La Lisa

Plantilla:MunicipioLa Lisa. Municipio que pertenece a la provincia Ciudad de La Habana se constituyó a partir de 1976 con la división política – administrativa del país, aprobada ese año. Está ubicado en la periferia oeste de la capital, limita al norte con el municipio Playa, al este con Marianao, al sur- suroeste con Municipio de Boyeros y al oeste con el municipio Bauta de la vecina provincia La Habana.

Constitución

Desde su constitución y hasta hoy este municipio está integrado por: Alturas de La Lisa, Balcón Arimao, El Cano – Bello 26 – Valle Grande , Punta Brava, Arroyo Arenas, San Agustín, Versalles - Coronela. junto a otros numerosos barrios o fincas. En su conformación actual presenta dos áreas bien diferenciadas, la zona noreste del municipio, del Quibú hasta Arroyo Arenas y desde la Autopista Nacional a calle 25 es una zona muy urbanizada, en la cual de forma consecutiva se enlazan los repartos con sus más antiguos núcleos de población: y la zona suroeste, con características suburbanas o semirrurales, que incluye el área de Cano- Valle Grande, La Concepción, parte de Arroyo Arenas, Guatao y Punta Brava.

Características Geográficas.

En este territorio de 37,5 kilómetros cuadrados se asienta una población de 123 152 habitantes , lo que lo ubica como uno de los menos poblados de la capital con bajos índices de densidad poblacional debido en lo fundamental a su carácter periférico y a la dispersión de sus asientos poblacionales originales, a lo que se suma el comportamiento de 1,05% en su tasa de crecimiento anual de población, indicador bajo en comparación con otros países en desarrollo. A estas características demográficas hay que añadir su condición histórico - geográfica de área de tránsito o conexión con la capital desde el occidente del país que le proporciona al municipio una elevada cifra de población flotante.

Clima

El clima de este municipio se corresponde con el de sabana tropical típico para todo el país, con un período seco de diciembre a abril y otro lluvioso de mayo a noviembre. La temperatura media anual en este territorio oscila entre 24º y 26º celsius.

Relieve

El relieve es llano o suavemente ondulado con algunas colinas en sectores próximos al río “Quibú” y al Santa Cruz (Jaimanitas). La altura media es de 27 m. sobre el nivel del mar. Son sus ríos más importantes los dos ya mencionados y el Santa Ana en el límite oeste, que es además el más extenso.

En la zona se aprecian dos tipos fundamentales de rocas: las margas y las calizas, y alternan básicamente los suelos pardos que ocupan el 50,5% del territorio con suelos rojos. Es importante tener en cuenta que los suelos categorizados como muy productivos están distribuidos en toda la franja norte del municipio y en un pequeño sector al sur de El Cano, que son además los más urbanizados. Los suelos considerados productivos representan un 50,8% del territorio.

Flora y Fauna

La flora y la fauna como en el resto de la provincia ha sido fuertemente afectada por los procesos de urbanización, de contaminación y en este caso, por la práctica histórica de la agricultura cañera. Fueron especies de la vegetación original de la zona almácigos, cedros, caobas, guásimas, majaguas, yagrumas, ceibas y palmas reales. De las especies animales predominantes: moluscos, arácnidos, reptiles y aves, todavía el totí y el chichiguaco –no obstante ser endémicas- son comunes en arboledas, parques y avenidas. También localmente en algunos puntos proliferan los murciélagos.

Recursos minerales

En cuanto a recursos minerales existe un área de arcilla en “El Cano”, y otra zona arcillosa- calcárea propia para materiales de construcción en “El Palenque”. Además de los ríos el territorio cuenta con importantes reservorios de agua, trabajados por el hombre: la presa “Niña Bonita” y los embalses “El Atrevido”, “La Teresita” y “El Doctor”.

Las características geográficas que hemos descrito para el actual territorio del municipio La Lisa, - tomadas del informe geólogo-ambiental del Instituto de Geofísica y Astronomía - sirvieron de asiento a sus primeros puntos poblados, que aunque originalmente fueron poblados dispersos, hoy constituyen un municipio en desarrollo que va tejiendo su propia identidad, a partir de las raíces históricas peculiares en cada lugar. Por estas razones cuando se trata de estudiar sus antecedentes es imprescindible analizar cada uno de sus poblados originales por separado.

