Oscar Luis Vega Acosta

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Oscar Luis
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NombreOscar Luis Vega Acosta
Nacimiento18 de noviembre de 1939
Victoria de Las Tunas, Oriente (Provincia), Bandera de Cuba Cuba
Nacionalidadcubana
Otros nombresVeguita

Oscar Luis Vega Acosta, Veguita. Combatiente de la clandestinidad, del Ejército Rebelde y primer tunero caído en misión internacionalista después del triunfo de la Revolución Cubana, durante la expedición del 14 de junio de 1959 organizada por los revolucionarios antitrujillistas dominicanos; nacido el 18 de noviembre de 1939 en Victoria de Las Tunas. En el Ejército Rebelde estuvo bajo las órdenes del capitán Otto Munster, en un grupo guerrillero que operó en el norte de Victoria de Las Tunas y Puerto Padre, que en noviembre de 1958 se integró a la Columna No. 32 José Antonio Echeverría del IV Frente Simón Bolívar, dirigido por el comandante Delio Gómez Ochoa.

Síntesis biográfica

Primeros años

Oscar Luis Vega Acosta, Veguita, nació el 18 de noviembre de 1939 en Victoria de Las Tunas, Oriente (Provincia), Cuba, hijo de Nereyda Ascania (tunera) y Bartolo Luis (manzanillero). Al principio vivían en la zona de Cantarrana próxima al río Hormigo, más tarde, en una pequeña casa de paredes de tabla y techo de guano, situada en la calle Tristá No. 64 (actualmente No. 18), e/ Martí y Cucalambé. La situación económica de la familia era precaria, su mamá, de procedencia campesina, dependía de lo poco que ganaba como costurera, y su papá ejercía la mecánicaautomotriz, no obstante, tuvieron 2 hijos más, Manuel José (1942) y Luis Mariano (1945).

Su mamá le impartió las primeras clases, pues no tenía dinero en esa etapa para enviarlo a una escuela privada. Con más edad fue matriculado en la escuela de Argelia Román donde se enseñaban varias asignaturas: matemática, español, moral y cívica, etc. En los años siguientes estudió en la escuela de Las 6 Aulas y en la escuela José Martí de Rita Orozco Batista, hasta terminar los estudios primarios; finalmente matriculó en la academia REGIL, propiedad de Reinaldo y Gilberto, equivalente a la enseñanza media. En la academia uno de sus profesores fue Pedro Pupo Pérez, más tarde compañero de lucha, el que por su destacada trayectoria alcanzó el grado de General de Brigada.

Mostraba habilidades para reparar objetos rotos, así se convirtió en el armero de los Reyes Magos, arreglando los juguetes descompuestos de sus amiguitos, incluso desarmaba relojes para tomar piezas con ese fin. En la medida que fue creciendo demostró seriedad, honestidad y amor a su madre y a sus hermanos. Tenía la desventaja de acomplejarse por ser muy delgado, nunca se quitó la camisa delante de los demás.

Al igual que muchos niños de su época, temprano tuvo que comenzar a trabajar, la necesidad lo ayudó a forjarse. Al principio vendía granizado frente a su casa, más tarde productos agrícolas en un kiosquito que formaba parte de la vivienda. Aproximadamente a los 13 años, el papá lo lleva al taller de mecánica automotriz donde trabajó durante algún tiempo, esto le posibilitó obtener diversos conocimientos sobre la materia. Todavía no tenía edad para trabajar cuando se incorporó como mensajero de la farmacia Carbonel, propiedad del Dr. Edgardo de la Hoz, allí lavaba pomos de medicamentos y llevaba a los clientes los pedidos a domicilio, no solo de medicinas, asimismo, vendían perfumería, jabones finos y otras líneas comerciales. Adicionalmente las farmacias prestaban el servicio de inyectar, esto le dio la oportunidad de aprender y servir a quienes lo necesitaran; pudo conocer algunos productos que reaccionaban químicamente y se convertían en explosivos, como es el caso del glicerol, glicerina, que reacciona al combinarse con oxidantes fuertes, experiencias que aplicaría en diferentes momentos de la lucha insurreccional. Aquí comienza a dar los primeros pasos en contra de la tiranía de Batista, justamente al relacionarse con Abelardo Cordero, Alcibíades Santos y otros compañeros que laboraban en la actividad farmacéutica.

