Iglesia de la Inmaculada Concepción y San Felipe y Santiago – Matriz

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Iglesia de la Inmaculada Concepción y San Felipe y Santiago - Matriz
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Iglesia de la Inmaculada Concepción y San Felipe y Santiago – Matriz.Es el principal templo católico de Montevideo. Se encuentra en la Ciudad Vieja, frente a la Plaza Constitución o Plaza Matriz, llamada así precisamente porque la Catedral es la Iglesia Matriz.


Historia

La Iglesia Matriz Catedral de Montevideo es el monumento más insigne de la época colonial. Ocupa el lugar asignado en 1730 luego del trazado de la ciudad por Millán y según señalaban los planos de Petrarca entre las calles San Juan y San Carlos, actualmente Ituzaingó y Sarandí.

Testigo del tiempo, se destaca en el entorno como un emblema, recortando en el azul del paisaje su majestuosa estampa. Referente de los antiguos navegantes que a llegar a la bahía, se impresionaban por la belleza de sus líneas. Inspiración para muchos artistas, que vieron en ella un motivo para su creación.

El templo que vemos hoy, donde se reúne la feligresía católica, tuvo un proceso largo hasta culminar en esta obra de arte de nuestra arquitectura.

Su historia comienza con la historia de la cuidad, cuando en 1726 Don Bruno Mauricio de Zabala pide a las Misiones Jesuíticas dos mil indios tapes para fortificar la naciente ciudad. Con ellos vinieron dos sacerdotes jesuitas para atenderlos espiritualmente y esto dio origen a la primera construcción, una capilla de piedras firmes con techo de tejas.

Estaba ubicada en la esquina de las calles San Francisco y San Miguel hoy llamadas Piedras y Zabala. Esta capilla fue utilizada como Matriz hasta 1740.

En 1730 se había comenzado la edificación de la iglesia Matriz en el espacio que señalaban los planos de Petrarca, entre las calles San Juan y San Carlos, hoy Ituzaingó y Sarandí, lugar que ocupa actualmente. En 1740 se trasladaron de la Matriz primitiva los patronos San Felipe y Santiago, quedando finalizada esta obra en 1746.

En el año 1788 se desploma esta construcción y es trasladada a la capilla de los padres Jesuitas en la calle San Gabriel y San Juan, actualmente denominadas Rincón e Ituzaingó. Esta capilla se usaba como depósito de artillería al haber sido expulsados en el año 1767.

La iniciativa de construir un templo nuevo se debe al Padre Ortíz quien va a trabajar denodadamente para levantar la Matriz de la que hoy nos enorgullecemos. Luego de un proceso arduo de trabajao, de tres viajes a Buenos Aires para entrevistarse con el Obispo, conseguir el proyecto y el permiso, el 20 de noviembre de 1790 con la presencia del clero y de los cabildantes, se puso la piedra fundamental del actual templo.

La Catedral estuvo ligada al proceso independentista del país y fue testigo y parte de él, durante las invasiones inglesas se convierte en hospital de sangre, llegándose a sepultar mucha gente en el atrio y alrededores. Los héroes del proceso independentista fueron la mayoría de ellos velados bajo su techo y algunos descansan en ella.


Cuando son repatriados los restos de Artigas en 1856, se velan por primera vez en suelo uruguayo en la Catedral, completando así el ciclo de unión del héroe con el templo, ya que había sido bautizado en la Matriz en 1764.

En 1858 es revocada la fachada y la cúpula por el arquitecto italiano Bernardo Poncini, y este arreglo definirá en cierta forma su estética visual que será reformada años más tarde, sin perder la estructura lineal que le dejara Poncini.

Pasados algunos años en 1905 Llambías de Olivar va a revocar nuevamente el frente cambiando el mortero de Poncini, pero no alterando en nada lo que este había realizado.

El reloj que luce en la torre sur fue inaugurado el 25 de diciembre de 1861 y tiene dos esferas, una que da al este y otra al oeste. Primeramente se iluminaban con lámparas de gas. Pasado el tiempo la electricdad se dará paso para la iluminación.

