Monasterio de la Salceda Tendilla-Peñalver (Guadalajara)

Monasterio de la Salceda Tendilla-Peñalver (Guadalajara)
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Institución
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El edificio del Convento de La Salceda se encuentra en el término municipal de Peñalver, aunque el barranco dónde apareciera la Virgen esté en el de Tendilla.
Tipo de unidad:Religiosa
País:España
Dirección:5 km de Tendilla, lindando con Peñalver

El Convento franciscano de la Salceda se encuentra en la parte más alta del llamado Valle del Infierno, a caballo entre los términos de Tendilla y Peñalver, se encuentran hoy situadas las ruinas evocadoras del convento franciscano de la Salceda. El visitante que llega a Tendilla puede observar que en el centro de la villa destaca por su tamaño la inacabada iglesia parroquial de la Asunción, cuya planta fue proyectada (1539-1542) por Rodrigo Gil de Hontañón mientras edificaba la Universidad de Alcalá de Henares.

Orígenes

El inicio fue en forma de vida eremítica, con pequeñas ermitas dispersas por el monte, que cada fraile personalmente se construía con ramas, piedras y adobes, haciendo en ellas maravillosísimos ejercicios de virtud y penitencia como decía un cronista de la época.

La aparición de la virgen data de finales del Siglo XII o más probablemente a inicios del Siglo XIII esta fue vista por dos caballeros de la Orden de San Juan en el interior de un sauce, en medio de una tremenda tormenta en el llamado actualmente "Barranco de la Virgen" y antes "del infierno".

Cuadro de la aparición

Se desconoce si la imagen de la virgen había sido escondida allí o apareció milagrosamente, el caso es que con la milagrosa aparición finalizó la tormenta y los propios caballeros, salvados, levantaron una ermita y horadaron una cueva, siendo conocidos como "los dos hermanicos". Esto es lo que recoge una tradición popular, aunque los especialistas indiquen que la imagen actual sea del siglo XVI. Al aparecerse en un sauce, la devoción popular la conoce como la Virgen de la Salceda.

Se ha escrito también sobre esta aparición desde la temprana fecha de 1130. En un grabado de mediados del Siglo XVIII aparece la fecha de 1175, en otro grabado de [[1783, apareció en el año de 1173. El profesor Fernando Marías indica la posible fecha de 1236 para la aparición. El todo caso, tuvo que suceder después de que el Concejo de Guadalajara donara a la Orden de San Juan la aldea de Peñalver hacia 1148-1157.

La iglesia

La iglesia del convento estaba inconclusa y era de inicios del Siglo XVI. Fray Pedro le hizo edificar en estilo manierista, en ella se levantó un Retablo Mayor con un Camarín Transparente, de estilo tardomanierista, en el que estaba en lugar preferente el templete que alberga a la imagen de la Virgen.

El conjunto de este gran convento se formaba, de un lado, por las quince ermitas que se distribuían por las laderas del Monte Celia, y que llevaban los nombres de los más famosos frailes que las habitaron. El espacio en que se repartían estaba densamente poblado de sauces, encinas "y grandes asperezas". Los nombres de estas ermitas eran los de San Diego, donde dice la tradición que hacía penitencia San Diego de Alcalá, y a la cual el Papa Paulo III otorgó el privilegio de cuarentenas de perdón para quienes la visitaran determinados días del año.

El monasterio propiamente dicho estaba formado por la iglesia , que desde un punto de vista arquitectónico podía incluirse dentro del estilo manierista ó clasicismo escurialense propio de los años finales del siglo XVI. Su diseñador y director pudiera haber sido uno de los arquitectos escuarialenses, Juan García de Alvarado, residente en esa época en Tendilla, ó Juan de la Pedrosa, maestro de obras de las que el arzobispo González de Mendoza realizó en los ámbitos que de él dependían. El autor de la mejor historia de este monasterio, fray Pedro González de Mendoza, nos dejó esta descripción de su portada: rematando en punta, una bola de piedra que de ella penden y baxan dos cartelas hasta el frisso y bajo ellas embebida a cada lado una campana donde las cartelas rematan con bolas y fajas de piedra y en lo alto de ellas y en el espacio que dexan se forma un reloj circular y entre las campanas y la ventana que da luz al coro con jambas y dinteles en conformidad con lo demás. Una típica portada, como se entiende, de corte manierista.

El altar mayor era verdaderamente grandioso y llamativo. Se accedía a él a través de tres gradas y un arco triunfal, cuyo centro estaba ocupado por un sauce esculpido cuyas ramas alojaban muchos ángeles. En lo alto, aparecía un lienzo con la figura de la Asunción y la custodia de la Virgen con las joyas -donadas por las señoras de la casa de Pastrana- constituyendo el principal punto de referencia del edificio.

Otro de los grandes edificios de este convento de la Salceda, del que hoy quedan las más expresivas ruinas, era la Capilla de las Reliquias, situada al mediodía de la iglesia y mandada construir por Fray Pedro González de Mendoza para colocar en ella todas las reliquias que consiguió atesorar. Las paredes de este edificio estaban revestidas de azulejos en su parte inferior, alzándose luego hasta la cornisa una serie numerosa de nichos donde se albergaban las reliquias. Un altar de compleja factura manierista completaba el conjunto, cubierto de amplia cúpula hemiesférica de subidos adornos dorados.

De todo aquel conjunto solo quedan hoy algunos desmochados paredones, restos de las murallas del espacio conventual, y alzada a gran altura la capilla de las Reliquias, auténtica joya de la arquitectura renacentista clasicista de la primera mitad del siglo XVII. Merece, verdaderamente, aunque solo sea con intenciones evocadoras, darse una vuelta por entre las ruinas del convento franciscano de la Salceda.

Fuentes