En este trabajo solo ganaba $ 10.00 mensual, por esa causa se trasladó para la Weston Serving Machine Company, popularmente denominada ¨La Singer¨, donde le ofrecieron $ 15.00 por mes, dedicada a la venta de máquinas de coser, muebles, radios, baterías para radios, elementos electrónicos, gas licuado, relojería y otros artículos. Benito Labrador, persona noble y dueño del establecimiento, enseguida le tomó cariño y respecto por su disposición para trabajar y aprender, de igual forma reaccionó su esposa y su hermano Juan Labrador, apreciando las cualidades del joven emprendedor.

En la Weston también hacía de mensajero, al mismo tiempo se encargaba de la limpieza, era ayudante del chofer, servía balones de gas licuado, ayudaba al mecánico de máquinas de coser, asistía al técnico de radio, preparaba pinturas para los radios recuperados, apoyaba la venta de efectos electrónicos, entre otras tareas. Se relacionó estrechamente con algunos compañeros que lo apoyaron en su formación, entre ellos: José Arturo Serra, José Valido Lirio, Modesto Betancourt, Teodoro Torres, Ricardo Torres y Vicente Polanco; este rosario de tareas lo adiestró para el futuro. Era amigo de Gilberto Gisbert, encargado de otra agencia que Benito tenía en Puerto Padre, incorporado más tarde al M-26-7.

Buscando un ambiente sano, el 18 de noviembre de 1955 ingresa en la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF), logia que era muy exigente en la selección de sus miembros, aceptados por ser ejemplo de honradez y amor a los demás. Esta asociación le permitió relacionarse con personas valiosas, entre ellos: Laudelio Reyes, Papi Catalá, Freizer Salcedo, Abelardo Cordero Pérez, José Antonio Martínez, Emiliano Manresa Porto, Luis Juan Urquiza Jorge y Luis Quesada Quindelán, en lo adelante algunos también serían sus compañeros de lucha en la clandestinidad o la guerrilla. En las reuniones fraternales se discutían los problemas del país, empeorados a raíz del golpe de estado de Fulgencio Batista y Zaldívar al presidente Carlos Prío Socarrás, en 1952, posteriormente, estimulados por el asalto al cuartel Moncada y el asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en 1953, y la trayectoria revolucionaria de Fidel Castro Ruz y sus compañeros, aún, sin tener propósitos revolucionarios bien definidos, pero en contra de los atropellos y crímenes de la dictadura.

Inicio de la lucha contra la dictadura de Batista

Jóvenes como estos, inconformes con la situación imperante, darían el paso al frente cuando se comenzó a estructurar el Movimiento 26 de Julio, después que los asaltantes al Moncada salieron amnistiados del Presidio Modelo de la Isla de Pinos, entre ellos, gente pobre de barrios y centros de trabajo. Oscar Luis pronto integró la célula dirigida por Abelardo Cordero Pérez, quien en los meses siguientes sería el Jefe de Propaganda del Movimiento, unido a este compañero desarrollaría la mayor parte de su actividad clandestina. En franca oposición al gobierno dieron inicio los sabotajes, como fueron: letreros en las paredes, cortes de electricidad, incendios y explosiones provocadas en lugares y horarios específicos, interrupciones del tránsito, y diferentes actividades de propaganda, muchas de ellas contaron con la valentía de Veguita. Cuando las Pascuas Sangrientas, Oscar estuvo presente en el sepelio de Pelayo Cusidó Torres, el cual se convirtió en enérgica manifestación en contra de los asesinatos masivos ejecutados por el gobierno, portando coronas, banderas cubanas, cantando el himno nacional y coreando consignas revolucionarias.

Sus compañeros rememoran el petardo situado una noche en la oficina de correos, frente al parque Vicente García González. Como no había explotado, al día siguiente, a plena mañana, Oscar Vega lo recogió y nuevamente lo situó en el mismo lugar, con otra mecha lenta, pero tampoco consiguió su objetivo, porque se apagó cuando el chofer del político Recaredo González lo movió hasta el centro de la carretera. Aunque lo hizo por su cuenta exponiéndose a un gran riesgo, demostró gran audacia. En el propio año 1957 coloca otros petardos, recoge armas, vende bonos del 26, distribuye propaganda y sitúa en lugares públicos banderas del M-26-7. En la logia expone encendidos trabajos patrióticos, evocando a Maceo y a Martí.