En 1870 se le confiere el título de Basílica Menor. El 13 de Julio de 1878 es elevada a Catedral al ser nombrado Jacinto Vera (1813-1881) primer Obispo del Uruguay por el Papa Pío IX. Había sido ordenado obispo en 1865 dándosele el título de Obispo de Megara. Pastor infatigable que recorrió toda la república misionando, y así lo encontró la muerte. El pueblo decía de su santidad, de su amor y de su entrega, por lo que fue introducida la causa de canonización.

El 19 de abril de 1897 se la designa como Basílica Metropolitana al nombrar las diócesis sufragáneas e Salto y Melo, siendo su primer Arzobispo Mons.

Mariano Soler (1856-1908) hombre sabio que dirigió los destinos de su iglesia con firmeza y dulzura, peregrino constante a Tierra Santa, donde con dinero de uruguayos y argentinos adquirió un predio en los Jardines del Rey Salomón y levantó un orfanato.

Su cultura fue destacada siendo uno de los hombres más sabios que ha dado la iglesia y el país. Escribió numerosos libros y cartas pastorales. El primer obispo y el primer arzobispo, descansan también bajo las bóvedas del templo junto con los que fueron sus sucesores.

En lo que respecta a su arquitectura también tuvo que ser restaurada profundamente, y esto se realizó entre los años 1941 y 1963, interviniendo destacados arquitectos que con intensos estudios le devolvieron al edificio las líneas que lo caraterizaban y consolidaron su arquitectura para que la podamos ver como hoy.

Estos arquitectos fueron Ruano que arregló la fachada y Armas que consolidó las bóverdas, rehizo la cúpula y la capilla del Santísimo.

En lo que respecta a la fachada se vio enriquecida con obras de arte importantes, al encargársele al escultor Belloni el relieve del tímpano con la escena "Tu eres Pedro", las figuras de la Inmaculada Concepción, la de los santos patronos San Felipe y Santiago completándose con los dos ángeles orantes. También para el atrio el Arq. Ruano diseñó los faroles y reconstruyó el dibujo de las baldosas del piso.

En 1951 es hallada en una de las tribunas la imagen colonial de la Inmaculada a quien Mons. Barbieri le dio el nombre de Nuestra Señora de la Fundación, presidiendo el Año Mariano de 1954. Cuando se terminó la capilla del Santísimo se la colocó en una hornacina donde luce actualmente.

Las fiestas de la iglesia de Montevideo donde está presente la Catedral, son fiestas del pueblo, así lo recuerdan quienes vieron en 1959 llegar como purpurado al Cardenal Antonio María Barbieri, y en 1978 al celebrarse el centenario de la Diócesis de Montevideo la multitudinaria misa que desde un altar armado sobre los escalones del atrio de la Catedral concelebró con su clero y con su pueblo Mons. Carlos Parteli.

También la Catedral recibió la visita del Papa Juan Pablo II en 1987 y fue una fiesta popular. La gente se agolpó en la plaza aguardando la llegada del Santo Padre a la Matriz. Años antes en 1825 y en 1934 la Catedral había sido visitada por dos figuras que llegarían a ocupar la Cátedra de Pedro, Mons. Mastai Ferretti que tomaría el nombre de Pío IX y Mons. Pacelli que se lo conocería como Pío XII.

Al asumir como Arzobispo de Montevideo Mons. Nicolás Cotugno el 20 de diciembre de 1998, el pueblo se volcó a la Catedral para la celebración eucarística y ésta se vio colmada de fieles desbordando los espacios.

En 1999 son devueltas por el Intendente de Montevideo a la Catedral las imágenes coloniales de San Felipe y Santiago que desde hacía muchos años estaban expuestas en el Museo del Cabildo. El año 2004 estuvo marcado por los festejos del Bicentenario de la Consagración, dando lugar a una inmensa cantidad de celebraciones que van desde lo cultural a lo edilicio teniendo como punto más alto la misa que celebró el Sr. Arzobispo Nicolás Cotugno, donde estrenó una casulla regalo del Santo Padre y consagró el pan y el vino en la patena y el cáliz que el Papa le mandara junto con la casulla para tan digno acontecimiento.

