Historia del Municipio Especial Isla de la Juventud (Cuba)

Historia del Municipio Especial Isla de la Juventud (Cuba)
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Escudo Municipal (Isla de la Juventud)
Cronología
Comunidades aborígenes
Cultura del Caracol
Etapa colonial (1492–1898)
Descubrimiento
Evolución de la propiedad
Colonia Reina Amalia
Manifestaciones independentistas
Diferentes nombres de la Isla
Ocupación norteamericana (1898–1902)
Etapa neocolonial (1902–1958)
Tratado Hay–Quesada
Presidio Modelo
Revolución en el poder
Transformaciones revolucionarias
Cambio de nombre de Isla de Pinos
Isla de la Juventud en la etapa de 1990 al 2020

Historia del Municipio Especial Isla de la Juventud (Cuba). La historia del actual municipio especial Isla de la Juventud comienza con los asentamientos aborígenes establecidos en esta Isla y llega hasta la actualidad, pasando por la ocupación española, las luchas de independencia, la etapa republicana o seudo República. La Isla de la Juventud, — llamada por muchos: la tierra de los mil nombres, en alusión a las denominaciones recibidas desde su hallazgo— es la segunda en importancia del archipiélago cubano; descubierta por el Almirante Cristóbal Colón el 13 de junio de 1494, quien la nombró San Juan Evangelista; con posterioridad producto a su alto grado de abandono tuvo otros nombres, aunque el que más perduró fue el de Isla de Pinos, hasta el 2 de agosto de 1978. Se afirma que fue el lugar donde más tiempo permaneció durante sus viajes al nuevo continente.

No fue hasta el siglo XIX que el gobierno colonial español promueve la fundación de la Colonia Reina Amalia. Con la intervención norteamericana la Isla de Pinos es ocupada por estos, junto a otras islas del Caribe en su política de anexión.

Después de materializada la ocupación de Cuba, pasaron a intentar quedarse con Isla de Pinos, pues tan temprano como 1899 la Oficina Central de Tierras de la Secretaría del Interior de los EEUU, editó un mapa donde la pequeña ínsula figuraba como parte de su territorio.

La verdadera integración del territorio insular pinero al contexto nacional cubano, se inicia con el Triunfo de la Revolución el 1 de enero del 1959. El nuevo gobierno comenzó a preocuparse por el desarrollo económico y social del territorio.

Comunidades aborígenes

Cueva No 1 Punta del Este

Las cuevas, enormes cofres pétreos, constituyeron el escenario inicial de la cultura pinera. Ellas guardan el preciado testimonio de aquellos tiempos, preservando para el hombre moderno los vestigios de los genuinos descubridores de la actual Isla de la Juventud.

En la transcripción que Fernando Colón hace del Diario de Navegación de su padre Cristóbal Colón, en lo relacionado con su estancia en este lugar al que bautizó como San Juan Evangelista, no hay mención alguna a los indios, apenas se habla de tomar agua, alimentos y otras tareas marineras, así como lo relacionado con la salida hacia La Española.

El indopinero es enteramente arqueológico, como lo prueba su cronología, que los ubica entre 1 000 y 2 500 a.n.e. Predominan con sus restos materiales y humanos, diseminados por toda la llanura cársica meridional, los indopineros de la llamada "Cultura del Caracol", denominada por varios autores como Ciboney Aspecto Guayabo Blanco. Otro aspecto de la cultura Ciboney Aspecto Cayo Redondo , cuya cronología se desconoce aún en el caso pinero, dejó sus huellas en escasos sitios arqueológicos identificados hasta ahora por presencia de dagas líticas ceremoniales y la ausencia de artefactos de concha. Su paso se ha verificado en los cerros de Santa Isabel, al sudeste de la Isla y en otros puntos aislados del territorio pinero. Los hombres de la cultura del caracol fueron legítimamente fundadores de la cultura pinera. La Cuevas de Punta del Este No. 1 fue calificada por Don Fernando Ortiz como templo aborigen cubano, reconocida también como la Capilla Sixtina, del arte rupestre americano.

Cultura del Caracol

Es el hombre aborigen de la Cultura del Caracol, aquel que vivió en la Cuevas de Punta del Este, carapachibey, Caleta Grande y Punta Francés, el pintor de los deslumbrantes círculos concéntricos, creador de un complejo culto a los muertos, el de mayor relevancia dentro de este período histórico.

La existencia hace dos milenios de preagroalfareros en el occidente cubano es un hecho probado por la Arqueología. Esto hace pensar en un posible cruce del Golfo de Batabanó entre los 2 000 y los 1 500 a.n.e. ya que el mismo era menos profundo con zonas intermedias emergidas de mayor tamaño, frecuencia y variable ubicación. Sin embargo, no se debe descartar la posible ocupación del espacio de la Isla desde continente, si se tiene en cuenta la experiencia marina de estos hombres, lo que les posibilitaría desplazarse por el mar lo largo de la costa, desde Venezuela hasta el Caribe medio y arribar, desde aquí a Isla de Pinos.

No obstante, llegados desde uno u otro sitio, por el norte o por el sudeste, o por ambos lados, los ocupantes indopineros fueron hasta el lugar idóneo a su economía apropiadora, convirtiéndose así el sur de esta Isla en escenario privilegiado de sus vidas. La Cultura del Caracol se situó entre la tierra y el mar, apegados a las costas y a sus numerosos moluscos, crustáceos, quelonios y peces, estableciendo una relación con el medio natural en la que el mar, las conchas y toda la vida aquí encerrada, fueron esenciales.

Las playas, arrecifes y manglares de la línea costera, constituyeron la base de un ecosistema donde los indopineros encontraron sus alimentos con facilidad, así como la materia prima para fabricar los instrumentos de trabajo a partir del cobo (Strumbus gigas). Entre los instrumentos localizados en los sitios que fueron su hábitat se destacan las gubias, picos de mano, cucharas, platos, puntas, percutores, cuchillos, raspadores y vasijas varia. Esta diversidad de instrumentos demuestra habilidad y conocimientos. Otro material que le sirvió para fabricar instrumentos fue la piedra, la que trabajaban de forma tosca, así se encuentran los morteros con sus correspondientes martillos y percutores de rocas.

Estos hombres que fabricaban sus instrumentos de trabajo con una técnica depurada, emplearon adecuadamente el fuego por ellos producido y desarrollaron formas muy interesantes de culto a sus muertos incluyendo los dibujos rupestres. Los hombres de la Cultura]] del Caracol fueron legítimamente fundadores de la cultura pinera. Dado su nivel de desarrollo, los indopineros del caracol debieron vivir en comunidades gentilicias constituidas por varias familias sin llegar a la tribu. Es evidente entre ellos la comunidad de bienes, la cooperación simple en las actividades cotidianas y la división natural del trabajo.

Pictografías en las Cuevas de Punta del Este

El estudio de las pictografías descubiertas en las cavernas del sur pinero demuestra que el caso de la Isla de la Juventud es muy singular. Son los círculos concéntricos un motivo pictórico muy difundido por el planeta. En el caso de los indopineros se reitera hasta la saciedad ese símbolo, usado con imaginación al pintar figuras lejanas del círculo en sí, como una cruz, un pez o humanoide, lo que hace casi único en el mundo este tipo de pictografía.

La Cuevas de Punta del Este No.1 fue calificada por Don Fernando Ortiz, en visitas realizadas en el lugar en 1922 y en 1929, como templo aborigen cubano. En la Isla de la Juventud, el destacado investigador Dr. Antonio Núñez Jiménez, ubicó 11 localidades pictográficas con un gran total de 261 dibujos y sólo la mencionada cueva concentra casi el 81% de todos los dibujos estudiados por él.

Sugestivas son las opiniones del eminente estudioso en cuanto a la relación de los más prominentes dibujos con el sol, los puntos cardinales, la coincidencia del mes lunar y otros detalles como la figura serpentiforme y la clara alusión a un falo en otro conjunto de círculos concéntricos. Este escenario pétreo es el mejor de cuantos puedan ubicarse en toda la región circundante al Caribe. Tanto en la bien nombrada Capilla Sixtina del Arte Rupestre caribeño, como en las tres grutas que le siguen bordeando hacia el noroeste un acantilado fósil, se localizan dibujos de igual estilo, aunque en menor cantidad y tamaño, así como entierros humanos. Hacia Punta Francés las espeluncas son muy pequeñas, con pisos que no permiten conservar restos humanos, pero en las paredes los círculos concéntricos se reiteran como único adorno milenario.