Preso en febrero de 1958

El 24 de febrero de 1958, formó parte de un comando que debía quemar la estación de los ómnibus locales, con la participación de: Antonio Catalá Verdecia, Papi, José Antonio Martínez, Eleuterio Ávila Góngora, Ronaldo Sánchez Carreño, Eddy Pérez Burgueño y José Quevedo González; solamente este último combatiente no era miembro de la logia AJEF. Los preparativos de la acción fueron descubiertos por los guardias, dando lugar a la detención de la mayoría de los implicados, por la delación de un compañero que fue el primero en ser capturado. En la madrugada se detuvo frente a su casa un jeep de la policía, sus ocupantes penetraron por el pasillo lateral hasta llegar al fondo, golpeando la puerta de atrás con la culata de un arma larga, al abrir su mamá, entraron con violencia al recinto; Nereyda y sus tres hijos fueron arrinconados en una esquina de la sala, donde un policía ametralladora en mano los mantuvo inmovilizados, mientras, el resto realizó un registro inescrupuloso, todo lo tiraron al piso, y las colchonetas las abrieron para ver si contenían documentos.

Al tiempo que Veguita era obligado a entrar en el carro policial su mamá decidió acompañarlo, pero la bajaron, en un segundo intento se quedó dentro y se fue con ellos. Con su presencia pretendía evitar que lo asesinaran, porque en muchas ocasiones los revolucionarios que sacaban de sus casas en la madrugada, eran ultimados en lugares apartados. Por suerte, los encerraron en el cuartel de la policía de la calle Lico Cruz, donde actualmente se encuentra la empresa Avícola, allí los familiares montaron guardia permanente, impidiendo que los sacaran sin la presencia de testigos.

Quiso la casualidad que por pugnas entre los cuerpos represivos, policía y ejército, la policía defendió la jurisdicción sobre los detenidos, no los dejó trasladar para la capitanía, y terminó procesándolos judicialmente. No por ello eran menos despiadados, como el caso de los uniformados Cuetico, Dioscoro Durañona y Raúl Arsola, que reprimían sin compasión, solamente querían hacer valer su poder. Otro factor positivo fue la intervención de la masonería, debido a que muchos de estos oficiales, clases y policías eran masones, por ello los prisioneros recibieron un trato mejor. Los interrogaron con rudeza, pero sin excesos ni torturas. Pasados unos días los llevaron para el Vivac de Holguín, donde esperaron la celebración del juicio oral. Durante la reclusión muchos compañeros brindaron su apoyo, entre ellos, dos hermanas de Fidel Castro Ruz, y los tuneros Laudelio Reyes y Alfredo Carvajal.

Cuenta José Suarez Barrera, vecino de Cantarrana, que esa madrugada la madre de José Antonio Martínez lo levanta pidiéndole ayuda para liberar a su hijo, juntos se encaminan hacia la casa de Pedrito Verdecie Pérez, responsable de la logia Hijos de Hirán, montan en su máquina y se trasladan para la estación de la policía, donde inician las gestiones, acuerdan visitar a otros miembros de la logia y recoger dinero. Recuerda que después del amanecer le salió al paso a Cuetico Zayas, esbirro de la tiranía, cuando expresó con desprecio: ese negro e m… fue el que puso la bomba en el correo.

El juicio se desarrolló en un ambiente tranquilo, la defensa fundamentó que al arma ocupada le faltaban las piezas fundamentales, como el percutor, muelles, etc., con la intención de enfocarlo como una chiquillada típica de adolescentes, sin maldad ni malas intenciones. En realidad el arma había sido averiada deliberadamente. Con estos argumentos y con determinadas influencias resultaron absueltos. Una vez en la calle no correrían la misma suerte, temiendo la represión de los militares, los familiares fueron aconsejados para que los jóvenes no retornaran a sus hogares. Todos encontraron una solución y se fueron marchando, solamente el Negro Martínez no tenía a donde ir, Oscar lo llamó y le dijo: te vas conmigo. En su caso el tío Eliades Acosta había ofrecido su casa para refugiarlo.

