Judaísmo

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Judaísmo
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Cultura religiosa de los judíos (conocidos también como el pueblo de Israel). Es una de las religiones más antiguas de la historia.
Fundador:Abraham
Deidad:YHVH
Tipo:Monoteísmo, religión abrahámica
Número de seguidores:Judíos: 13.300.000
Texto sagrado:La Torá y el Talmud
Lengua Litúrgica:Hebreo
Nace en:Mesopotamia, Oriente Medio
Tierra Santa:Jerusalén, Bandera del Estado de Israel Israel, sede del Templo de Salomón
País(es) con mayor cantidad de fieles:Bandera del Estado de Israel Israel, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Corrientes:Judaísmo ortodoxo, judaísmo reformista, judaísmo conservador, judaísmo reconstruccionista, judaísmo laico, judaísmo caraíta
Símbolo:Estrella de David
Templos:Sinagogas
Clero:Rabinos
Religiones relacionadas:Cristianismo e Islam

Judaísmo. Es una de las religiones más antiguas del mundo, y la primera de las tres expresiones de fe monoteístas, Judaísmo, Islam y Cristianismo (llamadas también religiones abrahámicas) ya que defiende la creencia de un único Dios, dotado de omnipresencia, omnipotencia y omnisciencia: Yahvé (YHWH o YHVH); quien se reveló ante el pueblo israelita, por medio de Moisés, a quien le otorgó los Diez Mandamientos, en el Monte Sinaí.

El cristianismo tiene sus orígenes en la religión judía, pues el Antiguo Testamento, más correctamente llamado Tanaj o como también se le dice la Biblia hebrea o del judaísmo, es la primera parte de la Biblia cristiana, y Jesús, considerado El Hijo de Dios por los cristianos, era judío. Sin embargo, al no reconocer los judíos a Jesús como el Mesías, la segunda parte de la Biblia o sea el Nuevo Testamento no es aceptada como escrituras sagradas o inspiradas por el judaísmo.

Historia

El pueblo de Israel, antes del exilio, fue primero una confederación de tribus, y más tarde un reino. Celebraban, como una de sus primeras experiencias históricas, el fin de la esclavitud a la que los habían sometido los egipcios, y muy especialmente la conquista y asentamiento en las tierras de Canaán (tierra de Israel). Su máxima deidad era Yahvé, el dios de los patriarcas que había sacado a los israelitas de Egipto, guiándolos hasta la Tierra Prometida. La religión israelita estaba íntimamente relacionada y enfocada hacia su dependencia agrícola. Se creía que Yahvé era el dueño de la lluvia que podía garantizar una cosecha fructífera o hambrunas, sequías y pestilencia si la comunidad se mostraba poco creyente y obstinada. A pesar de esto, el pueblo de Israel, en su vida normal, se veía a sí mismo como dependiente de Dios y se obligaban a responderle con sacrificios u ofrendas propiciatorias.

A medida que fue pasando el tiempo, el culto se centró en el santuario real de Jerusalén, que más tarde rivalizaría con los santuarios de Betel y Dan en el norte. La oposición al culto sincretista que se practicaba, tanto en los santuarios del norte (reino de Israel) como en los del sur (reino de Judá), y a las injusticias sociales que existieron durante el periodo de la monarquía, fue proclamada por los profetas, ‘hombres carismáticos de Dios’. No rechazaban los sacrificios del culto en sí mismos. Rechazaban solamente aquellos que veían que eran exclusivamente un pago personal, y que por lo tanto ignoraban egoístamente la dimensión moral de la sociedad israelí. Estas advertencias fueron justificadas cuando, primero el reino del norte y luego el del sur, fueron destruidos por conquistadores extranjeros.

El exilio de Babilonia

El exilio del pueblo de Judá a Babilonia en el 586 a.n.e., fue un hito histórico para la religión de Israel. A partir de entonces, la historia de Israel fue reinterpretada a la luz de los acontecimientos del año 586; desde ese momento se fijó el Pentateuco y los cánones de los libros proféticos e históricos del Antiguo Testamento. Los profetas Ezequiel e Isaías creían que Yahvé se había servido de Babilonia para castigar a los israelitas por sus pecados y que, por lo tanto, él tenía el poder de liberarlos del cautiverio, si es que se arrepentían. Se desarrolló una verdadera religión monoteísta, en la que el Dios de Israel era visto como el Dios que dirigía la historia universal y el destino de todas las naciones. La esperanza mesiánica que surgió a partir del exilio de Babilonia, para lograr restaurar el reino de Judá bajo el liderazgo de un vástago de la estirpe de David, parece justificarse plenamente cuando Ciro II el Grande, después de conquistar Babilonia en el 539 a.n.e., autorizó la repatriación del pueblo subyugado y la restauración del Templo. Sin embargo, el restaurado Estado de Judá no logró alcanzar totalmente esta esperanza, porque los persas no permitieron el restablecimiento de la monarquía de Judá, sino únicamente el establecimiento de un estado administrado por un sumo sacerdote.

Los Macabeos y el periodo romano

La llegada de la cultura griega a Oriente Próximo, que comenzó con la conquista de Alejandro Magno en el 331 (a.n.e.), hizo que la cultura originaria de la zona se pusiera a la defensiva. La revuelta de los Macabeos (165-142 a.n.e.), que comenzó como una guerra civil entre judíos helenizados y no helenizados, concluyó en una guerra que logró la independencia política para el pueblo de Judá de los sirios; este desorden cultural y político tuvo un fuerte impacto en la religión. Durante este periodo se compusieron los primeros escritos apocalípticos; este género de revelaciones crípticas interpretaban la guerra de aquel entonces como parte del conflicto cósmico entre las fuerzas del bien y las del mal, que acabarían con la victoria de las legiones de Dios. A todos los judíos que habían llevado una vida honorable y que habían muerto en combate, les estaba prometida la resurrección del cuerpo el día que Dios celebrara el Juicio Final. En el judaísmo primitivo, la inmortalidad consistía únicamente en la supervivencia de algunos niños y personas en particular, en una oscura vida posterior en el bajo mundo, localizada físicamente debajo del actual, el sheol.

