Huerto escolar

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Para otros usos de este término, véase Huerto escolar (desambiguación).
En las escuelas, en nuestro país, el trabajo de los escolares en los huertos es una de las modalidades más frecuentes para dar cumplimiento a este principio al que se presta mayor atención, dada la importancia que se le concede al mismo en la formación laboral de estos.
No se atribuye la mayor importancia a la producción en sí, el propósito más importante es otro. Se trata de fomentar valores en los educandos, para que sientan apego por la naturaleza y puedan entender que es posible con el esfuerzo y con el trabajo lograr un beneficio, el enriquecimiento espiritual y el crecimiento de todos.
Si logramos que los niños desde edades tempranas, sean solidarios, respetuosos con el esfuerzo de todos, capaces de estimar las bondades del trabajo y de amar su entorno, habremos dado un paso importante en la formación de un buen ciudadano.

Huerto Escolar

Requisitos para establecer el huerto escolar

El área del huerto debe estar ubicada cerca de la escuela, ya que facilita la participación de los alumnos y un mayor aprovechamiento del tiempo.
Para el cultivo de hortalizas resulta necesario, además, que esté asegurada una fuente de abasto de agua próxima o ubicada en el área del huerto para viabilizar el acarreo y distribución del líquido que utilizaremos en el regadío de las plantas.
No siempre se dispone de un terreno que cumpla todos los requisitos para establecer el huerto escolar, entonces debemos trabajar para crear las condiciones indispensables que nos permitan el establecimiento de los cultivos.

Algunas sugerencias para construir huertos escolares.