Preparativos para la huelga del 9 de abril de 1958

Oscar y Martínez se cuidaron de no exponerse durante el trayecto hacia Guaramanao, asentamiento donde vivía su tío en la región de Jobabo. Cumpliendo lo acordado no entraron por el cruce de Las Lajitas, si no, por San Antonio hacía Mejía, a mitad de camino se desviaron a la izquierda, caminando a campo traviesa hasta encontrarse con los platanales de Zenaidito, limítrofes con la finca de Eliades. Desde ese lugar solicitó a su mamá le llevara la pistola que había guardado María Jacinta, vecina de enfrente de su casa dispuesta a ayudarlo en lo que estuviera a su alcance. Nereyda le cosía a la esposa Raúl Arzola, policía con larga lista de atropellos, esta señora la advirtió que escondiera a su hijo Manuel José, porque de la misma manera lo iban a detener. Con la ropa que tenía puesta y extremando las precauciones, salió presuroso su segundo hijo a reunirse con el hermano mayor, en la finca del tío Eliades. Eliades construyó un vara entierra en un platanal separado de la casa, para utilizarlo como refugio en caso de ser descubiertos. Por esos días, llegó hasta ellos Osilia Zaragoza, enlace del M-26-7, con la orientación de preparar las condiciones para apoyar la huelga del 9 de abril, día en el que se paralizarían todas las actividades laborales y festivas del territorio nacional. Primero que todo debían conseguir algunas armas, porque solamente contaban con la pistola de Oscar Luis, y captar personas de confianza que se integraran al grupo. Elidades, conocedor de la zona, hizo una lista de las personas a las que se debían dirigir. En los alrededores de Ojo de

Agua la actividad revolucionaria era intensa, en esa zona operaban Marcos Carmenate, Negro, Jesús Bermúdez Cutiño, Felo López, Rosendo Arteaga, entre otros. Sin contar a los propietarios de la casa, los primeros en incorporarse al grupo fueron Manolo y Evelio Soria, hermanos de la esposa de Eliades, quienes se habían trasladado para Guaramanao tratando de paliar la crisis alimentaria. El grupo inicial de 9 compañeros lo integraron también Armando Castillo, su esposa Criselda Regueiro, Ramiro Cisneros, Evelio Sosa Utra y Manuel José, el hermano de Oscar que con solo 16 años era buscado por la policía. Con la ayuda de Rosendo Arteaga y después de la incorporación de Armando Castillo, divididos en dos grupos, acopiaron varias escopetas, revólveres, 2 fusiles calibre 22 y un craket con numerosos proyectiles. Cuando los vecinos se enteraron que eran para el Movimiento, en su mayoría mostraron disposición de cooperar, no obstante, algunos hicieron resistencia, como Efraín Domínguez, dueño de una bodega cercana a Cañada de Palma, el cual presionó por retenerla para proteger su negocio. Aprovechando sus conocimientos de herrería, el dueño de la finca improvisó una fragua donde se fabricaron perdigones de calibre mayor al original, igualmente, reparó parte de las armas defectuosas. El grupo siguió creciendo, no obstante, se consiguieron armas para todos.

Contacto no deseado con Walter Santiesteban

Se trabajaba con total discreción, eludiendo llamar la atención. Una noche se reunieron para avisar al resto del grupo sobre el peligro que significaba la presencia de Walter Santiesteban en la zona, información aportada por Osilia Zaragoza en un segundo viaje a Guaramanao, precisando que Walter intentaría engañarlos con el pretexto de invitarlos a unirse a su tropa, bajo ningún concepto eso podía suceder. Sobre ese individuo obraba orden de captura del Ejército Rebelde, por múltiples fechorías que había cometido en la provincia.

Bien preparados, el grupo encabezado por Veguita hizo guardias todas las noches, hasta que un día se detectó avanzando hacia la casa, a un pequeño grupo de hombres que usaban brazaletes del M-26-7. Tan pronto le avisaron, Oscar situó convenientemente a sus compañeros listos para la defensa. Walter llegó a la casa y se identificó como miembro del Ejército Rebelde, enseguida lo mandaron a pasar. Nunca se supo como se valió para conocer sobre la presencia de Oscar en la comarca, lo cierto es que preguntó por él.

Oscar no demoró en presentarse, recibiéndolos como si fueran buenos amigos, pidió les prepararan comida, y dedicó largo tiempo a conversar con ellos. Comentó que contaba con un grupo armado numeroso, aumentando sus verdaderas posibilidades; por su parte, Walter Santiesteban le planteó que sería ventajoso para él unirse a su tropa, a lo que Oscar muy calmado le contestó que debía terminar la misión por la cual se encontraba allí. Veguita tampoco aceptó una pistola que el farsante le ofrecía. Finalmente se marcharon sin provocar contratiempos. El daño que este personaje causó a la lucha revolucionaria no terminó ese día, después del triunfo de la Revolución Cubana le celebraron juicio y fue fusilado.