A pesar de que con las victorias de los Macabeos se inauguraron los 80 años de independencia política del pueblo de Judá, siguió habiendo desórdenes religiosos. Los miembros de la familia sacerdotal de los Asmoneos, quienes habían liderado la revuelta, se autoproclamaron reyes hereditarios y sumos sacerdotes, a pesar de no pertenecer al alto linaje de los antiguos sumos sacerdotes. Esto, unido a la vida ostentosa que llevaban, propia de la monarquía helenística, provocó una furiosa oposición de grupos como el de la comunidad de Qumran, que nos han llegado gracias a los Manuscritos del Mar Muerto. Liderados por sacerdotes disidentes, esta secta estaba convencida de que el templo de Jerusalén había sido profanado por los Asmoneos, y se vieron a sí mismos como un templo purificado y aislado en el desierto.

El grupo de Qumran probablemente pueda ser identificado con los esenios, que ya aparecen descritos por el historiador judío Flavio Josefo y por otros escritores de la época. Josefo también describió otros dos grupos, los saduceos y los fariseos, ampliamente mencionados en el Nuevo Testamento, si bien no se ha encontrado información de primera mano acerca de ellos. Los fariseos (perushim, separatistas), al igual que el grupo de Qumran, impusieron sus propias tradiciones sobre las leyes bíblicas, en constante litigio con los saduceos, grupo aristocrático de la clase sacerdotal. Después del 70 (n.e.), los fariseos fueron los precursores del movimiento rabínico. Todas las facciones religiosas de aquel periodo, particularmente aquellas que se oponían a la administración del Templo, hacían especial hincapié en reconocer la autoridad de las Escrituras, a la que, por supuesto, cada grupo dio su propia interpretación.

El fervor mesiánico y apocalíptico aumentó al acabar la independencia política del pueblo de Judá. Este hecho político fue consecuencia de la invasión de las legiones romanas a mediados del siglo I a.n.e. El fervor llegó a su punto más alto con el estallido de una fallida revuelta en contra de los romanos entre los años 66 y 70 n.e.

Desarrollo del judaísmo rabínico

La destrucción del segundo Templo a manos de los romanos en el 70 n.e. y la represión de una segunda revuelta mesiánica entre el 132 y el 135, liderada por Barcokebas, supusieron unas verdaderas catástrofes para el judaísmo, de no menor magnitud que la de la destrucción del primer Templo en el 586 a.C. El liderazgo de los sacerdotes recibió un duro golpe. En este contexto histórico-social surgió el movimiento rabínico. Dado que el pueblo judío había perdido el control de su destino político, los rabinos pusieron un especial énfasis en el estilo de vida como grupo espiritual. Predicaban que si diariamente se actuaba conforme a la Torá, tal como lo indicaban las tradiciones rabínicas, por medio del estudio, la oración y la observancia, los judíos podrían lograr la salvación, mientras esperaban que Dios trajera la redención mesiánica para todo Israel. Algunos rabinos sostenían que si todos los judíos actuaban conforme a la Torá, el Mesías se vería obligado a venir. Institucionalmente, la sinagoga (que ha existido desde antes del 70 n.e.) y la casa de estudio rabínicos reemplazaron el templo destruido.

Judaísmo medieval

La hegemonía de los rabinos de todas las juderías, incluyendo todas aquellas que estaban surgiendo en el Mediterráneo y en otras zonas de Europa como consecuencia de la diáspora, fue un proceso gradual que tuvo que sobreponerse a los duros desafíos que significaron los caraítas, además de otros movimientos antirrabínicos. La conquista del Oriente Próximo por las tropas musulmanas en el siglo VII facilitó la divulgación de un judaísmo rabínico más uniforme. Cerca de la sede de los califas Abasíes, en Bagdad, las principales academias rabínicas de Babilonia (dirigidas por los geonim; plural de gaón, ‘excelencia’) hicieron grandes esfuerzos para unificar las leyes, costumbres y liturgias judías de acuerdo con sus propias prácticas, que luego debían exponer y explicar en sus respuestas (responsa) ante las numerosísimas preguntas a que eran sometidos por las comunidades en la diáspora. Por eso, la hegemonía de las juderías pasó de Palestina a Babilonia, y el Talmud babilónico se convirtió en el documento rabínico de mayor autoridad.

Dentro del ámbito cultural del islam, el judaísmo rabínico mantuvo íntimos contactos con la filosofía griega, que fue recuperada e interpretada por comentaristas y estudiosos islámicos. Los sabios rabínicos comenzaron a cultivar la filosofía y a defender al judaísmo contra las polémicas creadas por los teólogos islámicos, demostrando así a los otros judíos la racionalidad de su fe y de sus leyes reveladas. La filosofía medieval judía estuvo enfocada principalmente a tratar temas relacionados con los atributos de Dios, milagros, profecías (revelación) y la racionalidad de los mandamientos. Las más notables interpretaciones filosóficas del judaísmo fueron realizadas durante el siglo IX por el gaón Saadia ben Josef, y durante el siglo XII por Judá Ha-Levi, y especialmente por Maimónides (Guía de perplejos, c. 1190). El hecho de haber estado en contacto con una lógica sistemática afectó también a los estudios legales dentro del mundo musulmán. Esto se demuestra en las numerosas codificaciones postalmúdicas de las leyes judías, la más notable de las cuales fue la Mishné Torá de Maimónides.

