Los Faros en Cuba Colonial

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Los Faros en Cuba Colonial
Los Faros en Cuba Colonial

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Auxilia las navegaciones que puedan estar perdidas


Los Faros en Cuba Colonial. El Faro es la guía que tiene el marino en el mar, tanto en bonanza como en borrasca, que siempre lo conduce a puerto seguro. Valorando esta premisa, vemos la importancia que los faros tienen para un país isleño como el nuestro. El servicio de faros y auxilios a la navegación atiende las señales marítimas establecidas a lo largo de las costas, entradas de los puertos, la marca de pasas y canales, y los escollos en el mar.

Historia

El alumbrado de las costas no fue de interés del gobierno de Cuba hasta el Siglo XIX y fueron muchas las embarcaciones que zozobraron o encallaron en nuestras costas por la falta de faros y señalización marítima que las orientara en su derrotero.Antes del Siglo XIX solo existía un sistema de señalización en la bahía de La Habana, donde desde el Siglo XVI se encendían grandes fogatas en los promontorios de su entrada para orientar el sistema de flotas hacia puerto seguro. No es hasta después de la toma de La Habana por los ingleses, que se repara la torre de vigía destruida por estos en la Fortaleza del Morro y al parecer, en 1765 se le da la función de faro, por la expedición de real cedula en la que se establecía un impuesto de linterna, consistente en 4 pesos por cada buque que entrara a puerto.

En 1818 se instaló una nueva farola de gas obtenido del chapapote, pero por su baja calidad se desistió de su empleo y se comenzó a usar aceite hasta que en 1824, debido a la iniciativa del comandante de ingenieros de marina Don Honorato de Bouyón, se estableció un faro giratorio, con tres luces y cinco reflectores que en el intervalo de dos minutos, daban dos destellos de luz y dos eclipses. El 24 de julio de 1845 se inauguro una nueva torre para este faro, en saludo al día de Su Majestad la Reina Madre. El comandante del Apostadero de La Habana efectuó un análisis de nuestras costas en 1843, en el cual se indicaban los lugares del archipiélago donde se hacia necesaria la instalación de faros. Estos eran: Bahía de La Habana, Cayo Paredón Grande, Punta de Maternillos, Puerto de Sagua, Cabo de San Antonio y Puerto de Santiago de Cuba. Este último, por influencia de los comerciantes locales, prestaba servicios desde Abril de 1842 y era el único de los planificados ubicados en la costa Sur. Todos los demás propuestos aseguraban la navegación por el Norte de la Isla, que era la ruta comercial mas propicia en los viajes desde la Península hacia Cuba, el Caribe y América continental. Posteriormente se valoro la situación de la costa Sur y se aprobó además el montaje de un faro en Punta Los Colorados, Cienfuegos, y otro en el puerto de Batabanó. El primero, para asegurar la navegación en el área de acceso a la Bahía de Cienfuegos, en tanto el segundo aseguraba la comunicación hacia La Habana por el Sur y hacia Isla de Pinos.

Curiosidades de un reglamento

Comprendiendo los perjuicios que ocasionaba la falta de organización de que adolecía el servicio, la Dirección de Obras Públicas redactó un Reglamento que fue aprobado en Febrero de 1856. En ese mismo año se iniciaron las obras para establecer al pie del Castillo del Morro un edificio destinado a servir de almacén, taller, escuela y alojamiento de los aprendices de torreros, donde se les enseñaba todo lo concerniente a la técnica que operarían y la forma de utilizar el abundante tiempo libre con que contarían en su trabajo. Al parecer, algunos torreros, tratando de paliar su soledad, ocasionaron escándalos que para la moral de la época creaban una situación vergonzante, según lo dicho por las autoridades españolas. Por tanto, el 20 de noviembre de 1861, el director de Obras Públicas emitió la siguiente orden, de parte del Capitán General de la Isla: "Con objeto de evitar los escándalos a que ha dado lugar el abuso cometido por los torreros al introducir en los faros mujeres de mala nota, viviendo amancebadamente con ellos, el Excelentísimo Sr. Gobernador Superior se ha servido disponer que los torreros hagan constar su estado en esta Dirección y que se les prohíba terminantemente vivir con mujer alguna no estando legítimamente autorizado a ello."

Nuevos planes de alumbrado marítimo

Durante el mandato del Capitán General Don José Gutiérrez de la Concha, en 1859 se elevo a la consideración de Su Majestad el Rey un plan general de alumbrado marítimo para las costas cubanas y por Real Orden del 6 de junio de 1860 se autorizó el montaje de los faros de Punta Lucrecia, Bahía de Cádiz, Punta de Maisi y Cabo Cruz, y aunque se programaron algunos mas, no se aprobaron. El de Punta de Maisi se erigió en 1862. Era de gran importancia para la recalada de los buques que venían de Europa y para aquellos que, procedentes de puertos del golfo mexicano y de Norteamérica, tenían que pasar entre Cuba y Santo Domingo, siendo además muy importante y necesario para los buques de cabotaje que transitaban de una costa a la otra. Consideramos que el servicio de alumbrado en la costa Norte de la Isla comenzó a brindar verdaderas garantías a los navegantes con la cadena que formaban los faros de Maisi, Matemillos, Paredón Grande, Bahía de Cádiz, Cruz del Padre, Habana y Cabo de San Antonio, teniendo como objeto conjuntamente con el faro ingles de Cayo Lobos facilitar la navegación por el Canal Viejo de Bahamas y además, evitar los arrecifes desde Matemillos hasta Cayo Piedras del Norte.