Acciones de apoyo a la huelga del 9 de abril de 1958

En los días cercanos a la huelga general recibieron orientaciones de ejecutar las acciones de apoyo, dirigidas a sabotear las instalaciones del estado, la zafra azucarera, actividades festivas y dar a conocer la presencia del Movimiento en el territorio. En los alrededores de Ramírez se suspendió una actividad festiva, advirtiendo que no podía haber fiestas mientras se estuviera en guerra, próximo a Sirven se cortó la línea de ferrocarril por donde pasaban los carros de caña de azúcar para el central Jobabo, y se preparó un atentado a un chivato a unos pasos de la carretera de Jobabo, cruce de Las Lajitas, del cual pudo escapar.

Después del 9 de abril nuevamente Osilia Zaragoza se presentó en Guaramanao, trayendo indicaciones de no continuar las actividades y abandonar la finca, porque la huelga había fracasado y era inminente la llegada del ejército. Algunas armas fueron distribuidas para la seguridad personal de los compañeros, otras bien conservadas se escondieron en diferentes lugares. Oscar decidió viajar para La Habana acompañado de su mamá y de Martínez. Segundo Acosta Quesada, otro tío materno, los llevó hasta Bejuco donde tomaron un ómnibus para la capital del país. Se presentaron en la casa de Benito Labrador, dueño de la Weston, quien un tanto sorprendido los acogió como buenos amigos, le consiguió empleo en uno de sus establecimientos, y les dijo que podían quedarse el tiempo que necesitaran. Este señor, a pesar de ser un propietario de clase media y dueño de varios negocios, protegió a Oscar sin temor a ser descubierto, a los pocos meses del triunfo de la Revolución Cubana emigró para los Estados Unidos donde falleció.

Mientras tanto, en la finca de Eliades se cumplían los pronósticos del Movimiento, el ejército ocupó dos revólveres y varias escopetas, como consecuencia de la delación de Belarmino Reyes, uno de los integrantes del grupo. Aunque, los demás compañeros se habían dispersado, se llevaron al joven campesino Roberto Pérez, el que guardó prisión hasta el triunfo de la Revolución Cubana.

Incorporación a la guerrilla de Otto Munster

Una parte de las acciones combativas que se detallan a continuación fueron narradas a sus familiares por el propio Veguita, otras especificadas por el combatiente Laudelio Reyes. No había transcurrido un mes de su salida para La Habana, cuando Oscar retornó a Oriente y se presentó en la casa de Abelardo Cordero, el cual lo escondió hasta lograr autorización para su alzamiento, incorporándolo a la guerrilla del capitán Otto Munster, que se movía por territorio próximo a Calixto, Victoria de Las Tunas, más tarde en dirección hacia Manatí, Puerto Padre y las cercanías de Holguín. En la etapa final de la guerra este grupo guerrillero se integró a la columna No. 32 ¨José Antonio Echeverría¨, del IV Frente Oriental ¨Simón Bolívar¨. En el campamento de Manantiales Veguita encontró entre las fuerzas rebeldes a: Robespier Rodríguez, Floirán Flores Peña, Ranatoro, Raquel Reyes, Manuel Escobar, Agustín Vázquez y Antonio López.

Misión en la que Veguita resultó herido

Veguita estuvo presente en el encuentro en la casa de Chimeno, político del gobierno sin antecedentes criminales, que era una persona adinerada con prestigio moral en la zona de campo donde residía (Pito 4). Tratando de aprovechar las influencias de dicho señor, los hombres de Otto Munster se le acercaron para que les consiguiera algunas armas, a lo que Chimeno respondió positivamente, acordando retornar para recogerlas el 31 de agosto de 1958, a las 3.00 p.m.

El día pactado, desde el mismo momento en que llegaron a la casa de Chimeno, el lugar se tornaba sospechoso, pues no se veía a nadie en los alrededores, y cuando se acercaron una puerta estaba abierta. Efectivamente, al dar los primeros pasos dentro de la casa les lanzaron una granada de mano, teniendo que retroceder. Repuestos de la sorpresa volvieron a penetrar, en el acto se generalizó un intercambio de disparos. El combate casi cuerpo a cuerpo, y avanzando habitación por habitación, provocó varias bajas, en el que Chimeno pereció ofreciendo una tenaz resistencia, y algunos de sus hombres quedaron heridos.

