No te cases, Papá

Revisión del 11:02 16 dic 2015 de Mileydisad03019 (discusión | contribuciones) (Página creada con «{{Ficha Libro |nombre= ¡No te cases, papá! |nombre original= ¡No te cases, papá! |portada=No te cases, papa.jpg |tamaño= |descripción=Portada del libro |autor(es)=F...»)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
¡No te cases, papá!
Información sobre la plantilla
260px
Portada del libro
Título original¡No te cases, papá!
Autor(a)(es)(as)Fina Casalderrey
Editorial:Fundación Santa María-Ediciones SM
ColecciónAlerta Roja
GéneroInfantil
Edición3ª edición: 22 de abril de 2002
Primera ediciónEdiciones SM, Madrid, 1997
ISBNISBN-13: 978-8434856356
PaísBandera de España España
¡No te cases, papá! tiene como protagonista a Elia, una joven de catorce años, huérfana de madre, que asiste al romance entre su padre y una mujer por la que ella no siente simpatía ninguna. Internada en un hospital a causa de una operación de apendicitis, Elia alterna la rememoración de los momentos más importantes de su vida con las visitas que recibe de sus familiares y también de Berta, la odiada novia de su padre.

Argumento

¡No te cases, papá! Novela realista sobre los nuevos modelos familiares, escrita en forma autobiográfica. El libro analiza la situación de una familia, que se crea a partir de otras dos familias. Una rota tras una separación y otra tras la muerte de la madre. La unión de padres separados previamente que tienen hijos y que tienen que aprender a convivir con hermanos que antes no lo eran y con padres que antes, tampoco lo eran.

Trata de la historia en la que una niña de catorce años, pierde a su madre en un accidente de automóvil. La historia resulta muy triste, puesto que el accidente ocurrió justo al salir del hospital tras dar a luz. Carlos, padre de Elia, conocía a Berta de su etapa escolar y se reencontró con ella casualmente en el hospital. Continuaron en contacto, tras el suceso de su mujer y tras un tiempo, comenzaron a salir juntos.

Todo se ha vuelto gris para Elia, está en el hospital, operada de apendicitis. Pero lo peor no es tener que reposar en un hospital tras la operación; lo peor es tener que aguantar a esa bruja de Berta, que quiere arrebatarle a su padre y a sus hermanos. La joven recuerda a su madre y no acepta a la nueva pareja de su padre. La presencia de Berta, sentida como una intolerable intromisión, despertará en Elia el recuerdo de su madre, fallecida hace tres años y con él, un torbellino de emociones: rabia, nostalgia, dolor... Por su parte, el padre de Elia intenta hacer que su hija acepte a su nueva pareja.

Descripción del producto

Colección de narrativa dirigida a los adolescentes y pensada no sólo para fomentar el gusto por la lectura, sino también para ayudar a exteriorizar, resolver o desdramatizar los problemas propios de la adolescencia.

Personajes

Elia (protagonista): Es una chica de trece años, que pierde a su madre en un accidente de coche y tendrá que aprender a vivir de un modo diferente.

Xián y Roberto: Son los hermanos de Elia. Xián es un niño pequeño que no entiende la situación en la que viven. Roberto es un adolescente que “pasa” de todo. Casi nunca está en casa.

Carlos: Es el padre de Elia, Xián y Roberto. Intenta rehacer su vida con dificultades. Es muy trabajador. Intenta llevar adelante a su familia, lo mejor que puede. Intenta poner buena cara a todas las situaciones. Es muy bromista.

Berta y Pablo: Berta es la novia de Carlos, el padre de Elia. Lo conoció en el hospital, cuando su mujer dio a luz a Xián. Pablo es el hijo de Berta y no se opone a la relación de Carlos y su madre. No obstante, su relación con Elia es difícil.

Entrevista a la autora (Diciembre 1996) Fragmento

¡No te cases, papá! ¿Que nos puede contar de él?

Es un libro que surgió de un "pronto" que es como suelen surgir todos mis libros (incluso los fantásticos); de algo que puede parecer ínfimo y que a mí me llenó de vitalidad. Eso no significa que lo echase fuera de golpe, como fruto de una mala digestión, sino después de darle muchas vueltas en la cabeza. El propio título desvela en parte su argumento. A Elia, una adolescente, se le indigesta el romance de su padre, viudo, con una antigua conocida. No es pues un asunto de otras galaxias, pero procuré que no me importase, es decir, quise ser libremente Elia y sumergirme sin prejuícios en sus problemas, en su piel. Creo que es la mejor manera de evitar los "frenos" de las pautas establecidas cuando se escribe para niños y que restan verosimilitud a los hechos narrados. Procuré no fingir, ser una adolescente auténtica. Opino que no es preciso "infundir valores a la fuerza", en el fondo los propios valores de quien escribe se ven reflejados de alguna manera, incluso sin buscarlo.

Fragmento de la obra (...)

Cogí mis ahorros. Diez mil trescientas. No tenía ni idea de si tendría suficiente. Decidí revolver en el cuarto de Roberto y completé el botín con lo que encontré. Confieso que yo nunca había salido así de mi casa. Tuve muchísimo miedo, pero la desesperación que me había producido ver a mi padre de aquella manera aún era más fuerte. No sé si quería huir por no soportar eso o por vengarme de mi padre.