Es importante dejar establecido que no está probada la presencia aborigen en este territorio, y aún si analizamos sus características geográficas: tierras fértiles, ríos, arroyos, etc. que pueden hacerla presumible, lo cierto es que no hay evidencias de que así fuera, lo que podría demostrar alguna investigación arqueológica posterior, en las zonas de mayor probabilidad. Hoy el único elemento que anuncia una posible presencia aborigen, se reduce a la toponimia de algunos lugares del área o sus alrededores: Mayanabo, Quibú, etc.

Evolución y fundación de los primeros núcleos poblacionales

El punto de partida para el estudio de la historia municipal en el actual territorio del municipio La Lisa, puede establecerse en el otorgamiento de las primeras mercedes de tierra del siglo XVI, momento en que aparecen sus primeras actividades económicas y de población.

El derecho a mercedar tierras fue concedido al cabildo o consejo municipal durante la colonia y esta prerrogativa hizo que la institución o gobierno local cobrara mayor importancia en los siglos XVI y siglo XVII cubanos, pues su mayor poder radicaría en la entrega de estos beneficios.

El Cano

El primer paso en el proceso de evolución económica del territorio fue la merced otorgada para el corral de “El Cano”. Este corral fue admitido a diligencias el 10 de mayo de 1587 y otorgado a merced el 25 del mismo mes y año a Martín González Cano. “El Corral... era de forma circular y tenía una legua de diámetro. Su perímetro poseía una longitud de 13,13 km. lineales aproximadamente y abarcaba una 12 superficie entre 14 y 14,5 km. cuadrados. Estaba ubicado su centro a cinco leguas de La Habana y limitaba con los corrales “Ojo de Agua”, “Guatao”, y “Ubajay” (sic) extendiéndose hasta las proximidades del río “Quibú” e incluyendo una buena parte de las tierras que ahora conforman el municipio La Lisa. “

En 1675 eran sus dueños el alférez y mayor Don Nicolás Castellón y Don Jacinto Pedroso y lo habían dedicado a la cría de cerdos. Ambos el 10 de junio de dicho año hicieron solicitud a las autoridades correspondientes de que les concedieran merced de una franja de terreno comprendida entre el arroyo “Marianao” y el realengo “Jaimanitas” por la vuelta del noroeste que según ellos necesitaban para reparar y resguardar sus ganados concentrados en los corrales “Guatao” y “El Cano”.

Puede así constatarse que en un inicio la explotación de la ganadería era el objetivo fundamental a que fueron destinados los terrenos mercedados en este territorio. Por tal motivo se supone que la actividad de los colonizadores comienza a hacerse ostensible por estas regiones hacia fines del siglo XVI de donde se derivará, a largo plazo, la formación de los primeros núcleos de población. En fecha 23 de enero de 1711 se dio licencia, por el cabildo de La Habana, para demoler el corral “El Cano” y al mismo tiempo se autorizó a Don Francisco del Barco, médico llegado del Perú, para que construyera un ingenio en terrenos de Don Lucas Franco.

La aprobación de esta solicitud demostró que la ganadería extensiva había agotado ya sus posibilidades y atravesaba por una gran crisis que también se manifestaba en la zona y que hacía necesaria su sustitución por la industria azucarera. A su vez el desarrollo de esa nueva actividad económica propició el incremento de la población y con ella, la fundación de “El Cano” en 1723. Con la creación del poblado fue edificada la iglesia alrededor de la cual se iría agrupando el caserío, según el patrón español de fundación de villas.

En 1730 fue construida una iglesia de madera sin torre, que quedó declarada tenencia de la parroquia de Guanajay, bajo la devoción de la "Purísima Concepción". Posteriormente en 1765 fue erigida la parroquia, siendo declaradas auxiliares las iglesias de Guatao y Corralillo. La parroquia de El Cano llegó a ser, posteriormente, una de las más ricas en cañaverales.

El proceso de expansión cobró auge con el paso de los años y ya hacia 1762. El Cano era zona productora de azúcar, hallándose enclavados en su jurisdicción el ingenio “Coca”, “Duarte”, “Pacheco y León” en los cuáles la molienda se hacía aplicando procedimientos muy rudimentarios. Al convertirse el azúcar en el principal artículo de exportación de la Isla y aumentar el precio del producto, los hacendados se dieron febrilmente a la empresa de cultivar plantaciones cañeras, fomentar ingenios y procurarse en el mayor grado posible mano de obra barata con la libre introducción de esclavos.