Esta acción duró solamente unos minutos, suficientes para que Veguita también fuera alcanzado por un proyectil. Todavía dentro de la casa sintió un tirón en la pierna izquierda y un chapoleteo dentro de la bota, con dolor profundo y ardor en el costado, hacia la ingle. La bala hizo un pequeño orificio por el frente, saliendo por la región glútea izquierda, lastimando una parte del tejido óseo de la cadera. Dentro de la propia casa le hicieron la primera cura. Asimismo, uno de sus compañeros resultó herido en una mano.

A caballo lo trasladaron hasta el campamento, soportando el martirio de un recorrido de más de 10 horas, en el que los demás compañeros iban caminando. El campamento estaba situado en La Herradura, al norte de Limones.

Como es natural, sin asistencia médica, enseguida sobrevino fiebre alta. Actuando con la rapidez que les fue posible, ante la situación tan delicada que presentaba, sus compañeros lo enviaron a la clínica del doctor Codina (persona de entera confianza de los revolucionarios), en Buenaventura, municipio Calixto García. A Concepción Batista Ortiz, Concha, le asignaron la misión de trasladarlo en la máquina de alquiler del Morito, para que el doctor Rivero le hiciera la operación, cirujano del Centro Médico de Victoria de Las Tunas, quien iba una o dos veces por semana a la mencionada clínica.

En esa clínica lo operaron y le indicaron los medicamentos necesarios para su recuperación. Nuevamente fueron denunciados, pero cuando llegó el ejército a la consulta, se habían retirado con tiempo suficiente para no ser alcanzados. Muchas personas cuidaron con esmero la vida de Veguita, entre ellos Herminio Batista, El Moro Jussef y Omelio Rodríguez.

De regreso pasa los primeros días en la casa de Vivino Hechavarría y su esposa Monona, matrimonio del que varios de sus hijos estaban incorporados al Ejército Rebelde. A esa casa llegó Osilia Zaragoza para realizarle curaciones. Su mamá tuvo la oportunidad de visitarlo, para ello debió caminar un largo trayecto desde Limones. Lo encontró todavía con fiebre y adolorido, pero bien atendido por familias campesinas buenos colaboradores de la guerrilla.

Ya más restablecido lo mueven para Santa Isabel, en compañía de su compañero de lucha Laudelio Reyes, quien lo cuida durante varios días en una choza de vara en tierra situada en un platanal. En este lugar lo atendió la familia de Toñito Cruz (Toñito Betancourt), donde su esposa Armida Escobar le realizaba las curas apoyada por sus hijos: Fico, Ada, Adelina y Amado.

En el informe general de tesorería, Luis Nistal, nombre de guerra de Abelardo Cordero Pérez, menciona dos partidas de gastos relacionadas con Veguita, un importe de $ 30.00 para viaje de Vega y la madre a La Habana, y la otra, un importe de $ 5.80 compra medicinas compañero Vega.

Participación en la etapa final de la guerra

Rápidamente se fue recuperando, tal es así, que antes de los dos meses ya se encontraba reintegrado a la tropa, claro, todavía mostraba dificultades, pero sus compañeros cargaban solidariamente su mochila para aligerarle el peso. Comienza una etapa en que se mueven constantemente, pasan por Manantiales, Fleitas y Alto del Estribo, en este último lugar un temporal los detiene unos días. En el momento en que llega la avanzada de la columna No. 12 ya se habían traslado para San Joaquín, de allí regresan a Manantiales, y atraviesan La Indiana hasta posicionarse en Aguacatico, Puerto Padre.

Con el objetivo de golpear sistemáticamente al ejército de la tiranía, y boicotear la farsa electoral que realizaría Batista a principios de noviembre, el 28 de octubre de 1958 se prepararon para sabotear el tránsito en Maniabón. En horas de la madrugada la tropa fue movilizada, y antes del amanecer tomaron posición a la derecha del puente en la curva de la carretera hacia Puerto Padre, entre ellos Laudelio Reyes y Oscar Vega. Durante la espera se percataron que una vecina del poblado los estaba observando, incluso uno de los compañeros sugirió detenerla, medida que no se llevó a efecto.