Los huertos escolares presentan características especiales, ya que no son solamente un espacio para sembrar y cosechar alimentos sin dañar el entorno. En los huertos escolares se manifiestan las siguientes particularidades:
Se realiza en un proceso participativo voluntario donde los escolares se organizan en grupos, todas las ideas y opiniones se toman en cuenta, y las decisiones se hacen colectivas.
Se asumen las tareas en conjunto con integración de maestros, familiares y la comunidad. Se socializa el trabajo, las responsabilidades y se planifican las acciones.
Se difunden herramientas pedagógicas que apoyan la docencia de la escuela. Se desarrollan capacidades y se crean valores éticos de convivencia y protección al medio ambiente.
Se aprende a conocer y apreciar el valor de los alimentos y la alimentación saludable.
Se trabaja al aire libre con una mayor aproximación a la naturaleza y se contribuye a eliminar el sedentarismo.
Los pasos a seguir
Planificación de las acciones y socialización de las tareas
Las acciones a realizar se planifican y priorizan para coordinar mejor las actividades a realizar.
Los huertos escolares tienen sus características propias, ya que se requieren resultados rápidos para mantener el impacto en los escolares. Por otra parte, los escolares no están permanentemente en las escuelas y los periodos de vacaciones pueden ser prolongados. A su vez, se producen cambios rápidos en los cursos y las edades que pueden afectar la permanencia del huerto y los cultivos en diferentes épocas del año.
En esta etapa de planificación y socialización de las tareas, se realizan acciones de motivación para lograr la socialización con el apoyo entusiasta de la escuela y la participación de padres, familiares y de la comunidad.
En la planificación de los huertos escolares se recomienda tener presente utilizar escasos recursos, bajos insumos y aplicar métodos naturales, biológicos y orgánicos que no impliquen la introducción de productos tóxicos.
Localización de lugar o espacio para hacer el huerto en la escuela o sus alrededores
La localización del lugar o el espacio disponible donde se puede asentar el huerto es conveniente que tenga un carácter permanente, pero no siempre presenta las condiciones óptimas y es importante estar dispuestos a movilizarnos para efectuar limpiezas y otros trabajos previos.
Diseño del huerto
El diseño del huerto es un momento especialmente importante para el grupo del Huerto escolar. Se requiere analizar bien y discutir amplia y profundamente qué queremos hacer, cómo lo queremos hacer, cuáles son las condiciones naturales y los recursos que tenemos para comenzar nuestro huerto.
Se recomienda hacer un mapa o un croquis de cómo concebimos el huerto en sus diferentes etapas de desarrollo con localizaciones concretas de los cultivos de acuerdo con las características de los cultivos y la parcela, la fuente de suministro de agua, localización del compost, etc.
Preparación del terreno
Durante los trabajos que se acometen en la preparación del área y el suelo, para hacerlos aptos y sembrar, se utilizan diferentes instrumentos o medios de trabajo.
Las plantas se fijan al suelo por medio de sus raíces y por estas toman de la tierra, el agua que lleva disuelta los alimentos que ella requiere.
Mientras más se desarrollan las raíces, mayor será la cantidad de alimentos que toman, porque es más grande la zona de alimentación que abarcan en el suelo; además, mientras más rico o fértil sea el suelo, esos elementos estarán en mejor disposición para ser asimilados.
De todo lo anterior se deduce la conveniencia de utilizar terrenos que, en lo posible, tengan gran capa vegetal y que estén sueltos; el suelo rico en materia vegetal y mullido garantiza la correcta aireación, circulación del agua y, por tanto, un buen enraizamiento de las plantas.
Para lograr que le terreno esté suelto, se realizan distintas operaciones, a las que se les denominan, labores de preparación del suelo.
La primera labor que se hace en el terreno, para ararlo, romperlo y promoverlo, se llama roturación. Esta se puede hacer con el tridente, con el pico o con medios mecánicos. El tridente es de fácil manejo, el peso de la persona que lo opera ayuda en la operación más difícil, que es la de introducirlo en el terreno; para ello hay que colocarlo en forma vertical, apoyar un pie sobre la base de los dientes y hacer presión hacia abajo. Para que el tridente penetre en el suelo, no es necesario moverlo de atrás hacia delante y de un lado a otro. Después que el tridente está bien enterrado, se baja el cabo hacia el cuerpo en forma de palanca, lo que permite levantar la tierra con lo que permite levantar la tierra con los dientes del implemento. Esta operación se repite hasta lograr la profundidad requerida que debe ser de 20 a 30 cm.
La tierra se encuentra en buenas condiciones para trabajarla cuando tomando un puñado, la apretamos entre los dedos y contra la palma de la mano, y al soltarla se desmorona; por el contrario, si las partículas se adhieren firmemente formando pelotas, es seguro que está demasiado húmeda para roturarla. Cuando esto ocurre será imposible dejar la tierra fina, pulverizada porque al secarse formará terrones muy difíciles de romper.
Terminada esta labor, deben dejarse pasar varios días para que le de sol y aire al terreno; si cae algún aguacero o lo regamos enseguida comenzará la germinación y crecimiento de plantas indeseables.