El judaísmo medieval se desarrolló a partir de dos culturas de gran notoriedad: la sefardí (centrada en la península Ibérica) y la asquenazí (en los territorios del Sacro Imperio Romano). Las actividades de los sefardíes se enfocaron principalmente a la filosofía y al sistema de codificación legal sin olvidar las ciencias o la poesía. Opuestamente a esto, los asquenazíes se dedicaron al intenso estudio del Talmud babilónico. La gran escuela para el estudio del Talmud, en estos territorios, comenzó sus actividades en el siglo XI, bajo la dirección del estudioso Salomón ben Isaac (Rashí) de Troyes, y continuó dirigido por sus nietos y estudiantes, conocidos como tosafistas, quienes crearon la literatura de tosafot (‘adiciones’ a los comentarios que Rashí hizo del Talmud).

A través de todo el periodo medieval, el judaísmo se vio constantemente revitalizado por movimientos místicos, éticos y piadosos. Dentro de estos grupos, el más importante fue el de los hasidim alemanes del siglo XII y el de los españoles del siglo XIII, creadores de la Cábala, cuya obra de mayor importancia fue el Sefer ha-zohar (Libro del Esplendor), escrito por Moisés de León.

La Cábala es una teosofía esotérica que contiene elementos del gnosticismo y del neoplatonismo; describe la naturaleza dinámica de la divinidad y ofrece una valiosa interpretación simbólica de la Torá y de los mandamientos. Comenzó en círculos reducidos y muy exclusivos de estudiosos, pero adquirió gran popularidad después de la expulsión de los judíos de España por parte de los Reyes Católicos en 1492. La divulgación de la Cábala se vio facilitada por la interpretación mítico-mesiánica que de ella hizo Isaac ben Solomon Luria. La Cábala luriana (o luriánica) explicaba a los judíos exiliados el significado cósmico de su sufrimiento y les otorgaba un importante papel en el drama cósmico de la redención. Las ideas de Luria prepararon el camino para una fuerte sacudida mesiánica, que se centró alrededor de la figura de Shabtai Tzví, quien influyó notablemente en todas las juderías del siglo XVII. También influyeron sobre el hasidismo, popular movimiento revitalizador polaco del siglo XVIII.

Iniciado por Baal Shem Tov, el hasidismo proclamaba que, a través de una entusiasta y ferviente devoción, los judíos pobres e incultos podían servir a Dios mejor incluso que los talmudistas. La fuerte oposición que los rabinos dirigieron en contra de los seguidores del hasidismo quedó mitigada más tarde, ya que ambos grupos tuvieron que enfrentarse a un desafío mucho mayor: la aparición en Europa occidental de la Ilustración, y los diversos movimientos de modernización que se generaron dentro del judaísmo.

Origen

Los términos judaísmo y religión no existían en el hebreo premoderno. Los judíos hablaban de la Torá.. leyes que Dios reveló a Israel, y en las que se ofrecía una visión del mundo y una manera de vivir (la Halajá), la senda que se debía seguir por el mundo: las leyes, costumbres y prácticas judías. Todas las formas históricas del judaísmo premoderno constituían (y aún hoy el judaísmo tradicional lo constituye), un sistema de cultura integral, que abarca la totalidad de la existencia individual y comunitaria de las personas. Es un sistema de santificación en el que todo está sometido a la voluntad expresa de Dios, de acuerdo con modelos divinos revelados sobre el orden cósmico y la legalidad. Judaísmo, cristianismo e islam, las tres grandes religiones monoteístas, tienen mucho en común. El cristianismo surgió en Palestina dentro de la comunidad judía durante el siglo I d.C.; en un principio, el islam extrajo parte de su ideología del judaísmo. Teniendo en cuenta que desde el siglo VII la mayor parte de los judíos han vivido en un ambiente cultural muy cercano al cristianismo y al islam, estas dos religiones ejercieron una fuerte influencia en la historia del judaísmo.

El judaísmo tuvo su origen en Oriente Próximo. Pero, casi desde sus inicios, las comunidades judías, en muchas ocasiones como resultado de migraciones voluntarias y de exilios o expulsiones forzadas (diáspora), han vivido en casi todos los rincones del mundo. Según el American Jewish Yearbook, en el año 2000 la población total de judíos en el mundo ascendía a 13,2 millones, de los cuales 5,7 millones vivían en Estados Unidos, 4,8 en Israel y más de medio millón en la Unión Soviética; estos son los tres emplazamientos judíos más importantes del mundo. Aproximadamente 1,5 millones de judíos vivían repartidos por Europa, la mayoría de ellos en Francia y Gran Bretaña. Más o menos 300.000 vivían repartidos por el resto de Norteamérica y 600.000 por el resto de Asia. Cerca de 1,1 millones de judíos vivían en América Central y del Sur (200.000 solo en Argentina), y 350.000 en África.

Doctrinas básicas y fuentes

Considerando su rica y compleja tradición religiosa, el judaísmo nunca ha sido una organización monolítica, aunque sus distintas formas históricas han compartido ciertos rasgos distintivos. La principal característica común es la del monoteísmo radical, es decir, la creencia de que un solo Dios trascendente creó el Universo y que, afortunadamente, continúa gobernándolo. Profundizando en este monoteísmo, se da la convicción teológica de que el mundo es inteligible porque existe una inteligencia divina y fruto de una causalidad intencional que lo sostiene. Nada es en la humanidad fruto de la casualidad; en sentido último, todo tiene un significado. La inteligencia divina se manifiesta a los judíos tanto en su orden natural, a través de la creación, como en su orden histórico-social, a través de la revelación. El mismo Dios que creó el mundo se reveló a los israelitas en el monte Sinaí. El contenido de esta revelación es lo que constituye La Torá (es decir, la ‘ley’), la voluntad de Dios para la humanidad expresada por medio de mandamientos (mitsvot) por los que las personas deberían regir sus vidas en mutua interacción entre ellos y Dios. La humanidad puede transformarse en parte armoniosa del cosmos si vive de acuerdo con las leyes de Dios, y sometiéndose a la voluntad divina.