En la fiesta popular, la comparsa La Zabala recreó el culto a San Baltasar, existente en la Catedral en la época colonial. Llamó la atención la hermosa torta que donaran el Centro de Confiteros del Uruguay de más de 2 metros, que fue recibida con aplausos al llegar al templo. Ya esto es pasado, o historia y aún permanece la Catedral pronta cada día a escribir una nueva página de su historia que es la de las personas que habitan este suelo.

Estilo Arquitectónico

A diferencia de otros templos de América, la Catedral fue un templo de su tiempo. Me refiero a esto cuando pienso que su construcción responde al estilo de su epoca, que no es una respuesta tardía a un estilo quizá gustado pero no verdadero.

La Catedral construida entre 1790 y 1804 es de estilo neoclásico. Los planos, que aún no se han encontrado, se deben sin duda a Custodio de Saa y Faría y su construcción tuvo un desvío del proyecto original, quizá porque este falleció dos años después de comenzadas las obras.

Otros autores se los han atribuido a José del Pozo y a Tomás Toribio, pero nuevos estudios se inclinan por el brigadier portugués al servicio de España, Custodio de Saa y Faría, como el verdadero autor de los planos. Conviene preguntarnos entonces qué características tiene el estilo neoclásico para poder descubrir así la arquitectura de este templo.

Primeramente debemos tener presente que es un estilo que reacciona al estilo barroco recargado en sus formas donde se confundían en la decoración interior, pintura, escultura y arquitectura. Y más aún al estilo rococó con el que culmina el barroco, tan utilizado en los palacios y que queda unido así al estilo de la corte. Esta reacción no es solamente en lo que se refiere a lo artístico, sino que lo artístico acompaña una postura filosófica.

Es la época del racionalismo, que necesitaba una arquitectura de acuerdo a una construcción establecida en el pensamiento, cuyas formas tradujeran de modo especial el orden, sin dejar que lo domine la emoción. Encontraron entonces en el estilo greco-romano la perfección del modo, que daba lugar a sus obras. Este estilo se refuerza con los descubrimientos de Herculano y Pompeya en 1719 y 1748 respectivamente.

El neoclásico fue un período que dejó una arquitectura potente donde el exterior denuncia el interior, buscando claridad en el decir artístico. Esta es la forma que domina la arquitectura de nuestra Catedral, con algunas variantes introducidas ya desde el principio, pero que no pudieron desviarla demasiado de su verdad estilística.

Durante mucho tiempo estuvo sin revocar, hasta que en 1858, Bernardo Poncini revoca el frente de la Catedral, arreglando la cúpula y llenándola de adornos.

Se respetaron las dos grandes líneas horizontales, que exhibía desde su inauguración, la primera existente en el proyecto de Saa y Faría al promediar la altura del orden colosal y la segunda, fue creada al dejar de lado el proyecto original. Estos han sido legados que definen el sentido visual del templo y que le han dado la impronta que lo caracteriza.

El arreglo de Poncini desvió, en lo que respecta a la fachada, su estilo, dándole con los adornos un aspecto que no condecía con el interior del templo y quitándole la sobriedad y fortaleza, propias del neoclásico.

El templo revocado por Poncini era de una gran magnificencia, pero no poseía la solemnidad requerida por el estilo; todo se desvirtuaba en esa cantidad de adornos que no hacían más que eso, adornar sin razón y esconder la verdad.

En el año 1941 al desprenderse una voluta de una de las columnas exteriores, el entonces Párroco Don Luis Roberto de Santiago hizo revisar toda la fachada y viendo que amenazaba ruina, formó una comisión y comenzó la indiscutible obra de restauración y conservación del templo.