A los 30 ó 35 días aproximadamente, volvemos a trabajar la tierra con el mismo implemento. No debe darse labor cuando la tierra esté muy mojada. Al realizar esta segunda labor, aprovecharemos para limpiar bien el terreno de pedazos de raíces y piedras. Al término de esta segunda labor y tras dejar pasar nuevamente 15 ó 20 días, si el terreno lo requiere se dará una tercera labor, siempre en sentido perpendicular a la anterior, para dejar el terreno bien suelto y libre de malas hierbas. Es recomendable, entre la segunda y tercera labor, realizar un pase de guataca a la superficie del terreno arado anteriormente, con el fin de eliminar las malas hierbas o plantas indeseables que han germinado e ir alisando y uniformando la superficie del terreno.
Replanteo y construcción de canteros:
Esta operación se llevará a cabo cuando se deba dar una mejor distribución, organización y orientación del área agrícola, con sus canteros, pasillos o caminos, de manera que se puedan efectuar las actividades de campo de forma más ágil y económica.
El pasillo central se construirá con un recorrido en línea recta. Por ser el camino de mayor tránsito, debe ser más ancho que los demás pasillos o caminos; en dependencia de la dimensión que tenga el huerto escolar o la parcela productiva, este se orientará de forma tal que enlace en todos los canteros en forma perpendicular y con el resto del área o instalaciones, como son las construcciones agrícolas, de servicio a la agricultura: aboneras, cuarto de herramientas o de implementos agrícolas y otras.
Los canteros se construirán paralelos entre sí, con una dimensión de un metro de ancho a todo lo largo del terreno y perpendiculares a las calles; llevará un pasillo de 60 cm entre canteros y otro pasillo más estrecho, que cortará el largo del cantero cada 10 cm para permitir cruzar sin estropear la plantación.
Una vez trazados los canteros, se procederá a remover nuevamente el terreno y añadirle estiércol o materia orgánica que servirá de abono; con la azada se recogerá la tierra de los pasillos y se echará sobre los canteros. Con el rastrillo y la azada se emparejará la tierra y se perfilarán los canteros, cuidando de que los bordes queden debajo del cordel y de que la superficie del cantero nunca resulte deprimida. La altura de los canteros dependerá del tipo de suelo; en tierras bajas, propensas al exceso de humedad, se les dará una altura de 15cm; y en los terrenos secantes, la altura más baja podrá ser entre 10 y 15cm.
Una vez terminada la construcción del cantero, debemos desinfectarlo. Esta operación resulta imprescindible en aquellos canteros donde se van a echar semilleros, ya que debido a la aglomeración de plantas pequeñas, después de la germinación habrá más posibilidades de ataques de enfermedades, principalmente las provocadas por hongos. Terminada esta tarea, el cantero quedará listo para hacer la siembra.
Abonos y fertilizantes usados.
Los nutrientes
Las plantas se alimentan de los nutrientes minerales que hay en el suelo y que extraen mediante las raíces. Los nutrientes que necesita en mayor cantidad son el nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio. Pero hay otros nutrientes que también son necesarios para la planta pero en menor cantidad.
Pasados unos meses de cultivo, los nutrientes se agotan, no sólo porqué las plantas los consumen. Algunos, como el nitrógeno, son arrastrados por el exceso de agua de riego o lluvia. Es el momento de añadir más nutrientes.
Los abonos son aquellas sustancias que tienen nutrientes que las raíces de las plantas pueden absorber. Hay muchos tipos de abonos: químicos, orgánicos, ecológicos, líquidos, sólidos...Se recomienda utilizar abonos orgánicos por las siguientes razones:
Son ecológicos.
Tienen todos los nutrientes.
Liberan los nutrientes progresivamente lo que disminuye las pérdidas por lavado.
Las hortalizas, por su rápido crecimiento, son cultivos que consumen rápidamente los abonos, por lo que desde el inicio de su siembra, aún en el semillero, y durante el crecimiento inicial de las plantas, deben mantenerse con buena reserva o suministro de estos elementos, para su correcto crecimiento y producción.
Se debe explicar a los estudiantes, citando ejemplo de los diferentes alimentos que a ellos se les suministran en su dieta alimenticia, para lograr un crecimiento y desarrollo adecuado. Igualmente podrá utilizarse en diferentes partes del terreno dos o tres parcelitas de un metro cuadrado cada una, donde se siembran las hortalizas, pero sin fertilizantes, de manera que ellos comprueben que el crecimiento y desarrollo de estos vegetales son diferentes a los que crecieron en terreno abonado.
Los elementos fertilizantes que deben predominar en el abonado, son: nitrógeno y potasio; le siguen en orden, el fósforo y la cal, en cantidades suficientes. Podemos concluir diciendo que los abonos que necesitan las hortalizas son aquellos que contengan todos estos elementos; la dosis a utilizar dependen de cada especie vegetal, puesto que no todas consumen las mismas cantidades ni el mismo elemento, ni en igual tiempo.
Abonos orgánicos: Son los que están constituidos por restos de plantas, animales, excrementos, etcétera. En el buen abonado del huerto o parcela productiva, la materia orgánica, (humus o mantillo), tiene mucha influencia sobre el desarrollo de la mayor parte de las hortalizas; los efectos beneficiosos de la materia orgánica son necesarios a cualquier tipo de suelo, pero en los terrenos arenosos y arcillosos esta desempeña un papel esencial.
La materia orgánica puede suministrársele al terreno, aplicando, además, el estiércol de los distintos animales, o el compost.
La materia orgánica no solo mejora la estructura del suelo y por consiguiente, su fertilidad, sino que también a través de su descomposición suministra algunas cantidades de elementos químicos ya señalados.
Veamos a continuación las principales materias orgánicas que se utilizan como abono:
Estiércol animal: Es el mejor abono orgánico, se aplica mezclándolo bien con el suelo; en el momento en que estemos preparando el terreno del huerto, se añade una cantidad no menor de 10kg por metro cuadrado.
Como ya hemos dicho, este abono mejorará las condiciones físicas del terreno, haciéndolo más suelto. El estiércol debe emplearse semidescompuesto, ya que si está completamente fermentado, no debe aplicarse en el huerto, porque ha perdido gran parte de las sustancias nutritivas. El estiércol más usado es el procedente del ganado vacuno y caballar, aunque también se puede utilizar el de ovinos, conejos y cerdos.
La gallinaza y palomina son ricos en elementos nutritivos; se deben aplicar a razón de 4kg por metro cuadrado, debiendo regarse cuando el terreno esté húmedo, para que no se pierdan sus elementos nutritivos.
Compost. Se llama de esta manera al producto resultante de la descomposición de la materia orgánica, principalmente de origen vegetal. Este puede ser preparado en la propia escuela y utilizarse en lugar de estiércol.
Para hacerlo procederemos de la forma siguiente: en el estercolero se preparan tres divisiones o fosas de aproximadamente un metro de profundidad o altura y un metro de lado. En la primera parte, depositamos todas las hierbas y residuos orgánicos susceptibles de descomposición, procedentes de la limpieza del terreno del huerto, evitando echar partes leñosas, piedras, tierra, etcétera; una vez que lo hayamos llenado, le añadimos agua, (se debe realizar esta operación a menudo, si fuera posible cada dos o tres días, para estimular la descomposición de la materia orgánica); realizando lo anterior, tapamos la mezcla con pencas de guano, yaguas o cualquier otro material. El contenido de esta parte demora en descomponerse cerca de un mes, siempre y cuando le hayamos mantenido la humedad necesaria a través de riegos frecuentes.
Después de un mes se pasa el contenido de la fosa #1, a la fosa #2. Lo que estaba en la superficie pasará ahora al fondo y lo que estaba en el fondo, a la superficie. Llenando nuevamente la fosa #1 como antes. Al finalizar el siguiente mes se pasa entonces el contenido de la fosa #2 para la #3, la de la #1 para la #2 y se vuelve a llenar la primera. Al concluir el tercer mes se aplica el compost de la fosa #3, regándola sobre el terreno, y se continuará el procedimiento descrito, llenando y vaciando consecutivamente las tres fosas.
Siguiendo este procedimiento, al cabo de los tres o cuatro meses aproximadamente, se obtiene un buen compost, siempre y cuando no se haya dejado de echarle agua y se haya mantenido tapado todo el estercolero o abonera.
Fertilizantes
Son abonos inorgánicos que se obtienen industrialmente, cuyos elementos pueden presentarse en forma de concentrados, altamente solubles, estar asociados a otros elementos, o simplemente aportando uno de ellos.
Mientras los abonos orgánicos se aplican antes o en el momento de la preparación del terreno, lo fertilizantes químicos se pueden suministrar en el mismo momento de la siembra o después de esta, por su gran solubilidad que permite que la planta lo absorba rápidamente; de modo igual, por sus altas concentraciones se utilizan en ínfimas cantidades, con aplicaciones casi superficiales y localizadas, es decir, poco enterrados y cerca de las plantas, hasta donde se desarrollan las raíces.
Fundamentalmente los fertilizantes indispensables para las plantas son lo nitrogenados, los fosforados, los potásicos y los que suministran la cal.
Nitrógeno: Se aplica cuando vemos que una planta crece débil. Estos elementos son los motores fundamentales en la producción agrícola y los que aseguran el máximo rendimiento.
El nitrógeno es el elemento que contribuye al mayor desarrollo de las raíces de las plantas en el primer período de su crecimiento, por tanto es la base de su vigor; contribuye al crecimiento de los tallos y en particular de las hojas, las cuales, además de adquirir un gran desarrollo, toman un color verde oscuro cuando tienen nitrógeno en exceso.
Fósforo: Este elemento sirve como regulador del vigor de la planta y se acumula principalmente en los frutos y semillas. Favorece las funciones reproductoras de la planta; facilita el aumento de tamaño de los tallos, yemas florales y las flores; favorece la fecundación, anticipándola y haciéndola más fácilmente conservable. Aumenta el número de raíces de las plantas, además, el fósforo es el componente principal del protoplasma de la célula.
Potasio: Se moviliza poco en el terreno, ya que está frecuentemente retenido por el poder absorbente del suelo.
Al aplicar el potasio, como cualquier otro fertilizante, es preciso usarlo con cautela, porque si se añade en exceso, las hojas amarillean y las raíces se afectan también.
No obstante, sin potasio no es posible obtener una floración abundante ni por consiguiente, una fructificación copiosa.
Cal: Este elemento es indispensable para formar el esqueleto de la planta.
Las hortalizas se cultivan unas por sus raíces y otras por sus frutos en vaina; en ambos casos la adición de cal les resulta ventajosa.
La cal tiene la propiedad de estimular o vivificar los microorganismos del suelo que descomponen la materia orgánica. También se utiliza para enmendar la acidez de los suelos. Los fertilizantes químicos para las hortalizas, se fabrican en la actualidad con todos estos elementos o con algunos de ellos solamente; en los envases se indican las cantidades en tantos por cientos, es decir, que ese fertilizante contiene el 8% de nitrógeno, el 15 % de fósforo y el 25 % de potasio.
Para asegurarnos que los nutrientes no faltaran nunca es conveniente abonar con frecuencia, cada 3-4 meses.
No todos los abonos orgánicos son iguales. La cantidad de abono que debemos añadir depende de la riqueza en nutrientes que tenga.