Alianza

El segundo gran concepto del judaísmo es el de la alianza (berit) o pacto entre Dios y los judíos. De acuerdo con la tradición, el Dios de la creación estableció una relación muy especial con el pueblo judío en el Sinaí. Ellos reconocerían en Dios a su único y último rey y legislador, comprometiéndose a obedecer sus leyes. Como recompensa, Dios reconocería a Israel como su pueblo, y estaría especialmente atento a su bienestar. Los autores bíblicos, y más tarde la tradición judía, consideraron esta alianza en un contexto universal. Pero, después de sucesivos fracasos para lograr establecer una alianza con la rebelde humanidad, Dios se centró en un segmento particular de esta. Israel está llamado a ser ‘el reino de los sacerdotes’, y el orden social ideal, que se establecería de acuerdo con las leyes divinas, sería un modelo para la humanidad. Así pues, Israel se encuentra entre Dios y la humanidad, como mediador entre ambos.

La idea de la alianza también determina la manera como se ha considerado tradicionalmente la naturaleza y la historia en el judaísmo. El bienestar económico de Israel se basa en la obediencia que el pueblo debe prestar a los mandamientos de Dios. Tanto los acontecimientos históricos como los naturales que afectan a Israel, son interpretados como algo que procede de Dios, fruto del comportamiento religioso del pueblo de Israel. De esta forma, existiría una conexión causal directa entre el comportamiento humano y su destino. Esta visión acentúa el problema de la teodicea (justicia de Dios) en el judaísmo, porque la experiencia histórica, tanto de los judíos tomados individualmente, como de su pueblo en general, con bastante frecuencia ha sido de sufrimiento. A partir del libro de Job, una buena parte del pensamiento religioso judío se ha preocupado del problema de la aseveración (afirmación) de lo que es la justicia y su significado frente a la injusticia. A medida que fue pasando el tiempo, el problema fue perdiendo importancia.

Comenzaron a creer que, durante el juicio final después de la muerte, la virtud y la obediencia serían recompensadas y el pecado castigado, compensando así las injusticias de este mundo. El sufrimiento y la humillación de la dominación extranjera y el exilio forzado de la tierra de Israel que tuvieron que sufrir los judíos, al final de los tiempos también encontraría su recompensa cuando Dios envíe al Mesías (mashiaj, el ungido con aceite de rey), un vástago de la casa real de David, que vendría a redimir a los judíos y a devolverles la soberanía sobre sus tierras. Desde épocas muy tempranas, el mesianismo ha constituido una base significativa en el pensamiento judío. El anhelo por la llegada del Mesías se intensificaba notablemente durante periodos de problemas y calamidades. A la larga, se estableció una conexión entre el mesianismo y el concepto de Torá.. cada judío, individualmente, a través del estudio constan te y de la observancia de los mandamientos de Dios, podría acelerar la llegada del Mesías. Por eso, todo acto individual tenía resonancias cósmicas.

La tradición de los rabinos

A pesar de que las distintas formas del judaísmo están enraizadas en la Biblia hebrea (a la que los judíos llaman Tanak, acrónimo de sus tres partes: Torá, el Pentateuco; Neviím, los Profetas; Ketuvim, los Hagiógrafos), sería un error considerar el judaísmo simplemente como la religión del Antiguo Testamento. En el fondo, el judaísmo contemporáneo deriva del movimiento de los rabinos de los primeros siglos de la era cristiana en Palestina y Babilonia, y por eso se le llama judaísmo rabínico. En arameo y en hebreo, Rabí significa ‘mi maestro’. Los rabinos, sabios judíos que se dedicaban al estudio de las Escrituras y de sus propias tradiciones, sostenían que Dios, en el monte Sinaí, había revelado a Moisés una doble Torá.

Además de la Torá escrita (las Escrituras), Dios le habría revelado una Torá oral, fielmente transmitida por medio de palabras, de maestro a discípulo, por una cadena irrompible y que aún hoy existe entre los rabinos. Para ellos, la Torá oral se resumía en laMishná (aquello que se aprende o memoriza), el documento más antiguo de la literatura rabínica; fue editada en Palestina a finales del siglo III. A raíz de esto, el estudio rabínico de la Mishná en Palestina y en Babilonia generó dos versiones del Talmud (‘lo que se estudia’; en arameo se utilizó el término Guemará, que significa lo mismo), que estudiaban en profundidad los contenidos de la Mishná. El Talmud babilónico, editado aproximadamente en el siglo VI, se transformó en el documento fundacional del judaísmo rabínico.

Los primeros escritos rabínicos incluían comentarios exegéticos y homilías acerca de pasajes de las Escrituras (Midrashim; véase Midras), así como varias traducciones al arameo del Pentateuco, y de otros libros del Antiguo Testamento (los targumim; véase Targum). Los escritos rabínicos medievales incluían codificaciones de la ley talmúdica, de los cuales, la que goza de máxima autoridad es el Shulján Aruj (‘La mesa dispuesta’) del siglo XVI, escrita por José ben Efraín Caro. En el judaísmo, el estudio de la Torá hace referencia al estudio de toda su literatura, no simplemente del Pentateuco (Torá, en un sentido estricto).

