Diferencia entre revisiones de «Leonor López de Córdoba»

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Nació en Calatayud ([[Zaragoza]])  hacia [[1362]] y falleció en  Córdoba entre el 3 y el [[11 de julio]] de [[1430]].
 
Nació en Calatayud ([[Zaragoza]])  hacia [[1362]] y falleció en  Córdoba entre el 3 y el [[11 de julio]] de [[1430]].
  
Leonor fue hija de de [[Sancha Carrillo]], dama de la casa de [[Alfonso XI]], y de [[Martín López de Córdoba]], maestre de las órdenes de Calatrava y Alcántara, adelantado  mayor de Murcia y uno de los más firmes baluartes de [[Pedro I]] en su lucha contra [[Enrique II]]. Como la propia Leonor  redactó en sus memorias, nació en [[Calatayud]], donde su padre, a la sazón  privado y consejero de Pedro I, se hallaba junto al monarca para  combatir al enemigo aragonés, dentro de la Guerra de los Dos Pedros.  Tras ello, y junto al resto de su familia, Leonor se trasladó a vivir al alcázar de Segovia.
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Leonor fue hija de [[Sancha Carrillo]], dama de la casa de [[Alfonso XI]], y de [[Martín López de Córdoba]], maestre de las órdenes de Calatrava y Alcántara, adelantado  mayor de Murcia y uno de los más firmes baluartes de [[Pedro I]] en su lucha contra [[Enrique II]]. Como la propia Leonor  redactó en sus memorias, nació en [[Calatayud]], donde su padre, a la sazón  privado y consejero de Pedro I, se hallaba junto al monarca para  combatir al enemigo aragonés, dentro de la Guerra de los Dos Pedros.  Tras ello, y junto al resto de su familia, Leonor se trasladó a vivir al alcázar de Segovia.
  
 
Siendo Leonor muy niña falleció su madre, [[Sancha Carrillo]], por lo que fue educada en la corte junto a las infantas, las  hijas de Pedro I, que habían amadrinado a la pequeña. Hacia [[1363]], [[Martín López de Córdoba]] envió a la corte a su hijo ilegítimo, Lope López de  Haro, (habido en su amante, [[Teresa Álvarez de Haro]]), para que se criase  junto a doña Leonor. La relación entre ambos jóvenes parece haber sido  sumamente cordial, a juzgar por los lamentos con que doña Leonor, en sus  Memorias, narra la muerte de Lope López, acontecida en las  atarazanas de Sevilla en 1374, dentro de las pugnas ordenadas por los  Trastámara en contra de la nobleza antagonista:
 
Siendo Leonor muy niña falleció su madre, [[Sancha Carrillo]], por lo que fue educada en la corte junto a las infantas, las  hijas de Pedro I, que habían amadrinado a la pequeña. Hacia [[1363]], [[Martín López de Córdoba]] envió a la corte a su hijo ilegítimo, Lope López de  Haro, (habido en su amante, [[Teresa Álvarez de Haro]]), para que se criase  junto a doña Leonor. La relación entre ambos jóvenes parece haber sido  sumamente cordial, a juzgar por los lamentos con que doña Leonor, en sus  Memorias, narra la muerte de Lope López, acontecida en las  atarazanas de Sevilla en 1374, dentro de las pugnas ordenadas por los  Trastámara en contra de la nobleza antagonista:
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{{Sistema:Cita|:Y mi hermano [...] era niño de trece años, la más hermosa criatura que había en el mundo [...] y salió su ánima de sus manos, que había él un año más que yo.}}
 
{{Sistema:Cita|:Y mi hermano [...] era niño de trece años, la más hermosa criatura que había en el mundo [...] y salió su ánima de sus manos, que había él un año más que yo.}}
  
