María Felicia García Malibrán

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María Felicia García Malibrán
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Nacimiento1808
París, Francia
Fallecimiento23 de septiembre de 1836
Mánchester
NacionalidadFrancesa
Otros nombresLa Malibrán

María Felicia García Malibrán, conocida artísticamente como “La Malibrán” (París1808 – Mánchester 1836) fue una reconocidísima cantante de ópera que no solo triunfó en los escenarios de su país natal sino en EEUU y Europa. La muerte temprana sorprendió a esta Diva en plena triunfo.

Nacimiento e infancia

Fue la segunda hija del compositor, tenor y maestro de bel cantoManuel del Pópulo Vicente García, considerado la estrella máxima de París y de la sopranoJoaquina Briones. Sus hermanos fueron Manuel Patricio Rodríguez García, famoso barítono e influyente maestro de canto y la gran diva de la ópera Pauline Viardot-García, conocida como «La Viardot». La pequeña llegó al mundo cuando su padre triunfaba en París, tras huir de su nativa España, destacándose como distinguido compositor, grande autor, excelente cantor, y sobre todo sobresaliente maestro de canto. En 1811 la familia hulló a Nápoles en donde trabaron estrecha amistad con Rossini quien escribió el Conde de Almaviva para que fuera interpretado por Manuel. Por aquel entonces la familia García-Sitches funcionaba como una verdadera compañía ambulante y con 6 años de edad María pudo pisar el escenario por primera vez en la obra “Agnese” de Ferdinando Paër cantando un rol menor al lado de su padre y madre. Tras este debut en el teatro, María se vio envuelta en este mundo y comenzó a tomar lecciones con su padre quien quiso educar musicalmente por sí mismo a su hija, la cual no manifestaba ninguna disposición para aquel arte, en que su padre se empeñó que brillase, por lo que la pobre niña pagaba bien caras las preciosas lecciones que recibía en la casa paterna, las que en más de una ocasión terminaron con llanto. A punta de golpes e insultos su padre pudo darle a María una técnica vocal perfecta. En 1815 y tras la derrota de Waterloo, la guerra y las enfermedades llegaron hasta Nápoles y la familia huyó nuevamente a París y luego a Londres. Su padre queriendo poner a la niña a salvo de los problemas políticos la internó en el colegio-convento de Hammersmith, cercano a Londres. De allí salió María a los 16 años, ya formada con 5 idiomas aprendidos.

Vida social y artística

Debut en el teatro

Convertida en toda una jovencita, su padre se sumergió en la tarea de adiestrarla nuevamente en el canto, lanzándola a su segundo debut a los 17 años el 5 de junio de 1825 en el Royal Theatre de Londres en el papel protagonista de Rosina en El barbero de Sevilla de Rossini. A su debut como Rosina le siguió una actuación como Palmide en Il Crociato en Egitto de Meyerbeer al lado del castrato Giovanni Battista Velluti que se convirtió en una verdadera batalla vocal entre dos fenómenos vocales de la época. Tras este triunfo María consiguió un contrato por las siguientes 6 semanas. Apareció también en los festivales de Manchester York y Liverpool donde cantó en "El Mesías" de Handel y "La Creación" de Haydn. El critico del Times Henry Chorley describió así su debut: "Desde la primera hora en que María García apareció en el escenario, fue evidente que había nacido una nueva artista, tan original como extraordinaria. Una bellamente adornada por la naturaleza, no solamente por atributos físicos sino también con ese genio inventivo y enérgico delante del cual los obstáculos son nada y por la ayuda del cual las contradicciones más notorias logran reconciliarse".

Triunfo en EEUU

A finales de 1825 la familia completa zarpó con rumbo a Nueva York. En la ciudad norteamericana, convirtiéndose en el foco cultural de su época, pues fueron los primeros en representar ópera en los Estados Unidos. María debutó el 29 de noviembre de 1825 como Rosina en "El Barbero de Sevilla", a la que rápidamente siguieron el rol titular en "Tancredi", Desdémona en "Otello", Fiorilla en "Il Turco in Italia", Angelina en "La Cenerentola", Donna Elvira en "Don Giovanni" de Mozart y dos obras compuestas por su padre: "L'amante astuto" y "La Figlia dell'aria". El debut de la joven cantante tomó a Nueva York por asalto y el público norteamericano no acostumbrado a la ópera quedó embrujado por el talento y la belleza de María García, convirtiéndola en la primera estrella de la ópera en el nuevo continente y la apodaron cariñosamente "La Signorina".

