Parque de los monstruos (Italia)

Parque de los monstruos (Italia)
Información sobre la plantilla
Institución con sede en Bandera de Italia Italia
La Sirena hibrida.jpg
Jardín con llamativas esculturas surrealistas y oníricas. De las rocas emergen elefantes, dragones, tortugas gigantescas, todo tipo de fauna fantástica, y una máscara monstruosa conocida como el orco abre su descomunal boca, que se convierte así en la puerta para una pequeña dependencia donde el príncipe de Viterbo Pier Orsini solía refugiarse.
País:Bandera de Italia Italia
Dirección:Localidad de Bomarzo

El Parque de los monstruos se ubica en Bomarzo es un municipio de la provincia de Viterbo, en la región de Lazio, al norte de Roma, en Italia. La zona fue un feudo histórico de la familia Orsini, una de las familias más importantes de Italia durante la Edad Media y el Renacimiento.

Historia

La historia de este extravagante jardín se inicia en el siglo XVI cuando Pier Francesco Orsini, duque y mecenas del Renacimiento, conocido como Vicino Orsini, heredó el ducado de Bomarzo siete años después de la muerte de su padre. Su carrera como mercenario se truncó sobre el año 1550, cuando finalizó la guerra franco-española en Italia, en la que había caído prisionero en manos de los españoles, en una Europa que sucumbía a la hegemonía de Felipe II. Tras el conflicto, Vicino se retiró a Bomarzo, donde se rodeó de artistas y dramaturgos, cultivando las ciencias y las letras y distanciándose de la religión. En el año 1547, el duque de Bomarzo, emprendió la construcción del Sacro Bosco, que dedicó a su esposa fallecida, Julia Farnese, a quien amaba apasionadamente, dejando tras su muerte un gran vacío en su vida y tornando su carácter más sombrío. Encargó al escultor y arquitecto renacentista Pirro Ligorio un conjunto escultórico que se alejase de la armonía, la alegría y la belleza, y que reflejara la magnitud del dolor y el desconsuelo que yacían en su corazón.

Construcción

El Bosque sagrado, como también se le conoce a este espacio, nació del imaginario de los arquitectos Pirro Ligorio y Jacopo Vignola a fines del siglo XVI y se le reconoce como un conjunto monumental manierista, pues se pensó en el periodo de transición entre el final del Renacimiento y los comienzos del Barroco. El príncipe Pier Francesco Orsini mandó a llamar a algunos de los mejores artistas del Renacimiento para crear, 400 años antes, el universo del propio Salvador Dalí. Las mejores manos y cabezas aprovecharon la roca volcánica propia del lugar, el peperino, para edificar bestias de piedra de grandes dimensiones que habitaran el paisaje: animales reales, elefantes, arpías y dragones convivirían con ogros y figuras humanas. La entrada al parque está custodiada por dos esfinges que sostienen el mensaje: “Chi non prova stupore di fronte alle statue del parco di Bomarzo non potrà ammirare nemmeno le Sette Meraviglie del Mondo”. – Quién no muestra estupor ante las estatuas de Bomarzo no podrá, tampoco, admirar las siete maravillas del mundo-. Junto a las esfinges una serie de bustos representan a los dioses Saturno, Jano o Fauno. Aparece en el camino la estatua de Proteo con un globo sobre su cabeza, en frente está el mausoleo y del otro lado los gigantes. Hércules, Cancerbero, la Fuente de Pegaso, Neptuno, Plutón, el Elefante de Anibal, la Mujer durmiente, la Furia Alada, Echida y los dos leones, son algunas de las 32 esculturas que habitan el sueño del príncipe jorobado, pero es el Ogro, emblema del parque, el que mayor impacto causa en los visitantes. Se cree, sólo aquellos que muestren coraje pueden entrar por su boca abierta. La visión del maestro Ligorio tomó en cuenta la geometría del ogro para que, conforme la noche cayera, la criatura presentara un gesto distinto.

Tras la muerte de Pier Francesco

A la muerte de Pier Francesco el Jardín gozó de fama por poco tiempo, en 1645 los herederos Orsini se vieron en la necesidad de vender el predio a la familia Lante, que a su vez lo vendió en 1836 a Francesco Borghese. Al parecer a inicios del siglo XIX, cuando los Borghese lanzaron su mirada al Palacio, el pueblo y los campos que lo circundaban, la vida de las delicias que había creado Vicino se había extinguido. Por al menos una centena de años Bomarzo vivió en el olvido; la vegetación ocupó las terrazas del boschetto, la humedad trepó por sus piedras, y los monstruos se ocultaron tras la maleza en busca de protección de los campesinos, que atemorizados por su presencia y sus leyendas, acostumbraban golpearlos y dañarlos. En 1938 Salvador Dalí conoció Bomarzo y quedó fascinado por el paisaje que superaba cualquiera de sus ensoñaciones. Poco más tarde Michelangelo Antonioni grabó un documental de diez minutos sobre él. En 1953, un grupo de estudiantes de arquitectura de Roma descubrió el conjunto y comenzó una recuperación y un estudio, que, podemos decir, abrió un camino que hasta hoy no ha llegado a su meta. Apenas en el 2009 se encontraron nuevas piezas del conjunto escultórico, y se sigue discutiendo la probable conformación original del lugar. El hoy llamado Parco dei Mostri empieza a cobrar de nuevo fama. De vez en cuando sus explanadas se llenan de grupos de turistas y estudiantes que lo visitan en busca de una experiencia monstruosa.

Fuente

  • Artículo: [1]. Disponible en: http://www.espores.org. Consultado: el 21 de octubre del 2016.
  • Art’iculo: [2]. Disponible en: www.homo-architectus.com. Consultado: el 21 de octubre del 2016.