El arquitecto Rafael Ruano, es el encargado de restaurar la fachada. Luego de un estudio pormenorizado del estilo, de la visión de templo de la gente y de reflotar y comprobar más tarde la hipótesis de un cuadro pintado por Branvila en la expedición Malespiana de 1794, comienza esta formidable obra.

Con ella le devolverá la sobriedad neoclásica, quitando todos los revoques y adornos que le colocara Poncini. Descubre la estructura colonial y comprueba la relación con el cuadro de Branvila, luego revoca la fachada ordenando las formas de las columnas y pilastras, llevando un plano hacia atrás las torres y denunciando las naves laterales en otro plano, para darle importancia a la nave central con su orden colosal coronado por el gran frontón curvo.

Los trabajos de estos años hicieron posible la conservación hasta nuestros días del templo. Más tarde, el Arq. Guillermo Armas se hace cargo de las restantes obras a realizar, detectadas al comenzar los arreglos del retablo mayor.

Consolidada las bóvedas y la cúpula con un sistema de grandes vigas de hormigón, que ejercen una fuerza perpendicular y son sostenidas por las pilastras del templo, sacando de modo otro tipo de fuerza que pudiera debilitar la estructura. Realiza la nueva cúpula terminada en 1958, y prosigue los trabajos de la capilla del Santísimo que también amenazaba ruina.

Todo este esfuerzo demandó a los arquitectos un pormenorizado estudio para poder legar a las futuras generaciones un templo que no fuera distinto en su estructura y disposición a aquel que conocieron en 1804 los pobladores del antiguo Montevideo, pero que por la intervención de su talento y los nuevos métodos constructivos, aseguraran su permanencia entre nosotros.

El templo es una construcción que consta de tres naves, que corresponden a los tres aéreos de la fachada dando acceso a un atrio bastante espacioso. La fachada destaca su orden colosal rematando las columnas con capiteles jónicos en la nave central. Y es ornamentado el acceso a las naves laterales con elegantes pilastras rematadas también con capiteles del mismo orden.

El gran frontón curvo que denuncia el cañón de la nave central, se completa con dos torres que armonizan perfectamente con el frente y con la nueva cúpula que es más alta que la de 1804.

Monumentos Fúnebres

El espacio del templo se ha abierto para albergar las tumbas de aquellos hombres destacados en nuestra historia, ya sea por su heroicidad en las luchas de la independencia, por su entrega sin condiciones al prójimo o por el anuncio del Reino de Dios. En el podemos encontrar las tumbas de diferentes héroes nacionales, así como también de obispos y arzobispos que hablan del proceso del pueblo católico.

Al entrar al templo, en la nave norte, se destaca la tumba de Mons. Jacinto Vera, nuestro primer obispo. Sobre un sarcófago de mármol, en el que está grabado el epitafio en tres de sus caras, se encuentra la figura del prelado, representado de rodillas en actitud orante, con las manos juntas, cubierta su cabeza por el solideo, con la mitra al costado y revestido con capa pluvial.

El monumento se enmarca en un arco de 8 x 4,70m y se recuesta a una superficie plana donde aparecen dos angelitos en relieve sosteniendo una corona, símbolo de la gloria. Las pilastras del arco están esculpidas con distintos símbolos y llevan la siguiente inscripción: "virtus y caritas". En el medallón que corona el arco aparece tallado el escudo del obispo. La obra fue realizada por los hermanos Repetto en Lavagna, Italia y colocada en 1883.


Está rodeado por cuatro alegorías que aluden a la personalidad y la acción de Mons. Soler, dos figuras femeninas la piedad y la ciencia, y dos masculinas el peregrino y el cruzado.

El peregrino, representa su necesidad de peregrinar a la Tierra Santa, lugar a donde fue varias veces durante su mandato arzobispal. La figura está vestida con los atuendos propios de los peregrinos, el sombrero, el bastón con la cantimplora, la concha y las monedas que ha recibido de la caridad por su misión. En la esclavina lleva grabada la cruz de Tierra Santa.