Antes  del nacimiento de la dama, su padre había firmado una alianza con [[Juan Fernández de Hinestrosa]],  camarero y canciller mayor de [[Pedro I]], mediante el cual Leonor se  casaría con [[Ruy Fernández de Hinestrosa]], hijo de [[Juan Fernández]]. Con este pacto, los Hinestrosa y los López de Córdoba,  sin duda de los linajes más favorecidos por la política de Pedro I,  pretendían establecer una unión duradera que les encumbrase a las cotas de la nobleza más poderosa durante los años futuros. Sin embargo, los  acontecimientos caminaron en otra dirección: Juan Fernández de  Hinestrosa falleció en la batalla de Araviana ([[1359]]), mientras que la  muerte de Pedro I a manos de su hermanastro [[Enrique en Montiel]] ([[1369]])  provocó el hundimiento de la causa petrista; el maestre Martín López fue ajusticiado en Carmona (1371) por [[Enrique II]] y, consecuentemente, todos los hijos de sus enemigos, incluidos Leonor López y Ruy Gutiérrez, fueron encarcelados. Sin embargo, el matrimonio entre ambos se celebró  entre [[1474]] y [[1476]], como ha demostrado la profesora Cabrera Sánchez (art.  cit., p. 210). Pero parece altamente probable que, siguiendo las Memorias  de doña Leonor, al menos hasta [[1379]] el matrimonio permaneciese  encerrado en la prisión de las atarazanas de Sevilla.
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Antes  del nacimiento de la dama, su padre había firmado una alianza con [[Juan Fernández de Hinestrosa]],  camarero y canciller mayor de [[Pedro I]], mediante el cual Leonor se  casaría con [[Ruy Fernández de Hinestrosa]], hijo de [[Juan Fernández]]. Con este pacto, los Hinestrosa y los López de Córdoba,  sin duda de los linajes más favorecidos por la política de Pedro I,  pretendían establecer una unión duradera que les encumbrase a las cotas de la nobleza más poderosa durante los años futuros. Sin embargo, los  acontecimientos caminaron en otra dirección: Juan Fernández de  Hinestrosa falleció en la batalla de Araviana ([[1359]]), mientras que la  muerte de Pedro I a manos de su hermanastro [[Enrique en Montiel]] ([[1369]])  provocó el hundimiento de la causa petrista; el maestre Martín López fue ajusticiado en Carmona (1371) por [[Enrique II]] y, consecuentemente, todos los hijos de sus enemigos, incluidos Leonor López y Ruy Gutiérrez, fueron encarcelados. Sin embargo, el matrimonio entre ambos se celebró  entre [[1474]] y [[1476]].
  
{{Sistema:Cita|:Me casó mi padre de siete años con Ruy Gutiérrez de  Henestrosa, hijo de Juan Ferrández de Henestrosa, camarero mayor del  señor rey don Pedro y su Chanziller mayor del sello de la puridad, y  mayordomo mayor de la reyna doña Blanca su muger, el qual casó con doña  María de Haro, señora de Haro y los Cameros ; y a mi marido  quedáronle muchos vienes de su padre y muchos lugares, y alcanzaba  treszientos de a cavallo suyos, a quarenta madejas de aljófar, tan  grueso como garvanzos, a quinientos moros e moras y dos mill marcos de  plata en bajilla; y las joyas y preseas de su casa no las pudieran  escrevir en dos pliegos de papel; y esto le cupo del dicho su padre y  madre porque otro fijo y heredero non tenían: a mí me dio mi padre  veinte mill doblas en casamiento y residíamos en Carmona con las fijas  del señor rey don Pedro, mi marido y yo e mis cuñados, maridos de mis  hermanas, y un hermano mío que se llamaba don Lope López de Córdoba  Carrillo.}}
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Su padre pereció decapitado en Sevilla tras luchar en la sucesión de la dinastía castellana cuando Leonor apenas contaba con ocho años de edad. Ello ocasionó la confiscación de todos los bienes familiares y la encarcelación de aquella durante nueve años en las Atarazanas de Sevilla sufriendo los rigores de prisión y las epidemias de peste hasta 1379 cuando tras la muerte de Enrique II es liberada.
  
El que su familia apoyase al rey [[Pedro I de Castilla]]  supuso la caída en desgracia de la familia al advenir al trono Enrique  II el Fratricida. Este, sin  embargo, levantó la condena y el embargo de los bienes que había hecho  caer sobre su familia en su testamento, pese a lo cual toda la nobleza  tuvo a la familia de Leonor López como  apestada y no paró de hacerles  sufrir humillaciones; por ejemplo, cuando enfermó su hijo de muerte en  casa ajena y lo quisieron echar:
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Una vez recuperada la libertad y mientras su esposo trata de recuperar la hacienda expoliada, Dª. Leonor se instala Córdoba. Después de tanta adversidad trata de entrar en el convento de la Orden de Guadalajara fundado por sus bisabuelos, aunque no llega a prosperar dicho deseo al regresar su marido. Pocos años más tarde, en torno a 1389, nació su primer hijo y comenzó a mejorar la situación familiar hasta que con la ayuda económica de su tía, los canónicos de San Hipólito le concedieron unos corrales entre la iglesia y el muro de la ciudad donde construyó dos palacios, una huerta y dos o tres casas más para servicio. Por estas fechas daría a luz a su hija, Leonor.
  
