Ignacio Agramonte

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NombreIgnacio Eduardo Agramante Loynaz
Nacimiento23 de diciembre de 1841
en la ciudad de Puerto Príncipe, Camagüey, Cuba
Fallecimiento11 de mayo de 1873
Jimaguayú, Camagüey, Cuba
Causa de la muerteMuerte en combate
Nacionalidadcubana
Conocido porEl Mayor
CónyugeAmalia Simoni
HijosEnrique, Francisca, Loreto, Mariano.
PadresIgnacio Agramante Sánchez Pereira, María Filomena Loynaz Caballero

Ignacio Agramante Loynaz

nació el 23 de diciembre de 1841 en la ciudad de Puerto Príncipe en la casa nº5 de la calle Soledad, hoy Ignacio Agramante.

Síntesis biográfica

Familia

Sus padres el licenciado Ignacio Agramante Sánchez Pereira y María Filomena Loynaz Caballero tenían una posición económica prospera y crearon una familia integrada, además, por otros cuatro hijos que sobrevivieron a la mayoría de edad: Enrique, Francisca, Loreto y Mariano.

Primeros Estudios

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Casa de la familia Agramonte-Loynaz, donde nació el niño Ignacio Eduardo Agramonte y Loynaz.
Familia Agramonte.

Ignacio realizó sus primeros estudios en la ciudad natal y los continuó en el colegio El Salvador de la ciudad de La Habana. En 1852 los siguió en la ciudad de Barcelona en España hasta 1857 que regresó a Cuba y tras unas breves vacaciones en Puerto Príncipe ingresó en la Real Universidad de La Habana a estudiar Derecho Civil y Canónico. Como parte del curriculum de estudio se desarrollaban las sabatinas, unas sesiones donde los estudiantes debatían temas referentes a sus estudios; en una de ella Agramante leyó una denuncia del régimen de opresión a que estaba sometida la Isla, sin aludir concretamente a la situación de Cuba. Antonio Zambrana, uno de los presentes y después compañero de lucha en la Guerra de los Diez Años, escribió: “Aquello fue un toque de clarín. El suelo de todo… temblaba. El catedrático que presidía el acto dijo, que si hubiera conocido previamente aquel discurso no hubiera autorizado su lectura.”

Estudios

El 11 de junio de 1865 se tituló como licenciado en derecho y, aunque esto le permitía ejercer como abogado, Ignacio continuó para obtener el Doctorado. Efectuado el último examen el 24 de agosto de 1867 trabajó por un tiempo en La Habana como Juez de Paz del Barrio de Guadalupe y para un bufete particular.

Relaciones Amorosa

Retrato de la hermosa Amalia Simoni Argilagos, esposa de Agramonte y gran amor de su vida.

En las vacaciones de estos años, Ignacio visitó su ciudad natal en varias ocasiones; en 1866 inició relaciones amorosas con Amalia Simoni Argilagos con la cual mantuvo un hermoso epistolario que se extendió más allá del matrimonio por causa de la Guerra y la deportación de Amalia.

A mediados de 1868 Ignacio regresó a Puerto Príncipe; tres asuntos importantes lo debieron mantener completamente ocupado. La labor como abogado en su bufete, el inminente matrimonio que se efectuó el 1º de agosto de ese año y la conspiración para el inicio de la lucha por la independencia.

Primeros Combates

Cuando se produjo el Alzamiento de Las Clavellinas por los camagüeyanos el 4 de noviembre de 1868, Ignacio Agramante fue encargado por la dirección de los patriotas para realizar trabajo de inteligencia, su incorporación a las fuerzas insurrectas se produjo cuando desde el Ingenio Oriente se comunicó con Salvador Cisneros Betancourt y se presentó a este en Sibanicú el día 11 del mismo mes. Recibió la encomienda de agrupar y organizar a las partidas insurrectas que se encontraban en el sur de la jurisdicción; en los días siguientes recorre el sur y logra unir a los líderes de varias partidas que firman el Acuerdo de Jobabo, primer gran servicio político y militar que Ignacio prestó a la revolución mientras otros trataban de llegar a un acuerdo con las autoridades para abandonar la lucha armada a cambio de reformas.

En la Reunión de Las Minas, la noche del 26 de noviembre de 1868, enfrentó Agramante a los claudicantes; fueron decisivas sus intervenciones para salvar la revolución en Camagüey y en Cuba, aún impactan sus palabras: “Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan, Cuba no tiene más camino que conquistar su redención arrancándosela a España por la fuerza de las armas.”

Sus dotes de dirigente político se consolidaban y en elecciones realizadas por los partidarios de continuar la lucha, fue elegido —junto a Salvador Cisneros Betancourt y su primo Eduardo Agramante Piña— para formar el Comité Revolucionario de Camagüey.