Casamiento

La joven María contrajo matrimonio en la ciudad de Nueva York con el banquero francés Eugene Malibran de 43 años, quien la arrancó de su familia y del teatro. Son muchas las teorías que se tejen alrededor del matrimonio con Malibran, para algunos fue un muy buen negocio del padre que recibió una suma de 100.000 francos por parte del banquero como compensación por el matrimonio. Para otros fue la válvula de escape que encontró María para alejarse del control paterno. A las pocas semanas de su casamiento se descubrió que su esposo estaba lejos de ser el acaudalado millonario que pretendía ser y tras varios pleitos judiciales y deudas impagas se declaró en bancarrota. A pesar de todo María decidió quedarse al lado de su marido, defenderlo y ayudarle en su situación judicial con el pago de sus actuaciones en el teatro hasta que harta de la situación pidió el divorcio que Eugene se negó rotundamente a entregarle. La Malibrán sin nada más que hacer en América partió de vuelta a Europa, esta vez a París: el centro mundial de la ópera.

Retorno a París

A su llegada a la capital francesa en 1828 la cubanaMaría de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, Condesa de Merlin, ayudó mucho a promocionar a María Malibrán dentro de los círculos intelectuales y a su debut en la ópera. Debutando en la Ópera de París como Semiramide de Rossini en el transcurso de una gala a beneficio de Monsieur Galli. El triunfo en París fue clamoroso y con este la Malibrán pudo imponer sus propios términos prefiriendo al Théâtre-Italien a la Ópera de París. Su voz que al inicio de sus estudios no mostrara cualidades de primer orden se había extendido hacia los extremos del registro gracias al férreo estudio con su padre y en gran medida a la disciplina casi militar a que la Malibrán sometía a su órgano vocal. A su talento vocal se sumaba su nata y cultivada musicalidad que le permitía interpolar las más audaces y difíciles ornamentaciones según fuese su voluntad. Su talento dramático deslumbraba a críticos y audiencias ya que cada heroína que interpretaba era absolutamente única. Un crítico francés de la época describía así a la cantante: "Su alma aparece en todo lo que hace". En París, además del éxito como cantante se convirtió en el símbolo máximo del romanticismo. A su situación de mujer separada y su calidad como artista, se unió su bellísima figura y además un talento dramático fuera de lo común en las cantantes de la época. Esto hizo que se relacionara y entablara amistad con la comunidad de artistas que vivían por ese entonces en la ciudad. Entre ellos Rossini quien la conocía desde niña por la amistad que lo unía a su padre, Frédéric Chopin, George Sand, Félix Mendelssohn, Franz Liszt y más tarde Gaetano Donizetti y Vincenzo Bellini se encontraban entre sus más fervientes admiradores. De ella diría Chopin “Es la reina de Europa".

Triunfo en Londres

El 21 de marzo de 1829 como Desdémona en Otello de Rossini se presentó en Londres, repitiendo el triunfo obtenido en París. A su primera actuación siguieron Ninetta en La gazza ladra, Rosina en Il barbiere di Siviglia y Semiramide ocasión en la que tuvo a su lado al Arsace de Rosmunda Pisaroni, según muchos la única cantante que se le podía acercar en perfección vocal. Actuó al lado del bajo Luigi Lablache durante una representación del Il matrimonio segreto de Cimarosa, surgiendo entre ambos cantantes una sincera amistad. Tomó parte además del primer Festival de Música Antigua cantando partes de los oratorios de Händel. También se presentó en la catedral de Gloucester y en el Festival de Chester. En Londres cantó en una representación a beneficio del Covent Garden que por ese entonces enfrentaba una grave crisis financiera que lo tenía al borde de la bancarrota. Apareció en esa ocasión como Susanna en Las bodas de Fígaro de Mozart.

De vuelta a París

En junio de 1829 vuelve a París en donde repitió sus ya acostumbrados triunfos. Al año siguiente Henriette Sontag, su más cercana rival, se retira de los escenarios tras casarse con el Conde Rossi, embajador de Cerdeña en Francia. Sin posibles competidoras la Malibrán disfrutó desde ese momento de los mejores papeles que le ofrecía el repertorio, tanto en óperas de Mozart o Cimarosa como en óperas más contemporáneas de Rossini, Donizetti o Bellini. Por esta misma época de reinado absoluto decidió integrar a su repertorio el rol del Otello rossiniano.

Romance con Charles-Auguste de Bériot

Comenzó un romance con el violinista belga Charles-Auguste de Bériot pero no pudo casarse con este porque estaba casada oficialmente con su primer esposo y este no aceptó renunciar a ella.

