre el [[río Yayabo]], que saltaba agradecido por las lluvias de julio. Sólo fue un intento, porque decidió, con su paso de diecinueve años, buscar a [[Mundamba]], allá donde la comparsa de Pueblo Nuevo se aprestaba a recibir la noche con los nuevos trajes, los recientes cantos y las viejas rivalidades de barrio, dirimidas al llegar la madrugada, con provocaciones diluidas en ron y aguardiente.
 
Tenía intención de enrumbar hacia el oponente barrio de Colón, situado a pocos metros de la fonda, después del viejo puente colonial sobre el [[río Yayabo]], que saltaba agradecido por las lluvias de julio. Sólo fue un intento, porque decidió, con su paso de diecinueve años, buscar a [[Mundamba]], allá donde la comparsa de Pueblo Nuevo se aprestaba a recibir la noche con los nuevos trajes, los recientes cantos y las viejas rivalidades de barrio, dirimidas al llegar la madrugada, con provocaciones diluidas en ron y aguardiente.
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Esa misma noche, la rumba pasó de boca en boca, fue aprendida, y cantada como si la hubiesen conocido desde hace tiempo. Y la cantaron no sólo los comparseros de Pueblo Nuevo, sino también los integrantes de otras comparsas. La cantó la ciudad, con los piquetes que se fueron a los barrios, a recorrer con los cueros percutidos toda la inquietud de la noche, ávida de retar la presencia húmeda de la madrugada, sobresaltada por el fervor del Santiago que se desparramaba por las caderas enajenadas.
 
Esa misma noche, la rumba pasó de boca en boca, fue aprendida, y cantada como si la hubiesen conocido desde hace tiempo. Y la cantaron no sólo los comparseros de Pueblo Nuevo, sino también los integrantes de otras comparsas. La cantó la ciudad, con los piquetes que se fueron a los barrios, a recorrer con los cueros percutidos toda la inquietud de la noche, ávida de retar la presencia húmeda de la madrugada, sobresaltada por el fervor del Santiago que se desparramaba por las caderas enajenadas.
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Por esos misterios que muchas veces resulta mejor no explicar, [[Gerardo Echemendía Madrigal]], Serapio, vivió muchos años en lo que en otro tiempo fue la fonda La Gran China, en un cuartito donde cabía apenas una cama, pero en el que la dignidad pactaba tranquila con la gloria.  
 
Por esos misterios que muchas veces resulta mejor no explicar, [[Gerardo Echemendía Madrigal]], Serapio, vivió muchos años en lo que en otro tiempo fue la fonda La Gran China, en un cuartito donde cabía apenas una cama, pero en el que la dignidad pactaba tranquila con la gloria.  
El tiempo y cierta justicia poética mantuvieron vivas sus composiciones, alimentaron su presencia ante generaciones recién surgidas, e insistieron en que llegara a él todo el reconocimiento posible, que estuvo limitado por su excesiva humildad y la desidia consciente. Hoy, es oficialmente un símbolo de la cultura. Algunos, cuando descubren su estatua —erigida por el escultor Félix Madrigal— cercana al Parque Serafín Sánchez, se sorprenden de que aún transite por las añejas calles de la ciudad. Otros lo animan con cariño; así, Serapio disfruta con modestia el beneficio estimulante de la palabra. Y se marcha por esos lugares, donde musita, como en la vieja fonda cercana al río Yayabo, aquella rumba en la cual se reconoce una y otra vez la ciudad de [[Sancti Spíritus]]: Si tú pasas por mi casa...  
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El tiempo y cierta justicia poética mantuvieron vivas sus composiciones, alimentaron su presencia ante generaciones recién surgidas, e insistieron en que llegara a él todo el reconocimiento posible, que estuvo limitado por su excesiva humildad y la desidia consciente. Hoy, es oficialmente un símbolo de la cultura. Algunos, cuando descubren su estatua erigida por el escultor Félix Madrigal cercana al Parque Serafín Sánchez, se sorprenden de que aún transite por las añejas calles de la ciudad. Otros lo animan con cariño; así, Serapio disfruta con modestia el beneficio estimulante de la palabra. Y se marcha por esos lugares, donde musita, como en la vieja fonda cercana al [[río Yayabo]], aquella rumba en la cual se reconoce una y otra vez la ciudad de Sancti Spíritus: Si tú pasas por mi casa.
  