La ciencia representada por una mujer que tiene en sus manos un pergamino que dice de su interés por el estudio y la sabiduría de las cosas.

El cruzado, es la encarnación del conquistado sueño del arzobispo de tener un lugar uruguayo en la tierra del Salvador, por eso lleva en su mano la fachada del Hortus Conclusus, que levantó en Tierra Santa con dinero de uruguayos y argentinos en los Jardines del Rey Salomón.

La piedad, habla de la espiritualidad profunda de Monseñor Soler, de su oración y de su sensibilidad por transmitir las verdades de la fe. La figura tiene en sus manos un rosario y a sus pies un incensario.

Un primer boceto realizado por el escultor estando en Francia, representa a Monseñor Soler de pie, vestido con los ornamentos arzobispales impartiendo la bendición, recordándonos las antiguas esculturas de las catedrales góticas.

Mobiliario, Ornamentos

Todas las épocas tuvieron sus influencias en el diseño de los ornamentos como en los vasos sagrados porque, si bien hay un lenguaje religioso, este evoluciona por la libertad de expresión.

El Templo tiene magníficos ejemplos. Muchas personas han colaborado en el ajuar que embellece ennobleciendo, porque, lo que al culto se da, no es para una superficialidad, sino para el esplendor intangible y divino al que quiere acercarse la humanidad.

En la sacristía del Templo se guardan objetos de culto, dentro de estos, misales, evangeliarios, libros de oraciones de distintas épocas, algunos obsequios de los Papas a los obispos de turno, como también sacras, copones, cálices etc.

A esto lo completan los muebles donde se custodian los objetos de culto como también los ornamentos, el reloj, algunos cuadros y las imágenes coloniales de San Felipe y Santiago, traídas de España por Melchor de Viana a fines del siglo XVIII.

En el año 2004, luego de pintada la sacristía, se colocó delante de la ventana la antigua imagen del Cristo Eucarístico, tallada en madera, que se encontraba en la capilla del Santísimo y que más tarde fuera retirada permaneciendo por muchos años guardada en el coro de la Iglesia.

Esta imagen de Cristo tuvo gran devoción popular a principios del Siglo XX. También se aprecia en una de las paredes el cuadro del Beato Pio Nono que lo mandara a Roma Mons. Isasa, en 1873, cuando realizaba los estudios del Seminario.

Este cuadro se colocó en el lugar actual cuando se llevó al Templo el cuadro de la Inmaculada.

Los Ornamentos

Las vestimentas litúrgicas actuales son herencia de los trajes normales de los primeros siglos, al dejarse de usar en la vida diaria se siguen usando en el culto.

Las vestiduras no tienen una función en sí misma, sino una función pedagógica, siendo un elemento expresivo en lo que se refiere a las comunicaciones humanas. Los ornamentos existentes son de distintas épocas, algunos pertenecen a principios del siglo y guardan las normas litúrgicas de su tiempo.

De los que se conservan en la Catedral podemos destacar juegos con casullas en forma de guitarra, dalmáticas, velo humeral, capa pluvial, que están bordadas con hilos de oro y sedas de colores sobre terciopelo, constituyen toda una artesanía.

Los hay de distintos colores propios del tiempo litúrgico que los distingue ye variados dibujos en lo que se refiere a los bordados. En la realización de estos ornamentos se especializaban personas que trataban de conjugar el decorado con los colores de la tela y con los dibujos.

Se destaca un juego de casulla, dalmática, tunicela, velo humeral y capa pluvial, que perteneció a Mons. Juan Francisco Aragone, premiado en la exposición de Paris en el año 1900. La sobriedad y la hermosura se combinan magistralmente en ellos. Este ornamento es de una fina tela decorada sobre la cual se adhirieron guardas de color rojo con apliques y bordados en oro.