Triunfo en Francia

María Malibrán llegó primeramente a Milán en donde ofreció un par de actuaciones privadas para partir rápidamente hacia el Teatro Valle de Roma en donde había sido contratada para actuar como Rosina en Il barbiere di Siviglia de Rossini. Pasó luego a Nápoles en donde el empresario Doménico Barbaja le ofreció un jugoso contrato por 20 actuaciones a 1000 francos por noche. Los franceses convirtieron a la Malibrán en la superestrella del momento, fueron los italianos quienes la envistieron del título de "Diva". En Italia no solamente fue reconocida como una artista inalcanzable sino que una verdadera manía, que en ciudades como Nápoles o Venecia o más tarde Milán rayaba en la histeria colectiva, se apoderó del público italiano.

Nacimiento de su hijo

En 1832 María sale embarazada de segundo esposo, este embarazo fue todo un escándalo de la época pues la cantante aún se encontraba legalmente casada con Eugene Malibran. A finales de ese año la cantante se trasladó a París para retirarse unas semanas antes de dar a luz a su hijo Charles-Wilfrid de Bériot quien nació el 12 de febrero de 1833.

Regreso a Italia

Después de una breve temporada en Inglaterra la soprano regresó a Nápoles para el estreno de una ópera escrita especialmente para ella, se trata de Inés de Castro de Persiani. La ópera la reunía con la naciente estrella tenoril de Gilbert Duprez y el estreno ocurrió el 28 de enero de 1835. La actividad de la temporada fue interrumpida por un brote de cólera que se extendió rápidamente por toda Italia. Estando en Lucca la cantante decidió partir a pie en su camino hacia Milán para burlar los cordones sanitarios, con toda la decisión y apasionamiento que la caracterizaba viajó por toda la península escapando del contagio y las cuarentenas. Arribó a Milán a principios de septiembre para cumplir sus compromisos adquiridos.

Segundo casamiento

Tras un largo litigio con su primer esposo Eugene Malibran y la ayuda del Marqués de Lafayette, la cantante pudo obtener finalmente el divorcio alegando que su nacionalidad al momento de casarse no era francesa sino española por lo que el matrimonio era no válido. A principios de marzo de 1836, Malibrán y de Bériot dejaron Milán y partieron hacia París en donde pudieron contraer matrimonio finalmente el 29 de marzo de 1836. La noche en que se celebró la ceremonia, se reunieron en su casa las más altas reputaciones musicales y políticas: Rossini, Meyerbeer, Auber, Mercadaute, Halevy, Nourrit, entre otros. La tertulia se convirtió en un pequeño concierto que empezó como por casualidad donde deleitaron con su voz a los participantes, ella, Beriot y Thalberg.

Muerte

Después del matrimonio pasaron unas semanas en Bruselas como parte de su luna de miel. A finales de abril de 1836 partieron nuevamente con rumbo a Londres para una corta temporada en los teatros locales. Fue en esta corta estancia en que la cantante participando en una cacería cayó de su caballo lo que le provocó un sinnúmero de heridas internas. A pesar de la gravedad de las heridas la Malibrán se negó a ver a los médicos, según muchos, por el miedo a que le amputaran la pierna. Aparentemente recuperada de sus heridas accedió a un pedido de la ciudad de Aquisgrán para presentarse como Amina en La Sonnambula, en lo que sería su última actuación en una ópera. Según muchos de sus cercanos la cantante presentía la muerte y su pasión por la música como su manera de actuar en escena se volvió en extremo apasionada. Desde Bélgica la Malibrán viajó a Lille y Roisy en Francia en donde compuso sus últimos romances.

Arribo a Mánchester a principios de septiembre, siempre con los síntomas que la preocupaban mucho. Su ánimo se había vuelto en extremo voluble como también su sensibilidad hacia el arte. Pasaba horas sentada al piano, tocando y cantando de manera apasionada y sus cambios de humor eran en extremo preocupantes. Se negó a descansar y siguió cumpliendo con sus compromisos. Finalmente durante los ensayos del Andrónico de Mercadante, la cantante cayó desvanecida después de un dúo que supuso un esfuerzo superior al que su cuerpo podía aguantar. Agonizó durante 8 días durante los cuales se le practicaron todos los tratamientos disponibles en la época, sin embargo la fiebre, el decaimiento y las fuertes migrañas y dolores internos terminaron por minar su estado general. Finalmente falleció el 23 de septiembre de 1836 con tan solo 28 años de edad. A su funeral en la catedral de Mánchester asistieron más de 50 mil personas. Después de algunos años su cuerpo fue trasladado a Bruselas al cementerio de Laeken. En su tumba se puede leer un epitafio escrito por Lamartine:

Belleza, genio, amor fueron su nombre de mujer, Escrito en su mirada, en su corazón, en su voz. Bajo tres formas al cielo pertenecía esta alma. Llorad tierra, y tu, cielo, acógela tres veces.


Fuente