 
==Serapio en la actualidad==
 
==Serapio en la actualidad==
 
 
Gerardo Echemendía Madrigal contiene el aliento ante el milagro y recuerda en un instante de certidumbre los días aciagos de la niñez que le arrimaron tanta miseria y le depararon los oficios del infortunio; recuerda la fonda de los chinos donde la musa de la inspiración lo sorprendió mientras colmaba el desasosiego del hambre.
 
Gerardo Echemendía Madrigal contiene el aliento ante el milagro y recuerda en un instante de certidumbre los días aciagos de la niñez que le arrimaron tanta miseria y le depararon los oficios del infortunio; recuerda la fonda de los chinos donde la musa de la inspiración lo sorprendió mientras colmaba el desasosiego del hambre.
[[Image: SerapioOK.jpg|thumb|right|Serapio es la única personalidad de [[Sancti Spíritus]] a quien en vida se le ha erigido una estatua]]
 
  
 
Recuerda a los guaracheros de Mundamba sacándole chispas al asfalto al compás avasallador de su ópera prima; al [[Trío La Madrugada]], cantándola en bares y cantinas, y al legendario [[Tito Gómez]] con la Riverside desgranando sus compaces en el parque de la ciudad.No olvida el gesto altruista de[[ Pío Leiva]], quien la popularizó y le retribuyó con buenos oficios su derecho de autor olvidado.
 
Recuerda a los guaracheros de Mundamba sacándole chispas al asfalto al compás avasallador de su ópera prima; al [[Trío La Madrugada]], cantándola en bares y cantinas, y al legendario [[Tito Gómez]] con la Riverside desgranando sus compaces en el parque de la ciudad.No olvida el gesto altruista de[[ Pío Leiva]], quien la popularizó y le retribuyó con buenos oficios su derecho de autor olvidado.
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Entonces la melodía contagiosa se mece en el aire y la letra callejera inunda la tarde: "Si tú pasas por mi casa, y si ves a mi mujer; tú le dices que hoy no me espere, que yo con Pueblo Nuevo me voy a echar un pie".
 
Entonces la melodía contagiosa se mece en el aire y la letra callejera inunda la tarde: "Si tú pasas por mi casa, y si ves a mi mujer; tú le dices que hoy no me espere, que yo con Pueblo Nuevo me voy a echar un pie".
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Serapio se sabe compensado por la buena fortuna que le llegó -más tarde que nunca- para que la entrega al patrimonio de su tierra natal se multiplicara en otros pasacalles y claves instalados en la memoria agradecida del espirituano de hoy.
 
Serapio se sabe compensado por la buena fortuna que le llegó -más tarde que nunca- para que la entrega al patrimonio de su tierra natal se multiplicara en otros pasacalles y claves instalados en la memoria agradecida del espirituano de hoy.
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El maraquero del [[Coro de Clave]] mira de soslayo la réplica de su humanidad octogenaria, se sabe trascendido en la frecuencia rutilante de su tiempo, se le ve tan libérrimo, tan real y tangible, que ya nunca perderá su aire de peculiaridad entre tanta gente que cada mañana lo tendrá como ante un espejo aligerando el paso de la vida.
 
El maraquero del [[Coro de Clave]] mira de soslayo la réplica de su humanidad octogenaria, se sabe trascendido en la frecuencia rutilante de su tiempo, se le ve tan libérrimo, tan real y tangible, que ya nunca perderá su aire de peculiaridad entre tanta gente que cada mañana lo tendrá como ante un espejo aligerando el paso de la vida.
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==Reconocimientos==
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Recibió entre otros reconocimientos la medalla Raúl Gómez García y la Distinción por la Cultura Nacional e integró la sección de música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
  
 
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==Muerte==
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Fallece el [[24 de diciembre]] del [[2011]] en Sancti Spíritus, su ciudad natal, a los 86 años de edad.
  
 
==Fuentes==
 
==Fuentes==
 
 
* Bernal Echemendía J.E ([[Juanelo]]). ¨Gente que la calle conoció¨, Ediciones Luminaria, 2009.
 
* Bernal Echemendía J.E ([[Juanelo]]). ¨Gente que la calle conoció¨, Ediciones Luminaria, 2009.
 