{{Sistema:Cita|:Yo estaba tan traspasada de pesar, que no podia  hablar del corrimiento que aquellos señores me hacian; y el triste de mi  hijo dezia "decid a mi señora doña Theresa que no me haga echar, que  agora saldrá mi ánima para el cielo". Y aquella noche falleció y se  enterró en Santa Maria la Coronada, que es en la villa, porque doña  Theresa me tenía mala intención y no savia por qué, y mandó que no lo  soterrasen dentro de la villa, y así quando lo llevaban a enterrar fui  yo con él, y quando iba por la calle con mi hijo las jentes salían dando  alaridos, amancillados de , y decían: "Salid, señores, y veréis la más desventurada desamparada e más maldita muger del mundo", con los  gritos que los cielos traspasaban, e como los de aquel lugar todos eran  crianza y hechura del señor mi padre, y aunque sabían que les pesaba a  sus señores, hicieron grande llanto conmigo como si fuera su señora.}}
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Las epidemias de peste que se extendieron por toda la geografía castellana llegaron a Córdoba alrededor de 1400 lo que provocó la marcha de . Leonor hacia Santaella y posteriormente hacia Aguilar donde su hijo Juan, infectado por la peste, murió al cuidar una noche, incitado por su madre, de un judío llamado Alonso, huérfano recogido por la autora cordobesa en 1391.
  
[[Imagen:2805.jpg|thumb|left|Sepulcro de Leonor López de Córdoba]]Su padre, llamado [[Martín López de Córdoba]], era hijo del mayordomo de Dª. Blanca, esposa del rey Pedro I  y llegó a ser Maestre de las Órdenes de Calatrava y de Alcántara. Pereció decapitado en Sevilla tras luchar en la sucesión de la dinastía  castellana cuando Leonor apenas contaba con ocho años de edad. Ello ocasionó la confiscación de todos los bienes familiares y la encarcelación de aquella durante nueve años en las Atarazanas de Sevilla sufriendo los rigores de  prisión y las epidemias de peste hasta [[1379]] cuando tras la muerte de Enrique II  es liberada. Su hijo y sucesor, [[Juan I]], concedió una indulgencia a  varios miembros de la nobleza petrista, en vías de regularizar la  estabilidad política interna del reino.  
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La muerte de su primogénito de doce años provocó un enorme escándalo que causó el retorno de la familia a Córdoba y que transformó la vida de Leonor cuando a comienzos del siglo XV, fue nombrada camarera mayor de la reina Dª. Catalina de Lancaster, nieta de Pedro I y viuda de Enrique III.
  
El resultado fue que [[Leonor López de Córdoba]] y su esposo consiguieron ser libres e iniciar una nueva  vida. La dama trasladó su residencia a Córdoba, a casa de su tía  materna, [[María García Carrillo]], al tiempo que su marido iniciaba un  acercamiento al linaje Trastámara con el objetivo de reclamar las  posesiones que antaño habían pertenecido a su suegro y a su padre. En la capital cordobesa residió doña Leonor hasta que en el año [[1400]], una  [[epidemia de peste]] le obligó a trasladarse hacia Santaella en compañía de sus hijos, para evitar que la pandemia acabase con la vida de sus  descendientes.  
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Su entrada al palacio, como privada de la reina regente, supone un hito en la vida de Leonor ya que se convirtió en una de las personas principales del reino de Castilla con amplias influencias políticas al ser consejera personal de la reina y del infante cuyas opiniones o pareceres eran más consideradas que la de nobles, clérigos, caballeros o doctores. Producto de esta etapa de su vida, Leonor obtendrá una considerable fortuna que será destinada a la compra de varias posesiones para, tan sólo tres días después, donarlas al prior y frailes del propio monasterio de San Pablo.
  
En este momento, justo en los primeros años del siglo XV,  la narración de las Memorias de doña Leonor se interrumpe  bruscamente, pero se puede seguir su evolución biográfica a través de las crónicas de la época, pues Leonor se convirtió en un personaje  notorio al trasladarse a vivir a la corte regia, como privada de la reina Catalina de Lancáster. Como se verá a continuación, este hito  representó una tremenda importancia en la época, puesto que tras la muerte de Enrique III ([[1406]]) y ante la minoridad del nuevo monarca, [[Juan II]], el reino vivió diversas discordias internas por el enfrentamiento vivido entre los dos tutores  del menor: su madre, la reina Catalina, y su tío, el infante Fernando de Antequera.
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Leonor López de Córdoba intentó un tímido acercamiento a [[Fernando de Antequera]]. Las tensiones internas, las intrigas en torno a la corona castellana y el hecho de que una mujer hubiera adquirido tanto poder político en la corte provocó la censura y el recelo de nobles y potentados hasta que la propia reina se percató de la enorme influencia de la autora cordobesa y los echó de su casa, amenazándola con quemarla en la hoguera si, tras haber llegado a Cuenca movida por el infante [[Fernando de Antequera]], no regresaba de inmediato a Córdoba junto con toda su familia.
  