Casulla quiere decir “casa pequeña” y es el ornamento que caracteriza la celebración litúrgica. En un principio fueron amplias, adquiriendo con el tiempo formas más recortadas, hasta llegar a la forma de guitarra, recargándola, con bordados y adornos.

Se conserva también la casulla roja que usara Juan Pablo II en la misa campal de Tres Cruces el 1 de abril de 1987 y que donara al ajuar de la Catedral. Esta es una estilización que habla de la estética de nuestros días.

También debemos destacar la que donó el Papa Juan Pablo II con motivo de los doscientos años de la Catedral, casulla amplia y distinguida con guardas celestes que decorativamente acompañan su caída.

Dentro de los ornamentos propios de los obispos se encuentra la mitra. Es el tocado litúrgico apropiado para todos los obispos de rito latino. La palabra mitra es de origen latino y era el nombre dado al tocado de los sumos sacerdotes judíos. En la sacristía se conservan algunas que pertenecieron a los obispos de los últimos años.

Hay mitras de diversos estilos y colores según la función litúrgica en que se utilizaban. Las mitras llamadas preciosas eran muy comunes antes del Concilio Vaticano II, estaban adornadas con finos bordados en hilos dorados y tenían una profusión de piedras de distintos colores. Estas eran usadas en los oficios litúrgicos los días de mayor solemnidad.

El báculo signo de su ministerio pastoral

Es símbolo de la necesidad del obispo, de cuidar del rebaño que el Espíritu Santo le ha encomendado guardar, como pastor de la Iglesia de Dios. Los báculos que se conservan en la Catedral tienen forma del Cayado y están adornados con motivos diferentes. El que perteneció a Mons. Aragone es trabajado con decoraciones en filigrana.

Los vasos sagrados

Dentro de los vasos sagrados debemos distinguir en primer lugar el cáliz y la patena que son donde se consagran las especies de pan y vino, y los copones donde se guardan las hostias consagradas.

Una singular orfebrería denuncia los cálices que pertenecieron a Mons. Isasa, son de un valor estético y material significativo. Uno de ellos de elevado pie y copa pequeña, lleva en relieve alrededor de esta la escena de la última Cena, y en base esculturas de pie con los padres de la Iglesia de Occidente.

El otro cáliz un poco más bajo, de similares características pero sin la cena alrededor de la copa, lleva en la base tres figuras sentadas que representan a Moisés, Aarón y a Melquisedec. Dentro de los objetos más apreciados están dos cálices de formas simples y sencillas uno donado por Pablo Vi, y otro testimonial donado por Juan Pablo II en cuyo pie se grabó la siguiente inscripción: “Obsequio de S.S.

El Papa Juan Pablo II a la Arquidiócesis de Montevideo. 31-3-87”.

En el año 2004 con motivo del bicentenario de la Catedral el Papa Juan Pablo II dona un hermoso cáliz para la celebración de la misa de tan apreciado acontecimiento.

Se guardan copones de distintos tamaños y formas que se han ido heredando con el paso del tiempo. La mayoría de ellos se usan actualmente, pero ha ganado significación uno de dimensiones un poco superior a los restantes, sin adornos atrayentes salvo una piedra que tiene en medio de la Cruz de la tapa, por ser el que tradicionalmente se utiliza en la Misa de la Cena del Señor el jueves santo y luego se traslada con el Santísimo Sacramento, en procesión hasta la Capilla del Sacramento.

Una crismera perteneciente a Rafael Yéregui hace las delicias de los que gustan de los objetos artísticos. De considerable tamaño, en plata, tiene en su tapa tallada en nácar la escena de Tobías y el Arcángel San Rafael. Esta crismera es usada tradicionalmente en las ordenaciones episcopales y sacerdotales. También se guardan las antiguas crismeras donde el obispo bendecía los óleos y consagraba el Santo Crisma en la Misa Crismal. Éstas no son de un elevado valor artístico y material pero si de un fuerte valor testimonial.

Se conservan las que se usan actualmente que son unos hermosos recipientes cuyo pico tiene forma de cuello de cisne y son de una estética exquisita destacándose por la simplicidad de su forma y lo armonioso de sus líneas.

