Isidoro García Rodríguez

Isidoro
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NombreIsidoro García Rodríguez
Nacimiento15 de mayo de 1937
Minas de Matahambre, Pinar del Río. Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento26 de septiembre de 1958
Pinar del Río. Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
Otros nombresRoberto Malagón
CiudadaníaCubana
Conocido porel flaco
PadresJosé María García Domínguez y de María Rodríguez Lara
FamiliaresEsther, Armando y Oscar (hermanos)

Isidoro García Rodríguez, fue un digno ejemplo de hijo, de hermano, de amigo y compañero, pero sobre todo, un revolucionario a la carta cabal, luchó mientras tuvo un mínimo de energías para ofrecerlas a la causa de La Revolución. Sus padres decidieron ponerle ese nombre por dos razones, en primer lugar por haber nacido el día de San Isidro y en segundo lugar, por haber realizado el parto, el farmacéutico de la localidad, nombrado Isidoro Pérez. A Isidoro García, le apodaban “el flaco”, y en la lucha revolucionaria, asumió el seudónimo de “Roberto Malagón”.

Datos biográficos

El 15 de mayo de 1937, nace en Minas de Matahambre, un varón, primogénito del matrimonio de José María García Domínguez, natural de Dimas, y de María Rodríguez Lara, natural de Santo Tomás. Le pusieron por nombre Isidoro García Rodríguez y que 21 años después, se uniría a la larga pléyade de paladines, de nuestro martirologio cubano. Más tarde, Isidoro tendría 3 hermanos, una hembra nombrada Esther, y 2 varones nombrados Armando y Oscar. Su padre era el único sostén económico familiar, trabajando como obrero bajo mina, y a pesar de que el minero tenía un salario medio superior al resto de los sectores laborales, sin embargo mantenían un nivel de vida modesto. Isidoro realiza sus primeros estudios en la escuela pública Ignacio Agramonte, de su localidad natal, alcanzando el sexto grado, con resultados satisfactorios. Durante toda su corta vida, y posterior a la misma, su padre continuaba trabajando en la misma mina de Matahambre, de explotación cuprífera, hasta que al final, de su vida, le fue tronchada, por la prolongada enfermedad que lo aquejó y que constituyó una silicosis consistente en la acumulación de polvo de bajo mina, y que eran muy propicios a tener los obreros de este establecimiento laboral de aquel entonces, se trataba de una tupición de las vías respiratorias, dejando de existir para siempre, el 30 de septiembre de 1980 a la edad de 68 años. Sus familiares y amigos le apodaban “Chito”.

Isidoro al concluir el 6to. Grado, no le fue posible la continuidad de estudios por la imposibilidad de sus padres de sufragar los gastos en Pinar del Río, que eran muy costosos, pero tampoco tuvo posibilidades de lograr un trabajo, dada la escasez que había de los mismos en ese entonces, de manera que no le quedaba otra alternativa, que convertirse en una carga más familiar.

Niñez, adolescencia y juventud

Durante su niñez, adolescencia y juventud, pudo conocer de la vida de la sociedad cubana, durante esos años se agudizó en el país la crisis económica, política y social, la especulación, la bolsa negra, el aumento de la dependencia a Estados Unidos, la corrupción administrativa, la malversación de los fondos públicos, las plenas facilidades y garantías a la inversión extranjera, fundamentalmente de Los Estados Unidos de Norteamérica, la limitación de la actividad de los sindicatos y dejar sin efecto las conquistas plasmadas, en la Constitución de 1940, el pandillerismo y la represión al movimiento revolucionario, la prostitución, la ola de protestas de obreros y campesinos, etc.; y en el caso específico de Matahambre, la lucha sindical de los mineros por sus reivindicaciones de la corriente mujalista que penetró en el movimiento obrero minero, el desempleo, los bares prostituidos, la ausencia de estudios de enseñanza media, las limitaciones de la salud y otros males existentes. Y ante todas estas vicisitudes, tuvo la fortuna de contar con un modo de vida familiar de amor y ternura, de modestia y sencillez, que contribuyó en su formación y en su conducta. Unido a ello contó también con compañeros y amigos que lo condujeron a solidificar su personalidad, y su identidad, porque ellos también formarían junto a él, un colectivo de jóvenes, que lucharían por la causa de la Revolución. Isidoro era de semblante jovial, muy querido por todos los que le conocieron, era afable y juguetón. Como joven que fue sintió en su corazón, el dulce recuerdo de Antonia Rodríguez, conocida por Ñica y de Elisa Martínez. Gozaba de montar a caballo, al punto que su padre le compró uno de ellos, pero tuvo la desdicha de perderlo, al atacarlo un buey, que le dio un tarrazo por la vejiga y lo mató. También le agradaban los perros, los gallos y un gran amante del béisbol.