=== Pugna con Fernando de Antequera ===
 
Era [[Catalina de Lancáster]] hija de [[Juan de Gante]], duque de Lancáster, y de [[Constanza de Castilla]], hija legítima de Pedro I. El matrimonio entre Catalina (nieta de [[Pedro I]]) y [[Enrique III de Castilla]] (nieto de [[Enrique II de Castilla]]), celebrado en [[Palencia]] en [[1388]], se llevó a cabo para poner fin a las  querellas dinásticas entre el linaje Trastámara y la rama petrista; pero  con la muerte de Enrique III ([[1406]]), se dio la curiosa circunstancia de  que la reina Catalina se rodeó en su séquito de todo un amplio elenco de nobles partidarios de Pedro I, entre los que Leonor López de Córdoba ocupó un papel principal, como relata la crónica de [[Alvar García de Santamaría]] (ed. cit., p. 56):
 
 
''E estaua aý con ella [i.e., la reina Catalina] vna dueña que es natural de Córdoua, que dicen Leonor López Carrillo, fija del maestre don [[Martín López]], maestre que fue de Calatrava en tienpo que reynava en Castilla el Rey don Pedro. La qual dueña hera muy priuada de la Reyna, en tal manera que cosa del mundo non fazía sin su consejo; e quando venía a dezir lo que avía visto con los del su Consejo, si ella en ál acordaua, eso se fazía; tanto hera el amor que con ella tenía.''
 
 
Es  muy posible que la introducción de Leonor en el entorno cortesano de [[Catalina de Lancáster]] fuese debido a la presencia en ese mismo escenario  de [[fray Álvaro de Córdoba]], confesor de la reina de Castilla y hermano  de doña Leonor. Asimismo, la hija de esta última, llamada Leonor López  de Hinestrosa, también entró en la corte como dama de compañía de la  reina, antes de que en 1411 contrajese matrimonio con [[Juan Alfonso de Guzmán]], hijo del conde de Niebla y de notable linaje andaluz. En  esencia, Leonor López de Córdoba, al gozar de la máxima confianza de la  reina Catalina, procedió a crear un entramado cortesano totalmente  opuesto a los intereses del otro regente, el infante [[Fernando]]. Valorar  la importancia del papel que desempeñó Leonor López de Córdoba en la  compleja política de la época de la minoridad de Juan II es sumamente  complejo.
 
 
Yo, la sin ventura reina de Castilla y de León, madre del rey, su  tutora y regidora de sus reinos, embío mucha salud a vos, la mui amada y  deseada madre doña Leonor López de Córdova, mi dueña, hija del maestre don Martín López de Córdova (que Dios perdone), como aquella que mucho  amo y precio, de quien mucho fío... porque vos ruego que lo más  continuamente que vos pudiéredes me certifiquéis de buestra salud y vida.
 
 
Si  es complejo determinar la figura política de Leonor López de Córdoba es  porque las crónicas nos han legado una visión totalmente partidista de  la pugna entre Catalina de Lancáster y el infante Fernando. Los  testimonios de [[Álvar García de Santamaría]] o de [[Fernán Pérez de Guzmán]]  inciden en ofrecer una visión panegírica de las virtudes del infante, al  tiempo que dedican críticas subrepticias tanto a la reina como a su  privada. Si Pérez de Guzmán achaca el defecto a ese "vicio común de los  reyes" (Generaciones y semblanzas, ed. cit., p. 19) que es  dejarse guiar por privados, García de Santamaría echa mano del tan  medieval tópico de los malos mestureros para explicar las  diferencias habidas en la política de la época.
 
 
Parece que algunos que buscaban sus provechos e sus atijaras,  buscando la honra e el provecho para sí, dando a entender que seruía  cada vno a su parte, boluieron las voluntades los vnos a la Reina e los  otros al Infante, por les ser más priuados, poniendo sospecha la vna  parte a la otra, dándoles a entender que cada vno quería llevar la  honrra al otro.
 
