Juan José Díaz de Espada

Juan José Díaz de Espada
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Obispo de la Iglesia católica
25 de febrero de 1802 - 1830
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Ordenación1792
Consagración episcopal28 de febrero de 1802 en la Catedral de La Habana, por el monseñor Luis Ignacio María Peñalver y Cárdenas, arzobispo designado de Guatemala
PredecesorFelipe José de Trespalacios y Verdeja
Información personal
Nombre secularJuan José Díaz de Espada y Fernández de Landa
Nombre religiosoObispo Espada
Nacimiento20 de abril de 1756
Arróyabe, Álava,Bandera de España España
Fallecimiento13 de agosto de 1832
La Habana, Bandera de Cuba Cuba

Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa (1756-1832). Segundo obispo de La Habana. Gobernó la diócesis durante treinta años y fue uno de los artífices del proceso de renovación del pensamiento, la educación, la salud pública y la beneficencia en Cuba. Espada fue una de las más importantes figuras de la primera mitad del siglo XIX en Cuba. En la actualidad, su labor renovadora y modernizadora se considera determinante en los inicios del proceso de formación de una cultura y un pensamiento cubanos.

Síntesis biográfica

Nació el 20 de abril de 1756 en Arróyabe, en la provincia de Álava, España. Su familia pertenecía a la nobleza vasco-alavés, y varios de sus miembros siguieron la carrera eclesiástica.

Las provincias vascas constituyeron una especie de puerta de entrada de las ideas de La Ilustración en España. En ellas surgió la primera de las sociedades patrióticas, que se convertirían en instrumento esencial de los intentos de renovación del pensamiento, la educación y la sociedad española en sentido general.

Espada cursó estudios en Salamanca, uno de los principales centros de desarrollo de las ideas en la Península, tal vez en la universidad, en el colegio de Santa María de los Ángeles y en el Mayor de San Bartolomé, del cual se afirma llegó a ser rector. Al parecer, tomó partido tempranamente por el movimiento modernista ilustrado, como lo muestra su incorporación a la Real Sociedad Patriótica de Salamanca.

A los veintiséis años de edad inició su carrera sacerdotal, al ser ordenado presbítero por el obispo de Segovia. En enero de 1792 se le nombró provisor y vicario general de la abadía y territorio de Villafranca del Vierzo, donde se estima impartió sus primeras lecciones de filosofía, en la colegiata de la Asunción. En junio de 1799 fue nombrado promotor fiscal del Santo Oficio de Mallorca. José de la Luz y Caballero afirmaba que de esa época databa la licencia que recibió para leer «libros prohibidos».

Entre las preferencias de Espada estaban los fisiócratas españoles, los enciclopedistas franceses moderados, los autores de la Iglesia que concordaban con estas corrientes, los reformistas españoles y los clásicos grecolatinos. Posteriormente fue propuesto para provisor del obispado de Chiapas, pero nunca llegó a ocupar ese cargo.

En esa etapa, Espada adquirió amplia experiencia eclesiástica y profundo conocimiento de las leyes canónicas y civiles, así como habilidades como profesor de filosofía; se convirtió en un hombre a la altura de los conocimientos de la época, partidario de las reformas de la educación, de las costumbres, de la vida social y de la economía, influido por la Ilustración y las ciencias modernas.

Llegada a Cuba

Tras la muerte del primer obispo de La Habana, Felipe José de Trespalacios y Verdeja, la Corona propuso para ocupar la sede vacante a Espada -nombrado el 11 de agosto de 1800. El 15 de diciembre siguiente fue informado el Cabildo habanero, que tomó nota en sesión de 7 de julio de 1801. Espada llegó a La Habana el 25 de febrero de 1802 y fue consagrado en la Catedral de La Habana, el 28 de febrero, por el habanero monseñor Luis Ignacio María Peñalver y Cárdenas, arzobispo designado de Guatemala. Ese mismo año se le nombró Socio Honorario de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) de La Habana, cuya dirección asumió en 1803.

Desde los inicios de su episcopado, Espada desarrolló una constante actividad dirigida a regular el funcionamiento de la Iglesia. Para ello emitió una serie de edictos contra costumbres entronizadas en el obispado, como el Edicto de campanas y el Mandato contra los matrimonios clandestinos. En 1803 inició una visita pastoral que culminó al año siguiente y tuvo como resultado la elaboración de un informe que denominó Diezmos reservados (1808). Desarrolló la red parroquial de la diócesis, reforzando la presencia institucional y las posibilidades de regular el cobro de los diezmos, lo que lo llevó a conflictos con los plantadores azucareros.

La compleja circunstancia creada por la ocupación napoleónica en España y la guerra popular de liberación (1808-1814), permitieron a Espada manifestar las tendencias moderadamente liberales de sus ideas políticas. En 1810 abogó por la autonomía de Cuba, en consonancia con los intereses de las elites criollas. En 1811 emitió una carta pastoral, en la cual exhortaba al patriotismo y expresaba el deber de los reyes para con sus vasallos. En 1812 respaldó de manera activa la Constitución de Cádiz, cuyo juramento presidió en La Habana. Tras la restauración absolutista de 1814, publicó una carta pastoral en la cual manifestaba su rechazo a la solución independentista para Cuba.

En 1820, la Sociedad Económica le solicitó la creación de una Cátedra de Constitución, que el obispo encargó al presbítero Félix Varela y Morales, figura clave en la historia cultural y política de la época en Cuba. Ese mismo año defendió públicamente el régimen constitucional y las libertades públicas, y en 1824 emitió una pastoral en la cual pedía clemencia para los liberales ante la nueva restauración del absolutismo.