No sabía si tenía que coger mucha ropa, ni qué tipo de ropa, ni qué otras cosas, ni dónde meterlas. Decidí utilizar la mochila del colegio. Siempre llamaría menos la atención si intentaban buscarme; aunque dudé de que mi padre me echase de menos. Estaba demasiado ocupado con esa estúpida de Berta.

Esperé a que salieran e inmediatamente detrás salí yo. Cogí el autobús y me fui hasta la ciudad. Una vez allí, me acerqué caminando hasta la estación y me metí en un tren. Era la primera vez en mi vida que viajaba sola. Sentía un miedo aterrador, pero la furia que me producía la imagen de esa fulana con mi padre, y de aquella manera, seguía siendo insoportable.

En el momento de sacar el billete en la estación, me puse muy nerviosa. Me parecía que cualquiera podría leer en mi cara mi pecado. Era una huida. Pero el hecho de que nadie me pusiera obstáculos para sentarme en un vagón de tren me había permitido tranquilizarme.

Conforme el tren avanzaba, como por arte de magia, yo iba dejando de lado el problema que me había empujado a tomar esa decisión de marcharme de casa. Tenía un nuevo problema: ¿de qué iba a vivir?, ¿dónde iba a dormir? Pensé: "A lo mejor me admiten de cocinera en un restaurante. Yo sé hacer guisos, sé asar carne, sé freír pescado, sé hacer tarta de chocolate..., pero.., ¿qué les digo para que me contraten? Que he huido de casa porque mi padre está liado con una tía. Que no tengo madre, y no mentiría, y que preciso un trabajo...".

¿Y si no lo conseguía? Inmediatamente pensé: "¡Telucha! ¿Cómo no se lo propuse a Telucha? Seguro que se hubiera venido conmigo. Ella también está harta de su madrastra; de la que se casó con su padre, que suyo no es nada, como bien dice ella. Si se hubiese venido conmigo no estaría tan nerviosa. No tendría tanto miedo". Desde entonces tengo siempre la sensación de que mi corazón late más fuerte de lo normal y que se me va a salir del pecho.

De repente, me encontré en Vigo sin saber adónde ir ni qué camino tomar, si buscar un sitio donde dormir o buscar donde trabajar. Cuanto más alegre veía a la gente que caminaba a mi alrededor, más me hundía yo. Reconozco que no soy valiente, por no haber seguido adelante con todo, pero lo que pasó después me hizo retroceder. Un chico, con apariencia normal, ni siquiera estaba sucio, ni llevaba chupa de cuero, ni nada sospechoso, se acercó a mí.

-¡Todo, tía! ¡Y enseguida, venga!

Sentí el filo de su navaja clavado en mi costado y le di cuanto tenía, ¡qué ya era! Unas veintisiete mil pesetas.

-Si abres el pico, ¡te rajo! Me cago en...

Me debió estudiar muy bien porque se marchó sin correr, sin apurar el paso siquiera, mientras yo seguía muda, petrificada en medio de la calle. No sé cuánto tiempo pasó. No puedo precisar si fueron segundos o minutos... Desde el momento en que grabé en mi cabeza aquella imagen de mi padre queriendo a otra mujer, lo que menos me importó fue saber la hora que era. Bastante tenía con mi problema, al que se iban añadiendo otros con los que no contaba. Me quedé sin nada de nada. Además aquel loco pudo haberme rajado. Y yo ya me veía pidiendo ayuda a gritos, sujetándome las tripas. ¿Qué hacer?

-¿Tienes algún problema, jovencita?

Una voz firme, grave, me sacó del aturdimiento.

-No, vaya..., sí. Perdí el dinero y no puedo coger el tren.

-Toma.

Aquel hombre, sin pedirme explicaciones, me dio quinientas pesetas y se marchó. Si Jesucristo viviese, lo imagino así. En menos de lo que canta un gallo di con un sinvergüenza y con un señor generoso que me ayudó sin preguntarme nada. Resulta difícil de entender que haya gente tan diferente una de otra.

Me acerqué a la estación estuve meditando un buen rato. Pensé en Xián, que me echaría de menos. Pensé en Roberto y, sobre todo, pensé en mi padre, en lo estupendo que era siempre conmigo. Imaginé cosas fatales que me podrían pasar... Es increíble que en unos minutos se pueda reflexionar tanto. Lo cierto fue que llamé a casa. Y menos mal que ya estaba mi padre. Con Roberto, durante el verano, no se puede contar.

-Papá, estamos en Vigo con una profe -mentí-. No he podido avisarte porque no había nadie en casa -calculé el tiempo-. Tardaremos dos horas en llegar. No te preocupes.

Le dije así porque, ciertamente, lo notaba intranquilo. Creo que aquel día se tragó lo que le conté.

A Roberto no tuve más remedio que confesárselo todo porque echó de menos su dinero, pero le hice prometer por mamá que jamás se lo contaría a nadie, y menos a papá.

(...)

Fuentes