Se encontraban en construcción: Faro de Cabo Cruz, denominado Vargas, para marcar a los navegantes el bajo de arrecifes que se halla frente a ese lugar. Faro Cabo Lucrecia, ubicado en el saliente de la costa entre Puerto Naranjo y Bahía de Nipe, señalando un lugar de escasa profundidad y erizado de arrecifes. En esa época se encontraban en proyecto de ejecución: Cayo Jutía. Punta Gobernadora. Guano del Este. Cayo Bretón, SE de Isla de Pinos y Baracoa. Pronto se comprendió la necesidad de ampliar el sistema de alumbrado de costas ya que el aprobado en 1860 no satisfacía del todo las necesidades de la navegación, por lo que el 20 de noviembre de 1874 se solicito la creación de 55 faros de diferentes categorías, que unidos a los existentes, apoyarían a la armada española en su lucha por evitar el arribo de expediciones de auxilio a los mambises que combatían contra el colonialismo español. Por Real Orden del 18 de septiembre de 1876 se aprueban 54 faros, entre los que no figuraban las luces de puerto, balizamiento de escollos y enfilación, dividiéndolos en tres grupos: los construidos, los preferentes y los de menor urgencia, que debido a la situación de guerra y la escasez de recursos no fue posible cumplir. Solo nos parece digno de mencionar la instalación de algunas boyas en el puerto de La Habana, en Cienfuegos, Isabela de Sagua, Santiago de Cuba y proximidades de Manzanillo.

Otras misiones de los faros

Además de para emitir la luz que guía a las embarcaciones en su travesía, los faros también eran utilizados por las autoridades españolas como punto de vigía para el trafico ilícito de mercancías, esclavos y cualquier movimiento sospechoso insurrecto en nuestras costas. Como ejemplo tenemos el informe realizado por el torrero del Faro Roncali en el Cabo de San Antonio, de fecha 30 de enero de 1868, donde informa al pedáneo de Guane "haber avistado el 20 al amanecer un buque que por sus maniobras se hacia sospechoso de negrero." Por este motivo, el Capitán General de la Isla ordeno "que las autoridades de la zona redoblaran su vigilancia a fin de que si se intentase algún alijo sean irremisiblemente aprehendidos los negros y cómplices y al Comandante General de Marina para que por su parte diese las ordenes oportunas a los cruceros de Su Majestad para que con actividad y celo persiguieran y apresaran el buque referido si resultare negrero."

Los faros y los mambises

Por coincidencia histórica, el faro de Cabo Lucrecia se inauguro el mismo día que Carlos Manuel de Céspedes comenzó los 100 años de lucha en su ingenio La Damajagua y el 21 de diciembre de ese año una partida de mambises que operaba en la zona destruyo su aparato lumínico llevándose como rehenes a los torreros. El Capitán general Lersundi envió una comunicación al Ministro de Ultramar informándole el suceso de la siguiente manera: "El Faro Punta Lucrecia garantizado por su destino de utilidad universal ha sido destrozado por seis insurrectos. He dispuesto su composición, pero conviene que sea conocido el hecho por los navegantes." Una vez reparados los daños, el 10 de mayo de 1870 fue encendido nuevamente para el servicio a la navegación. El Gobierno Cubano en Armas desaprobó la acción y evito que esto sucediera de nuevo, pues la luz guía de los faros servia también para dirigir los barcos expedicionarios cubanos. A partir de ese momento, en todo el transcurso de las guerras las autoridades españolas instalaron en los faros pequeñas guarniciones de soldados peninsulares.

Otro faro que recibió el ataque de los mambises no con el fin de destruir sus instrumentos, sino como enfrentamiento contra los soldados españoles que lo custodiaban fue el de Maisi, atacado cinco veces por las tropas mambisas que operaban en la zona, en el transcurso de los años 1895 a 1897. En la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, los buques yanquis destruyeron el faro de Santiago de Cuba durante los bombardeos a la ciudad, estando la flota de Cervera en puerto, y también destruyeron el Faro Villanueva de Cienfuegos, cuando el 11 de mayo de 1898 cortaron el cable de la Western Unión que comunicaba a Cuba con el extranjero. Pero la acción que mas resalto por su carácter sui generis fue la destrucción del único buque faro que ha existido en Cuba, ubicado temporalmente, por motivos de la guerra, cerca de Cayo Flamencos y por dentro de los arrecifes de Diego Pérez, denominándose con este mismo nombre. Se encontraba emplazado sobre una patana con una torre de madera anclada por sus cuatro costados en el bajo fondo. En el mes de mayo, se encomendó al Cañonero Tagle la misión de cortar el cable internacional de comunicaciones en el tramo entre Batabanó y Cienfuegos, pero al no encontrarlo llegó hasta el faro, increpando a los torreros para que le indicaran donde estaba dicho cable. Estos alegaron desconocerlo, por lo que fueron tornados prisioneros y se dio fuego al buque faro. Luego se les dejo en libertad, en un bote frente a la bahía de Cienfuegos. A grandes rasgos hemos querido ofrecerles una historia interesante, si bien poco conocida, acerca del papel desempeñado por el sistema de faros en Cuba a lo largo del Siglo XIX.

Fuentes

Mengana Veranes Omara. Joven Club Santiago XIII “Flores” Revista Mar y Pesca ISSN-0025-2735 Nro 316.