Fundamentos

  • El judaísmo se basa en el Tanaj (lo que los cristianos llaman Antiguo Testamento), compendio de 24 libros que cuenta la historia del hombre y de los judíos, desde la Creación hasta la construcción del Segundo Templo, e incluye también preceptos religiosos, morales y jurídicos; filosofía, profecías y poesía, entre otros. Sus cinco primeros libros, en conjunto conocidos con el nombre de "la Torá" o "Pentateuco", son considerados escritos por inspiración divina y, por ende, sagrados, y su lectura pública en la sinagoga los días lunes, jueves y sábados forma parte fundamental del culto judío, lo que le ha valido al pueblo judío el nombre de «Pueblo del Libro».
  • La Torá es la fuente primera de los siete preceptos morales básicos que obligan a todo ser humano como tal («Los siete preceptos de los hijos de Noé»; Génesis 9:1-7 ), y de los 613 preceptos religiosos que obligan a los judíos ( 613 mitzvot ): 365 que imponen abstenerse de acción —uno por cada día del año— y 248 preceptos que obligan positivamente a hacer —uno por cada órgano del cuerpo—. Los preceptos bíblicos son comentados, explicados, ampliados e implementados por las diferentes exégesis que plasmaron por escrito las tradiciones orales: la Mishná y el conjunto en el que ésta está incluida: el Talmud.
  • Los preceptos jurídicos, éticos, morales y religiosos que emanan de la Torá, y que junto a su explicación de la Mishná conforman el corpus jurídico principal del judaísmo, el Talmud, son conocidos como la ley judía o Halajá (הֲלָכָה, "camino"), cuya fuente compilativa principal y reconocida por los judíos de todo el mundo —amén de una riquísima y amplia literatura halájica a lo largo de los siglos— es el libro medieval "Shulján Aruj" (שֻׂלְחָן עָרוּךְ, "la mesa servida"). Los mandamientos de la Halajá comandan el ciclo íntegro de la vida judía observante, desde la circuncisión al nacer (Génesis 17:10 ), pasando por la alimentación (la Cashrut, כַּשְׁרוּת, Levítico 11:1-47 ), la vida íntima ( Levítico 12:1-8 ), la vestimenta ( Levítico 19:19 ), y así todos los hitos principales de la vida del hombre, hasta su muerte.
  • La plegaria más solemne de la religión judía, que plasma la esencia misma de la creencia monoteísta, aparece en el quinto y último libro de l Torá: "Oye, Israel, el señor es nuestro Dios, el señor es Uno" (שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, ה' אֱלֹהֵינוּ, ה' אֶחָד; Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad Deuteronomio 6:4 ). Los creyentes la recitan dos veces por día, en las oraciones matutinas (שַׂחֲרִית, Shajarit) y de la noche (עַרְבִית, Arvit).
  • El símbolo judío de nuestros días por excelencia es la estrella de David (מָגֶן דָוִד, Maguén David, "escudo de David", véase en la plantilla de arriba), llamado así por la creencia de que el rey David lo adoptó como símbolo de armas en su escudo de guerra y en el de sus soldados, aunque aparece con su significado actual muchísimo más tarde, hacia la Edad Media. El símbolo conocido más antiguo del judaísmo es el candelabro ritual de siete brazos (מְנוֹרָה, la Menorá), emplazado antiguamente en el Tabernáculo ( Éxodo 25:31-40 ) y luego en el primer ( 1Reyes 7:49 ) y segundo Templo de Jerusalén.
  • La vida judía se rige por un calendario basado en la combinación del ciclo mensual lunar y del año solar, cuyos orígenes se remontan a tiempos bíblicos, y por el cual se rigen las festividades y ritos de la religión hasta el día de hoy.
  • La festividad judía más venerada es el Shabat (del hebreo שַׂבָּת, sábado, "reposo, cese de actividad", Génesis 2:2-3 ), considerado sagrado y superado, en solemnidad, sólo por el Día del Perdón o Yom Kipur, precisamente llamado también "Sábado de sábados". Su relevancia en la vida judía es tal que está incluido entre los Diez Mandamientos, que se estiman palabra divina ( Éxodo 20:8-11 , Deuteronomio 5:12-15 ).

Adoración y prácticas

Para los judíos, toda la vida es un continuo acto de adoración divina. “Tener a Dios siempre delante de mí” (Sal. 16,8 ). Este verso que está inscrito en el frontis de muchas sinagogas, muestra muy bien la piedad judía.

Rezos y servicios religiosos

Por tradición, los judíos rezan tres veces al día: por la mañana (shaharit), por la tarde (minjá) y al anochecer (maariv). Se cree que estos tres momentos de oración corresponden a los tiempos en que los sacrificios se ofrecían en el templo de Jerusalén. Tanto así, como de otras maneras, el judaísmo rabínico aún conserva la estructura del ya abandonado culto en el templo. Las congregaciones mínimas (minyán) para rezar están formadas por grupos de diez hombres. El único elemento que se requiere para todos los servicios religiosos judíos es el de una serie de bendiciones llamadas Tefillá (rezo); también recibe el nombre de Amidá, o rezo de pie, porque se recita en esa posición, y el Shemoné Esré, que recibe este nombre porque originalmente estaba compuesto por dieciocho bendiciones. Hoy en día, los rezos que se realizan durante los días de semana se componen de diecinueve bendiciones, dentro de las que se incluyen trece peticiones por el bienestar y por la restauración mesiánica. Durante cada shabat y en las distintas festividades, estas peticiones se reemplazan por rezos especiales que corresponden a esas fiestas.