El culto de los muertos está demostrado por los numerosos entierros secundarios vinculados a las cuevas pictográficas. En este sentido se destacan las Cuevas de Punta del Este y la Cueva del Indio, en lo alto de la Sierra de las Casas. Esta última a pesar de ser una espelunca pequeña, clasifica como la más importante de todas las cavernas funerarias de Cuba, en cuanto al número de restos exhumados que alcanzan la cifra de unos treinta. Las primeras noticias sobre esta gruta datan en el año 1792 y es, además, el más antiguo punto de referencia en la historia de la arqueología indocubana.

Son varios los estudiosos que han visitado el lugar. Entre ellos el antropólogo Manuel Rivero de la Calle, quién confirmó el carácter secundario de estos entierros con huesos pintados de rojo y aportar además el descubrimiento en 1961 de dos pictografías de color rojo al rosado ocre.

Es evidente que, en la cosmogonía de los indopineros, desempeñó un papel central el culto a los muertos, caracterizado por la práctica mágica de pintar sus huesos de rojo, clara alusión a la sangre vivificadora. En el caso de los aborígenes de la Cultura del Caracol, aunque su producción de objetos artísticos es pobre, el afán por hacer ofrendas a los muertos queda probado en el descubrimiento en los entierros.

Otros aborígenes de seguro vivieron en territorio pinero hace muchos años, aun cuando de su cronología nada puede afirmarse por ahora; son los hombres de las dagas líticas que dejaron sus huellas en Santa Isabel, pintando varias paredes de una cueva con trazos negros bastante toscos que, en un caso singular para la zona, reproducen la figura claramente humana de uno de ellos que ostentaba la especial distinción de un tocado o adorno en la cabeza.

En otra gruta de Santa Isabel se encontró la mayor y mejor elaborada daga de piedra de las muchas encontradas en Cuba. Allí aparecieron además dos raederas de sílex, únicas en el ajuar productivo de los indopineros, unas extrañas esferas brillantes de arcilla sin cocer y un majadero de basalto rojo.

El anterior inventario apunta claramente hacia el conocido Ciboney Aspecto Cayo Redondo . Asombra el no hallar vestigios de artefactos conchíferos, tampoco círculos concéntricos en las cuevas y que los dibujos rupestres sean negros.


Son escasos los hallazgos de esta cultura distinta a la del caracol, pero la reciente localización de otras dos dagas líticas, una en Cayo Piedra y otra en Cayo Cantiles, confirman el paso por tierras de la Isla, de unos indopineros cuya filiación se acerca al Ciboney Aspecto Cayo Redondo.

Aun cuando de forma general se acepta la idea de la cultura del caracol como arqueológica, es decir, muy anterior a la llegada de Cristóbal Colón, no se puede declarar absolutamente que, en la Isla, jamás vivieron aborígenes a la llegada de los europeos. Otros objetos de piedra, casi todas hachas petaloides pulimentadas, son hallazgos aislados, por lo que existen variados criterios en cuanto a este tipo de presencia, por lo que para los arqueólogos, historiadores e investigadores en general aún quedan tareas pendientes.

Etapa colonial (1492–1898)

Descubrimiento

Patrocinado por los Reyes de España, se realizaron los viajes de descubrimiento a finales del siglo XV llevados a cabo por Cristóbal Colón, quien arribó en su segundo viaje, el 13 de junio de 1494 a la Isla, la cual denominó San Juan Evangelista. Luego de su entrada por la ensenada de La Siguanea, Colón continuó bordeando sus costas hacia el norte hasta llegar al estuario del río Las Casas, aquí carenó sus naves, se abasteció de agua y alimentos y permaneció hasta el 25 de junio, cuando inició el viaje de retorno a España.

La suma de nombres con la que fue llamada la Isla puede probar su abandono secular. Unas décadas después de su primer bautizo quizás ya nadie recordaba a La Evangelista. Se mezclaron los nombres oficiales con los populares, otorgados a partir de elementos de su naturaleza, por la historia, por la literatura. Entre esas denominaciones los tesoros, y, finalmente, el mayor de los dones perseguidos por el hombre: la juventud marcó la historia más antigua y moderna de dicho territorio insular.

Evolución de la propiedad

Entre los propietarios más prominentes y antiguos de Isla de Pinos sobresale la familia Rojas, una de las más antiguas y nobles de España, emparentadas con el primer gobernador de Cuba, Diego Velázquez.

En 1570 uno de los miembros más ricos de esta familia, Alonso de Rojas solicitó a la Corona española la merced de Isla de Pinos.

« [...] porque yo tengo algunos ganados y junto a los jardines está una isla pequeña que le llaman de Pinos, que está despoblada e inhabitada de gente y de ningún aprovechamiento, y allí se pierden muchos navíos, y pido y suplico V. A. que en recompensa y parte de la merced que espero por mis servicios se me haga de dar la dicha isla para poblar de ganados y haber en ellas gentes que por allá aporten, así de gentes como de ganados para bastimentos y otras cosas necesarias. Y yo recibiré bien y merced.»

[1] La respuesta del monarca concedía dicha petición el 15 de enero de 1573 y expresaba:

«[…] que se le de licencia a Alonso de Rojas, vecino de La Habana, para que por tiempo de diez años pueda meter y traer sus ganados a esta Isla de Pinos [...]»

La mercedación de Isla de Pinos comprendía todo el territorio, sin ninguna otra división. Consta en documentos que fueron muchos los propietarios y familias de estos los dueños de la Isla. Para 1741, el dueño absoluto era Nicolás Duarte, quien al morir en 1758, dejó en su testamento dividido en siete hatos la Isla a sus herederos. En la segunda mitad del siglo XVIII estos hatos se habían dividido en haciendas, sumando un total de 24, en manos de propietarios absentistas y un espacio geográfico despoblado por el hombre.

El proceso de evolución de la propiedad de la tierra entre los siglos XVI al XIX, explica la finalidad económica principal de Isla de Pinos como un gran latifundio ganadero en función de una particular concepción comercial. En él siglo XVII, la unidad territorial alcanzada se logra a través de asociaciones matrimoniales y la Isla mantuvo el lugar de punto importante de contrabando, de plaza para reinsertar en el mercado local las mercaderías del comercio de rescate, así como, bien avanzado el siglo XVIII, para proveer de carnes a la región occidental, a consecuencia del incremento demográfico que allí se estaba produciendo.

Las primeras referencias a la presencia de piratas y corsarios en suelo pinero datan de 1543, cuando el francés Jean Francois la Roque llegó a ella y reparó sus naves. A partir de entonces este lugar comenzó a utilizarse como apostadero por parte de los aventureros del mar, quienes esperaban aquí las embarcaciones, que venían cargadas de riquezas del continente americano, para atacarlas. Muchos fueron los piratas y corsarios que se aprovecharon de las bondades geográficas y naturales de esta Isla.

Tal estado de cosas hacía cada día más difícil la situación de los colonos asentados, ya que estaban en constante peligro sus vidas y propiedades. De ahí que propongan diferentes medidas para tratar de garantizar la integridad de sus bienes contra los ataques de los bandidos del mar.

A partir de 1763 representantes de la población pinera proponen la fundación de núcleos poblacionales, entre ellos están los proyectos solicitados a la Corona española, de Domingo Duarte y Francisco Duarte, intentos que fracasaron.

El primer asentamiento de importancia fue el caserío de Santa Fe, que nació a orillas del río de igual nombre, sitio constantemente asediado por corsarios y piratas. Esta situación determinó que en 1809 el hacendado Andrés Acosta Duarte hiciera donación de 12 solares de tierra en el paraje conocido como Bosque de los Mangos en la hacienda Santa Fe de su propiedad, en el que ya había una iglesia, tenía otras condiciones favorables para tal empeño como fue la fertilidad de sus suelos y las propiedades minero medicinales de sus manantiales de aguas.