Inesperadamente se aproximó al lugar una volqueta repleta de militares, que antes de llegar al puente ya estaban disparando, por lo que se generó un fuego nutrido, en el que perdieron la vida los combatientes Agustín Vázquez Velázquez, Birrunga, Antonio López Escobar, Toñito, y Rafael Rivero Pupo. Estos combatientes habían sido situados encima del puente con la intención de interrumpir el tránsito.

En esa acción, protegidos por los disparos de Veguita y de Robespier, los combatientes Raquel Reyes, Laudelio Reyes y Carlín Ortiz, lograron salir de un bebedero de ganado donde se encontraban parapetados.

En el mes de noviembre de 1958, junto a un joven de apellido Peña, le encomiendan la misión de recoger las armas que tenía escondida en Guaramanao. Durante lenta y peligrosa marcha a caballo, fueron interceptados por una avioneta militar que volaba a baja altura, dando la vuelta en dirección a ellos los obligó a cubrirse precipitadamente, por lo que se pincharon con las espinas en una cerca de júpito. Aunque, vestían uniforme verde olivo y portaban brazaletes del M-26-7, la avioneta se retiró sin dispararles, parece que realmente no los descubrieron. Al llegar a su destino recibió la alegría de reencontrarse con Eliades Acosta, Armando Castillo y Manolo Soria, ahora cada uno de ellos respondía a diferentes unidades.

También, el día 18 de noviembre de 1958 estuvo presente en el combate de Arroyo el Muerto (Majibacoa), en el que la tropa de Otto Munster se unió a la columna No. 32 dirigida por Delio Gómez Ochoa, para enfrentar fuerzas enemigas en movimiento por la carretera central.

Otra misión encomendada a Veguita fue la incursión en la ciudad de Puerto Padre, en la que debía, pelado y vestido de campesino, estudiar las posiciones del ejército alrededor del cuartel, con el propósito de elaborar un plan de asalto efectivo. Al penetrar en el poblado un guardia detuvo el vehículo, situación que lo obligó, desde el asiento trasero y con un sombrero campesino puesto en la cabeza, a montar la pistola; pero no fue necesario dar ningún paso adicional, porque dicho guardia se limitó a intercambiar unas palabras con el chofer, y alejarse enseguida sin decir nada más. Oscar se bajó de la máquina un poco más adelante, se dirigió a una bodega situada en un lateral del cuartel, tomó mentalmente los datos necesarios, y se marchó con celeridad.

La labor de reconocimiento desplegada por Veguita, coadyuvó para que el 24 de diciembre de 1958, se desarrollara victoriosamente el ataque y toma de Puerto Padre, formando parte de las tropas que cumplieron esa importante misión (los hombres de Otto Munster, incluyendo a Veguita, combatieron frente al cuartel de la marina). Justo a la media noche iniciaron las acciones que se prolongaron hasta el atardecer del día 25. Así fueron cayendo otras posiciones militares, incluyendo el poblado de Delicias (Puerto Padre). En la madrugada del 1 de enero de 1959 Batista huyó del país.

Expedición internacionalista a República Dominicana

Al triunfar la Revolución Cubana, con los grados de primer teniente, Veguita fue nombrado Jefe de la comisaría del regimiento militar de Holguín. Siempre que tenía la oportunidad viajaba a Victoria de Las Tunas para compartir con su familia. Tanto Laudelio Reyes como José Suárez Barrera, recuerdan haber conversado con Oscar Luis en los primeros meses del año 59. José Suárez no olvida, que después de nacer su hijo Pepín, un día llegó Veguita a su casa en un jeep para saludarlo, ocasión en la que cariñosamente le dijo: ¡Ya tienes un chamaco! Sobre los años que vivieron juntos en el barrio comentó que debían comportarse con mucho respeto, que el Padre de Oscar Luis era bajito, fumaba tabaco y reconocido por ser un buen mecánico. También, que fortalecieron la amistad en la logia masónica, y una vez se tomaron fotos en la playa con una cámara de 125 mm, en la que aparecían ellos en compañía de Julio Linton Barrera y José Antonio Martínez.

Radicando en Holguín se dieron las condiciones para su participación en la organización y preparativos del movimiento pro-liberación de República Dominicana, hermano país devastado por la larga y sangrienta dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Al poco tiempo lo trasladan para La Habana donde comenzó un entrenamiento secreto, siendo seleccionado más tarde uno de los asesores cubanos que integraría la expedición armada de los revolucionarios dominicanos, sobre la cual, años después, se pudieron obtener algunas informaciones. Previamente viajó a Venezuela con Otto Munster gestionando recursos para la contienda que se avecinaba.