La segunda oración en importancia es el Shemá que se reza por la mañana y al atardecer. Todos los servicios religiosos concluyen con dos rezos mesiánicos: el primero se llama Alenu; el segundo es una doxología aramea llamada Kadish. Como señal de devoción a Dios, durante los rezos matinales de los días ordinarios de la semana, los judíos adultos observantes llevan un chal de oración con flecos llamado talit (los flecos se llaman tsitsit) y unas filacterias (cajas de oración llamadas tefilín). Ambas costumbres provienen de ciertos pasajes de las escrituras que se recitan y que corresponden a la Shemá. Como tercera costumbre, ponen una mezuzá (caja de rezo) en la entrada de la casa, como una manera de recordar que [Dios]] está en todas partes. Como señal de respeto hacia Dios, se cubren la cabeza para rezar, ya sea con un sombrero o con un casquete (kipá; en yidis, yarmulke). Los judíos más piadosos siempre llevan la cabeza cubierta, aceptando así la constante presencia de Dios.

Torá

Para el judaísmo rabínico, el estudio de la Torá, que es la voluntad revelada de Dios, también es considerado como un acto de adoración. Todos los días durante los servicios religiosos de las mañanas, se recitan pasajes de las Escrituras, la Mishná y el Talmud. Los lunes y los jueves por la mañana, se saca de un arca, que está en la parte frontal de la sinagoga, un rollo que contiene la Torá, escrito a mano. Luego se procede a su lectura cantada frente a la congregación de los fieles. La lectura litúrgica de la Torá más importante es la que se realiza durante el shabat y en las mañanas de otras festividades. A lo largo del año, durante los sábados, se terminará leyendo toda la Torá. El ciclo anual comienza nuevamente cada otoño, con una celebración llamada Simjat Torá (‘regocijaos con la ley’), que concluye al final de la fiesta del Sukot. La lectura que se realiza de la Torá durante las fiestas versa sobre distintos temas y observancias, dependiendo del día que se realice. La lectura de la Torá durante los sábados y las fiestas es acompañada de la lectura de escritos de los profetas relacionados con los mismos temas (Haftará, que significa conclusión). Por eso, la lectura en público de las Escrituras es una parte fundamental del culto religioso en la sinagoga. De hecho, en un principio, esta parece haber sido la función más importante de la sinagoga como institución religiosa.

Bendiciones

Además de las oraciones a lo largo del día, los judíos recitan numerosas bendiciones, siempre antes de algunos actos importantes y antes de disfrutar de las bondades de la naturaleza. Para los judíos, la tierra pertenece a Dios. Los seres humanos simplemente son agricultores o jardineros arrendatarios de esta tierra. Por lo tanto, los arrendatarios no deben olvidar que parte de los frutos le corresponden al dueño.

Leyes sobre la alimentación

Las leyes relacionadas con la alimentación de los judíos están también vinculadas al culto del Templo. Hacen una analogía entre la mesa de la casa de cada persona y la mesa del Señor. Los judíos no comen la carne de ciertos animales considerados impuros (Dt. 14,3-21). Dentro de esta categoría están los cerdos y los peces que no tienen aletas o escamas. Los animales comestibles, aquellos con pezuñas hendidas y rumiantes, deben ser sacrificados de forma apropiada (kasher), y se les debe sacar toda la sangre antes de ser ingeridos. No se puede tomar simultáneamente carne y leche.

El shabat

El calendario litúrgico judío sigue manteniendo la misma división del tiempo que se hace en la Torá, y que se observaba en el culto del templo. Cada siete días se celebra el shabat, día en el que no se realiza ningún trabajo. Este es un acto simbólico de abstención, por el que los judíos devuelven el mundo a su dueño, es decir, a Dios, reconociendo que todo lo que el hombre consigue con su trabajo es solo producto de la bondad divina. Durante el shabat, lo único que se hace es rezar, estudiar, descansar y estar en compañía de la familia. Durante ese día y durante las fiestas, se recita en las sinagogas un servicio religioso adicional, el musaf, que se corresponde con el sacrificio que se ofrecía en el Templo en dichas ocasiones.

Las fiestas

Dentro del año judío existen cinco grandes fiestas y dos de menor importancia. En un principio, tres de las mayores tenían su origen en la agricultura y se relacionaban directamente con las estaciones del año en Israel. La fiesta de la primavera o Pésaj (Pascua), marcaba el inicio de la cosecha de la cebada, y cincuenta días más tarde, el Shavuot (‘semanas’ o Pentecostés) marcaba su término. Durante el Sukot (‘tabernáculo’) se celebra la cosecha de otoño, fiesta que va precedida por un periodo de diez días de purificación de toda la comunidad. Desde épocas muy antiguas, se han asociado estas fiestas con acontecimientos importantes de la historia de Israel. La Pascua conmemora el éxodo desde Egipto. Shavuot se relaciona con el momento en que Dios, en el monte Sinaí, entregó la Torá al pueblo de Israel. Esta fiesta está marcada por la solemne lectura de los Diez Mandamientos en la sinagoga.

Sukot aún es observado como una fiesta de la cosecha; se instalan cabañas en los campos (o en las casas) y los judíos comen en ellas durante los siete días que dura la fiesta; esta práctica simboliza las tiendas en las que los israelitas moraron durante su viaje a la Tierra Prometida. El periodo de los diez días de penitencia que preceden a Sukot se inicia con la celebración del año nuevo, el Rosh Ha-shaná, y termina con el Yom Kipur, el Día de la Expiación. De acuerdo con la tradición, el mundo es juzgado cada año nuevo y el fallo se da por cerrado el Día de la Expiación. El día de año nuevo se hace sonar un cuerno de carnero (shofar) para invitar a la gente al arrepentimiento. El Día de la Expiación es el día más sagrado dentro del calendario judío, y transcurre en medio de ayunos, rezos y confesión de las culpas. Su liturgia comienza con la entonación del Kol Nidré, incluyendo, además, un recuerdo a los ritos que se realizaban en el Templo (avodá).

