Minas de Ocujal

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Las Minas de Ocujal

Objetivo escogido

Las Minas de Ocujal era uno de los puntos que Batista dio protección para salvaguardar las riquezas de los yanquis en la zona norte del Segundo Frente Oriental. Este lugar había sido reforzado, según datos, en unos treinta hombres y era precisamente el objetivo escogido por la comandancia sobre el cual se llevaría a cabo la acción, en el primer aniversario de la caída de Frank País.

Selección del sitio.

Al seleccionar a Ocujal se tuvo en cuenta, entre otros factores, el conocimiento que del mismo se tenía, ya que había sido atacado antes por fuerzas de la columna. Se esperaba también que el éxito de esta acción daría la posibilidad a las fuerzas rebeldes de apropiarse de armas, equipos de transporte, dinamita y municiones. También ayudaría en alguna medida a la consolidación del frente, ya que se trataba de un importante golpe contra el enemigo.

Idea y plan de la acción.

La idea de la acción la propuso Anibal, jefe de la columna, al comandante Raúl Castro, jefe del frente, quien le dio su aprobación inicial. La operación comprendía el ataque al cuartel de la mina en la noche del 30 de junio y simultáneamente, situar emboscadas con el fin de que no le llegaran refuerzos al enemigo.


Fuerzas.

La misión del ataque al cuartel se encomendó a las fuerzas de la compañía A, al mando del capitán Antonio Luzón, apoyado por el grupo del capitán Casillas, que sumaba unos 50 hombres. La emboscada hacia Mayarí se ubicó en el entronque de Najasa con fuerza de la compañía C (unos 40 hombres), al mando del capitán Higinio Díaz, y la del entronque se encomendó a un grupo al mando del capitán Demetrio Montseny Villa.

Elemento del plan.

Un componente importante en el plan de ataque fue el de utilizar un buldózer, el cual sería lanzado contra el cuartel con un tanque de gasolina y una potente bomba amarrados en la cuchilla. Esta difícil misión quedó a cargo de los combatientes Perfecto Álvarez, Mejoral, que conduciría la máquina, y Emilio Bárcenas, Tanganita, quien encendería la mecha de la bomba cuando el equipo estuviera próximo al objetivo.

Movimiento de fuerzas.

Después de ultimar los detalles de la operación en Tumba Siete, donde se reunieron las fuerzas, al mediodía del 30 partieron desde este punto en camiones. Atravesaron los Pinares de Mayarí hasta la loma de Los Mulos. Después de dejar los vehículos en lugares seguros, encontrándose la tropa en la loma, el comandante Belarmino Castilla precisó las misiones a los distintos jefes, primero al grupo que tenía que salir abajo, a la emboscada en Guerrita y seguidamente a los grupos que iban a rodear el cuartel para atacarlo. Ya al anochecer comenzó el descenso.


Acción.

En la cercanía del cuartel, el capitán Lussón precisó los detalles de la misión asignada. Él abriría fuego con un grupo de combatientes desde el sótano de la fonda. El teniente Lara, con una escuadra ocuparía la parte izquierda del cuartel cubriendo un terraplén que había en la misma. El teniente Letusé cubriría la parte derecha de la fonda con algunos compañeros batiendo desde esa posición al enemigo. Casillas con unos diez hombres atacaría por el flanco este y los demás combatientes rodearían el cuartel desde fuera. El capitán Lussón, con un grupo de compañeros, instaló la ametralladora en el sótano previsto y comenzó de esta forma el combate a las 12 de la noche. Al propio tiempo cuando avanzaba hacia el su objetivo, el capitán Casillas chocó con una de las postas del cuartel, y se entabló un tiroteo en el cual fueron eliminados los integrantes de dicha posta. Después que el capitán Lussón comprobó que el cuartel estaba siendo atacado por todas direcciones, informó al comandante Anibal, y se dio la orden al compañero Perfecto Álvarez, Mejoral, que bajara el tractor, lo cual hizo de inmediato. Al irrumpir el buldózer en el área de combate arreció el fuego por parte de los rebeldes, con el objetivo de darle protección a los compañeros que iban en el mismo. Mejoral conducía la máquina con la cuchilla levantada auxiliado por Luis Castañeda, Marfalán. El compañero Emilio Bárcenas marchaba detrás, listo a encender la mecha que haría estallar la bomba cuando la máquina estuviera cerca del cuartel. Al ser detectado el buldózer por el enemigo, éste concentró inmediatamente el fuego sobre él. Faltando unos 30-40 metros de distancia para irrumpir en el cuartel, un pedrusco que se encontraba en el camino motivó que Mejoral hiciera un giro brusco con los mandos para apartarse de él, y que en ese momento Emilio quedara al descubierto, y fuera alcanzado en ambas piernas por una ráfaga de ametralladora del enemigo.