 
Las fricciones entre los dos regentes a causa de la  privada tuvieron su punto culminante en [[1408]], durante la celebración de  las Cortes de [[Guadalajara]], lo que movió al infante Fernando a escribir  una carta a la reina Catalina en la que se vertían severísimas  acusaciones contra doña Leonor.
 
 
El  punto culminante de este enfrentamiento cortesano promovido por doña  Leonor fue el nombramiento de Fernán Alfonso de Robles como contador de  la reina, supuestamente bajo la admonición de su privada. Pérez de  Guzmán, en la semblanza dedicada al contador, realiza un virulento  ataque al poder alcanzado en la corte por doña Leonor.
 
 
La crítica del escritor castellano es  meridianamente clara: parece ser que lo que pretendía Leonor López de  Córdoba, al menos a ojos de sus contemporáneos, era alterar el status  quo nobiliario emanado de las mercedes de los Trastámara,  introduciendo un nuevo grupo de presión formado por miembros no sólo de  pequeño linaje, como denunciaba Pérez de Guzmán, sino también (tal vez  sobre todo) a aquellas familias de rancio abolengo que, como la de  Leonor, habían perdido su posición por militar en el bando petrista  durante la guerra fratricida. Que Leonor López de Córdoba intentó  aprovechar su influencia en la corte para favorecer a los intereses de  su linaje está totalmente comprobado. Una de los pactos entre los  tutores, Catalina y Fernando, fue el de dividir Castilla en dos  gobernaciones, quedando cada parte al cargo individual de cada uno de  ellos para asegurar la estabilidad; en este contexto, Leonor López de  Córdoba se aseguró que la reina Catalina obtendría el sur del reino,  Andalucía incluida, donde pensaba beneficiar a su yerno, Juan Alfonso de  Guzmán, en el pleito que éste mantenía con su hermano, Enrique de  Guzmán, por la posesión del condado de Niebla.
 
 
Aunque la escasez  de fuentes cronísticas para estos años impide saber con seguridad los  datos, parece ser que después de esta queja efectuada por el infante, la  reina Catalina decidió apartar por un tiempo a doña Leonor de la corte  regia, pues ésta pasó a residir en su Córdoba natal. Allí se encontraba  en [[1410]], poco antes de la toma de Antequera, cuando intentó  reconciliarse con el infante Fernando aconsejando a doña Catalina que  enviase la cuantía económica que el regente demandaba para acometer la  parte final del asedio. Sin embargo, esta acción de doña Leonor motivó  los celos de la reina Catalina, causando la primera merma en la  situación de su privada que, finalmente, sería expulsada de la corte  poco después de la muerte de [[Fernando I de Aragón]]. Con ella también  saldrían del entorno cortesano otros personajes, como [[Juan Álvarez Osorio]], guarda mayor de Juan II, y la presunta amante de éste, doña Inés  de Torres. Como quiera que esta dama era prima de uno de los poetas  cancioneriles, [[Fernán Manuel de Lando]], en el Cancionero de Baena,  bajo los tópicos de la mudabilidad de la Fortuna, encontramos  información que complementa la privanza de doña Leonor López de Córdoba y  también la existencia en Castilla de una fuerte oposición interna, es  decir, desde la corte, a la política del infante Fernando y sus hijos,  los infantes de Aragón.
 
 
=== Últimos años ===
 
Al hilo de las noticias proporcionadas por las crónicas, durante [[1412]] Leonor López de Córdoba intentó un tímido acercamiento a Fernando  de Antequera. Si bien pudiera sospecharse que privada y regente habían  considerado el llegar a un pacto mutuo, parece ser que el factor  desencadenante de este proceso fue la llegada a la corte castellan de  una nueva dama que, a la postre, acabaría por enterrar las aspiraciones  de doña Leonor: Inés de Torres. Esta última, cuya entrada en el entorno  de Catalina de Lancáster había sido auspiciada por la propia Leonor,  comenzó a acaparar todo el poder anteriormente detentado por aquella,  principalmente después de que la reina Catalina, enterada de las  intenciones de Leonor para pactar con Fernando de Antequera, hubiese  reaccionado de forma colérica:
 
 
E luego que la reina supo que doña Leonor López era partida del  infante e ida a Córdoba, echó de su casa a su hermano e tiró a ella y a  él e a don Juan, su yerno, los oficios que del rey su hijo e de ella  tenían, e echó asimesmo de su casa todos los oficiales que por su mano  eran puestos en su oficios.
 