La manifestación más temprana de instancias gubernativas en Isla de Pinos se dio en 1763, en que el Teniente General, Ambrosio de Funes y Villalpando, Conde de Ricla, nombró a Francisco Javier Duarte como Juez Pedáneo y Capitán a Guerra. A partir de ese momento la designación de las máximas autoridades gubernativas pineras fue potestad del Capitán General de la Isla de Cuba, en ese mismo año se declaró la ínsula una jurisdicción. En 1821 se convirtió en un distrito de La Habana, autorizándose dentro de los nuevos funcionarios un subdelegado y tres alcaldes de mar. No fue hasta el año 1874 que se autoriza que Isla de Pinos tuviera Ayuntamiento propio.

En la descripción de Isla de Pinos, Juan De Tirry y Lacy señala que el principal y casi único alimento de los habitantes de dicha Isla fue la carne. La primera referencia a una industria pinera fue señalada por Dionisio Franco en 1792 al decir que los pineros se ocupaban de sacar brea y alquitrán de los pinos para vender al Rey en tiempos de guerra. La Isla de Pinos era considerada como un solo pinar y era común encontrar árboles maderables que tenían un valioso uso. Los principales embarcaderos de la época fueron: Punta Francés, en la costa sur; Júcaro en el río Santa Fe, el embarcadero principal en el río Las Casas y el de río Las Nuevas.

Colonia Reina Amalia

Entre los años 1826 y 1827, y a propuesta de la Junta de Fomento de la Población Blanca y de su presidente el Capitán General de Cuba Francisco Dionisio Vives visitaron Isla de Pinos el Magistrado José Oduardo Gran Pré, el médico y agrimensor José de Labadía y el Teniente Coronel de Artillería Clemente Delgado y España con el propósito de llevar a cabo una serie de estudios que arrojó valoraciones para el establecimiento de una colonia. El 1 de agosto de 1828 se aprobó la petición del Capitán General Vives, de fortificar y poblar la Isla.

El proyecto de la Colonia Reina Amalia fue denominado así en honor a la tercera esposa del monarca español Fernando VII. Contemplaba el fomento de una colonia y de la población de Nueva Gerona. Ambas son parte de un mismo proceso que respondió a un objetivo militar con vistas a su defensa y para el avistamiento y aviso de la presencia de enemigos en el sur de Cuba. De esa forma la fundación oficial se registra el 17 de diciembre de 1830.

En la etapa de la colonización oficial de la Isla, la ganadería continuó siendo la principal actividad económica propiciadora de materias primas para pequeñas industrias como las tenerías. En Isla de Pinos también se cultivó la caña de azúcar, que se decía era muy dulce y crecía prodigiosamente. En 1867, Alejo Salas fundó un ingenio nombrado La Esperanza, cerca de playa Bibijagua, el cual se mantuvo en producción hasta 1875. En este año el Coronel Julián Ajo y Jacques redacta su Memoria histórica, geográfica y política de Isla de Pinos donde se refiere a un proyecto de construcción, en esa fecha, de tres ingenios más en las zonas de Sierra de Caballos, San Juan y otro en Las Nuevas, lo cual no se materializó por causas similares a las que hicieron fracasar La Esperanza.

La débil economía pinera funcionó como un espacio económico de La Habana y por ello no estuvo ajena al proceso de fomento de las vegas de tabaco, promovido por la afluencia de inmigrantes canarios, estimulados por la calidad de las tierras para el desarrollo de este cultivo. En sus Memorias, Ajo y Jacques califica el tabaco pinero como de igual calidad al de Vuelta Abajo.

En Santa Fe fue construida, en la década del 1840, una destilería: nombrada La Ilusión, destinada a la producción de trementina, producto de la destilación de la resina extraída del pino, así como de aguarrás y alquitrán. Fue un establecimiento que contó con sólidas construcciones, entre ellas varios talleres con aparatos de cobre para la destilación, 16 hornos para producir alquitrán y brea y varias pailas para hacer barnices.

A finales de la década de 1820, la Real Hacienda levantó el primer tejar que funcionó en Isla de Pinos, donde se utilizó la mano de obra de presidiarios. El tejar cubrió las necesidades surgidas en el proceso de construcción llevado a cabo en Nueva Gerona. En el año 1860 existían en la Isla tres: en Brazo Fuerte, Correccional de Vagos y Gerona, el negocio de los tejares fue uno los más productivos por estos tiempos.

En 1826, el Dr. José Labadía recomendó a las autoridades españolas la explotación del mármol de los cerros pineros. Años después, en 1834, un geólogo francés confirmó lo planteado por Labadía y solicitó a las autoridades españolas el privilegio de establecer y explotar aquí una cantera, lo que le fue concedido, pero nada pudo hacer al morir poco después en La Habana. Posteriormente se reiniciaría la explotación de la cantera por parte de una Sociedad Anónima, considerada como la primera que operó en la Isla José María Guedeño, profesor lapidario y marmolista, recibe en 1838, el privilegio exclusivo para beneficiar los mármoles pineros. En 1841 el Real Cuerpo de Ingenieros envió un marmolista para determinar su calidad y montó unas máquinas hidráulicas en Brazo Fuerte, junto al arroyo, que fracasa. En 1847 el Capitán General de la Isla de Cuba Leopoldo O'Donnell solicitó el privilegio para explotar las canteras en Isla de Pinos; le fue concedido y organizó una sociedad anónima que tampoco tuvo provecho.

La necesidad de crear nuevas industrias propició la explotación forestal, hacia 1875 la explotación maderera funcionaba con tres máquinas de vapor para aserrar tablones, tablas, soleras, en las haciendas Las Piedras, Santa Elena y Santa Fe. En la década del 50 del siglo XIX, las aguas mineromedicinales, y en especial las localizadas en Santa Fe, se explotaron en función del turismo de salud. Varias fueron las investigaciones realizadas en este sentido. Entre ellas se destaca el estudio del médico José de la Luz Hernández.

El 5 de julio de 1857 quedó constituida la Sociedad de Fomento Pinero. Su objetivo era sentar pautas para el desarrollo de la ínsula. La creación de esta sociedad es un elemento evidente de la nueva orientación de la economía pinera en una industria sustentada en la explotación de las aguas minero–medicinales, por sus objetivos y por la forma en que utilizaba el capital, a través de acciones. Los títulos adquiridos tuvieron un valor de trescientos mil pesos y una gran participación de propietarios pineros, y a la vez, de destacadas personalidades de la región habanera, como Antonio Bachiller y Morales con 25 acciones; Rafael María de Mendive con 50; Cirilo Villaverde con 25; Ramón Zambrana con 20 acciones, José de la Luz Hernández con 100 entre otros. Esta sociedad contó con la participación en calidad de accionistas de dos entidades a nivel de personalidad jurídica como lo fueron la Empresa de Baños de Santa Fe Empresa de Vapores de Costa.

El principal puerto era el embarcadero del río Las Casas, desde el cual se trasladaban a la Isla de Cuba pasajeros y víveres, ganado, salazones, brea, alquitrán, maderas y otros productos. En el informe elaborado en 1835 por el Coronel Joaquín de Miranda y Madariaga se señala que el estado de las embarcaciones era malo, A finales de la década de 1840 se sistematizan los viajes desde Cuba al territorio pinero con la puesta en servicio de la goleta Correo Isla de Pinos, con posterioridad comenzó a navegar por esta ruta el vapor El Cubano con frecuencia semanal y a finales de la década del 60 la navegación se vio favorecida con la entrada en línea del vapor El Pinero que prestaba servicios regulares entre ambas islas. También se destacó la entrada en servicio del barco Nuevo Cubano que hacía viajes hasta Santa Fe y que se mantuvo trabajando hasta los primeros años del siglo XX. En 1892 se incorpora a la ruta el vapor El Protector, con viajes semanales y en los últimos años del siglo XIX se incorporó a esta travesía el Isla de Cuba, lo que contribuyó indudablemente a aumentar la capacidad de pasajeros en tránsito hacia o desde el territorio.

Como consecuencia de las presiones de Inglaterra, los Estados Unidos y Bélgica el rey español había convertido a Isla de Pinos en una colonia penal que lo oficializó el 14 de abril de 1834 por Ordenanza Real, a partir de esos momentos comienzan a llegar distintos tipos de sancionados: presidiarios, deportados comunes y políticos. La mejor descripción de estos la hizo el deportado político Raimundo Cabrera.