En lo que abarcaba la parroquia de El Cano, el número de esas primitivas fábricas de azúcar era, en 1800 , pero para 1827 al arruinarse numerosos hacendados ante la baja del precio del azúcar y la introducción de la máquina de vapor para la que se requería un gasto de cierto caudal monetario, estuvieron forzados a emprender otros tipos de actividades. Esta fue la causa de que en los años siguientes la riqueza del pueblo se redujera fundamentalmente a la agricultura, y que los cultivos de mayor difusión fueran: arroz, café, frijoles, maíz, plátanos, hortalizas, frutas, viandas, etc.

No contamos con información estadística sobre la composición de la población en fechas tan tempranas, ni tampoco con cifras de la introducción de esclavos en la zona, pero esta región no escapó a la mayor importación de nuevos esclavos con el desarrollo y expansión de la industria azucarera, como parte de la economía habanera en la que la esclavitud alcanzó el máximo desarrollo en la etapa comprendida entre 1820 y 1845. Así vemos que en 1841 se registran para El Cano 1118 habitantes pero no se clasifica la composición de su población; en el censo de 1846, de un total de 1170 habitantes se registra un número de 887 blancos, 213 libres de color y 70 esclavos.

Según las estadísticas de 1862 en El Cano había 19 esclavos y 122 libres de color, de un total de 876 habitantes. La disminución de la población negra esclava, desde el período de auge de la industria azucarera hasta mediados del siglo XIX es evidente. La diversificación económica que sobrevino se refleja en los datos de la producción agrícola del período de 1858-1859, que aparecen a continuación:

Guatao

El estudio del plano de hatos y corrales de la antigua provincia habanera a finales del siglo XVI delimita perfectamente la ubicación del corral de Guatao, y en 1675, la primera referencia a dicha merced la adjudica a la marquesa de Pinar del Río, quien la cede en esta fecha, a Jacinto Pedroso. Según fuentes ya citadas, se solicita licencia al cabildo de La Habana para ampliar los terrenos en los que Castellón y Pedroso, propietarios del corral El Cano, pudieran “reparar y resguardar sus ganados concentrados en los corrales Guatao y El Cano.”

Estos elementos permiten asegurar que Guatao desde, al menos, la última década del siglo XVI, existía como corral dedicado a la ganadería. El siglo XVIII trajo consigo la decadencia de la ganadería y paulatinamente se produjo la sustitución de esta economía por la agricultura cañera y la producción de azúcar. En 1750 Don Esteban Godínez cedió gratuitamente una caballería de tierra de su propiedad para fundar el poblado. Esto trajo consigo un cierto desarrollo económico local y un aumento de la población que permitió en 1765 fundar la iglesia del Guatao, auxiliar desde entonces de la iglesia de “El Cano”.

Más tarde, en 1795 de erigió la parroquia, que al igual que la de “El Cano” fue muy rica en cañaverales.

Arroyo Arenas

El sitio Arroyo Arenas fue concedido en merced a Domingo Pérez Silva, el 29 de abril de 1672, por lo que la actividad poblacional de la zona se remonta a la segunda mitad del siglo XVII. Ha de suponerse además que Pérez Silva dedicara estas tierras a algún tipo de explotación agrícola, para la cual necesitara fuerza de trabajo, siendo factible que desde esta época se observara en la región determinada forma de actividad humana. La ubicación de este sitio a la vera del CaminoRreal a Vueltabajo favoreció su desarrollo poblacional que, además, fue enriquecido por la migración de población campesina de origen canario asentada inicialmente en Vueltabajo.

Hubo de pasar más de un siglo para que en el sitio mencionado se formara un considerable asiento de población. Según el historiador Fernando Inclán Lavastida hacia la última década del siglo XVIII dicho asiento posibilitó la fundación del pueblo de Arroyo Arenas, hecho que se registra en 1790 al constituirse una capilla que según parece estaba adosada a alguna casa o habitación “ separada de los usos comunes”. Asimismo señala que en 1794 se construye en este poblado la primera casa de tejas y en 1795 la ermita de Arroyo Arenas es erigida oficialmente bajo advocación de Jesús Nazareno del Rescate.