Siembra, semilleros y trasplantes.

Siembra:

Cuando se ha concluido las operaciones de preparación del suelo y la tierra está en condiciones de recibir la simiente, se procede a depositar la semilla botánica, directamente en los canteros Hechos para los semilleros o en áreas no acanteradas; a estas operaciones le llamamos siembra de asiento o directa.
En dependencia del tamaño y extensión que cubran las hortalizas al crecer, se utilizarán distintas formas de siembra; por lo general, plantas con mayor follaje como el tomate, el ají, el melón, la calabaza, el pepino y otras, se siembran directamente en el terreno sin preparar canteros; sin embargo, las de menor tamaño y las de ciclo corto pueden sembrarse directamente en los canteros.
En algunos tipos de siembra, se marca el terreno para indicar la distancia en que irá una planta de otra ,(narigón), del mismo modo, se deja separación entre cada surco o hilera, esta distancia se denomina camellón.
Hay dos formas para sembrar, una a chorrillo, que se hace depositando las semillas sin guardar distancias entre ellas, es decir, se dejan caer una a continuación de la otra dentro del surco, y la otra forma consiste en sembrar a golpe, estableciendo las distancias de siembra entre las semillas.
Semilleros:
Algunas Hortalizas, como ya hemos visto, se siembran directamente en el terreno, pero hay otras con las cuales nos vemos obligados a realizar los llamados semilleros. Por su delicadeza, tenemos que cuidar los semilleros con esmero, a fin de que cuando germinen las semillas y las plantitas estén fuertes, las podamos trasladar para el área donde se han de cultivar.
Se debe tener en cuenta que en el semillero viven las plantas fuertes y jóvenes, cuyos tejidos efectúan una gran actividad fotosintética; además son muy sensibles a los cambios bruscos del medio.
Al seleccionar el terreno para su emplazamiento, debemos observar que este reúna algunas características indispensables: altura, buen drenaje, permeabilidad y que sean ligeros, preferiblemente un terreno nuevo o descansado, con buena pendiente. También se pueden emplazar en terrenos rojos de tierra areno-arcillosa, e inclusive en terrenos de sabanas.
Preparados los terrenos para los semilleros, se hacen los surquitos con una púa de madera dura, dejando un camellón de 10cm poco más o menos en sentido transversal a los canteros, a los surquitos se le da una profundidad como para que las semillas queden tapadas con poca tierra; después de colocadas las semillas, se tapan con la tierra que forman el borde de los surquitos, apretando con la mano o con una tabla.
La semilla sembrada se riega por aspersión, y para ello pueden utilizarse regaderas de chorro fino ; los riegos se realizarán de forma sistemática con el fin de mantener la humedad y evitar el encharcamiento y se hará preferentemente por las mañanas.
Mientras las semillas germinan, se tapan los semilleros con yaguas, pencas de guano, cartones, sacos, etcétera. Es necesario levantar una cubierta sobre los canteros a una cubierta sobre los canteros a una altura no mayor de 25cm de la superficie del cantero.
Una vez que las semillas han germinado, se cubren solamente durante las horas más calurosas del día, digamos de las 10:00 AM a las 4:00 PM de la tarde. A partir de los 15 días en adelante, se les dará menos sombra a las plantitas, hasta suprimirla completamente. En general, las posturas podrán trasplantarse a los cuarenta días después de haber realizado la siembra.