* [http://www.hero1.cult.cu  Reflexiones Culturales]  
 
* [http://www.hero1.cult.cu  Reflexiones Culturales]  
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*[http://www.escambray.cu/Esp/Cultura/coros101212/view Escambray]
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*[http://www.juventudrebelde.cu/cultura/2011-12-25/fallecio-el-compositor-gerardo-echemendia-serapio/ Juventud Rebelde Falleció el compositor Gerardo Echemendía Serapio]
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{{NF|1925|2011|Echemendia Madrigal, Gerardo}}
  
[[Category:Personaje de la localidad]]
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[[Categoría: Compositores de Cuba]]
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[[Categoría: Personas de Sancti Spíritus]]

última versión al 12:32 21 ago 2019

Gerardo Echemendía
Información sobre la plantilla
Serapio.jpg
Compositor célebre popular de la ciudad de Sancti Spíritus
Datos generales
Nombre real:Gerardo Echemendía Madrigal
Fecha de nacimiento:21 de mayo de 1925
Sancti Spiritus, Bandera de Cuba Cuba
Fecha de fallecimiento:24 de diecimbre del 2011
Sancti Spiritus, Bandera de Cuba Cuba
Ocupación:Compositor
Información artística
Otros nombres:Serapio

Serapio y su rumba. Personaje Célebre Popular de la Ciudad de Sancti Spíritus.

Sintesis biografica

Nace el 21 de mayo de 1925. Desde muy niño se incorpora a las comparsas del barrio pueblo nuevo.

Trayectoria

A partir de 1940 se destaca como compositor de cantos y pasa calles (Si tu pasa por mi casa). Participó en los coros de claves desde sus inicio hasta la actualidad. Es miembro de la UNEAC y posee enter otros lauros la medalla Raúl Gómez Garcías y la Distinción por la Cultura Cubana.

Serapio y su rumba

Una tarde de 1944, en que corrían las fiestas del Santiago en la ciudad de Sancti Spíritus, en el ambiente un tanto sofocante de la fonda La Gran China debido a la estrechez y la abundancia de parroquianos, un grupo se acodaba en el mostrador, pulido por el tránsito de vasos de aguardiente y platos de comida. Eran bohemios, a quienes el curso apresurado del día los había sorprendido y precipitado hacia la tarde; trovadores errantes y transeúntes curiosos. Abarrotaban el local, mientras en la calle, el aguacero de julio manifestaba su tenacidad de época.

Estatua de Serapio erigida por el escultor Félix Madrigal ubicada en el perímetro del Parque Serafín Sánchez en la Ciudad de Sancti Spíritus

Un hombre muy joven y magro, entonaba en voz baja las rumbas que el barrio de Pueblo Nuevo había estrenado en la competencia del año. A su alrededor, quienes lo escuchaban lo incitaban a cantar en voz alta, pero él permanecía en su empaque de improvisador impertérrito, ajeno a las provocaciones amigables y al trío, que cantaba en un rincón las canciones de desamor de un viejo trovador de los contornos.

De pronto, alguien se levantó y a modo de despedida le dijo a un amigo:

  • ¡Oye, si tú pasas por mi casa, dile a mi mujer que no me espere!

Y se fue debajo de la llovizna a perseguir un toque de tumbadora sobre el fondo de la tarde, mientras cantaba una rumba que había escuchado a sus mayores en otro tiempo.

En el establecimiento, los parroquianos se negaban a abandonar sus tragos y, anclados en un tiempo que luchaba por prolongarse, hacían cada vez más sonoras sus voces. Ajeno al bullicio, pero recordando con no poca suspicacia a quien se había marchado dejando el encargo, el hombre magro comenzó a tararear, mientras marcaba la rumba en el mostrador: Si tú pasas por mi casa y si ves a mi mujer, tú le dices que hoy no me espere, que yo con Pueblo Nuevo me voy a echar un pie.

Los que se encontraban más distantes, comenzaron a acercarse y quienes iniciaron la provocación cobraron entusiasmo. El trío detuvo su cantar de lágrimas y abandonos, y se aproximó también. Alguien marcó la clave cubana en el cuerpo de una botella agotada. El hombre magro fue levantando poco a poco su voz, como quien descubre un tenue rayo de sol que llega a su rostro. La música de la calle cedió ante el empuje del coro.