 
Así  fue cómo fray Álvaro de Córdoba, [[Leonor López de Hinestrosa]], [[Juan Alfonso de Guzmán]] y por supuesto, Leonor López de Córdoba, dieron por  finalizado su intento de que la nobleza petrista volviera a estar  situada en el lugar de preeminencia que, en su opinión, les  correspondía. Otros protagonistas de estas tramas cortesanas, como [[Inés de Torres]] y [[Juan Alfonso de Robles]], durarían también bastante poco en la  corte, en concreto hasta [[1416]], cuando también fueron expulsados. A  falta de su reflejo en las crónicas de la época, las veleidades de la  reina Catalina para con sus sirvientes pueden entreverse en una fuente  literaria, el Cancionero que recopilase Juan Alfonso de Baena. El poeta  Fernán Manuel de Lando, primo de Inés de Torres, compuso dos poemas (nº  277-278 ed. Dutton-González Cuenca) cuyo tema central lo conforma este  contexto, al igual que los dos de Gómez Pérez Patiño (nº 351-352), en  los que los tópicos de la veleidad de la Fortuna y las profecías  astrológicas dejan entrever que las caídas de Leonor López de Córdoba y  de Inés de Torres como privadas de la reina fueron un suceso  conocidísimo en la época (al menos en ambientes cortesanos), pese al  silencio más o menos tácito con que han pasado por otro tipo de fuentes.
 
  
 
A  partir de [[1412]], las noticias al respecto de doña Leonor son muy  escasas. Únicamente puede certificarse que regresó a Córdoba, donde pasó  sus últimos años hasta su muerte, acontecida entre el [[3 de julio]] de  [[1430]], fecha en que otorgó el codicilo de su testamento, y el [[11 de julio]], en la que el inventario judicial le cita como fallecida. Son  sumamente curiosas algunas cláusulas testamentarias de la dama, como su  deseo de que su cadáver fuese velado por dos damas durante el día de su  muerte, y que fuese enterrada en el monasterio de San Pablo, en el que  se había hecho construir un sepulcro y en el que, todavía en la  actualidad, pueden encontrarse diversas tumbas e inscripciones de lo que  debería haber sido una especie de panteón familiar.
 
A  partir de [[1412]], las noticias al respecto de doña Leonor son muy  escasas. Únicamente puede certificarse que regresó a Córdoba, donde pasó  sus últimos años hasta su muerte, acontecida entre el [[3 de julio]] de  [[1430]], fecha en que otorgó el codicilo de su testamento, y el [[11 de julio]], en la que el inventario judicial le cita como fallecida. Son  sumamente curiosas algunas cláusulas testamentarias de la dama, como su  deseo de que su cadáver fuese velado por dos damas durante el día de su  muerte, y que fuese enterrada en el monasterio de San Pablo, en el que  se había hecho construir un sepulcro y en el que, todavía en la  actualidad, pueden encontrarse diversas tumbas e inscripciones de lo que  debería haber sido una especie de panteón familiar.
  
Algunos años atrás  había fallecido su esposo, Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, al igual que dos  de sus hijos: el primogénito, Juan Fernández de Hinestrosa, muerto en [[1400]] durante la epidemia de peste peninsular, y Gutierre Ruiz de Hinestrosa, del que se sabe su fallecimiento en [[1428]] por indicarlo así  el testamento de doña Leonor. Los otros dos hijos tuvieron vidas  dispares: como ya se ha visto, Leonor López de Hinestrosa entroncó con  el linaje Guzmán; al heredar su marido el condado de Niebla en [[1436]], se  convertiría en cabeza principal de uno de los principales clanes  sevillanos del siglo XV. Por último, [[Martín López de Hinestrosa]] consagró  su vida a la religión: fue arcediano de Talavera, canónigo de Ávila y  abad de Santander.
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A partir de esta fecha, Leonor desapareció de la vida pública refugiándose en Córdoba donde pasaría los últimos años de su vida y donde fue enterrada, poco después de 1412, en una capilla erigida por ella en la iglesia de San Pablo.
  
 
== Obra: las Memorias ==
 
== Obra: las Memorias ==

Revisión del 14:27 1 nov 2013

Leonor López de Córdoba
Información sobre la plantilla
200px-Leonor López.jpg
Nacimiento1362
Fallecimiento11 de julio de 1430
Córdoba, Bandera de España España
OcupaciónEscritora
PadresSancha Carrillo y Martín López de Córdoba
Obras destacadasMemorias de Doña Leonor López de Córdoba

Leonor López de Córdoba y Carrillo (Calatayud, hacia 1363 - Córdoba, entre el 3 y el 11 de julio de 1430)Es una de las personalidades más interesantes de la época, tanto por su devenir político como por haber dejado redactadas unas interesantísimas memorias que, aunque incompletas, suponen uno de los pocos ecos de la nobleza petrista difuminada en la Castilla de los Trastámara.

