Inmunidad adquirida

La inmunidad adquirida es un tipo de inmunidad que se produce cuando el sistema inmunitario de una persona responde a una sustancia extraña o un microorganismo. También se produce después de que una persona recibe anticuerpos de otra fuente.

Historia

Desde el siglo XVI

Representación renacentista de una epidemia de peste en la Grecia antigua.

A través de numerosas observaciones, muchos grupos humanos del mundo descubrieron que las personas que habían padecido una enfermedad ya no se contagiaban cuando cuidaban a los afectados por el mismo mal.

Los habitantes de África utilizan con éxito la vacunación contra el veneno de algunas serpientes; inducían la inmunidad artificial contra la fiebre recurrente por garrapatas y contra la pleuroneumonía epizoótica del ganado vacuno.

Los niños se vacunaban contra la viruela. Los persas introducían en las escarificaciones cutáneas costras variólicas secas y pulverizadas.

Los georgianos y circasianos hacían punciones intracutáneas con agujas inpregnadas con material contagioso de la viruela

Pero no siempre los métodos populares de conseguir la insusceptibilidad a las enfermedades infecciosas mediante la inoculación se acompañaba de la suerte, sino que a veces tales procedimientos eran la causa de las enfermedades típicas y toda una serie de complicaciones.

Inglaterra, Francia y Alemania

Los habitantes tenían la costumbre para prevenir la morbilidad por viruela de hacer que los niños que tenían arañazos en las manos ordeñaran las vacas afectadas por dicha enfermedad.

Gracias a las observaciones de muchos años y el estudio de la inmunidad de la viruela en los individuos que han padecido la viruela bovina Edward Jenner llegó al descubrimiento hecho en 1796 de un método de vacunación, que desde 1798 comenzó a utilizarse en Inglaterra y ulteriormente en otros países.

Segunda mitad del siglo XIX

Descubrimientos de Louis Pasteur.

Louis Pasteur y sus discípulos encontraron el método de debilitar los agentes del cólera de las gallinas, carbunco y de la rabia, demostrando la posibilidad de su aplicación con fines de la inmunización específica. Los microorganismos atenuados recibieron la denominación de vacunas, y el propio método se llamó vacunación (inmunización).

Dos tipos de inmunidad adquirida

Algunas células fotografiadas con un microscopio electrónico.

Los dos tipos de inmunidad adquirida son adaptativa y pasiva.

  • Activa, o sea, que surge después de padecida la enfermedad (posinfecciosas) o una infección latente o bien de múltiples infecciones sin una manifestación clínica evidente. La inmunidad adaptativa es una respuesta inmunitaria a la infección o la vacunación contra un microorganismo, que ayuda a prevenir futuras infecciones por el mismo microorganismo.[1]
  • Pasiva de los recién nacidos (materna o placentaria), es decir, la inmunidad de los niños recién nacidos adquirida de la madre durante el período del desarrollo intrauterino y en la ontogénesis.

La inmunidad artificial se reproduce mediante la inmunización activa o pasiva. La inmunidad pasiva se presenta cuando una persona recibe anticuerpos contra una enfermedad o una toxina en lugar de producirlos en su sistema inmunitario.

La inmunidad adquirida no se hereda. Se elabora contra una determinada especie de germen como resultado de haber tenido contacto con este, que se caracteriza por su estricta especificidad.

Mecanismos de la respuesta inmune

Mecanismos de las respuestas inmune

La respuesta inmune sobre las sustancias genéticamente extrañas (antígenos) en el organismo se realiza a través del sistema linfoide al elaborar anticuerpos, es decir, moléculas específicas, o acumulando linfocitos sensibilizados. El sistema linfoide está representado por numerosos tejidos y órganos generalizados en todo el cuerpo.

Los órganos linfoides se dividen en centrales (timo, médula ósea, bolsa de Fabricio (en las aves), placas de Peyer y periféricos (bazo, linfonodos, folículos solitarios, sangre, etc).

El componente principal del sistema inmune del organismo es la célula linfoide troncular que genera los precursores de las células T y B, de las cuales se desarrollan las poblaciones de los linfocitos T y B inmunocompetentes. Los precesores de las células T se transforman en linfocitos T, una vez encontrándose en el timo.

Los linfocitos T y B que han pasado la diferenciación emigran a los órganos periféricos, localizándose en zonas estrictamente determinadas: los linfocitos T en las zonas T (zonas paracorticales de los linfonodos, folículos linfáticos lienales o corpúsculos de Malpighi del bazo, cavidades intramedulares de los órganos linfoides del intestino) y linfocitos B en las zonas B (conducto torácico, linfonodos, bazo y médula ósea).

En el desarrollo de la respuesta inmune del organismo a un antígeno intervienen tres tipos de células: linfocitos T, B y macrófagos.

Macrófagos

Los macrófagos son los primeros de estas células en establecer contacto con el antígeno, transformándolo en la forma accesible para los linfocitos T y B. La mayor porción del antígeno atrapado por los macrófagos se hidroliza, y la menor, que porta la determinante antigénica, se adhiere al ARN, saliendo a la superficie celular. Este complejo ligado a la membrana superficial de macrófago es varias veces más activo (inmunogénico) que el antígeno nativo.

Los macrófagos que atraparon y asimilaron el antígeno entran en contacto (cooperación) con los linfocitos T y B, transmitiéndoles la información requerida para el proceso de la inmunogénesis.

Las células productoras de anticuerpos se priginan de los linfocitos B, mientras que las demas (linfocitos T y macrófagos) son auxiliares que controlan y regulan dicho proceso.

El sistema de los linfocitos B asegura la inmunidad humoral contra la mayoría de las infecciones bacterianas: inmunidad antitóxica, hipersensibilidad de tipo inmediato, atopia y diversos estados autoinmunes.

El sistema de los linfocitos T determina la inmunidad celular en la mayorías de las infecciones virales, tuberculosis, lepra, brucelosis, tularemia, hipersensibilidad de tipo tardío, inmunidad por trasplante y antitumoral y tolerancia inmunológica.

La población de los linfocitos T es heterogénea, está compuesta por células helpers (ayudantes de los linfocitos B), que incrementan la formación de anticuerpos, killers, que atacan el injerto y supresoras responsables de la formación de la tolerancia inmunológica. Todas estas células segregan factores específicos e inespecíficos humorales que regulan los procesos de la diferenciación de los linfocitos, su cooperación y la anticuerpogénesis que son efectuados por los linfocitos B. Además de los linfocitos T los procesos en cuestión se regulan tanto por los linfocitos B, macrófagos, como por la médula ósea y el sistema hipófiso-adreanl del organismo.

La actividad funcional de los linfocitos T y B es controlada, en medida considerable, por los genes ligados con el sistema de la histocompatibilidad (en los animales sistema H y en el hombre sistema HL-A), que permiten reconocer lo suyo de lo extraño, realizando la vigilancia inmunológica en el organismo.

De esta manera, en el organismo está presente un complejo sistema que regula la defensa específica y mantiene la homeostasis inmunológica, el cual está compuesto por células linfoides de distinto tipo. Todas las formas de reacciones inmunológicas son inducidas por sustancias que recibieron la denominación de antígenos.

Fuentes

  • Varios autores (1986): Microbiología, virología e inmunología. Moscú (Unión Soviética): Editorial MIR, segunda reimpresión, 1986.