En la obra política de los patriotas de la nacionalidad cubana no escapó la situación de Isla de Pinos, en fecha tan temprana como 1824, Félix Varela, en un comentario en el periódico El Habanero, al hacer referencia al estado de abandono en que se encontraba el territorio cubano y en clara alusión al pinero, señaló:

«Esta se halla inundada de piratas en tales términos, y con tanta crueldad, que con dolor oigo (pues jamás puedo olvidar que es mi patria) que se la llama el Argel de América […]»

En la Colección de Papeles sobre Cuba se reflejan los comentarios que hace José Antonio Saco sobre el informe de Juan de Tirry y Lacy, en 1828 y que confirma la peculiar situación de Isla de Pinos en el contexto cubano, no enfocando este asunto como un enclave colonial ajeno a la Isla de Cuba, sino como parte de ese todo que es la sociedad cubana.

En el año 1848, hay otra evidencia palpable de que lo pinero ha sido asimilado ya como parte de lo cubano, ilustrado ello en el pensamiento de José de la Luz y Caballero, cuando el 5 de septiembre de igual año, escribe el Aforismo # 18 llamando a la Isla de Pinos, la Siberia de Cuba, en alusión al estado de abandono y el lugar que ocupaba desde 1834, por ordenanza real, como centro de deportación y confinamiento.

Manifestaciones independentistas

Las primeras ideas revolucionarias comienzan a llegar al Isla de Pinos en 1834 con la presencia de hombres portadores de ideas, que llegaron a ella como deportados, como el catalán Antonio Ribot Fontsere, en 1838 acompañado por otros cinco coterráneos de sus mismas inquietudes políticas. Este escritor, conocido por su extensa obra literaria se convirtió en su primer cantor, al escribirle en versos. La presencia de Idelfonso Vivanco y del Valle, otro deportado político, resultó también importante por su forma de pensar y actuar, llego como deportado político en 1865, a la edad de 50 años, muere y sus restos fueron enterrados en el cementerio de Nueva Gerona.

Con el inicio de la Guerra de los Diez Años se produce un incremento considerable de la presencia de los deportados políticos en la Isla de Pinos, y se entró en contacto con las ideas más avanzadas de la sociedad cubana de la época a través de sus protagonistas directos y en el orden ideológico y sociológico el contacto de los locales con las tradiciones de lucha de los deportados políticos fue el factor que acabó de delinear la nacionalidad cubana de los pineros.

En el año 1869 fue trasladado a Isla de Pinos como deportado político Raimundo Cabrera, quien había sido sancionado por el delito de infidencia. Uno de los testimonios más fehacientes sobre el arribo y estancia de los deportados en este lugar, es el que relata en su libro Mis buenos tiempos, en el que describe la llegada al muelle de Nueva Gerona de los deportados. Cabrera ofrece una visión de esta ciudad y da fe de las palabras que a través del tiempo repetirían los jefes militares a la llegada de cada nuevo grupo de deportados.

En las Memorias de Raimundo se pueden encontrar las características de la Isla en estos años, la condición de la colonia penal. Un momento relevante en la historia de la localidad se inició el 13 de octubre de 1870 con el arribo a tierra pinera del deportado político José Julián Martí y Pérez, acogido en la finca El Abra por la familia de Don José María Sardá y su esposa Doña Trinidad Valdés, cada domingo en la mañana asistía al pase de lista en la Plaza Isabel II en Nueva Gerona, hasta el 18 de diciembre en que fue trasladado de Nueva Gerona hacia La Habana, donde fue recluido en La Cabaña hasta el 15 de enero de 1871, en que partió en el vapor Guipúzcoa con destino a España.

En 1896 la Isla disponía de una organización militar integrada por: una brigada disciplinaria con un Capitán, tres Tenientes y 50 soldados en la ciudad de Nueva Gerona, la Guardia Civil, con un Teniente y 35 soldados destacados en Nueva Gerona, Santa Fe, Júcaro y la Ensenada de los Barcos, un cuerpo militar de orden público formado por 21 hombres y un Primer Teniente, radicando dicho destacamento en Nueva Gerona, el Cuerpo de Voluntarios que estaba constituido por una Sección de Caballería con 2 oficiales y 55 voluntarios y una compañía de artillería simple, con 6 oficiales y 54 voluntarios.

En este año los deportados y pineros organizados en un solo movimiento esperaban el momento oportuno para levantarse contra la corona española, proclamar la independencia de Isla de Pinos e incorporarse a las tropas mambisas en el occidente de Cuba.

El día 11 de enero unos de los grupos de complotados decidieron secuestrar en el embarcadero del río Júcaro el balandro Margarita para poner proa a la costa sur pinareña y unirse a las tropas invasoras del Lugarteniente General Antonio Maceo que se encontraba en Bahía Honda, Pinar del Río.

Maceo, al conocer del hecho manifestó:

«La expedición más arriesgada que ha desembarcado, sólo pueden realizarla niños o locos y los pueblos que tienen estos niños deben ser libres.»

Los improvisados expedicionarios procedentes de Isla de Pinos se integraron a las fuerzas invasoras y permanecieron al lado de Maceo durante toda la campaña en el occidente de Cuba, unos murieron valientemente en combate y otros sobrevivieron al siglo XIX.

En el mes de julio Isla de Pinos se encontraba en el mejor momento para desarrollar el levantamiento armado proyectado desde enero de 1896. El plan elaborado consistía en secuestrar al Comandante Militar de la Plaza, José Bérriz y obligarlo a entregar la plaza militar; otro grupo de revolucionarios tenía el objetivo de ocupar el Cuartel de Caballería, tomar las armas y distribuirlas entre los complotados; el plan incluía capturar el cañonero que se encontraba en el muelle y dirigirse a Pinar del Río. Los conspiradores organizaron las fuerzas y distribuyeron las distintas misiones a cumplimentar en la acción por los diferentes grupos, fue escogido el 26 de julio para el levantamiento independentista, ya que al igual que en otros lugares de Cuba, los pineros celebraban el día de la Santa Ana, y las festividades alcanzaban hasta altas horas de la noche lo que garantizaba el movimiento de hombres, incluso a caballos y en grupos, sin causar sospechas.

Sin embargo, falló el factor sorpresa y no pudieron concretar el plan concebido, la mayoría fueron apresados, condenados a prisión, deportados o asesinados y Bruno Hernández Blanco se convirtió en el primer hombre de esta tierra que derramaba su sangre por la independencia de Cuba, destacada fue la participación de la familia camagüeyana de Juan Cossío, en particular de su hija Evangelina Cossío.