También podemos apreciar los fanales de plata de la Archicofradía del Santísimo Sacramento y el guión, éste es un estandarte de forma rectangular de material duro, forrado en tela, con apliques y bordados emblemáticos de los signos de la cofradía custodiándose.

El capello cardenalicio que perteneció al Cardenal Babieri se conserva también dentro del ajuar e esta sacristía.

Otros Objetos

Uno de los objetos más atrayentes de la sacristía es el reloj de péndulo. Su antigüedad queda evidenciada en los números romanos de la espera. En ella el cuatro no es “cinco menos uno” (IV), sino cuatro líneas juntas (IIII). En dicha esfera se puede leer la siguiente inscripción: “Iglesia Matriz-Montevideo 1869- Cura rector. I. M. Yeregui”.

En el año 2004 fue traslada a la sacristía parte del antiguo lavatorio que se encontraba en el salón parroquial que era la vieja sacristía, este lavatorio de mármol gris tenía en la pared de apoyo, también de mármol una placa con la siguiente inscripción: “marzo de 1868 Cura R. Yeregui”.

Se aprecia un antiguo mueble de sacristía de estilo portugués, de 2,10 x 1,50m., que es el mueble más antiguo que posee la Catedral. En la parte superior tiene dos puertas que dan acceso a un lugar espacioso dividido por tres estantes, y en la parte inferior tres cajones de largo del mueble completan su línea. Las puertas están trabajadas con molduras y todo el mueble, que es de estilo portugués, decorado con una sutil taracea.

La araña que adorna la sacristía es de seis picos de luces con un gran plafón de vidrio que también se ilumina. Denuncian su antigüedad, las pequeñas llaves en los brazos por donde pasaba el gas que se utilizaba para la iluminación. Actualmente se han electrificado.

Los objetos del presbiterio

En este punto podemos comenzar entonces en el Presbiterio, junto a la cátedra del obispo, se encuentran los sitiales de la Sala de Representantes del Cabildo de Montevideo. Estos además de su nobleza son testimonio de las glorias de nuestro pasado histórico.

En el espacio del antiguo presbiterio encontramos una cátedra que perteneció a Mons. Vera y lo denuncian el Jacinto y el corazón de María que tiene tallados sobre el respaldo. Ésta cátedra fue utilizada por Mons. Soler quien le mandó bordar en el escudo. Cuando se restauró en 1996 se quitó el bordado porque estaba deteriorado y se mandó enmarcar, retapizando la cátedra como se le ve actualmente. Mons. Gottardi en los últimos años de su episcopado la tomó como sede.

En el mismo espacio se encuentra la cátedra que perteneció a Mons. Parteli realizada en 1972 cuando se hizo el primer arreglo del presbiterio, luego la utilizó Mons., Gottardi un tiempo, hasta que le fue cambiada por la Cátedra portátil de Mons. Vera. Al tomar posesión de la Diócesis Mons. Cotugno la volvió a utilizar. Cuando vino el Santo Padre Juan Pablo II por primera vez al Uruguay en 1987 desde ella dirigió el mensaje a los sacerdotes y religiosos, reunidos en nutro templo mayor.

Unas pequeñas placas de bronce colocadas en los posa brazos de esta recuerdan la fecha de su visita a la Catedral y parte del discurso que pronunció.

El antiguo altar mayor en su templete exhibe un valioso tesoro en lo que se refiere a la historia y a los objetos de culto: la custodia colonial de plata, de más de un metro de altura, decorada con algunas imágenes de ángeles que presentan diferentes símbolos. La sobriedad de su trabajo, el sentido religioso que acompaña el objeto sagrado en cada uno de sus detalles, la corona que remata la rayera superior, hablan de una pieza de orfebrería antigua y sofisticada, sin excesos y de gran sobriedad.

Fuente

Catedral Montevideo (Consultado el 9 de enero del 2019)