Síntesis biográfica

Nació en Calatayud (Zaragoza) hacia 1362 y falleció en Córdoba entre el 3 y el 11 de julio de 1430.

Leonor fue hija de Sancha Carrillo, dama de la casa de Alfonso XI, y de Martín López de Córdoba, maestre de las órdenes de Calatrava y Alcántara, adelantado mayor de Murcia y uno de los más firmes baluartes de Pedro I en su lucha contra Enrique II. Como la propia Leonor redactó en sus memorias, nació en Calatayud, donde su padre, a la sazón privado y consejero de Pedro I, se hallaba junto al monarca para combatir al enemigo aragonés, dentro de la Guerra de los Dos Pedros. Tras ello, y junto al resto de su familia, Leonor se trasladó a vivir al alcázar de Segovia.

Siendo Leonor muy niña falleció su madre, Sancha Carrillo, por lo que fue educada en la corte junto a las infantas, las hijas de Pedro I, que habían amadrinado a la pequeña. Hacia 1363, Martín López de Córdoba envió a la corte a su hijo ilegítimo, Lope López de Haro, (habido en su amante, Teresa Álvarez de Haro), para que se criase junto a doña Leonor. La relación entre ambos jóvenes parece haber sido sumamente cordial, a juzgar por los lamentos con que doña Leonor, en sus Memorias, narra la muerte de Lope López, acontecida en las atarazanas de Sevilla en 1374, dentro de las pugnas ordenadas por los Trastámara en contra de la nobleza antagonista:

Y mi hermano [...] era niño de trece años, la más hermosa criatura que había en el mundo [...] y salió su ánima de sus manos, que había él un año más que yo.

Antes del nacimiento de la dama, su padre había firmado una alianza con Juan Fernández de Hinestrosa, camarero y canciller mayor de Pedro I, mediante el cual Leonor se casaría con Ruy Fernández de Hinestrosa, hijo de Juan Fernández. Con este pacto, los Hinestrosa y los López de Córdoba, sin duda de los linajes más favorecidos por la política de Pedro I, pretendían establecer una unión duradera que les encumbrase a las cotas de la nobleza más poderosa durante los años futuros. Sin embargo, los acontecimientos caminaron en otra dirección: Juan Fernández de Hinestrosa falleció en la batalla de Araviana (1359), mientras que la muerte de Pedro I a manos de su hermanastro Enrique en Montiel (1369) provocó el hundimiento de la causa petrista; el maestre Martín López fue ajusticiado en Carmona (1371) por Enrique II y, consecuentemente, todos los hijos de sus enemigos, incluidos Leonor López y Ruy Gutiérrez, fueron encarcelados. Sin embargo, el matrimonio entre ambos se celebró entre 1474 y 1476.

Su padre pereció decapitado en Sevilla tras luchar en la sucesión de la dinastía castellana cuando Leonor apenas contaba con ocho años de edad. Ello ocasionó la confiscación de todos los bienes familiares y la encarcelación de aquella durante nueve años en las Atarazanas de Sevilla sufriendo los rigores de prisión y las epidemias de peste hasta 1379 cuando tras la muerte de Enrique II es liberada.

Una vez recuperada la libertad y mientras su esposo trata de recuperar la hacienda expoliada, Dª. Leonor se instala Córdoba. Después de tanta adversidad trata de entrar en el convento de la Orden de Guadalajara fundado por sus bisabuelos, aunque no llega a prosperar dicho deseo al regresar su marido. Pocos años más tarde, en torno a 1389, nació su primer hijo y comenzó a mejorar la situación familiar hasta que con la ayuda económica de su tía, los canónicos de San Hipólito le concedieron unos corrales entre la iglesia y el muro de la ciudad donde construyó dos palacios, una huerta y dos o tres casas más para servicio. Por estas fechas daría a luz a su hija, Leonor.

Las epidemias de peste que se extendieron por toda la geografía castellana llegaron a Córdoba alrededor de 1400 lo que provocó la marcha de Dª. Leonor hacia Santaella y posteriormente hacia Aguilar donde su hijo Juan, infectado por la peste, murió al cuidar una noche, incitado por su madre, de un judío llamado Alonso, huérfano recogido por la autora cordobesa en 1391.

