Miguel Enríquez

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Plantilla:Personaje histórico

Miguel Enríquez Espinosa, secretario General del MIR, caído en combate el 5 de octubre de 1974, a los 30 años de edad. Nacido en Talcahuano el 27 de marzo de 1944, Miguel Enríquez ingresó a los 16 años al a Federación Juvenil Socialista – junto con iniciar sus estudios en Medicina en la Universidad de Concepción-. Cuatro años más tarde se incorporó a la Vanguardia Revolucionaria Marxista, organización que el 15 de agosto de 1965 participó en la fundación del MIR. En diciembre de 1967, a los 23 años de edad, el IV Congreso del MIR lo eligió su secretario general, responsabilidad que asumió hasta su heroica muerte, siete años más tarde.

Estudiante

Miguel fue un excelente estudiante. Su carácter franco, veraz y espontáneo le acarreó a veces, sin embargo, más de una antipatía. Otros le tomaban cariño cuando le conocía. Su sonrisa era irresistible.
El director del colegio Inglés de Concepción donde hizo sus estudios primarios, le tenía particular simpatía y afecto. A menudo lo llevaba a su mesa en las horas de almuerzo. Así –le decía- no vas a estar haciendo rabiar a tus vecinos con bromas y diabluras.
Al profesor Mr. Night, le agradaba conversar con Miguel, escuchar sus pensamientos, responder sus atinadas preguntas. Como Miguel siempre estaba riendo y sonriendo, lo llamaba Smile.
A Miguel no le molestaba almorzar casi a diario en la mesa del director y no junto a sus compañeros,
Un una ocasión su padre le preguntó y le dijo que -No, porque me resulta interesante escucharlo fuera de la clase, saber cómo aprecia los problemas de la vida diaria, verlo cómo conversa con su joven e interesante señora y además por estar en su mesa, siempre puedo repetirme el postre.

Como tantos niños se enamoró locamente de su maestra. Cuando ella dejó el colegio para casarse, se encerraba a llorar en su pieza en secreto.
Había cumplido recién los 11 años de edad, cuando ingresó a 1 de Humanidades en el Liceo de Concepción. No fue fácil conseguir el ingreso a ese curso debido precisamente a su corta edad. Tuvo que rendir un examen especial de madurez que aprobó fácilmente.

Dada su personalidad tuvo problemas en el liceo con el inspector a cargo de su curso. Un día éste castigó injustamente a un compañero, Miguel protestó, el inspector lo hizo callar. Miguel argumentó que el castigo al compañero era injusto y el negarse a oír sus razones era un procedimiento impropio de un educador. Como toda respuesta el inspector le dio una bofetada que lo lanzó al suelo.
Miguel se levantó y sin llorar se le fue encima y lo golpeó repetidamente en la cara. Como era lógico el inspector, un estudiante de la escuela de leyes, un hombre por tanto ya formado, logró deshacerse de Miguel y a bofetadas volvió a arrojarlo al suelo y allí empezó a darle de puntapiés.
Puso fin al incidente la presencia del profesor que había ingresado a la sala para iniciar su clase pero que no había hecho nada a favor del niño tan abusivamente golpeado. Cuando Miguel se levantó, increpó duramente a al inspector por su proceder.
¨ Podrás pegarme, aturdirme, matarme – le dijo- pero no por eso tienes la razón, ni dejas de ser un cobarde, ni un abusador y una mierda ¨
Cuando regresó a su casa, se fue a la habitación y se acostó. Estaba adolorido con los golpes y quería evitar que su padre o su madre le vieran los moretones que presentaba en la cara y en el cuerpo. Cuando en la tarde llegó su padre, el hermano de Miguel muy serio le pidió que lo escuchara a solas. Le contó lo sucedido, y que con ello le estaba faltando a la promesa que Miguel había querido arrancarle.
El padre fue a ver al rector en contra de la opinión de Miguel que había sido profesor de él cuando fue liceano.
Cálmate, me dijo, supe del hecho, me lo denunció el profesor, ya suspendí de su cargo al inspector y pedí su destitución inmediata al Ministerio, siento mucho lo ocurrido.
Cuándo le conté a Miguel no se mostró del todo satisfecho. No era eso lo que yo quería –me dijo- , menos mal que no fuiste tú el que llevó el cuento al rector y menos mal también que ese profesor al fin tuvo alguna reacción.