Participación en los combates

El día 28, participa en el Combate de Bonilla, donde los insurrectos pretendían frenar el traslado de fuerzas del Conde de Balmaceda de Puerto Príncipe a Nuevitas para continuar hacia a Oriente y sofocar el levantamiento en esa región.

En los primeros días de diciembre es encomendado por el Comité Revolucionario para entrevistarse en Guáimaro con Carlos Manuel de Céspedes con el objetivo de unificar el movimiento independentista.

En los días, semanas y meses siguientes la revolución se fortaleció por la llegada de Manuel de Quesada al frente de una expedición, la labor del Comité Revolucionario en la organización civil —donde Ignacio debió desempeñar un papel fundamental— y la incorporación de numerosos combatientes a las fuerzas armadas; este último elemento y el ideal democrático que reinaba entre sus integrantes hizo que el Comité decidiera efectuar nuevas elecciones.

El 26 de febrero de 1869, en el poblado de Sibanicú se constituyó un nuevo órgano de dirección del movimiento revolucionario en Camagüey, la Asamblea de Representantes del Centro integrada por los anteriores miembros del Comité y por Francisco Sánchez Betancourt y el joven abogado habanero Antonio Zambrana Vázquez. El primer acuerdo de la Asamblea fue el Decreto de Abolición de la Esclavitud.

La comprensión de la necesaria unidad y organización de una sola representación de todos los patriotas de la Isla para obtener la victoria, determinó que los revolucionarios orientales, villareños y camagüeyanos se reunieran el 10 y 11 de abril de 1869 en Guáimaro en Asamblea Constituyente. Por encargo de los representantes, Agramante y Antonio Zambrana redactaron la Constitución de la República de Cuba, que fue aprobada el día 11 por la Asamblea y debía regir mientras durase la guerra de independencia.

Al constituirse la Cámara de Representantes, Agramante fue elegido secretario; pero, el 26 de abril renunció a esa responsabilidad para ocupar el cargo de jefe de la División del Ejercito Libertador en Camagüey con el grado de mayor general.

Acción Combativa

La primera acción combativa que dirigió fue el Combate de Ceja de Altagracia el 3 de mayo de 1869. De gran repercusión fue el ataque a la ciudad de Puerto Príncipe el 20 de julio de ese año pues levantó el prestigio de la revolución; aunque no era el objetivo ocupara la ciudad, obligó a los españoles a emprender la inmediata construcción de numerosas torres, puestos y fortines para la defensa de dicha plaza, las de San Ramón de Pacheco, El Salado, Soledad de Pacheco Molina y Cocal del Olimpo.

Combates

En este año, el 27 de octubre se destaca en el combate de Sabana de Bayatabo en las proximidades de Minas y el 1º de enero de 1870 participó —como segundo al mando— en el Combate de Minas de Juan Rodríguez, Hay una imagen para el hipervínculo en las cercanías de Guáimaro; a la poderosa fuerza española se le causaron más de 200 bajas mientras los mambises se retiraron ordenadamente cuando habían agotado casi todas sus municiones. Esta acción, dirigida por el General en Jefe del Ejército Libertador fue la más importante librada en territorio camagüeyano durante los primeros años de la Guerra del 68. Otro combate dirigido por Agramante fue El Cercado.

En abril de 1870, por discrepancias con el presidente Carlos Manuel de Céspedes, renunció a la Jefatura Militar de Camagüey; en los meses siguientes, junto al grupo de subalternos que lo acompañaban combatió a las fuerzas españolas en Ingenio Grande, Jimirú, Socorro, Múcara y otros lugares.

Durante este año de 1870, las tropas españolas iniciaron una gran ofensiva por todo el territorio camagüeyano en la que destruyen campamentos insurrectos, asesinan a numerosos combatientes y empleados civiles de la revolución y capturan muchas familias cubanas que se escondían en los montes; en estas condiciones muchos independentistas vacilaron y se presentaron a los españoles buscando el perdón para salvar sus vidas y la de sus familiares.

Para Ignacio fue desastroso que una fuerza española capturara a Amalia y su hijo Ernesto el 26 de mayo, precisamente el día que el mambisito cumplía un año.

En enero de 1871, cuando la Revolución en Camagüey parecía derrotada definitivamente, las diferencias con Céspedes fueron zanjadas y el mayor general Agramante reasume el mando de las debilitadas y dispersas fuerzas libertadoras de la división del Camagüey. El día 17, mediante una proclama a los Camagüeyanos —donde se evidencia su madurez como militar— da a conocer su vuelta al mando y exhorta a la lucha, pero con una mayor organización y disciplina para lograr la victoria. El combate diario es la única forma de alcanzar la independencia y mejor forma de proteger a las familias; los intentos de presentarse al enemigo se enfrentarán con firmeza revolucionaria sometiendo a juicio con condenas a muerte; ante las propuestas a su persona para que abandone la lucha por la falta de recursos responde que la continuará ¡Con la vergüenza!