Diferentes nombres de la Isla

  • San Juan Evangelista: Así la llamó Cristóbal Colón en su segundo viaje al arribar a sus costas en junio de 1494, aunque el cosmógrafo Juan de la Cosa, en el mapa levantado, representó a la Isla como parte de la actual provincia de Pinar del Río, y el toponímico abarcaba a toda esa región.
  • Santiago: En 1524 Diego Velásquez propuso al rey de España cambiar el nombre de San Juan Evangelista por el de Santiago. El monarca no lo aceptó porque no le parecía bien que hubiese dos islas con ese nombre, pues Colón le llamó así a Jamaica. Se dice que Velásquez lo propuso como un homenaje a sí mismo.
  • Santa María: Aparece a partir de 1525, después que el rey de España rechazó el nombre de Santiago y ordena a Velásquez ponerle el de otro santo.
  • Ahao: Así la llamó el rey Fernando el Católico en la Real Cédula del 18 de febrero de 1525. Al parecer este nombre es una deformación de la palabra abajo, que aparece en el libro de Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias en el que, al referirse a la Isla, un aborigen utilizó la expresión La Isla de abajo de Cuba. Al parecer, los cambios fonemáticos en la lengua española y la caligrafía de la época sugieren tal confusión.
  • San Paulo o San Pauli: Se le denominó de esta manera a partir de 1527 en el mapa del cosmógrafo Maggiolo. Esto se confirma también en el de Sebastián Munster de 1538 y sus ediciones sucesivas hasta 1550.
  • Isla de Pinos: Según las declaraciones del criado de Cristóbal Colón, el portugués Juan de Salcedo, así se le llamó por los marineros debido a sus copiosos bosques de coníferas. Apareció por primera vez con este nombre en el mapa del cosmógrafo Diego Rivera de 1529. También en el Golfo de Honduras hubo una isla nombrada Isla de Pinos por Cristóbal Colón en su cuarto viaje a la América y no faltan quienes plantean que llamarla así fue una confusión con aquella.
  • Guanaja (Guanaxa): Aunque así se le denominó, en realidad este nombre perteneció a una isla ubicada en el Golfo de Honduras.
  • Reina Amalia: Le fue otorgado por el rey Fernando VII como homenaje a su tercera esposa. Apareció por primera vez al aprobarse el proyecto de colonización de Isla de Pinos, identificado como Colonia Reina Amalia, por la Real Cédula del 1 de agosto de 1828.
  • Camaraco: El primero en llamarla así fue el coronel Don Joaquín de Miranda y Madariaga, aunque se debe señalar que no aparece en mapa alguno. Se considera que tal nombre se deriva de la voz indígena Camarco, pues así se llamó un pueblo aborigen situado en la margen izquierda del río Arimao, en Cienfuegos. También se especula sobre este toponímico en la región de la península de Zapata.
  • Isla de los piratas: A causa de ser un importante apostadero de corsarios y piratas, así como lugar para realizar comercio de contrabando y extracción sin licencia de recursos naturales.
  • Isla del tesoro: Vinculado al nombre anterior y, además, por asociación con la novela de Robert L. Stevenson de igual nombre.
  • Siberia de Cuba: De esta manera la llamó José de la Luz y Caballero en su aforismo No. 18, debido a la gran cantidad de deportaciones que, por motivos políticos y criminales, hacían las autoridades coloniales españolas desde Cuba hacia este apartado lugar.
  • Isla de las Cotorras: Por ser esta ave muy abundante en otras épocas y uno de sus principales atractivos del entorno natural. También por su imagen relacionada con la estampa clásica del pirata, con su pata de palo, el parche en un ojo y la cotorra en el hombro.

En alusiones literarias y popularmente es conocida también como Isla Olvidada.

Permaneció desde entonces olvidada por España y los gobernadores de Cuba. En 1627 fue mercedada al capitán Hernando de Pedroso, pasando de tiempo en tiempo a manos de sucesores, quienes en permutas y transacciones fueron obteniendo los pequeños beneficios de tierras. En 1765, el Conde de Ricla se propuso colonizarla, pero no encontró apoyo en la metrópoli y el proyecto fue olvidado. El propietario y gobernador Domingo Duarte tuvo el empeño de hacerlo y realizó no pocos los esfuerzos, pero nadie se interesó por el proyecto.

Ocupación norteamericana (1898–1902)

El 25 de abril de 1898, el gobierno de los Estados Unidos declaró la guerra a España, e intervino en la contienda que se desarrollaba entre cubanos y españoles, lo que fue calificada como la primera guerra imperialista, a cargo de la nueva potencia mundial. De la presencia norteamericana en Isla de Pinos se tienen las primeras noticias a partir del 1 de agosto de 1898, de esta manera se inició la ocupación norteamericana del territorio, fueron aprovechadas las mismas condiciones que le fueron favorables en otras épocas a corsarios y piratas.

Vencida España, se vio obligada a firmar el Tratado de Paz en París el 10 de diciembre de 1898. No se puede descartar, por otra parte, la intención inicial de dicho país, manifiesta en las exploraciones realizadas por naves de guerra, en la zona de La Siguanea, con la finalidad de evaluar sus posibilidades como futura base naval.

Etapa neocolonial (1902–1958)

En los finales del siglo XIX e inicios del XX, la Isla fue considerada por los Estados Unidos en la órbita de la política imperialista, lo que se concreta en el contenido del Tratado de París (1898), la Enmienda Platt (1901) y el Tratado Hay-Quesada o Tratado sobre Isla de Pinos (1904).

Respaldado por estos mecanismos políticos y jurídicos el gobierno de Estados Unidos estimuló a través de compañías que operaban en su país, La Habana e Isla de Pinos un proceso de especulación con la tierra. Las vendían y compraban innumerables veces, dividían en fincas, haciendas, parcelas; fueron más de tres oleadas de colonos, que vinieron en busca de fortuna como parte del proyecto de convertirla en una Colonia norteamericana.

La presencia de los colonos norteamericanos trajo como consecuencia el establecimiento de una nueva estructura productiva que significó el incremento de la actividad económica agrícola a partir del cultivo de cítricos, vegetales, viandas, legumbres y la infraestructura correspondiente de envasadero, embarcaderos y navieras. También incluyó la explotación de los recursos maderables y minerales existentes.

Con el crecimiento de la población de carácter cosmopolita, aparecen nuevos poblados y la urbanización de los mismos incluyó el establecimiento de bancos, hoteles, comercios en correspondencia al desarrollo económico que se iba alcanzando; también instituciones educacionales, de salud, culturales, religiosas, hasta un cementerio propio. El año 1910 fue el de mayor expresión del conjunto de los enclaves coloniales establecidos.

Con el fin de favorecer el flujo de la navegación fueron abiertos nuevos puertos en Los Indios, Caleta Grande, La Nuevas, West Port y Punta Francés. La navegación de cabotaje creció considerablemente por estos años, operando varios barcos y compañías navieras, algunas conectaban a Isla de Pinos con los Estados Unidos.

Tratado Hay–Quesada

Al quedar establecida la Constitución de 1901, con su apéndice la Enmienda Platt, el asunto de la jurisdicción cubana o norteamericana de Isla de Pinos aparentemente quedaba indefinida, lo cual conllevó al Tratado sobre Isla de Pinos o Tratado Hay–Quesada, fueron muchas las veces que este pasó por el Senado y la Cámara del Gobierno de los Estados Unidos, hasta que fuera aprobado el 13 de marzo de 1925.

Durante todos esos 21 años fueron muchas las personalidades de la cultura, el magisterio, de la política y organizaciones e instituciones cubanas que se involucraron en las acciones que se organizaron para exigir la pertenencia de la Isla al Archipiélago Cubano y la puesta en vigor del Tratado, como fue la creación de la Columna de Defensa Nacional en Isla de Pinos, el Comité Pro-Isla de Pinos, la participación de las logias masónicas, y el quehacer de todos en Isla de Pinos, por toda Cuba y fuera de ella. Se promovieron diversas expresiones artísticas como poesías, canciones, artículos en la prensa, obras de teatro, que reflejaban la identidad cubana y pinera como parte de la nacionalidad. El Comité Antiimperialista de la Universidad de La Habana, del cual formaba parte el líder estudiantil Julio Antonio Mella, también apoyó la lucha por la soberanía cubana de Isla de Pinos y señalaba:

«El darnos Isla de Pinos es un acto natural, siempre fue nuestra [...]»

El objetivo de anexarse la Isla y convertirla en una Colonia Norteamericana se frustra; pero la realidad fue que la convirtieron en un espacio geográfico en función de sus intereses, con una población cosmopolita integrada por cubanos, españoles, americanos, ingleses, alemanes, polacos, jamaicanos, japoneses, entre otros. Los censos realizados durante la etapa neocolonial demuestran el incremento de la población y con ello la densidad por kilómetros cuadrados. Respecto a los propietarios, estos siguieron siendo absentistas, pues no todos permanecieron en la Isla, dejaron sus propiedades al cuidado de arrendatarios.

La posición geográfica de Isla de Pinos, bañada por el mar Caribe y casi a la entrada del Canal de Yucatán, entrañaba ciertos riesgos de carácter natural, como es el paso de grandes ciclones y huracanes, algunos de los cuales han arrasado con edificaciones y cosechas. Esa situación trajo como consecuencia que los agricultores norteamericanos radicados emigraran en gran número a partir del paso del ciclón de 1926, y luego el de 1944.

Aunque el mar ha constituido la vía de comunicación fundamental entre Isla de Pinos, Cuba y el resto del mundo, a partir de la década del 40 del siglo XX se hicieron pistas de aterrizajes de arcilla y/o hierba y aeropuertos con pistas pavimentadas. Para ello fueron organizadas navieras y compañías aéreas que desarrollaron estas actividades. Por su importancia se destacaron la Compañía de Vapores de Isla de Pinos, con capital norteamericano y Aerovías Q con participación de capital privado y estatal.