En una oportunidad, la guardia rural le prohibió a Isidoro entrar a la valla. En otra ocasión en competencia a caballo, con 2 amigos, chocaron y se partió un brazo. Muy pronto, su formación integral ante las calamidades sociales que se vivían, el ambiente amistoso favorable que tenía y sus propias dotes de rebeldía por la injusticia, lo conducían a formar parte de un movimiento revolucionario naciente en Minas de Matahambre, al igual que en todo el país.

Su incorporación al MR-26-7

A finales de 1955, se organiza en Matahambre el Movimiento Revolucionario 26 de julio (MR-26-7) por dirigentes de Pinar del Río, y desde los primeros momentos se incorpora, convirtiéndose en uno de sus fundadores. Algunas de las actividades que desarrolló en el Movimiento fueron: Jefe de Célula de Acción de varios miembros, fabricación de alcayatas para regarlas en calles y carreteras, poner banderas del 26 de julio en lugares visibles, traslado de armas y brazaletes, venta de bonos del 26 de julio para la recaudación de dinero y traslado de dinamita, en compañía de otros compañeros.

En el primer trimestre de 1956 se abre en Faldiguera Arriba, en Quemados de Pineda, un campo de entrenamiento y en ese primer grupo participa Isidoro García, junto con otros combatientes, con el objetivo de practicar el tiro, arme y desarme, etc. Cuando el Alzamiento del 30 de noviembre de 1956, Isidoro fue avisado y de inmediato, en horas del mediodía salió a pie por el monte, hasta llegar a unirse al resto de compañeros, cerca del entronque de la mina del Mono (hoy Julio Antonio Mella), para continuar el recorrido hasta Malas Aguas, lugar donde esperaban el Desembarco de los Expedicionarios del Yate Granma. Antes de su partida, hacia el entronque del Mono (Mella), junto con Rolando Pérez, recogieron las pocas armas conque contaban y que tenían escondidas en el lugar conocido por el Guanal, a la salida de Minas a Santa Lucía. Estas armas habían sido enviadas por la dirección del M-26-7 de la provincia y se habían utilizado en las prácticas de tiro. Ya situados en Malas Aguas, Roberto Amarán Mamposo, que lideraba el alzamiento después de haber enviado a Guillermo Lamela Font y Antonio Álvarez Mons. en la búsqueda de un compañero y éstos no aparecían, decide enviar a Isidoro a Las Minas, y este se dirige a pie nuevamente por el monte. La misión que llevaba él era la de averiguar la preocupación que existía en la localidad sobre la ausencia del grupo del alzamiento, la situación que tenían Lamela Font y Álvarez Mons. y además la posibilidad de llevarles alimentos y de contactar con Luís Reyes, que debía estar al frente del grupo, y no aparecía aún. Hay que decir que Luís Reyes nunca apareció, pues había salido del territorio, porque con la escasez de armas con que contaban, había manifestado, que no estaba dispuesto a alzarse, y en los casos de Lamela y Álvarez, la guardia rural los había apresado, por una delación que ofreció uno de los Álvarez, propietario de finca, en la zona donde se encontraban operando el grupo y habían sido vistos por éste. Isidoro aprovechó la ocasión y llegó a su casa y cuando salía les comunicó a su familia que iba a arreglar una montura del caballo, para tranquilizarlos, pero en realidad regresaría al grupo. Hay que señalar que algunos regresaron después para Las Minas, al comprobar que el desembarco no se había producido por esa zona, no obstante, Isidoro continuó hasta el final con los demás. Desde Malas Aguas hasta el Quemados de Pineda estuvieron algunos días alzados, llegando a la casa de los (Martínez, Carmona), encontrándose allí recibieron una visita, donde les dijeron que si se presentaban, no les pasaría nada, ordenado por la guardia rural, de inmediato reciben la orientación de desintegrarse, llegaron al cuartel y los soltaron, pero horas después los apresaron y los trasladaron hacia Pinar del Río, al Escuadrón 61 del Cuartel 19, no cumpliéndose así el compromiso contraído por la guardia rural. Durante el viaje hacia Pinar del Río, se tramaba por la guardia, aplicarles la ley de fuga en el trayecto, para poder arremeter y disparar contra ellos, pero la acción de familiares del grupo, que escoltaron los carros que los trasladaban, impidió la macabra acción. En la prisión el grupo se encontraba incomunicado, junto con otro grupo de alzados de Pinar del Río, tenían que estar de pie con 4 literas y se turnaban de 8 en 8 para descansar, pues eran en total más de 30. A los 4 días los trasladaron para la Cárcel Provincial en Maceo no. 18, también en la ciudad de Pinar del Río. Fue interrogado al igual que los demás.

