Hostia

Hostia
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Hoja redonda y delgada de pan ázimo que el sacerdote consagra en la misa para el sacramento de la comunión.

Hostia. Hoja redonda y fina hecha de una masa de harina y agua que el sacerdote consagra durante la misa para convertirla en símbolo del cuerpo de Cristo y da a los fieles en la comunión. forma, pan bendito.

Etimología

Al pan destinado a la consagración eucarística se le llama comúnmente hostia, y aunque este término puede asimismo ser aplicado al pan y vino del Sacrificio, se reserva más especialmente para el pan.

Según Ovidio la palabra viene de hostis, enemigo: "Hostibus a domitis hostia nomen habet", porque los antiguos ofrecían a sus enemigos vencidos como víctimas a los dioses. Sin embargo, es posible que hostia se derive de hostire, golpear, según se halla en Pacuvio. En Occidente el término se generalizó principalmente debido al uso hecho de él en la Vulgata y en la liturgia (Rom. 12,1; Flp. 4,18; Ef. 5,2; Heb. 10,12; Mabillon, "Liturg. Gall. vetus", págs. 235, 237, 257; "Missale Mozarab.", ed. Leslie, p. 39; "Missale Gothicum", p. 253). Se le aplicó a Cristo, la Víctima Inmolada, y a modo de anticipación, al pan todavía sin consagrar destinado a convertirse en el Cuerpo de Cristo. En la Edad Media también se le conocía como "hoiste", "oiste", "oite".

Los griegos llaman a la hostia artos (pan), dora (dones), --- merdia (partículas) y prosphora. (oblaciones). Luego de la consagración las partículas toman el nombre de margaritai (perlas). Antes de su consagración los coptos la llaman "baraco"; los sirios "paristo" (pan), "burschan" (primicias) y "kourbano" (oblación); los nestorianos, "xatha" (primogénito) o "agnus" (cordero), y los mingrelianos "sabisquiri". Después de la consagración los coptos llaman a la hostia "corban" (oblación); los jacobitas, "tabho" (sellos); los sirios, "gamouro" (carbones encendidos), y, por anticipación, estos nombres se aplican a veces al plan incluso antes de su consagración.

Forma y Dimensiones

Fuentes La primera mención de la forma de las hostias se halla en San Epifanio en el siglo IV cuando él dijo: "hoc est enim rotundae formae", pero el hecho ya había sido registrado por las pinturas en las catacumbas y por bajorrelieves muy antiguos. La unidad de forma y tamaño se estableció lentamente, y diferentes costumbres se impusieron en las diferentes provincias. En una fecha temprana los concilios trataron de introducir la uniformidad sobre este punto; uno celebrado en Arles en el 554 ordenó a todos los obispos de esa provincia a utilizar hostias con la misma forma que las utilizadas en la iglesia de Arles. Según Mabillon, ya para el siglo VI las hostias eran tan pequeñas y finas como las de ahora, y se afirma que desde el siglo VIII, era costumbre bendecir las hostias pequeñas destinadas a los fieles, una medida ventajosa que prescindía de romper la hostia y por consiguiente evitaba las migajas que resultaban.

Tan tarde como en el siglo XI, nos encontramos con una cierta oposición a la costumbre, entonces generalizada, de reservar una hostia grande para el sacerdote y una pequeña para cada comulgante. Sin embargo, en el siglo XII, la nueva costumbre prevaleció en Francia, Suiza y Alemania; Honorio de Autun establece de modo general que las hostias eran en forma de "denarios". Los monasterios se mantuvieron por un tiempo más largo, y tan tarde como el siglo XII el antiguo sistema estaba todavía en vigor en Cluny.

En 1516 el misal de Rouen prescribía que el celebrante rompiese la hostia en tres partes, la primera para ser puesta en el cáliz, la segunda para que el celebrante la recibiera en la Sagrada Comunión y la tercera para guardarla como viático para los agonizantes. Los cartujos reservaban una hostia muy grande, de la cual desprendían una partícula para cada Viático. Finalmente, todas las hostias se hicieron redondas y sus dimensiones variaron, pero muy poco. Sin embargo, a veces se consagraban unas muy grandes para las custodias, en ocasión de la Exposición del Santísimo Sacramento. Hoy (1912) en Roma las hostias grandes son de nueve centímetros de diámetro y las pequeños de cuatro centímetros. En otros países no suelen ser tan grande. En 1865 el Papa Pío IX autorizó a los sacerdotes exiliados a Siberia a consagrar la Eucaristía con pan de trigo que no tenía la forma de una hostia redonda.

Hostia en la Iglesia Católica

Los católicos creen en la transubstanciación, que consiste en la transformación de la hostia en la carne y del vino en la sangre de Cristo. Esto sucede en el momento de la consagración, que es una de las partes de la misa. Acto seguido de la transubstanciación, que se realiza en la parte de la Misa llamada Plegaria Eucarística tras rezar el Padrenuestro se procede a recibir a Cristo ingiriendo la Venerable Hostia en la comunión, como parte del sacramento de la Eucaristía o Santa Misa.

A partir del momento de la transubstanciación, se conoce también a la hostia con el nombre de Sagrada Forma o Forma Consagrada. Los católicos, basándose en Juan 6:51-58, creen que Jesucristo se encuentra corporalmente presente en el pan y el vino. El texto dice: "Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida". Con el fin de desterrar la noción de que, en la Eucaristía solo es recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo y no Cristo en su totalidad, el Concilio de Trento definió la Presencia Real como que se incluye en la Eucaristía el cuerpo, alma y divinidad de Jesucristo.

Las hostias que no son consumidas en la comunión suelen reservarse en los sagrarios o tabernáculos de las iglesias, de forma que los católicos, que creen en la presencia de Jesucristo, puedan ir a visitarle y a adorar a Jesucristo, presente en la hostias consagradas. Cuando se administra la comunión a un enfermo terminal, se conoce al sacramento con el nombre de viático.

En la Iglesia Protestante no se utiliza la "hostia" sino pan sin leudar, previamente cortado en trozos. El evangelismo no acepta la presencia real de Jesús en el pan. En la doctrina protestante el pan simbolizaría el cuerpo de Jesucristo y no sería Jesucristo mismo. En los cultos evangélicos no es considerada la presencia real de Jesús en la Eucaristía como verdadera tal como afirma la doctrina católica de la transubstanciación; una cita dice respecto del pan usado en dicha celebración religiosa: Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. Juan 6:51-53

Fuentes