El día 8 de junio de 1959 durmió en la casa de su mamá en Victoria de Las Tunas, para continuar viaje al día siguiente hacía la ciudad de Holguín, de donde partiría a cumplir la misión internacionalista, tomando la decisión de triunfar o morir en defensa del heroico pueblo dominicano. Voló en dirección a República Dominicana el 14 de junio de 1959.


Movimientos en territorio dominicano hasta su muerte

Es imprecisa la información que se dispone de cómo ocurrieron los hechos en los que Oscar tuvo participación, después que se separara del Comandante en Jefe de la Expedición Enrique Jiménez Moya. La fuente principal de estos hechos las aportaron los propios militares que ejecutaron la persecución, captura y asesinatos de los expedicionarios, a los cuales iban fotografiando y les confeccionaron una ficha con sus datos personales. Desde el momento del desembarco en el aeropuerto de Constanza, Veguita no tuvo más contacto con los 5 compañeros que finalmente serían los únicos sobrevivientes (Mayobanex Vargas y Vargas, Nené, Poncio Rafael Pou Saleta, y Francisco Medardo Germán Santos, dominicanos; comandante Delio Gómez Ochoa y Pablo Mirabal Guerra, Pablito, cubanos).

En el libro La Victoria de los Caídos, del comandante Delio Gómez Ochoa, se explica lo siguiente: ¨Ese destacamento sufrió varias dispersiones. La primera ocurrió al día siguiente del desembarco. Un grupo de alrededor de once compañeros, en el que iban los cubanos Nené López (Ramón Nolberto López López) y Oscar Luis Vega, quedó separado del grueso de los combatientes. Nené, quien asumió el mando, murió el 18 de junio en un encuentro con el enemigo. A Vega lo capturaron el día 24 junto a otros tres compañeros; a todos los asesinaron.¨ En el mapa aparece el final de los movimientos de Veguita en territorio dominicano, todavía en los alrededores de Constanza, en un punto señalado como Escuchadero, en la zona de Tireo Arriba.

Durante meses la familia no pudo obtener noticias, al principio suponían que desarrollaba misiones secretas y por esa causa no podía visitarlos, más tarde, cuando se supo que había integrado la expedición revolucionaria, se aferraron a la posibilidad de que siguiera con vida, porque las informaciones no eran totalmente claras. Su mamá desesperada viajó a La Habana en varias oportunidades para indagar, pero no se disponían suficientes elementos para darle una respuesta definitiva. No fue hasta enero de 1961 en que la visitaron para confirmarle la muerte de su hijo.

Por las características de la misión, gestada en los primeros días de la naciente Revolución Cubana, el tema debió ser tratado con suficiente discreción e inteligencia, por muchos años no se dieron a conocer detalles de aquellos acontecimientos. Por azar de la historia, Oscar Luis Vega Acosta, Veguita, se convirtió en el primer mártir internacionalista de la ciudad de Las Tunas después del triunfo de la Revolución Cubana. Merece eterno tributo este joven clandestino, guerrillero e internacionalista, que al morir solamente contaba con 19 años de edad.

Fuentes

• Gómez Ochoa, Delio. La Victoria de los Caídos. Casa Editorial Verde Olivo. La Habana. 2009 • Vega Acosta, Manuel José. Biografía de Oscar Luis Vega Acosta, Veguita. Manuscrito. 2014 • Reyes Gutiérrez, Laudelio. Sangre tunera derramada en la lucha contra la tiranía de Trujillo en Santo Domingo. A la memoria de Oscar Luis Vega Acosta, Veguita, en el 70 Aniversario de su natalicio. Ponencia. 2009 • Autobiografía de Abelardo Cordero Pérez • Nistal, Luis, nombre de guerra de Abelardo Cordero Pérez, ex Jefe de Propaganda y de Acción M-26-7 Victoria de Las Tunas. Informe General de Tesorería. • Gallardo García, Pablo Julio. Notas de entrevista a Concepción Altagracia Batista Ortiz, Concha. 2014 • Gallardo García, Pablo Julio. Notas de entrevista a Laudelio Reyes Gutiérrez. 2014 • Gallardo García, Pablo Julio. Notas de entrevista a José Suárez Barrera. 2014