El 24 de diciembre de ese mismo año él y los demás fueron puestos en libertad provisional, hasta el día del juicio, debido a un fuerte movimiento popular que se desató en Pinar del Río.

El 6 de enero de 1957 se celebró el juicio, siendo acusado de un delito contra la estabilidad del Estado, procesados en la causa no. 109 del Tribunal de Urgencia de Pinar del Río y que planteaba: “con motivo de los sucesos ocurridos en Oriente a consecuencia del desembarco de elementos insurreccionalistas comandados por Fidel Castro Ruz, un grupo de jóvenes con tendencia fidelista había abandonado sus hogares, el día 30 de noviembre, con el propósito de unirse al referido movimiento, en virtud del desembarco que se produciría el 1ro. o el día 2 de diciembre, por la costa norte, en la Playa de Puerto Esperanza o Santa Lucía.

Los jóvenes se estaban concentrando en terrenos montañosos próximos a la hacienda Malas Aguas, con el propósito de agregarse a las tropas, atacar cuarteles, puestos militares y estaciones de policías” (Fin de la cita). El grupo de Matahambre, dentro de ellos Isidoro, fue defendido por el Dr. Joaquín Hernández de Armas, militante del Partido Socialista Popular. De las Minas fueron prisioneros 10 combatientes. Fueron absueltos el 8 de enero de 1957, pues no encontraron pruebas suficientes para condenarlos. En total estuvo 22 días presos, junto a sus compañeros. Ese mismo día 8 de enero, la prensa pinareña de aquel entonces publicaba, en “Vocero Occidental”, la relación de un grupo de revolucionarios, nombrándolos “forajidos”, puestos a disposición del Tribunal de Urgencia, por las causas antes señaladas. Nombraron forajidos a este grupo que buscaba la libertad de su pueblo, sin embargo los verdaderos forajidos eran ellos, que robaban las riquezas y la libertad, a nuestro pueblo, aplicando el crimen y haciéndose absolutos dueños de ellos.

El día 15 de abril de 1957, 33 días después de la caída de José Antonio Echeverría y el resto de combatientes del Directorio Revolucionario Estudiantil Universitario en el Ataque al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, se organiza una misa, en la Iglesia Católica, de Matahambre, en homenaje a los caídos el 13 de marzo, y en esa oportunidad Isidoro, junto a un grupo de compañeros del M-26-7, dentro de ellos Raúl Arronte, paralizaron el transporte, en la Calle 1ra. de la localidad, frente a la Iglesia, en la misma lanzaron consignas de abajo el Presidente y viva la Revolución, y horas después fueron detenidos los cabecillas principales, que eran Isidoro García (alias el Flaco) y Raúl Arronte. También Isidoro fue detenido el día 29 de abril de ese mismo mes, recibiendo vejaciones y mal trato, advirtiéndosele que no podía involucrarse en nuevas actividades conspirativas. En otra oportunidad paralizó el tránsito, con un grupo de revolucionarios, en la Calle 1ra,. cerca de la escuela Ignacio Agramonte, en Matahambre. Isidoro continuaba en el traslado de dinamita, construcción de bombas, cananas, entrega de propaganda del M-26-7, venta de bonos, etc.

Isidoro en la clandestinidad

A principios de 1958 se abre un grupo guerrillero en el Hoyo del Majagual, en la zona de Quemados de Pineda e Isidoro se incorpora, y aunque contaban con algunas armas, sin embargo esperaban otras de una expedición que saldría de México. El barco de la expedición se nombraba “El Corojo”, y la guardia rural, después del desembarco, en el barrio de Lagunillas, zona de San Luís, se apoderó de una parte del parque de armas, los expedicionarios llegaron, y a los pocos días deciden regresar, en busca de nuevas armas, y ante esta espera, se decide la desintegración del grupo guerrillero hasta que apareciera el próximo armamento, Isidoro se dirige a pie por las lomas hasta la casa de Renato Redondo, a finales de abril de 1958 y regresa a su casa, de forma clandestina, pues la guardia rural estaba tratando de localizarlo y apresarlo al igual a que otros compañeros y de esa manera retorna a su hogar, María su mamá, con grandes preocupaciones, le sirve el almuerzo, éste comió de forma apetitosa.