El origen de las dos fiestas menores, Januká y Purim, es más tardío que el de las cinco fiestas del Pentateuco antes mencionadas. La Januká (‘consagración’) conmemora el triunfo de los Macabeos sobre el rey sirio Antíoco IV Epífanes en el 165 a.C. y la consiguiente construcción del segundo templo. La fiesta de Purim (‘porciones’, ‘suertes’) recuerda la historia de la salvación de los judíos persas por Ester y por Mardoqueo (véase Ester). Se celebra un mes antes de Pascua y se caracteriza porque en la sinagoga se lee el festivo rollo de Ester (meguilá). El año litúrgico termina con cuatro días de ayuno en memoria del asedio y la posterior destrucción de los dos templos, en los años 586 a.C. y 70 d.C. De estos, el más importante es el de Tishá be Av (noveno día del mes Av), día en el que los dos templos fueron destruidos.

Ocasiones especiales

La comunidad judía también mantiene la observancia de los acontecimientos más significativos dentro del ciclo de la vida. A los ocho días de haber nacido, los niños varones son iniciados públicamente en la asamblea de Abraham por medio de la circuncisión (berit milá). Los niños llegan a la madurez legal a los 13 años de edad, cuando asumen la responsabilidad de mantener la observancia de los mandamientos (Bar Mitsvá) y son llamados por primera vez para que lean la Torá en la sinagoga. Las niñas alcanzan la madurez a los 12 años y, en las sinagogas modernas liberales, también leen la Torá (Bat Mitsvá). Durante el siglo XIX, el movimiento modernista reformado instituyó la práctica de la confirmación para los jóvenes, hombres y mujeres. La ceremonia se realiza durante Shavuot, e implica la aceptación de la fe revelada en el Sinaí. El siguiente hito de importancia en la vida de los judíos es el matrimonio (kidushín, ‘santificación’). Incluso en los momentos de mayor alegría en sus vidas, los judíos recuerdan los sufrimientos de su pueblo. Por eso, dentro de las siete bendiciones del matrimonio se incluyen rezos de peticiones por la reconstrucción de Jerusalén y por el regreso de los judíos a Sión. Durante los entierros judíos, la petición por la resurrección del muerto está incluida dentro de un rezo en el que se pide por la redención de todo el pueblo judío. Los hombres judíos más piadosos son enterrados con su talit.

Grupos

Existen varias corrientes o ramas del judaísmo. El judaísmo a lo largo de la historia se ha dividido en diferentes grupos, esto no significa que sus relaciones con diferentes comunidades se pierdan. Por el contrario, el judaísmo esta muy unido en torno a sus comunidades.

Ebionismo

Movimiento judío yavístico basado en el movimiento religioso de Jesús.

Judaísmo Ortodoxo

El judaísmo ortodoxo presenta la religión como una sola unidad, sin corrientes alternas, y como un estilo de vida regido por la Ley Suprema. Las pascuas judías, el Shabat (sábado) y todos los preceptos de la Torá que conforman el comportamiento del judío fueron integrados al pueblo judío hace unos 3.310 años atrás. Dios mismo entregó todas las leyes a Moisés, quien a su vez enseño éstas a todo el pueblo. Como una sola entidad, aceptaron cumplir todas estas leyes antes de saber en qué consisten o el porqué de cada una de ellas, con una disposición única de entidad indivisible. De aquí que se conozca como ortodoxo al judío que cumple con todos los preceptos entregados, siendo que el significado de la palabra ortodoxo es: "generalmente aceptado, posición de ideas que son aprobadas por todos". Las leyes fueron entregadas no solamente a esta generación, sino que también fueron dirigidas a todos sus descendientes, y contienen en sí todas las facetas que se puedan pensar que requieran su aplicación.

Por ende, todos los avances de la tecnología moderna y la ciencia no hacen "obsoleta" a ninguna de estas leyes; al contrario, ayudan a su cumplimiento con mayor facilidad. La Torá (Pentateuco) no representa un símbolo ni es un conjunto de sermones para el judío. Es un programa para toda la vida, y se aplica cada año, cada semana, cada día, cada minuto, y el judío se rige solamente por él. El amor al prójimo es la base sobre la que se desarrolla el judaísmo en general, enfatizándose en la tolerancia y comprensión y la preocupación por ayudar a todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Todo esto dentro del cuadro de las obligaciones que nos impone la Torá escrita y oral. Lo que se conoce como reformas a la Torá, al judaísmo, no son mas que una doctrina creada por seres humanos y carece del carácter eterno y Divino de nuestra Torá; éstas no son sino aplicaciones cómodas que cambian según el interés de quien las maneje en el momento. En consecuencia, no es un judaísmo original y mucho menos religión judía. Todo acto que no sea según las leyes de la Torá no tendrá ningún resultado real y será solamente una imitación.

Judaísmo Mesiánico

Judíos creyentes en la mesianidad de Yeshu (Jesús). Esta corriente es criticada duramente por otras corrientes judías que no aceptan que Yeshu haya sido el Mesías esperado por el pueblo de Israel, pero se diferencian,además,de otras corrientes judías, en que no aceptan todos sus ritos, tradiciones y costumbres, basados en la Torá. Esta corriente surgió en los tiempos de Ieshuah (Jesús), de los judíos que creyeron en él y posteriormente se transformó en lo que hoy conocemos como Cristianismo.Actualmente esta corriente esta formada por cristianos cuyo objetivo es hacer proselitismo entre los judíos tradicionalistas.