En estas condiciones y de acuerdo a las características del territorio aplica una táctica diferente, utiliza la caballería en función de la guerra de guerrillas; con pocos jinetes hostiliza constantemente al enemigo y con rápidos movimiento de un lugar a otro desconcertaba al enemigo que no podía conocer el lugar exacto donde se encontraba la fuerza insurrecta.

Como oficial mambí Agramante fue uno de los más destacados y su labor militar constituye parte importante del surgimiento del Arte Militar Cubano. La comprensión por Agramante de la importancia de la logística para los ejércitos, y más, en las condiciones en que combatía el Ejército Libertador, le permitió dirigir la creación y organización de fábricas o talleres, donde se elaboraba o reparaba los efectos que necesitaban las fuerzas insurrectas. Estos talleres se asentaron en su mayoría en la zona de Najasa y Sierra de Cubitas, donde existían tupidos montes capaces de brindar protección contra cualquier ataque sorpresivo de las fuerzas españolas sin tener necesidad de emplear numerosa custodia.

Convirtió las fuerzas de la División en las mejores por su disciplina y organización. La caballería camagüeyana fue su mejor ejemplo; pero estos no fueron sus únicos méritos, junto al celo por el cumplimiento del deber de sus hombres se caracterizó por el logro de un especial respeto de ellos; en esto influyó mucho sus muestras de responsabilidad con sus vidas. Como olvidar la anécdota de cuando escaseaba el alimento y su indicación para compartir una guayaba.

A partir de aquel momento, mejoró progresivamente la situación militar bajo su mando, y las fuerzas mambisas pasaron de la defensiva a la ofensiva. Agramante dirigió personalmente decenas de combates en que derrotó a las fuerzas enemigas, siempre numérica y materialmente superiores; el más conocido por su intrepidez, destreza e importancia política fue el Rescate del brigadier Julio Sanguily Garritte, en el que con poco más de 30 hombres se enfrentó a una tropa enemiga de 120 que conducía al Brigadier y otros prisioneros.

En 1872 había cambiado totalmente la situación militar de Camagüey; la escasez de armamento y municiones no era impedimento para que el Mayor —como le llamaban sus soldados— elevara la moral combativa. En mayo de ese año, el Gobierno de la República en Armas le hizo extensiva su jefatura a las fuerzas de las Villas, que desde mediados de 1871 venían combatiendo a su lado en el territorio de Camagüey. Agramante propuso al Gobierno un proyecto de invasión a Las Villas y el Occidente de la Isla que había concebido; la falta de armas y municiones impidió materializar el plan.

Combates Posteriores

El 11 de mayo de 1873, prepara un combate para golpear la caballería de una fuerte columna española en el potrero de Jimaguayú; la acción no se desarrolla como la había concebido —por la astucia del jefe español— y después de dar órdenes para que parte de la caballería saliera del teatro de operaciones, el Mayor realiza un nuevo intento de provocación a la caballería españolas y encabeza una carga acompañados de pocos hombres contra un flanco de la infantería enemiga. No ha visto —por las características de la vegetación— que una compañía enemiga ha penetrado por el centro del potrero y sus disparos le causan la muerte.

Caída en combate

La caída de Agramante en el Combate de Jimaguayú y la captura de su cadáver por la columna española fue un duro golpe a la Revolución; sus restos fueron llevados a la ciudad de Puerto Príncipe donde oficialmente se identificó y certificó su muerte. Con el propósito de no dejar un lugar donde los buenos cubanos pudieran rendirle tributo los españoles desaparecieron su cadáver sin que se pueda asegurar que fuese incinerado y convertido en cenizas.

Creyó España que el ensañamiento podía destruir el ejemplo de valor e intransigencia revolucionaria del combatiente que abandono sus afectos, comodidades y riquezas para servir a la Revolución y la Patria.

Su impronta se aprecia de múltiples formas, en las valoraciones de sus compañeros e importantes personalidades, en la bibliografía en la filatelia, música, poesía, artes plásticas, en las construcciones monumentarias como el obelisco de Jimaguayú, la estatua ecuestre del Parque Agramante y la estatua que preside la Plaza de la Revolución Ignacio Agramante Loynaz; pero, donde más se aprecia es en el imaginario popular como modo de conducta patriótica, política, moral y ética.

Fuentes

  • Betancourt Agramonte, Eugenio: Ignacio Agramonte y la Revolución Cubana. Imprenta Dorrbecker, La Habana, 1928.
  • Cassasús, Juan J. E.: Vida de Ignacio Agramonte. Imprenta Ramentol, Camagüey, 1937.
  • Sed Nieves, Gustavo: Generales camagüeyanos. DOR Comité Provincial del PCC de Camagüey.