Se encontraba acostado reposando el almuerzo, en su casa, y la madre le avisó con urgencia, que la guardia rural acababa de llegar a su hogar, esto lo realizaban sistemáticamente, de inmediato salió por el fondo de su casa y fue a parar a un patio colindante y allí después de saltar la cerca, un vecino lo vio, la guardia rural le preguntó y éste contestó que hacía tiempo no lo veía. Isidoro fue a refugiarse en casa de otro vecino, quien lo mantuvo escondido hasta por la noche y a esa hora, por orientación de Isidoro, éste fue a buscar a otro compañero del Movimiento, se encargó de trasladarlo en horas de la noche, hacia Gramales en casa de una familia de confianza, refugiándose varios días en este lugar, el dueño de la casa, le llevaba noticias a la madre de Isidoro, ya que éste iba casi diario a vender viandas a Las Minas, en un caballo.

Después de varios días, Raúl Rojas, que se desempeñaba en el M-26-7 como enlace, con la Sierra de Gramales, por orientaciones encomendadas a él, se encargó de trasladar a Isidoro García, en un jeep, rumbo a Playuelas, donde vivía Pastor Martínez, para que lo escondiera en su casa, por un tiempo. Este compañero era también del Movimiento y se encontraba preso en Isla de Pinos, haciéndose cargo la familia, de esta misión. En el recorrido había un jeep del ejército atascado y Raúl Rojas se bajó y les ayudó, para no levantar sospechas, no ocurriendo ningún percance. A los pocos días Isidoro Dopico, que era de la dirección del Movimiento, junto con otros dos compañeros, trasladaron hacia Pinar del Río, a Isidoro García, que ya estaba muy perseguido por el ejército. En Pinar del Río, la Dirección del Movimiento decidió trasladarlo hacia Río Seco, en la finca “La Flor”, propiedad de Manuel Álvarez, después de haber estado algunos días escondido en el barrio del Rancho, en la ciudad de Pinar del Río.

El 11 de septiembre, María, su mamá, fue a visitarlo junto a otros compañeros, a la finca en una máquina de alquiler, de un chofer de Las Minas en aquella época y persona de confianza. Ante aquel enfrentamiento de hijo y madre; ¡Cuánto dolor, cuánta angustia, entre ambos!, los sufrimientos de una madre ante las penurias de un hijo, es difícil escribirlas en una simple cuartilla, porque nunca se asemejará en nada a la realidad histórica, ante el curso de ese acontecimiento. En la entrevista entre ambos, Isidoro, fuerte como un cañón, le expresó a sus visitantes”. Estoy desesperado y como loco, porque no tengo arma para defenderme, pues estoy seguro que me van a coger, necesito ver a Escalona, para incorporarme a la Sierra. Isidoro estaba convencido que alzado como guerrillero, su vida corría menos peligro y estaba en lo cierto, porque 15 días después de esta histórica entrevista lo asesinarían los esbirros de la tiranía, sin compasión alguna, y sin un mínimo de defensa. María regresaba a Las Minas de Matahambre, con el corazón de madre destrozada, pero con el regocijo de haber visto a su valiente hijo, y la esperanza de volverlo a ver con los deseos cumplidos de poder tener a su patria libre y soberana. Lamentablemente esa esperanza fue tronchada por la tiranía.

Versiones sobre su muerte

Finalizando ese mismo mes de septiembre, en Las Minas se comentaba que habían matado a Isidoro, pero a ella sólo le dijeron que habían herido a un hombre en Pinar del Río y que se sospechaba que era Isidoro, un vecino le confirmó la noticia a José María (Chito), padre de Isidoro y éste se dirige a Pinar del Río, junto con otros compañeros, y cuando el padre lo vio, no lo reconoció, regresando a Las Minas.

Isidoro fue asesinado el 26 de septiembre de 1958, a la edad de 22 años, en la flor nata de su juventud, su muerte ha sido hasta hoy un enigma, que no se ha podido descifrar, pero no cabe la menor duda que fue asesinado.

Poco después del asesinato, por la emisora de radio, se narraba que había fallecido, a consecuencia de un tiro que se le fue cuando montaba una máquina, pues la pistola había caído al suelo, disparó el tiro y lo mató.