La población de Isla de Pinos continúo aumentando durante el siglo XX y con ello los servicios a la misma, siendo la mayoría de carácter privado y en manos de compañías norteamericanas que operaban dentro y fuera de la Isla, se fundaron instituciones sociales, de salud, educacionales, culturales, deportivas, recreativas, jurídicas, gubernamentales, políticas, económicas, de servicios y administrativas.

Presidio Modelo

Presidio Modelo.

Con el gobierno de Gerardo Machado se puso en ejecución el proyecto de un Presidio Nacional, formando parte de las obras publicas de su gobierno. Fue copiado el modelo de la prisión de Illinois, llamada Jolliet, en los EEUU. El 1 de febrero de 1926 se colocó la primera piedra y en octubre de 1931 se daba por terminada la cárcel o Presidio Modelo, fue una gigantesca penitenciaría, que se destaca por su arquitectura panóptica, adoptada un año antes en Estados Unidos con igual propósito.

Según El Presidio Modelo obra editada en los años 30 la paternidad de esta institución es atribuible a Gerardo Machado, Presidente de la República, aunque fueron su Secretario de Gobernación, Rogerio Zayas Bazán, y el arquitecto César Eugenio Guerra, las personalidades que más influyen en la materialización del proyecto, apremiados por la situación del sistema penitenciario cubano y los avances que, en materia penal, se habían producido en el mundo por aquella época.

No es casual, que la prisión de Jolliet, inaugurada en el Estado de Illinois, en los Estados Unidos, sea el modelo a "imitar" por los diseñadores cubanos, como no lo es que la Isla de Pinos utilizada durante el siglo XIX como punto de confinamiento, fuese el lugar escogido para el emplazamiento de la nueva penitenciaría.

Un hecho que prueba la premura con que se acometieron las obras de la institución penitenciaria, proyectada y llevada al plano en el 1925, es la llegada a la Isla, en octubre de ese mismo año del Jefe de las obras, Marcos Perera, y su auxiliar Ricardo López, y de una cordillera de presos procedentes del Presidio de la República, emplazado en el Castillo del Príncipe, que laboraría en la construcción de un campamento para cientos de reclusos, incorporados paulatinamente a los trabajos de edificación del reclusorio.

Ese mismo año, a fin de hacer uso de algunas tierras privadas imprescindibles para la construcción del reclusorio, se comienzan a radicar los expedientes de expropiación forzosa, por medio de los cuales se obtuvieron 99.5 caballerías de tierra. El Presidio Modelo no comprendía solamente la parte arquitectónica actual, hoy Monumento Nacional, sino un área de 162.5 caballerías, dedicadas en gran parte dedicada al cultivo y a la cría de animales.

A pesar de los hechos de que han dejado constancia y de los numerosos documentos que ubican en el 1925 el comienzo de las obras, la prensa de la época da el 1 de febrero de 1926 como la fecha en que se inicia su ejecución, tomando por referencia un acto en que el Presidente Gerardo Machado firma la primera piedra del Presidio. Para esa fecha ya existían los cimientos del edificio de la Administración y de la Galera Circular No. 1

Otro suceso, del que se sabe tuvo lugar el 17 de febrero del 1928, es la inauguración de la Galera Circular No. 1, que permitió el traslado a Isla de Pinos de un mayor número de reclusos y la ejecución simultánea de varias edificaciones, que no obstante las medidas de seguridad adoptadas, fueron escenario de numerosos accidentes de trabajo y muertes.

En julio de 1932, en un artículo publicado por Pedro Abraham Castells Varela, se apunta que están terminadas en gran parte todas las edificaciones que se ejecutaban en 1930, paralizándose las obras el 10 de octubre de ese mismo año por la falta de presupuesto.

Entre las omisiones que sufren los planos elaborados por César Eugenio Guerra, definidas por Pablo de la Torriente Brau como adulteraciones caprichosas, figuran los túneles o galerías de comunicación que conectaban todas las edificaciones[2], el locutorio, el auditórium y cuatro de las Galeras Circulares, lo que no impide dar capacidad a la misma cantidad de presos prevista inicialmente; a ese fin se habilita cada celda para colocar dos hombres, lo que permite alojar a 5 000 reclusos aproximadamente. La cifra explica la capacidad del comedor, calculada en 3000 presos, que fue, para más información, el último objeto de obra del Presidio.

La modernidad de la nueva institución penitenciaria, expresada en una mejor iluminación, ventilación y salubridad de las galeras circulares, no se limita sólo a lo arquitectónico; Pedro Abraham Castells Varela, jefe del Presidio Modelo a partir del 1928, tiene a su cargo la redacción de un programa bajo el emblema de trabajo, instrucción y deporte, aparentemente avalado por un horario que concedía un lugar de honor para aquellas actividades, pero que distaba mucho de la realidad del reclusorio.

Una vez desembarcados por el muelle del Columpo, a escasos kilómetros del reclusorio, las cordilleras eran sometidas a un régimen de trabajo, castigo y muerte, del que dejan constancia cientos de expedientes por enajenación mental y abintestato, las armas encontradas en los alrededores de la prisión y el material gráfico.

Según investigaciones de Julio César González Laureiro y Francisco García González, entre 1926 y 1967 murieron en la prisión 831 reclusos, correspondiendo 430 al período en que gobierna Gerardo Machado y Morales; las causas asentadas en los certificados de defunción del machadato permiten conocer que al menos 210 reclusos murieron en circunstancias violentas:

« "herida de la bala en la cabeza", "herida de bala en el pulmón", "aplastamiento".»

El Presidio Modelo, sin embargo, no fue solo lugar de purga para los presos comunes, sino también para los opositores al régimen de Gerardo Machado, siendo más de 500 los presos políticos que pasaron por la prisión desde 1931 hasta agosto de 1933, en que se produjo su derrocamiento.

Esta es una de las razones del incremento de población, pues desde los inicios de su construcción empezaron a entrar presos comunes, revolucionarios, políticos entre otras causales. Los crímenes y asesinatos cometidos en aquel penal, hizo que Pablo de la Torriente Brau la bautizara como la Factoría del Terror y al territorio como La Isla de los 500 Asesinatos.

Durante los años de la República Neocolonial los diferentes gobiernos trataron de aislar a la población pinera del acontecer nacional. La propia política desarrollada con el Presidio Modelo, convertido en Reclusorio Nacional para hombres y en Campo de Concentración para Extranjeros durante la Segunda Guerra Mundial, hizo posible que tanto dentro como fuera de este proliferaran ideas a favor de la integración real de Isla de Pinos al concierto de la nación cubana, y fue por ello que durante el período de encarcelamiento de los revolucionarios que asaltaron los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Oriente se establecieron fuertes lazos de amistad, solidaridad y humanismo entre los familiares de los presos y las familias pineras, destacándose en la Isla la Familia Montané Oropesa, de tal forma que no es posible referirse a la historia pinera sin establecer la relación con Presidio.

Aunque la Isla de Pinos no fue escenario de combates de guerrillas, columnas y frentes, apoyó en hombres y recursos para el desarrollo de la lucha revolucionaria, con dos expedicionarios en el yate Granma y varias incorporaciones a la Sierra Maestra, entre ellos el padre Guillermo Sardiñas. También fueron creadas dos células del Movimiento 26 de Julio, y contribuyeron al proceso por la excarcelación de los moncadistas, lograda el 15 de mayo de 1955.

Conocida originalmente con el nombre de Presidio Modelo, la nueva institución se convirtió en el principal destino del país para presos comunes con más de seis meses de condena hasta largos años de condena, siendo utilizada, ocasionalmente, para la reclusión de presos políticos.

Entre los primeros de esta condición enviados a Isla de Pinos destacan Raúl Roa, Juan Marinello y Pablo de la Torriente Brau, autor de la obra Presidio Modelo (Libro), que narra los horrores que padecen los presos comunes en el recinto penitenciario, inédita hasta el Triunfo de la Revolución Cubana, la obra que mejor esclarece el fin de decenas de reclusos, muertos durante falsas evasiones o raptos suicidas, igualmente falsos.

La entrada de Cuba en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, es otro de los hechos que guarda relación con el Presidio Modelo o Reclusorio Nacional para Hombres de Isla de Pinos en 1938, se convirtió en campo de concentración para extranjeros, donde fueron concentrados 25 italianos, 50 alemanes, 350 japoneses y de otras nacionalidades.

