Leyendas de la ciudad Morón

Leyendas de la ciudad Morón Leyenda Es originaria de: Proviene de la necesidad que experimentaban los hombres de otras épocas. Para explicarse aquellos fenómenos que no podían entender supliendo con la imaginación, la carencia de los conocimientos.

Leyendas de la ciudad Morón. Las leyendas constituyen una relación de sucesos que tienen más de maravillosos que de verdaderos, son hijos de la imaginación popular.

Historia

Su origen proviene de la necesidad que experimentaban los hombres de otras épocas para explicarse aquellos fenómenos que no podían entender supliendo con la imaginación la carencia de los conocimientos.

La misma historia en sus comienzos, no fue otra cosa que la sucesión de leyendas trasmitidas de generación a generación. Desde el punto de vista sociológico, la leyenda es un importante instrumento interpretativo para deducir la cultura y la mentalidad de los pueblos. Se caracteriza por la intromisión del elemento sobre natural y extraordinario en su contenido. Las Leyendas más conocidas en Morón son:

La luz de Punta de Novillos

Al este de la ciudad de Morón, en camino hacia el municipio de Bolivia, se extiende la enorme sabana de Punta de novillos, hoy cultivada casi totalmente por cañas y pinos. Contaban los viejos que por las noches obscuras una luz enorme como una luna recurría esa llanura, subía a las palmas y perseguía a las cabalgaduras o caballos que montaban manifestando y horrorizando a sus jinetes. Los relatos de la famosa luz fueron tantos que la gente creía en ellos, sin comprender las emanaciones fosfóricas de esos terrenos bajos y pantanosos originando los llamados fuegos fatuos.

El Güije de los esteros

Esta leyenda puede resultar una fantasía de los esclavos africanos, pues los relatos que hacían los marineros que navegaban por los esteros que se extendían por la Laguna de la Leche al Embarcadero, hoy un canal recto. Era un negrito parecido al mono tenía los ojos grandes, negros y redondos y las orejas marcadamente inclinadas hacia atrás, siempre estaba al borde de los mangles y se tiraba al agua cuando se acercaban las lanchas que a palanca cruzaban por aquellas soledades oscuras y desaparecía misteriosamente. El güije decían que se comía a los niños y de ellos se alimentaban. Todos en Morón le temían al guije de los esteros, los que lo “habían visto” y los que lo conocieron.

El Mono de la Guardarraya

Contaban los viejos ranchueleros, que había una cañada y junta a ella un sendero por donde tenían que pasar los que vivían tierra adentro al oscurecer o por la noche, un mono gigante que perseguía a las cabalgaduras y se montaba a las ancas de los caballos. Entre los creyentes de esta fantasía se puso la cosa tan grave que por el sendero de la Guardarraya no pasaban más que los valientes y claros de entendimiento a los que sorprendía la tarde casi al borde del oscurecer pasaban por allí como” alma que lleva el diablo” según la leyenda.

Enlaces Internos

Artículo sobre la ciudad de Morón

Fuentes

• Atlas cultural de morón
• Oficina del historiador de la ciudad