Judaísmo Caraíta

Tendencia judía contraria a la línea rabínica. El Caraísmo es la forma primigenia del Judaísmo tal como lo prescribió Dios en la Torah rechazando cualquier posterior añadido tal como la Ley Oral Rabínica y sitúa la responsabilidad en la interpretación de la Torah en cada individuo. Los Caraítas son reconocidos como Judíos por el estado de Israel. Los Judíos Caraítas también están cubiertos por el Derecho israelita de Retorno - el derecho de todos los Judíos donde quiera que residan a volver a Israel y obtener la ciudadanía inmediatamente. Recientemente el gobierno de Israel ha publicado un sello en honor de los Judíos Caraítas.

Judaísmo humanista secular

Los judíos seculares son aquellos que pertenecen al pueblo judío por ascendencia familiar, en concordancia con las leyes del judaísmo, sin embargo se esfuerzan poco o nada por practicar las leyes judías. La mayoría de los judíos seculares son indiferentes al judaísmo, el cual forma parte relativamente pequeña de su identidad. Esto último los diferencia de los judíos humanistas seculares. El judaísmo humanista secular es una corriente que ve al hombre como centro del mundo y de la vida judía, a diferencia de las otras corrientes que subrayan la centralidad de Dios. Para los judíos humanistas seculares la religión y sus leyes no necesariamente deben regir el comportamiento del individuo. Esta corriente destaca los valores humanistas universales, que se basan históricamente en las fuentes judías. Los distintos libros del judaísmo son remarcados como fuentes de inspiración para los conceptos de libertad, justicia, justicia social, solidaridad, respeto y ayuda al prójimo, tolerancia y demás. Esta corriente, al igual que la reforma, es uno de los intentos de adaptar el judaísmo y compatibilizarlo con las distintas posibilidades de identidades seculares y nacionalistas, que surgen como consecuencia de la Revolución francesa.

Judaísmo conservador

También conocido como judaísmo masortí o tradicionalista (del hebreo masóret, מסורת "tradición"). Este movimiento se formó en los Estados Unidos a través de la fusión de dos grupos distintos: los judíos reformados, que se oponían al rechazo de la ley judía, y los judíos ortodoxos, que se habían alejado del judaísmo jasídico y cabalista. Enfatizan que los judíos constituyen una nación (Am Israel). Los conservadores no siguen la ley judía en su totalidad, sino que se inclinan hacia interpretaciones más abiertas al mundo moderno, no siempre basada en la opinión mayoritaria de los sabios (talmidim o jajamim).

Judaísmo reformista

El judaísmo reformista (también llamado "reformado", "progresista", "progresivo" y "liberal") defiende la autonomía individual en lo relativo a la interpretación de los preceptos religiosos. Con todo, entre los judíos reformados existen los siguientes planteamientos:

  • Rechazo de la segregación sexual y defensa de los derechos de la mujer. Hombres y mujeres rezan en las sinagogas reformadas de manera conjunta.
  • Ausencia de integrismo en su interpretación de los preceptos religiosos. Dichos preceptos fueron escritos por personas influidas por su sociedad, y no debe realizarse una interpretación literalista, sino adecuada al contexto.
  • Fuerte compromiso social
  • Consideración del Mesías como símbolo de una sociedad idílica en la que se cumplen los principios de paz y fraternidad, y no como una persona individual que instaurará dicho orden.

Actualidad

La emancipación civil de los judíos europeos, proceso que se vio complicado por un prolongado sentimiento antijudío que fue surgiendo en Europa, evocaba diferentes reformulaciones del judaísmo, tanto en Europa occidental como oriental. En el oeste, especialmente en Alemania, el judaísmo fue reformulado como una confesión religiosa, como un protestantismo moderno. El movimiento reformista alemán perdió las esperanzas de una vuelta a Sión (la tierra, el hogar de los judíos) y acortaron y embellecieron los servicios religiosos de adoración, adoptando en los sermones un lenguaje más corriente y rechazando muchas de las leyes y costumbres judías arcaicas. Los rabinos reformados asumieron muchos de los papeles de los ministros protestantes. Los primeros reformistas teológicos, tales como Abraham Geiger y Samuel Holdheim, influidos por filósofos alemanes como Immanuel Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel, ponían mucho énfasis en los temas relacionados con la ética y en la creencia del progreso humano. La facción más conservadora dentro de los reformadores, liderada por Zacarías Frankel, estaba a favor de mantener la lengua hebrea y de seguir practicando las costumbres más tradicionales. En oposición a la actitud de los reformadores, la ortodoxia moderna, cuyo guía fue Samson R. Hirsch, buscó armonizar el judaísmo tradicional con las nuevas enseñanzas.

En Europa del Este, los judíos formaron un grupo social numeroso y con características muy diferenciadoras. Aquí, la modernización del judaísmo tomó la forma de un nacionalismo étnico y cultural. Lo mismo que otros movimientos nacionalistas que estaban surgiendo en el este europeo, el movimiento judío puso un especial énfasis en la revitalización del lenguaje nacional (hebreo; luego también el yidis) y en la creación de una literatura y cultura modernas. El sionismo fue un movimiento creado para formar una sociedad judía moderna en las tierras bíblicas. Este movimiento se asentó firmemente en Europa del Este, después de haber sido formulado por los estudiosos Leo Pinsker, de Rusia, y por el austriaco Theodor Herzl. El Sionismo fue una ideología secular, pero estaba enraizada y evocaba fuertemente el tradicional judaísmo mesiánico, hecho que al final culminaría con la creación del Estado de Israel en 1948.

Difusión

Fuentes