Vocación Política

Miguel como todos sus hermanos desde muy niño le gustó estar informado de todo. Leía periódicos, incluso las editoriales, revistas, etc. Le encantaba escuchar conversaciones de personas mayores.
Para que dispusieran de libros y revistas su padre les abrió una cuenta en una de las mejores librerías de Concepción. Quien en general dirigía las lecturas de sus hermanos, especialmente cuando estos eran pequeños, era su hermano mayor, Marco Antonio, de esta forma fue formando su propia biblioteca con obras realmente selectas, tenía desde la Biblia hasta El Capital de Carlos Marx. Textos de historia, filosofía, economía, sociología, biografías, libros de arte, de literatura, etc. Muchos de estos libros le fueron robados cuando la policía allanó su domicilio. Para fomenta el interés de Miguel por la ciencia, las artes, la cultura en general y aún la política, su padre siempre se preocupó de llevar a la casa profesores, artistas, investigadores, conferencistas, profesionales, parlamentarios y hasta sacerdotes. En estas reuniones familiares, desde 1959, siempre estaba presente la conversación, él no sólo escuchaba sino que también intervenía, fuera para hacer preguntas, fuera para dar su opinión con el correspondiente respeto y mesura.

Su vida Universitaria

Siempre fue entre los mejores de su curso. Al terminar la carrera quedó en el segundo lugar de su curso, a escasas fracciones del primer lugar, con la diferencia que el primer lugar no hizo nunca otra cosa que estudiar y Miguel hizo muchas otras cosas. Sacó distinción en el examen de médico.
Miguel cursaba el primer año de la carrera de Medicina y tenía 16 años. El rector quería que los alumnos de los institutos centrales de primer año de todas las carreras, realizaran sus exámenes durante toda la semana. Ante esta medida Miguel protestó de manera firme y vivaz, y se enfrentó al rector de la universidad.

Su Afición a la lectura

Leía todas cuantas obras literarias como de medicina, sociología, economía, política, entre otras. En la lectura ocupaba cualquier momento libre. Siempre andaba con un libro en la mano, en su bolsillo o en su portadocumento.

Actividad política

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En el centro Universitario de concepción, inició sus pasos como dirigente político estudiantil, inspirado en el ejemplo de la triunfante Revolución Cubana.

Militó en el Partido Socialista hasta 1963, posteriormente formó la Vanguardia Marxista (VRM), donde se agruparon jóvenes que en 1965 dieron vida al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR).

Era un gran estudioso de cuestiones militares, económico, político y psicológico.

Por sus méritos y distinciones como alumno, obtiene una beca para la especialidad de neurocirugía en el Instituto de Neurocirugía de Santiago de Chile.

Su actividad política y sus responsabilidades como Secretario General del movimiento lo llevaron a abandonar la especialidad y asumir por completo las tareas de dirigente.

En 1967, en el Tercer Congreso del MIR presenta su tesis político militar de convertir el Movimiento en un partido revolucionario.

En 1969, el MIR es objeto de una intensa represión por parte del gobierno de Eduardo Frey y pasa a la clandestinidad, hasta que termina con el advenimiento de Allende como Presidente de la República.

El MIR apoyó la candidatura, chequeaba los actos de masa y se dedicó fundamentalmente a las tareas revolucionarias, a la información de las actividades del enemigo y a la protección de Allende.

Allí se formó el primer aparato de seguridad integrado por el MIR y el Partido Socialista, en donde el MIR capacitó y traslado sus experiencias a los últimos. Miguel chequeaba este trabajo y vigilaba directamente estas actividades.

El 5 de octubre de 1974, en la calle de Santa Fe 725, en la comuna de San Miguel, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), principal aparato represivo del régimen militar, detectó el paradero de Miguel Enríquez y otros combatientes.