Del último grupo, residente en su mayoría en este mismo territorio, se sabe —como lo prueba una declaración jurada y otros documentos en poder del museo—, que desarrollaba una economía agrícola extremadamente modesta, pero de alguna utilidad para la población pinera, lo que no se tuvo en cuenta cuando fueron declarados extranjeros enemigos y, por tanto, enviados al edificio de Ingreso y Selección del Reclusorio, donde son objeto de gran discriminación en comparación con los europeos.

Hechos que muestran los privilegios de que gozaban italianos y alemanes, a pesar de los continuos disturbios que tenían lugar en su edificio, es el derecho a la lectura, vedado a los japoneses, y la excarcelación inmediata tras la capitulación de sus países, lo que no ocurre con los nipones hasta el mes de enero de 1946, es decir, cuatro meses después de la capitulación de Japón en septiembre de 1945.

Otro hecho, que se desarrolla casi a la par de la instauración de los Campos de Internamiento, y que explica en alguna medida los incidentes que tuvieron lugar en el Presidio tras la derogación del Código Penaly la puesta en vigor del Código de Defensa Social, que garantizaría la seguridad de la sociedad y el preso, es la subordinación del Consejo Superior de Defensa Social[3] a una dependencia del Estado, lo que unido al caos imperante en el país por aquellos años, convierten al Reclusorio Nacional para Hombres de Isla de Pinos en reflejo de los males de una sociedad, donde anidan incontables vicios.

Se caracteriza esta época, por la proliferación de los desórdenes en el Reclusorio y la confección y uso de armas artesanales de proporciones inverosímiles; por la ocurrencia de reyertas injustificables, pero no a la luz de la prisión ni de aquellos años, como lo expresa la causa 503 del 1944, en que los sancionados Manuel Viera Medina y Eduardo González se agreden por el reparto del producto de un envío de piezas artesanales, de las que han perdurado, en lo fundamental, las fabricadas con maderas, piedras y textiles. Fue aquella, también, época de juego prohibido y de reclusión de elementos gánster, que no sólo extorsionan a sus víctimas desde la prisión, sino que protagonizan hechos importantes. Tal es el caso de la fuga del "chino Prendes", uno de los asaltantes del Royal Bank of Canada, que acaba con un simulacro de protesta por los pobladores de Nueva Gerona y la muerte de dos reclusos, hasta donde hoy se sabe, lo que indica que, a pesar del desorden, la Dirección del Presidio sigue administrando de modo arbitrario la justicia.

Así mismo ocurrirá tras el Golpe de Estado del 1952, encabezado por Fulgencio Batista, quien reintegra en la Dirección del Presidio a los militares "depuestos" por el Código de Defensa, quienes fueron, a la postre, juzgados y sancionados por los Tribunales Revolucionarios. Entre otros grupos opositores al presidente golpista, en esta etapa pasan por la prisión algunos de los asaltantes al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, quienes ingresan en la institución el 13 de octubre de 1953, arribando, cuatro días después, el abogado y líder de la acción Fidel Castro Ruz, quien permanece en la prisión durante 19 meses.

El 12 de febrero de 1954, este grupo protagoniza un acto cargado de heroísmo, al cantarle a Fulgencio Batista —de visita en Presidio— la Marcha del 26 de julio.

La excarcelación de los Moncadistas se produce el 15 de mayo de 1955. Entre los años 1956 y 1957, también cumplen sanción en Presidio numerosos miembros del ejército y de organizaciones opuestas al gobierno de Batista, quienes ocupan la Circular No. 4.

Decisiva fueron también las acciones revolucionarias desarrolladas para frustrar el intento de golpe de estado durante el proceso de excarcelación de los presos políticos liberados del Presidio el 1 de enero de 1959 mediante la manipulación de algunos de los militares encarcelados, como el Coronel Barquín y asegurar el Triunfo Revolucionario con la participación del pueblo pinero que respondió al llamado de José Ramón Fernández, Armando Hart Dávalos, Jesús Montané Oropesa, Mariano Rives Pantoja, entre los principales dirigentes que se encontraban en tierra pinera.

Con el Gobierno de Fulgencio Batista, Isla de Pinos se convierte por ley en una Zona Franca y una Zona Turística Especial al servicio de los intereses de los Estados Unidos en alianza con Batista.

Revolución en el poder

Transformaciones revolucionarias

El Primero de enero de 1959 se inicia el verdadero descubrimiento y la verdadera historia de la Isla. De esa manera este espacio físico–social se convierte en el laboratorio de la Revolución mediante la instrumentación de la política revolucionaria, con una creciente participación de la juventud cubana con el objetivo de integrarla al desarrollo nacional.

El 17 de febrero de 1959 Camilo Cienfuegos visitó Isla de Pinos y adopta importantes medidas que aseguraron el triunfo revolucionario y la unidad, designa a miembros del Ejército Rebelde en los cargos decisorios, a partir de entonces la Isla se convierte en una fortaleza militar.

Los días 6 y 7 de junio de 1959 Fidel Castro Ruz visita la Isla y la recorre apreciando sus potencialidades, el 7 se reúne con el pueblo pinero en el Parque Lacret, desde el portal del edificio del Ayuntamiento y propone la eliminación de la Zona Franca y Turística Especial de Isla de Pinos por ser perjudicial al desarrollo autentico del municipio, presenta el Primer Plan Mínimo para la Rehabilitación Económica–Social de Isla de Pinos, el cual contenía 11 aspectos: entre ellos la eliminación de la Zona Franca y Turística Especial, la construcción de la carretera de Santa Fe hasta el Sur así como otras vías de comunicación, el establecimiento de un criadero nacional de ganado de la raza cebú, desarrollo de la agricultura convirtiéndose la Isla en la Cuarta zona de desarrollo establecida por el INRA, desarrollo del turismo nacional e internacional con vuelos directos a la Florida, la rebaja del costo del pasaje marítimo, aéreo y terrestre, construcción de viviendas, de industrias, del acueducto y alcantarillado de Nueva Gerona, desarrollo de la tecnología, creación de empleos, el traslado del Presidio de Isla de Pinos entre otros.

Para concretar ese plan estratégico fue necesario aplicar un poblamiento mecánico, para ello fueron trasladados a la Isla cientos de hombres y mujeres, muchos de los cuales se quedaron el resto de la vida y contribuyeron a las profundas transformaciones que tuvieron lugar. Una y otra vez el Comandante en Jefe Fidel Castro visitaría la Isla acompañando a importantes delegaciones extranjeras, chequeando la estrategia diseñada y mostrando al mundo la obra extraordinaria de la Revolución en la agricultura, la educación, la salud, las construcciones, la cultura, el deporte, la industria y la sociedad en general.

Fueron creadas e instituidas las estructuras de Gobierno, Administración, Militares, Políticas y de masas. Con la División Político Administrativa de 1976 se convierte en Municipio Especial, y deja de ser una de las regiones de la provincia de La Habana, subordinado a las instancias centrales de la nación.

El resultado de la política revolucionaria aplicada durante las décadas del 60, 70 y 80 hacen posible que la Isla se convierta en la Vitrina de la Revolución, se crearon centros educacionales en todos las enseñanzas, el nivel de desarrollo económico con industrias, presas y micro presas, fue extraordinario, también en el ámbito social, cultural, en el deporte, la salud, en las infraestructuras creadas, el nivel de vida alcanzado fue alto, lo que quedó expresado en la rendición de cuenta ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 22 de diciembre de 1988, creándose las condiciones para poner en práctica un Segundo Plan de desarrollo integral entre 1989 al 2000 que daría continuidad al desarrollo alcanzado en la economía, la sociedad, la salud, la educación, la cultura, la industria, los recursos hidráulicos, eléctrico, las inversiones en general, el transporte, los asentamientos poblacionales entre otros.

Cambio de nombre de Isla de Pinos

La Asamblea Nacional del Poder Popular el 28 de junio de 1978 acuerda cambiar el nombre dado el resultado económico–social y cultural alcanzado junto a la presencia de varias generaciones de jóvenes que componían la población, en lo adelante sería Municipio Especial Isla de la Juventud, lo que se hace público el 2 de agosto de ese año.