Trasplante
Cuatro o cinco días antes del arranque de las posturas, se suspenderá el riego, con el fin de endurecerlas; en los suelos que por su mayor capacidad de retención de agua así lo requieran, se suspende por 10 días antes. El día anterior al del arranque de las posturas, se efectuará el riego, con la finalidad de facilitar esta labor y no dañar el bulbo di las raíces.
Se tendrá cuidado de no romper las raíces al momento de sacar las posturas. Para el trasplante se seleccionan aquellas posturas que han crecido mejor, con los tallos más gruesos, dejando las más pequeñas en los canteros para un segundo o tercer arranque. Se debe preparar las posturas podando parte de sus raíces y hojas, en caso que así lo requieran, trasplantarlas en los hoyos que se han hecho en el surco con el plantador y enterrar las raíces hasta la corona o el cuello. Después se cubrirá bien con la tierra delos alrededores de las posturas.
Las raíces de las posturas no deben permanecer expuestas al aire ni al sol; asimismo se tendrán en la mano el menor tiempo posible.
Una vez realizado el trasplante se dará un riego y después se mantendrán estos diariamente, durante un largo período.
Las posturas no usadas en el trasplante pueden mantenerse por algún tiempo en el semillero para reponer aquellas trasplantadas que no prendan, o que no tengan un buen desarrollo.
Es mejor trasplantar en las horas frescas del día, preferentemente por la tarde cuando no haya mucho calor.


Bibliografía

Los huertos escolares y las parcelas productivas. Manual práctico para el maestro. Colectivo de autores. Editorial de libros para la educación. 1981. Cuba