Alguien le propone que le venda la rumba. Alguien que sabe de la necesidad ajena y percibe el valor de lo que acaba de conocer. Pero el hombre magro levantó su mirada con más dignidad que brillo, y moviendo explicativamente su largo dedo índice, reforzó su negativa y, sin más palabras que su gesto de altiva humildad, se fue a la calle donde conoció de penurias y pequeñas alegrías. La calle de los coros de clave y de comparsa, la de los mismos barrios de reconocerse en armonía.

Tenía intención de enrumbar hacia el oponente barrio de Colón, situado a pocos metros de la fonda, después del viejo puente colonial sobre el río Yayabo, que saltaba agradecido por las lluvias de julio. Sólo fue un intento, porque decidió, con su paso de diecinueve años, buscar a Mundamba, allá donde la comparsa de Pueblo Nuevo se aprestaba a recibir la noche con los nuevos trajes, los recientes cantos y las viejas rivalidades de barrio, dirimidas al llegar la madrugada, con provocaciones diluidas en ron y aguardiente.

Esa misma noche, la rumba pasó de boca en boca, fue aprendida, y cantada como si la hubiesen conocido desde hace tiempo. Y la cantaron no sólo los comparseros de Pueblo Nuevo, sino también los integrantes de otras comparsas. La cantó la ciudad, con los piquetes que se fueron a los barrios, a recorrer con los cueros percutidos toda la inquietud de la noche, ávida de retar la presencia húmeda de la madrugada, sobresaltada por el fervor del Santiago que se desparramaba por las caderas enajenadas.

Por esos misterios que muchas veces resulta mejor no explicar, Gerardo Echemendía Madrigal, Serapio, vivió muchos años en lo que en otro tiempo fue la fonda La Gran China, en un cuartito donde cabía apenas una cama, pero en el que la dignidad pactaba tranquila con la gloria.

El tiempo y cierta justicia poética mantuvieron vivas sus composiciones, alimentaron su presencia ante generaciones recién surgidas, e insistieron en que llegara a él todo el reconocimiento posible, que estuvo limitado por su excesiva humildad y la desidia consciente. Hoy, es oficialmente un símbolo de la cultura. Algunos, cuando descubren su estatua erigida por el escultor Félix Madrigal cercana al Parque Serafín Sánchez, se sorprenden de que aún transite por las añejas calles de la ciudad. Otros lo animan con cariño; así, Serapio disfruta con modestia el beneficio estimulante de la palabra. Y se marcha por esos lugares, donde musita, como en la vieja fonda cercana al río Yayabo, aquella rumba en la cual se reconoce una y otra vez la ciudad de Sancti Spíritus: Si tú pasas por mi casa.

Serapio en la actualidad

Gerardo Echemendía Madrigal contiene el aliento ante el milagro y recuerda en un instante de certidumbre los días aciagos de la niñez que le arrimaron tanta miseria y le depararon los oficios del infortunio; recuerda la fonda de los chinos donde la musa de la inspiración lo sorprendió mientras colmaba el desasosiego del hambre.

Recuerda a los guaracheros de Mundamba sacándole chispas al asfalto al compás avasallador de su ópera prima; al Trío La Madrugada, cantándola en bares y cantinas, y al legendario Tito Gómez con la Riverside desgranando sus compaces en el parque de la ciudad.No olvida el gesto altruista dePío Leiva, quien la popularizó y le retribuyó con buenos oficios su derecho de autor olvidado.

Entonces la melodía contagiosa se mece en el aire y la letra callejera inunda la tarde: "Si tú pasas por mi casa, y si ves a mi mujer; tú le dices que hoy no me espere, que yo con Pueblo Nuevo me voy a echar un pie".

Serapio se sabe compensado por la buena fortuna que le llegó -más tarde que nunca- para que la entrega al patrimonio de su tierra natal se multiplicara en otros pasacalles y claves instalados en la memoria agradecida del espirituano de hoy.

El maraquero del Coro de Clave mira de soslayo la réplica de su humanidad octogenaria, se sabe trascendido en la frecuencia rutilante de su tiempo, se le ve tan libérrimo, tan real y tangible, que ya nunca perderá su aire de peculiaridad entre tanta gente que cada mañana lo tendrá como ante un espejo aligerando el paso de la vida.

Reconocimientos

Recibió entre otros reconocimientos la medalla Raúl Gómez García y la Distinción por la Cultura Nacional e integró la sección de música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

Muerte

Fallece el 24 de diciembre del 2011 en Sancti Spíritus, su ciudad natal, a los 86 años de edad.

Fuentes