Isla de la Juventud (2 de agosto de 1978)

En 1978 se sustituye por el propuesto desde la década del sesenta del siglo XX. En el Primer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea nacional del Poder Popular, el 28 de junio de 1978 se aprobó la ley modificativa a la Ley de División Político–Administrativa, mediante la cual se modifican los artículos 1, 17 y 18 de la Ley 1304, del 3 de junio de 1976 sobre la división territorial. En la nueva redacción el Artículo 1 refrenda jurídicamente el cambio de nombre de Isla de Pinos por el de Isla de la Juventud, que se adoptó como un homenaje a la contribución de la juventud cubana en las transformaciones materializadas durante el período revolucionario, lo cual se hizo oficial el 2 de agosto de 1978 en el marco de celebración del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, del que la Isla fue subsede. Por otra parte, el artículo 17[4]


El 2 de agosto de 1978 fue proclamado el cambio de nombre de Isla de Pinos por el de Isla de la Juventud como reconocimiento al destacado papel de la juventud cubana en el desarrollo de dicha ínsula. El acto fue desarrollado en la escalinata del llamado Presidio Modelo, las palabras centrales estuvieron a cargo de Raúl Roa García y contó con la presencia del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.

Isla de la Juventud en la etapa de 1990 al 2020

Se inicia para el país el Período Especial (cuaro trimestre de 1990). El impacto de esta situación para la Isla fue tardío en relación al resto del país por el nivel de vida que alcanzado. Esto con llevó a un deterioro profundo de todos los renglones y esferas de la vida, por lo que en julio del 2007 la Comisión Política Económica hizo un profundo análisis y aprobó un financiamiento para aplicar en la Isla un Programa de desarrollo entre el 2009 al 2011 que abarcaba la agricultura, la industria, la educación, la salud, la cultura, el deporte, las construcciones, vivienda, pesca, comercio, transporte, recursos hidráulicos, industria ligera, alimentaria y comunales. Nuevamente el pueblo pinero encontró en la Revolución una respuesta ante el deterioro alcanzado en la economía y la sociedad.

Sin embargo, la madre naturaleza una vez más hizo sus estragos y durante el 29 y 30 de agosto del 2008 fue azotado por el huracán Gustav y el 8 de septiembre por el huracán Ike. Con estos eventos colapsó la electricidad, la telefonía, la agricultura, las viviendas, las construcciones, escuelas, bodegas, comercios, fabricas, instalaciones diversas, vías de comunicación, servicios a la población, los daños fueron cuantiosos, parecía que se había producido un golpe nuclear. El pueblo pinero inició una larga recuperación con la ayuda y solidaridad nacional e internacional, así como la atención directa de la máxima dirección política, gubernamental y administrativa del país, con el objetivo de trabajar duro, recuperar lo perdido y poner la Isla más bonita que antes.

En abril del 2011 tuvo lugar el VI Congreso del PCC, del cual se derivan los Lineamientos y en enero del 2012 la Primera Conferencia Nacional del PCC y con ella los Objetivos de trabajo, ratificados en el VII Congreso del PCC en abril del 2016. Otra vez el MEIJ vuelve a estar en la estrategia del país, se aplican experimentos como parte de la implementación e implantación de los Lineamientos y Objetivos. Se realizan estudios y queda aprobado el Plan de Desarrollo Integral, 2012 al 2020 con la finalidad de alcanzar el desarrollo sostenible a partir de optimizar los recursos naturales y sociales para lograr una Isla próspera y bella. Ha sido confeccionado a partir de la utilización de los instrumentos para el ordenamiento territorial e informaciones ofrecidas por las instituciones locales y nacionales, constituirá un instrumento de dirección del gobierno local en el período 2012 al 2020, contando con el respaldo de la máxima dirección del país. Constituye este Plan un experimento que tiene dos objetivos básicos:

  • Potenciar el desarrollo económico–productivo del territorio.
    • Garantía infraestructural que apoya el desarrollo del territorio.
    • Producción de alimentos, desarrollo del turismo y la industria.
    • Utilización y reactivación del potencial de recursos naturales, humanos y económicos.
  • Elevar el papel del trabajo como modo de incrementar el nivel de ingreso de la fuerza laboral.
    • Generación de empleos.
    • Mejoramiento del hábitat.
    • Crear oportunidades de desarrollo local.
    • Fortalecimiento del sistema de asentamientos.

Definiéndose líneas de desarrollo:

  1. Programa Agropecuario.
  2. Programa de Industria.
  3. Programa de Turismo.
  4. Propuesta de desarrollo social.
  5. Inversiones.

En los años siguiente el mundo se ha complejizado más y ello ha repercutido en Cuba y por tanto en la Isla de la Juventud, el pueblo pinero ha sido convocado por la dirección del PCC, junto al Poder Popular, el Gobierno y la Administración al Movimiento Popular Atrévete a ser más en el marco del 150 Aniversario de la estancia de José Martí en tierra pinera y en el 190 Aniversario de la fundación de Nueva Gerona para que las presentes y futuras generaciones de pineros trabajen para lograr cumplir con el Plan propuesto hasta el 2020 para hacer realidad el sueño de lograr una Isla próspera y bella, compromiso de esta generación con las que hicieron posible la Revolución y poder asegurar su supervivencia y construir el Socialismo Próspero y Sostenible, la Isla y el país que queremos como pineros y cubanos que somos.

Véase también

Referencias

Fuentes

  • Álvarez, Estévez, Rolando: Isla de Pinos y el Tratado Hay-Quesada. Instituto Cubano del Libro. La Habana 1973.
  • Archivo Parroquial de la Iglesia de Nueva Gerona. Libro de Defunciones de españoles. T.II.F 189. Inscripción 650
  • Almeida León, Manuel Ismael. Apuntes para la historia naval de Isla de Pinos. Ciudad de La Habana. 1990.
  • Cabrera, Raimundo. Mis buenos tiempos. Editorial Letras Cubanas. Ciudad de La Habana. 1981.
  • Carrillo Morales, Justo. Expediciones Cubanas. La Habana, 1936.
  • Censo de población de la República de Cuba de 1907. Oficina del Censo de los Estados Unidos. Washington, 1908.
  • Colectivo de autores: Síntesis histórica municipal Isla de la Juventud. Ediciones El Abra. La Habana, 2011.
  • Colectivo de autores: La expedición más arriesgada “. Ediciones Loynaz, Pinar del Río. 2018.
  • Decreto Ley No. 2071, del 27 de enero de 1955, de la Zona Franca y Turística Especial en Isla de Pinos. Legajo 3, Expediente 374. Archivo Municipal Isla de la Juventud.
  • Núñez Jiménez, Antonio: Isla de Pinos. Piratas. Colonizadores Rebeldes. Editorial Arte y Literatura. La Habana 1976.
  • Negrín Ruiz, Javier y Jorge Fernández Guerrero. La masonería cubana y el tratado Hay-Quesada. Ediciones Áncoras. Isla de la Juventud, 2018
  • Sorhegui, Arturo y Mirna Quiñones. "El Tratado Hay Quesada. Consideraciones Históricas". Revista Biblioteca Nacional de Cuba. No. 1, Enero-Abril de 1980
  • Unger Pérez, Roberto; Juan Colina e Isabel Campo: Americanos en la isla. Ediciones El Abra.2014.
  • Wright, Irene: Isla de Pinos 1910. Traducción mecanografiada. Archivo Histórico Pinero.
  • Zulueta Avilés, Ana Esther y Roberto Díaz Martorell: Cuando la palabra se parece a la vida. Editora Historia, IHC, La Habana, 2015.
  • Monografía, investigación histórica sobre la Isla de la Juventud, inédita en el IHC.
  • Isla de la Juventud, su naturaleza. Colectivo de autores, Sergio A. Gort González, Tomás Escobar Herrera, José Izquierdo Lobeelle, Modesto Corrioso Rodríguez, Narciso Singh Ramírez. Editorial Científico Técnica La Habana. Publicado en Buenos Aires, Argentina, 1994.
  • Síntesis histórica municipal sobre la Isla de la Juventud. Colección Memorias. Editora Historia y Ediciones El Abra, La Habana, 2011.
  • Constitución de la República de Cuba, 1976.
  • Una mirada a Cuba. Síntesis geográfica y demográfica. Oficina Nacional de Estadísticas, 2010.