Esta actitud provocó graves acusaciones que condujeron a una orden de arresto y envío a España contra el obispo, suspendida temporalmente en 1825 por su delicado estado de salud, y anulada de manera definitiva en 1830. No obstante, en 1828, el Vaticano había abierto un proceso contra Espada, también resultado de las acusaciones de sus enemigos, quienes lo tildaban de jansenista, hereje y masón.

Muerte

Su salud continuó empeorando, y en 1830 sufrió un primer ataque de apoplejía. Un segundo ataque causó su muerte, el 13 de agosto de 1832. El día 17, en la Catedral de La Habana, Juan Bernardo O’Gaban celebró la misa y los oficios fúnebres en su honor. Fue sepultado en el primer patio del cementerio que él fundara. En 1881, sus restos se trasladaron a la nueva Necrópolis Cristóbal Colón.

Reformas y Contribuciones

La formación ilustrada de Espada permite comprender su temprano interés por introducir reformas en diversos ámbitos de la vida social de su diócesis: salud pública, beneficencia y educación, entre otras. Todo se integraba en un proyecto de signo opuesto al desarrollo esclavista cubano de la época y los intereses de las élites azucareras.

Este proyecto había quedado perfilado, como resultado de su visita pastoral de 1803-1804, en el informe Diezmos reservados. En él, Espada criticaba tanto la esclavitud -cuya eliminación proponía- como el latifundio y el desmedido interés en la producción azucarera, que consideraba nocivo para el logro de la «felicidad» del país. A cambio, abogaba por una agricultura diversificada y centrada en las necesidades de la población, la pequeña propiedad agraria, la inmigración familiar europea y el desarrollo de las manufacturas.

Salud y Sanidad

Entre las más significativas contribuciones de Espada al mejoramiento de las condiciones sanitarias de la diócesis estuvo la creación del primer cementerio público de La Habana (1806), fruto en buena medida de su esfuerzo personal y conocido como Cementerio de Espada. Con ello puso fin en la ciudad a la larga tradición de enterramientos en las iglesias, con su secuela de insalubridad, aunque tuvo que afrontar la oposición de parte del clero y los conventos; sobre todo, por los beneficios pecuniarios asociados a la práctica anterior.

También resultó importante la estrecha colaboración de Espada con el doctor Tomás Romay y Chacón en la campaña por la aplicación de la vacuna contra la viruela. Los recursos del obispado financiaron, en buena medida, las expediciones por el país para garantizar que la vacunación alcanzara a la mayor cantidad de personas. Ante la resistencia de ciertos sectores, el obispo emitió una pastoral en la cual exhortaba al uso general de la vacuna mediante la explicación de sus beneficios.

Centros de beneficencia y cárcel

Espada modernizó las instituciones de beneficencia existentes en la diócesis, donde persistían prácticas medievales. Unificó la Casa de Niños Expósitos, la de Beneficencia y la de Recogidas en una sola institución. Para la atención de los enfermos mentales, que en la época deambulaban por la ciudad sin atención alguna, concibió la construcción de un edificio que los albergara de modo independiente, con la atención requerida.

Inaugurado en 1827, el asilo de dementes se conocería con el nombre de San Dionisio. En el colegio de niñas de San Francisco de Sales implantó las visitas a las pupilas y las incorporó al mundo después de terminados sus estudios. Al graduarse, las huérfanas recibían una dote para facilitar su casamiento o asegurar su porvenir.

Otro de los centros de atención del obispo fue la cárcel de La Habana. En concordancia con el ideario ilustrado, presentó un plan de mejoras para el sistema penitenciario dirigido a la rehabilitación del delincuente, basado en el trabajo y el aislamiento, elementos indispensables de la concepción espadista.

Educación

La enseñanza elemental, en la época en que Espada asumió el gobierno del obispado, era objeto de duras críticas por parte de la elite reformista ilustrada criolla. En esta esfera, la acción del obispo estuvo orientada a la estimulación de maestros y estudiantes por diversas vías, pero, sobre todo, a la modernización de las concepciones pedagógicas imperantes. Para ello envió a España al entonces profesor de filosofía del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, Juan Bernardo O´Gaban, a estudiar el sistema pedagógico pestalozziano, con el objetivo de aplicarlo en las escuelas cubanas. Después promovió el denominado método lancasteriano, con el mismo fin.

En los niveles superiores de educación, Espada fue el promotor de los inicios de una renovación profunda de los estudios filosóficos, así como de la introducción del estudio de ciencias como la física, la química y la botánica. El control del Seminario de San Carlos por el obispado permitió que Espada lo convirtiera en el centro de esa renovación, con el apoyo de figuras como José Agustín Caballero y Félix Varela y Morales. Junto a ese grupo de ilustrados criollos, atacó las bases del escolasticismo predominante hasta entonces en el pensamiento y los centros de enseñanza insulares.

Artes

También promovió la renovación en las artes, sirviendo de mecenas a artistas extranjeros como José Perovani y Juan Bautista Vermay, que satisfacían su gusto neoclásico, y a quienes encargó varias obras. El último, en una iniciativa del intendente de Hacienda Alejandro Ramírez apoyada por el obispo, fue el fundador de la escuela de pintura de San Alejandro en La Habana.

Enlaces externos

Fuentes