La Lisa

Según queda establecido en lo que hemos referido respecto al corral de "El Cano", las primeras actividades humanas en la zona cercana al río “Quibú”, se remontan a la extensión de dicho corral y a las labores propias de la ganadería. Muchos años después, hacia finales del siglo XVIII en esta zona se funda el ingenio “Nuestra Señora de la Candelaria” ubicado en la finca “Barandilla”, circunstancia que obliga a pensar en el establecimiento en el lugar de algunas familias vinculadas a las labores del ingenio. La crisis de la industria azucarera enmarcada hacia principios del siglo XIX, arruinó a numerosos dueños de pequeños ingenios que no tenían recursos para asumir los adelantos tecnológicos de la época y, de hecho, obligó a la diversificación de la economía en la región. En el territorio de La Lisa, entendida como área más cercana al Quibú, pueden establecerse para este período, las siguientes fincas y producciones:

- Nombres de las fincas, extensión y tipo de producción:

  • ”Barandilla” 2,5 caballerías tabaco y frutos menores
  • ”La Mercedita” 1,75 caballerías frutos menores
  • ”Las delicias del pocito” 4 hectáreas maloja
  • ”San Rafael” 3 caballerías frutos menores y pastos
  • ”San Antonio Abad” 4 caballerías pastos
  • ”Santa Ana” 1,5 caballerías pastos
  • ”Ana María” pastos y frutos menores
  • ”Sitio grande” pastos y frutos menores
  • ”Coca caña” y frutos menores
  • ”Torrecillas” 2,25 caballerías pastos, viandas y frutos menores

Desde finales del siglo XVIII otras razones asistirían al surgimiento de La Lisa como poblado.

En 1794 por real orden del 4 de abril de ese año, se creó el real consulado de agricultura, industria y comercio, que debía trabajar en el mejoramiento vial que conectara a la capital con importantes puntos del interior del país. Esta institución, en lo referente al territorio del actual municipio de La Lisa trabajaría por mejorar la comunicación desde la capital con Guanajay, importante centro agrícola, mediante el mejoramiento del antiguo “Camino Real a Vueltabajo”. Esto implicó la construcción de la calzada del Oeste, que se acometió siguiendo el mismo trazado de dicho camino.

Un obstáculo importante era el paso por el río “Quibú”, por lo que el 6 de marzo de 1827 el gobierno del general Don Francisco Dionisio Vives, inició la construcción del puente sobre el río Marianao, conocido hoy como el puente de La Lisa, obra que concluyera en 1832.

El mejoramiento del camino entre La Habana y Guanajay contribuiría a resultados beneficiosos mayores pues favoreció, en esta zona, el constante tránsito de mercaderes.

El puente de La Lisa - nos precisa Inclán Lavastida- fue construido bajo la dirección del maestro de obras francés Arsenio Locarrer Lotoser, con piedra de sillería, 284 varas de largo y 15 de ancho y fue considerado como una de las más importantes obras públicas de esa época. Las investigaciones posteriores del historiador Raúl Rodríguez Iglesias señalan que a su construcción contribuyeron la señora Brigida de Castro Palomino propietaria de la estancia “Santa Ana”, quien cedió una parte de los terrenos para su edificación. En esta construcción se utilizaron como mano de obra isleños y catalanes.

La construcción del puente estuvo vinculada a otro factor muy importante en el desarrollo poblacional de La Lisa. “Existía allí desde la culminación del puente, un establecimiento comercial constituido por una bodega y una taberna nombrada “Liza". Esta taberna servía de alojamiento y aprovisionamiento a los viajeros y comerciantes que transitaban desde la capital a Vueltabajo y viceversa”. En 1855, según demuestra Rodríguez Iglesias en el trabajo citado, fue establecido un portazgo para el cobro del impuesto de peaje en las márgenes del oeste de río “Quibú”, lo que hacía posible la estancia de mercaderes que transitaban en caravanas, ya incrementadas por el mejoramiento de la comunicaciones hacia Guanajay.

Hay que apuntar además, que las familias acaudaladas de La Habana de la época, desde mediados del siglo XIX habían convertido al río en una zona de veraneo. Venían a disfrutar de los baños en fuentes establecidas de manera diferenciada: la del paredón, para señoras; la de la palma, para gentes de color; de la guásima, para señoras y un baño para caballeros. El puente y la taberna, en un primer momento, y el portazgo y el turismo de veraneantes después, fueron determinantes en la urbanización de este territorio.

“El 29 de septiembre de 1857 Miguel Antonio Navarrete propietario del potrero San Antonio Abad y coheredero de la estancia Santa Ana, ubicadas ambas fincas al suroeste de la Calzada de Guanajay, solicitó al Gobierno Superior Civil la autorización correspondiente para parcelar y repartir a censo una parte de esos terrenos con vistas a la creación del poblado La Lisa. Este proyecto de urbanización fue aprobado ese mismo año por las autoridades competentes y como la estancia “Santa Ana” era propiedad de Brígida de Castro Palomino, quien ya había fallecido años antes sin dejar testamento, los solares que resultaron de la división fueron repartidos entre los numerosos herederos después de un largo proceso legal que duró varios años.