Al percatarse de que Bárcenas había caído herido, el compañero Mejoral se tiró rápidamente del buldózer para ir en su auxilio. El heroico Tanganica, viendo que había fracasado la acción del buldózer, lo cual ponía en peligro la toma del cuartel, comenzó a arengar a los atacantes dando vivas a Maceo, a Martí, a Gómez, a Cuba Libre y exhortándolos a que tomaran el cuartel a toda costa. Alentados por la arenga de su compañero herido, los rebeldes arreciaron el ataque sobre el cuartel, lo que motivó que una parte de los guardias comenzaran a retirarse por las posiciones que cubrían Lara y Letussé y se entabló un combate con ellos, en el que resultó herido el compañero Chicho Larrea.

Asalto final.

En ese momento comenzó el asalto final al objetivo enemigo, que ya tenía una parte incendiada. Una bomba lanzada por los rebeldes causó gran estrago en el cuartel, avanzaron los combatientes hacia el mismo, y lo tomaron por completo con los guardias que quedaron dentro. A su vez Lara y Letussé, con sus hombres, peinaban el monte. El combate terminó alrededor de las cuatro de la madrugada, fue entonces cuando se sacaron los heridos que quedaban en el cuartel, el cual se quemó totalmente.

Acción en la emboscada.

Sobre las 12:00 de la noche se oían los tiros en Ocujal. El ataque al cuartel de la tiranía ya se había producido. Se esperaba que de un momento a otro los guardias provenientes de Mayarí irrumpirían en la emboscada. Así fue. Cuando el primer yipee enemigo se acercó, el fuego no se hizo esperar; desde todas las posiciones disparaban los combatientes contra los guardias. El combate ganó en intensidad de ambas partes. El avance del enemigo fue detenido en su avance a la mina. Pasadas las 4: 00 de la madrugada el fragor del combate había disminuido notablemente, solo se dejaban escuchar algunos disparos aislados.

Retirada de la emboscada.

Una vez rechazado el esfuerzo y viendo que se acercaba el día, las fuerzas rebeldes se retiraron de sus posiciones en busca del camino que los condujera hacia el campamento de Los Mulos, donde se reunieron más tarde con los que atacaron el cuartel.

Bajas.

En el ataque al cuartel de Ocujal, al enemigo se le causaron nueve bajas, entre ellas dos muertos y cuatro heridos; además fueron hechos tres prisioneros. Los rebeldes tuvieron tres heridos: Chicho Larrea, leve en la espalda, Domingo Hernández, en una mano y el compañero Emilio Bárcenas, Tanganica, que moriría a causa de las heridas recibidas, luego de ser atendido por el médico rebelde Gilberto González y otros compañeros que hicieron un gran esfuerzo por salvarle la vida. Por su valor demostrado fue ascendido postmortem al grado de teniente y se le otorgó la Orden al Mérito Revolucionario, Legión de Honor Frank País, la más alta condecoración que había sido instituida en reconocimiento a los actos de valor y heroísmo realizados por los miembros del Ejército Rebelde en el Segundo Frente Oriental. Otra lamentable pérdida fue la del compañero David Suárez Abella, quien resultó muerto a consecuencia del ametrallamiento de la aviación. En la emboscada los casquitos tuvieron un muerto y diez heridos.

Fin de la operación.

Los objetivos principales de la acción se habían logrado. Con ello se había honrado la memoria de Frank País al infligirle una nueva derrota al enemigo. La táctica guerrillera, desarrollada por Fidel, de atacar una posición fija del enemigo al tiempo que se le emboscaba el refuerzo en el lugar más favorable, demostraba una vez más su incuestionable eficacia.

Fuentes

Castilla Mas, Belarmino: Imborrables Recuerdos. Memorias del comandante Anibal. La Habana. Ediciones Verde Olivo 1999.