El último documento

El último documento conocido es una declaración pública. Fue redactada por el secretario general del MIR 25 días antes de su heroica muerte. No sólo tiene valor histórico por ese motivo, sino también porque da a conocer uno de los episodios más importantes de ese período: el intento de negociación con el MIR del jefe del SIFA, comandante Edgar Ceballos Jones, procesado por su responsabilidad en la desaparición de prisioneros políticos. La declaración fue publicada en número 101 de El Rebelde, órgano del MIR en la clandestinidad, y en el Correo de La Resistencia, números 3-4 de septiembre-octubre de 1974.

Muerte

En los últimos años Miguel tuvo la certeza de que su vida sería corta. Por tal motivo no se permitió el lujo de perder el tiempo. Después de su muerte en combate con las fuerzas represivas de la dictadura le dedicó una carta a una persona especial a quien distinguía y apreciaba mucho.
En ella le decía que tenía que apresurarse en hacer las cosas porque cualquier día iba a caer y sus huesos probablemente quedarían esparcidos por ahí, blanqueándose al sol. En esa misma carta daba a algunas indicaciones sobre lo que quería que hiciera con su mujer y su hija. Daba algunas instrucciones hacia el futuro.
En tiempo de la Unidad Popular, cuando ya había dejado la clandestinidad a que lo había llevado la persecución política e ideológica de Frei, fue un día a casa de sus padres y en esa conversación explicó a su madre cómo quería que fuera educada su hija Javiera, que entonces tenía unos dos años de edad.
-Que nadie me la vaya a presionar, le dijo, que nadie pretenda orientarla hacia la política porque su padre dedicó prácticamente toda su vida. Quiero que sea una niña feliz, que crezca y se forme como todos los niños, despreocupada y libre, que ojalá practique una actividad artística. Si cuando más grande ella decide participar en política, que sea su decisión, que nadie la utilice para ningún fin que ella no desee o la motive. Si lucho por la libertad y felicidad de hombres y mujeres, cómo no voy a querer que mi hija sea feliz.

Después de su muerte, su admirable esposa Carmen Castillo contaba con posterioridad al golpe, solía hablarle horas enteras a su vida, de lo feliz que había sido cuando muchacho, de la educación y ejemplo que había recibido de sus padres, de las facilidades que siempre gozó para leer, estudiar y pensar, de sus proyectos y de sus deseos.
Seguramente estaba dándole a ella instrucciones para el día, cuando desapareció él, ya hubiera nacido el hijo que ambos esperaban. Hijo que nació y murió poco después víctima de los golpes que le dio a Carmen un capitán de Ejército, y eso que ella estaba con una anemia aguda, herida por una granada que había caído dentro de la casa.

A sus padres les entregaron el cadáver desnudo, con diez heridas de balas en el cuerpo. Herido hubiera seguido combatiendo hasta que una bala le dio en un ojo y le destrozó el cráneo. El 5 de octubre de 1974 cae en combate.
El 6 de octubre, el cuerpo de Miguel Enríquez era identificado en dependencias del Instituto Médico Legal.A la 7:30 horas del día siguiente, sólo ocho de sus familiares eran autorizados para sepultarlo en el Cementerio General, en medio de fuertes medidas de seguridad que incluían unos 100 carabineros armados con sus ametralladoras.

Cuando ya se depositaba el féretro su madre gritó en voz alta “Miguel Enríquez Espinoza, hijo mío, tu no has muerto. Tu sigues vivo y seguirás viviendo para esperanza y felicidad de todos los pobres y oprimidos de Chile”.

Fue sepultado con una simple cruz de cemento sin más inscripción que el número 2360 y la fecha que marcan en el folio 5 la tumba del luchador revolucionario.

Referencia

Parte de una entrevista inédita al Dr. Edgardo Enríquez Frodden, padre de Miguel y Edgardo Enríquez, ambos caídos en la lucha contra la dictadura Edición de1 al 14 de octubre de 1999 número 455.