Estos solares puestos en venta, fueron adquiridos inicialmente por familias habaneras, quienes se dieron a la tarea de construir las primeras casas de La Lisa con el objetivo de tener alojamiento en las temporadas de verano. Esta fue la génesis de un poblado nacido hacia 1858 como barrio rural, apéndice de Marianao. El desarrollo urbanístico de La Lisa se hizo muy lento a partir de 1875 por el desmantelamiento de los baños como consecuencia de la contaminación y la eliminación del portazgo. No es hasta bien avanzado el siglo XX que el territorio tiene una evolución urbanística más acelerada.

Punta Brava

El área que más tarde ocupó el poblado de Punta Brava estuvo comprendida en el siglo XVI como parte de los corrales de “Guatao”, “Ojo de Agua” y “Bauta”. La evolución económica de esta zona derivó, tras la desaparición de los corrales dedicados a la ganadería, en zona de agricultura cañera, con algunos ingenios como se verá al estudiar la evolución económica de la zona, y más tarde la gran propiedad cañera se subdividió en fincas más pequeñas en las que se diversificó la producción agrícola, dedicando parte de sus tierras a viandas y frutos menores. Esta es la característica de la zona en el siglo XIX cuando se produce la aparición del poblado, el último de los aparecidos en la época colonial, en el actual territorio del municipio La Lisa.

Inicialmente esta área se constituye de cuatro grandes fincas propiedad de valencianos, que se denominaban: “Armonía”, “Señorita Tarafa”, “Tejar grande” o “Punta diamante” y la “Divina pastora”. Era apoderado de estas Don Francisco Castro Palomino, quien siendo juez cuando aquellos se marcharon a España se quedó a cargo de las tierras del Guatao. Hacia 1870 sin noticias de los propietarios originales, decide que estas fincas se subdividieran a su vez en solares valorados $100, medios solares en $ 50, y cuñas de $25, los poseedores de estos pagaban mensualmente $ 12 por los primeros, $6 por los segundos y $5 por los terceros, práctica que se mantuvo hasta el triunfo de la revolución. Tal fue el origen del pueblo bautizado como “San Vicente de Punta Brava”, situado a orillas del “Camino Real de Vuelta Abajo”, a poco más de una legua al noreste de “Hoyo Colorado” (Bauta).

Fueron las principales familia fundadoras del poblado las de José Tamargo, José Zayas, Tomás Camejo, Martin Ibañez, José Trevejo y Pedro Aponte. Como ha quedado expresado el poblamiento del actual territorio del municipio La Lisa tiene su punto de partida en las mercedes de tierras del siglo XVI, y sus poblados más importantes aparecidos en proceso posterior de urbanización, excepto los dos más antiguos: El Cano y Guatao, están vinculados a la evolución del camino real a Vueltabajo como vía importante de conexión de esa región con la capital.

División político – administrativa en el territorio durante la época colonial

Desde las primeras mercedes de tierra hasta nuestros días se han producido numerosos cambios en la subordinación político administrativa del actual territorio de La Lisa cuyo conocimiento es importante para comprender su propia evolución histórica y los lazos comunes con otros municipios aledaños, de los que otrora formara parte.

Según se ha podido establecer la subordinación política, administrativa, judicial y eclesiástica de los distintos puntos poblados de este territorio, hasta el siglo XIX constituye una verdadera madeja de hilos por el entrecruzamiento de distintos niveles y lugares de subordinación.

Las primeras mercedes de tierras hacia 1778 todavía subordinaban su existencia al cabildo o ayuntamiento de La Habana. Hacia 1780 estaban constituidas las Tenencias de gobierno o ayuntamientos correspondiendo esta zona a Santiago de la Vegas. Se le subordinaban la capitanías pedáneas o partidos judiciales de 3era clase, categoría reconocida a “El Cano” y “Bauta”. Al primero se subordinaban los poblados de: Arroyo Arenas, La Lisa, Cantarranas, 4 Caminos de Barandilla, Jaimanitas y El Cano; al segundo Punta Brava o Portazgo, y Guatao. A partir de 1878, según la nueva divisón político- administrativa establecida por el gobierno colonial en esa fecha, se crearon hacia el oeste de la capital los municipios (ayuntamientos y alcaldes) de El Cano, Marianao y Santiago de las Vegas. A cada uno de ellos se subordinaban los distritos (tenientes alcaldes).

