Hepatitis C

Hepatitis C
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Clasificación:Transmisible
Región de origen:Hígado

Hepatitis C. Enfermedad infectocontagiosa que afecta al hígado, producida por infección con el virus de la hepatitis C (VHC). La hepatitis produce inflamación hepática, ocasionando que deje de funcionar correctamente.

El hígado y sus funciones

El hígado, órgano de mayor tamaño del cuerpo humano sin contar la piel, se localiza debajo de las costillas, en lado derecho del abdomen.

Entre sus principales funciones destacan la filtración de la sangre y la eliminación de los desechos tóxicos, así como la fabricación de enzimas que ayudan a digerir los alimentos, convirtiéndolos en sustancias necesarias para el buen funcionamiento del organismo. Algunos nutrientes tienen que modificarse químicamente (metabolizarse) en el hígado antes de que el resto del cuerpo los pueda usar como fuente de energía.

El hígado produce algunos de los factores de coagulación que evitan que la sangre esté demasiado líquida y segrega además bilis al intestino para ayudar a absorber los nutrientes.

El hígado se divide en tres lóbulos, el derecho, el izquierdo y uno más pequeño denominado cuadrado, que a su vez se subdividen en segmentos. Al contrario que la mayoría de los demás órganos del cuerpo, recibe sangre de dos fuentes. La arteria hepática suple al hígado con sangre rica en oxígeno mientras que la vena porta transporta sangre rica en nutrientes desde los intestinos. Toda la sangre procedente del tubo digestivo atraviesa el hígado antes de llegar al resto del organismo, lo que lo convierte en una especie de 'aduana' frente al mundo exterior.

Síntomas de Hepatitis C

Los síntomas de la enfermedad son comunes a las formas de Hepatitis A, B y C. La persona que contrae cualquiera de las formas de hepatitis, A, B o C, acostumbra a sentirse como si tuviera gripe. Hay síntomas que aparecen siempre, y otros que sólo los presentan algunas personas. Otras, incluso no presentan ninguno.

Síntomas habituales

Síntomas que sólo presentan algunas personas

  • Oscurecimiento de la orina
  • Excrementos de color claro
  • Color amarillento de ojos y piel (Ictericia)

Diagnóstico

Para comprobar si alguien padece o no hepatitis el médico puede realizar dos tipos de pruebas:

  • Análisis de Sangre, o hematológico (se extrae sangre con una jeringuilla);
  • Mediante Biopsia, una prueba sencilla que consiste en extraer un pequeño pedazo de hígado, para analizar los tejidos al microscopio y comprobar si están o no dañados. Las alteraciones más constantes son el aumento de la bilirrubina en sangre y el aumento de la actividad de las transaminasas (enzimas hepáticos, conocidos por sus iniciales ALT o GPT y AST o GOT). Se hallan entre 20 y 40 veces más elevadas de los valores normales. Estas pruebas no sólo explican si se tiene hepatitis, sino que también determinan de qué tipo, A, B o C y la gravedad de la enfermedad.

El diagnóstico se confirma por la demostración de anticuerpos contra el virus de la hepatitis en el suero de los pacientes con la forma aguda o que en fecha reciente estuvieron enfermos. Los virus y los anticuerpos se detectan por una prueba radioinmunoensayo (se venden kits de pruebas para la detección de anticuerpos contra el virus). Otros exámenes de sangre, tales como los de la función hepática, o los enzimogramas hepáticos, pueden sugerir un daño hepático que puede ser causado por algún virus de la hepatitis. La biopsia de hígado, y la laparoscopia sirven para determinar con certeza el grado de daño hepático en el individuo que es positivo para anticuerpos de la hepatitis.

Tratamiento

El tratamiento farmacológico más eficaz se basa en la asociación de interferón administrado por vía subcutánea, con otro fármaco antiviral llamado ribavirina por vía oral. A lo largo de los años han existido varias formas de administrar interferòn: una vez al día, 3 a 5 veces por semana etc, pero las formas pegiladas actuales permiten que sólo sea necesario un pinchazo a la semana.

Los efectos secundarios del interferón son numerosos, la mayoría incluidos en lo que se llama síndrome gripal. Al cabo de los meses provoca pérdida de masa muscular. Todos estos síntomas revierten al finalizar el tratamiento. El más temible efecto secundario de la ribavirina es que produce modificaciones que afectan a la reproducción; los hijos de un paciente recientemente tratado con ribavirina pueden nacer disminuidos psíquicos o con deformidades físicas (efecto teratológico). Por esta razón los médicos aconsejan no engendrar hasta 6 meses después de finalizado el tratamiento, y la Asociación Española de Enfermos de Hepatitis C sugiere alargar este periodo a un año, para más seguridad.

El efecto adverso más frecuente es la anemia que en muchos pacientes obliga a administrar eritropoyetina para normalizar los valores del hematocrito. El porcentaje de éxito (eliminación del virus en sangre mantenida hasta un año después de terminado el tratamiento) es algo superior al 50% dependiendo del tipo de virus. El virus 1b es el más difícil de curar y requiere tratamiento de un año. La respuesta es aproximadamente 50% para el genotipo 1 y 80% para los genotipos 2 y 3. En estos últimos se realiza tratamiento durante 6 meses. La hepatitis C puede evolucionar hacia una cirrosis o incluso a un tipo específico de cáncer de hígado.

Existe dos nuevos fármacos para el tratamiento de la hepatitis C, que probablemente estarán disponibles a finales del año 2011. Telaprevir y Boceprevir se añaden a las combinaciones de interferón pegilado y ribavirina y consiguen mejorar la proporción de pacientes curados que pasa del 50% en los genotipos 1 y 4 a aproximadamente el 80% cuando se añade uno de ellos. Tambien son útiles para tratar pacientes que han fracasado a pautas anteriores. El fracaso del primer tratamiento no implica la evaluación para un futuro trasplante. Primero hay que revisar si el tratamiento estuvo bien hecho.

En el caso en que no se hubiera llegado a los requerimientos míninos de dosis o de duración del mismo, se debe intentar otro tratamiento. Sólo se deben evaluar para trasplante aquellos paciente que tengan cirrosis con complicaciones como ascitis, coagulopatía, encefalopatía, ictericia. O que tengan un puntaje MELD mayor de 14 puntos.

La comunidad médica no reconoce por el momento casos de curación espontánea (negativización del virus en sangre mantenida durante un año) más allá del periodo inicial de un año que corresponde a la fase aguda.

Fuentes