La muerte de su primogénito de doce años provocó un enorme escándalo que causó el retorno de la familia a Córdoba y que transformó la vida de Leonor cuando a comienzos del siglo XV, fue nombrada camarera mayor de la reina Dª. Catalina de Lancaster, nieta de Pedro I y viuda de Enrique III.

Su entrada al palacio, como privada de la reina regente, supone un hito en la vida de Leonor ya que se convirtió en una de las personas principales del reino de Castilla con amplias influencias políticas al ser consejera personal de la reina y del infante cuyas opiniones o pareceres eran más consideradas que la de nobles, clérigos, caballeros o doctores. Producto de esta etapa de su vida, Leonor obtendrá una considerable fortuna que será destinada a la compra de varias posesiones para, tan sólo tres días después, donarlas al prior y frailes del propio monasterio de San Pablo.

Leonor López de Córdoba intentó un tímido acercamiento a Fernando de Antequera. Las tensiones internas, las intrigas en torno a la corona castellana y el hecho de que una mujer hubiera adquirido tanto poder político en la corte provocó la censura y el recelo de nobles y potentados hasta que la propia reina se percató de la enorme influencia de la autora cordobesa y los echó de su casa, amenazándola con quemarla en la hoguera si, tras haber llegado a Cuenca movida por el infante Fernando de Antequera, no regresaba de inmediato a Córdoba junto con toda su familia.


A partir de 1412, las noticias al respecto de doña Leonor son muy escasas. Únicamente puede certificarse que regresó a Córdoba, donde pasó sus últimos años hasta su muerte, acontecida entre el 3 de julio de 1430, fecha en que otorgó el codicilo de su testamento, y el 11 de julio, en la que el inventario judicial le cita como fallecida. Son sumamente curiosas algunas cláusulas testamentarias de la dama, como su deseo de que su cadáver fuese velado por dos damas durante el día de su muerte, y que fuese enterrada en el monasterio de San Pablo, en el que se había hecho construir un sepulcro y en el que, todavía en la actualidad, pueden encontrarse diversas tumbas e inscripciones de lo que debería haber sido una especie de panteón familiar.

A partir de esta fecha, Leonor desapareció de la vida pública refugiándose en Córdoba donde pasaría los últimos años de su vida y donde fue enterrada, poco después de 1412, en una capilla erigida por ella en la iglesia de San Pablo.

Obra: las Memorias

Dejando aparte su importancia en la política de la época, doña Leonor debe parte de su fama a ser una de las primeras prosistas castellanas de la Edad Media, merced al hallazgo, efectuado en el siglo XIX por tres eruditos bibliófilos (el marqués de la Fuensanta del Valle, J. Sancho Rayón y F. de Zabálburu), de un manuscrito (incompleto) con unas Memorias de la dama. En ellas, doña Leonor ensaya un modelo de autobiografía en clave piadosa, expresiva y quizá algo truculenta, mucho más pródiga en detalles personales e íntimos que las biografías del prerrenacimiento castellano, esculpidas en modelos italianizantes. El relato comienza con un breve repaso biográfico a su padre, el caballero Martín López de Córdoba, apuntando algunas precisiones sobre su muerte que serían desconocidas sin esta aportación. Posteriormente, Leonor relata la muerte de su hermanastro, Lope López de Córdoba, su estancia en la prisión sevillana junto a su marido y, finalmente, su traslado a Córdoba, justo antes de que la peste le obligase a cambiar de residencia. Posiblemente, su salida de la corte y la prohibición de regresar a ella por la reina Catalina fueron los desencadenantes para que doña Leonor se decidiese a redactar un escrito con un evidente propósito de autodefensa y que, según los estudiosos, fue dictado a un escribano.

Desde la primera edición de la obra, en el siglo XIX, diversos estudiosos han puesto de relieve la importancia histórica del documento como prueba de las turbulencias de la primera época de los Trastámara como reyes de Castilla, así como el tan placentero como poco habitual caso de que una voz femenina se atreviese a plasmar por escrito sus propias desventuras. Bien sea desde la perspectiva médica, desde la óptica de la espiritualidad, desde postulados de literatura de género, o desde la pura erudición, las Memorias de doña Leonor constituyen un punto indispensable en el estudio de la literatura castellana del siglo XV, precisamente por su carácter de rara avis y por todos los componentes sociológicos, políticos y genéricos que se dan cita en la que puede ser considerada como la primera y consciente autobiografía en prosa de la lengua castellana.

Fuentes