Otra vieja versión que estuvo comentándose fue que se acostó con la pistola debajo de la almohada, estando dormido, le puso el dedo al gatillo, salió el disparo y lo mató. Estas versiones fueron pura fantasía de la época, para ocultar el horrendo crimen cometido por la guardia rural, pues Isidoro no contaba con arma alguna, ya que era su mayor preocupación, el no contar con un arma para defenderse, expuesto por él en la entrevista con su mamá y otros compañeros del Movimiento que la acompañaron, además en las condiciones de clandestinidad en que se encontraba no era posible montarse en una máquina, sin embargo cuando lo asesinan, en la casa donde se encontraba, no había nadie ese día, y él se guarecía en un bohío cercano a la casa. En la familia de la casa, había un pariente que era guardia rural, también en una oportunidad, alguien pasó en un carro y al ver a Isidoro lo reconoció, de manera que sea cuál fuere el delator, lo que sí no cabe dudas era que el ejército hacía tiempo, se encontraba en su búsqueda hasta lograr encontrarlo y asesinarlo. Tenía un tiro en la cabeza, se encontraba muy hinchado cuando fue visto. A los 2 ó 3 días, el propietario de la finca le daba sepultura en el cementerio de Agapito y en su tumba aparecía el nombre de Roberto Malagón, su nombre de guerra.

Según contaba el dueño de la Finca “La Flor”, había conducido el cadáver hacia La Casa de Socorro, en calle Martí en Pinar del Río, y que se trataba de un trabajador eventual que había llegado a trabajar a su finca y que no sabía de donde era y que había fallecido, acto seguido lo condujo al cementerio de la carretera de San Juan y Martínez, quien a su vez, se encargó de avisarle a sus familiares. Desde luego, el dueño de la casa donde se encontraba escondido tenía que mentir para no levantar sospechas a la tiranía. La mamá de Isidoro visitaría la finca 2 ó 3 veces para conocer de los pormenores de la muerte de su hijo y recoger algunas de sus pertenencias.

Después del triunfo de la Revolución, un año después, sus familiares deciden trasladar sus restos inmortales, hacia su territorio natal. Lo esperaron en la Loma del Viento, en Matahambre, un mar de pueblo se unía al entierro de Isidoro, las campanas de la Iglesia Católica redoblaban más fuertes que nunca, la banda militar de Pinar del Río tocando himnos por toda la 3ra Calle. Se derretía el asfalto de la misma, por la gran multitud de personas que acompañaban los féretros del mártir Isidoro García Rodríguez. Se veló en su casa por espacio de 3 horas y fue conducido su entierro hacia el cementerio de Santa Lucía.

Con el decursar de los años, cuando fue construido el Panteón de los Combatientes, en el propio cementerio, fueron trasladados nuevamente sus restos para uno de los nichos y hoy reposan los mismos en este recinto sagrado.

En el Museo Municipal de Historia de Minas de Matahambre, se exhiben algunas de sus pertenencias.

Como homenaje a su memoria llevan su nombre, el Seminternado de Primaria de las Minas de Matahambre, la Escuela Primaria de La Sabana en Santa Lucía y la cooperativa de Quemados de Pineda, entre otras.

Himno del Seminternado Isidoro García Rodríguez de Minas de Matahambre

Autor: Raúl Pimentel Pimentel

“Isidoro, Isidoro, Isidoro,

ya tenemos tu efigie redentora,

y tu ejemplo seguiremos hasta el fin,

porque somos la aurora del mañana,

porque somos la esperanza de Fidel,

para que Cuba, la más hermosa

siga siendo la que soñó Martí

siga siendo la que soñó Martí

siga siendo la que soñó Martí.”

Pertenencias de Isidoro García Rodríguez

En el Museo Municipal de Historia de Minas de Matahambre, se exhiben las siguientes pertenencias de Isidoro García Rodríguez:

  • 2 cajetillas de cigarros
  • 1 copa
  • 1 pañuelo de bolsillo
  • 1 vasija con crema de afeitar
  • 2 fotos
  • 1 par de gafas
  • 1 cepillo dental
  • 1 peine
  • 1 pullover
  • 2 frascos de gotas para los oídos

Fuentes

  • Historia de Cuba, Dirección Política de las FAR, Editorial Ciencias Sociales, 1981, Archivo Personal.
  • Historia del Movimiento Obrero de Minas de Matahambre, Martínez García Anicia, Archivo. Comisión de Historia Municipal, PCC Minas.
  • Síntesis biográfica de Isidoro García Rodríguez, Ediciones. Orientación Revolucionaria. PCC Provincial, Museo Municipal Minas.