A El Cano correspondían Arroyo Arenas, Barandilla, Falcón, Jaimanitas y El Cano propiamente dicho; a Marianao se subordinaba La Lisa, y a Santiago de las Vegas, se subordinaban los distritos Bauta, Punta Brava y Guatao. En el orden judicial, todos estos municipios se subordinaban a Bejucal hasta 1880. Esta situación explica la complejidad en la región de los litigios, reclamaciones, o cumplimiento de obligaciones para los pobladores que desde un mismo punto poblado debían subordinarse según el caso, a distintas dependencias y territorios, algunos de los cuales resultaban muy alejados y de difícil comunicación con los centros de subordinación establecida.

Evolución económica

Establecer con brevedad el origen de cada uno de los poblados más antiguos que hoy integran el municipio La Lisa, ha obligado a un recuento que recorre desde el siglo XVI al siglo XIX, pero como solo se han tocado en el sentido de la aparición de los poblados, y de su subordinación político administrativa, resulta obligatorio volver a atrás, para considerar las generalidades de la evolución económica, política y social del territorio en la época colonial. No hay dudas de que a partir de las primeras mercedes de tierra de siglo XVI estos predios fueron dedicados a las labores de ganadería menor y paralelamente a la agricultura de sitios y estancias cuya función fundamental era la subsistencia.

A principios del siglo XVII prácticamente no existían poblados en la zona oeste de La Habana territorio cubierto por bosques muy espesos. La villa de San Cristóbal de La Habana resultaba una gran consumidora de madera y, por otra parte, también la necesitaban como combustible las naves de sus majestades que permanecían medio año ancladas en el puerto de La Habana para abastecerse y hacer luego la travesía a España, así como la madera que se requería en las labores en los ingenios y estancias. Esta situación explica que el 8 de marzo de 1610, el cabildo de La Habana aprobara la siguiente moción de su regidor Don Diego de Soto: “Que por cuanto en los términos de esta ciudad se han concedido algunos sitios de estancia de labor e ingenios de azúcar y cañaverales a cuya causa se va gastando mucha leña, por cuya razón los vecinos e moradores de esta ciudad e por causa de las armadas de SSMM e flotas de navío que por este puerto entran, conviene que tenga término e parte señalada para proveerse e cortar leña de manera que no le falte, ni ninguna persona en manera alguna se le estorbe, sino que sea general para todos el común e provehimiento de esta ciudad e vecinos de ella.

En las dichas armas e flotas de SS.MM o navíos tengan señalado lugar donde cortar e puedan proveerse de la leña, por ser cosa necesaria e le parecía que se le podía señalar el Monte que está de la otra banda del río de la Chorrera, hacia la parte que dicen Mayanabo hasta salir al hato de vacas que es de Fernando Ruiz e de Diego Hernández (sic) “.

En este sentido, aunque sería importante precisar la ubicación de los hatos de Fernando Ruiz y Diego Hernández para comprobar la inclusión territorial de parte del actual municipio en esta actividad de tala; otros datos pueden apoyar dicha hipótesis. Esta actividad se mantuvo de manera continuada durante siglo y medio hasta que en 1765 el gobernador Conde de Ricla dictó una orden prohibiendo los cortes, ya para esa fecha en el actual territorio del municipio la aparición de poblados y la concurrencia de otras actividades económicas hacen presumible que la tala de madera también le afectara.

El declinar de la ganadería introdujo en los años finales del siglo XVI grandes transformaciones en la estructura de la propiedad agraria. En el territorio que hoy ocupa el municipio La Lisa como consecuencia de este proceso se produjo una fragmentación de las propiedades en virtud de herencias, ventas e hipotecas, para convertirlo en zona de fincas, estancias, sitios y potreros con una producción agrícola diversificada. El inicio de la industria azucarera en Cuba data de las décadas de 1590 a 1600 pero fue a partir del Siglo XVIII que el cultivo de la caña comenzó a expansionarse por determinadas áreas de las actuales provincias de La Habana y Ciudad de La Habana.

Fuentes

  • (1) Dirección Municipal de Estadísticas: “Desarrollo de la Infraestructura Social

del municipio La Lisa.” tablas comparativas 1999.