Pedro Díaz Coello

Pedro Miguel
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NombrePedro Miguel Díaz Coello
Nacimiento26 de junio de 1928
Baraguá, Santiago de Cuba
Fallecimiento25 de diciembre de 1956
Corralito, en el terraplén que va a Santa Lucía

Pedro Miguel Díaz Coello. Máximo jefe del Movimiento 26 de Julio en Holguín. Dirigió todo tipo de actividades clandestinas en la ciudad, sabotajes, propagandas, captaciones, recaudos de fondos, prácticas en el manejo de armas.

Infancia y juventud

Nació en Baraguá, provincia de Santiago de Cuba, el 26 de junio de 1928, se trasladó para la ciudad de Holguín a los 17 años. Ingresó a la escuela de comercio a la cual asistía por las noches, mientras trabajaba de día como contador en una fábrica de refrescos. Se inició en la vida política dentro de la juventud Ortodoxa, en la cual ocupó el cargo de secretario de la Sección Obrera de Holguín.

A partir del 10 de marzo de 1952, cuando el golpe de estado de Batista, intensificó sus actividades revolucionarias. Fue uno de los fundadores del M-26-7 en la ciudad y trabajó a las órdenes directas de Frank País. Su incansable labor revolucionaria fue un factor importante para la organización del movimiento en la zona norte de Oriente. Mantuvo contactos con los miembros del Directorio Revolucionario, La Juventud Socialista y la Organización Auténtica. Con ello contribuyó a la unión de todos los revolucionarios en la acción común.

Labor revolucionaria

Dirigió todo tipo de actividades clandestinas en la ciudad, sabotajes, propagandas, captaciones, recaudos de fondos, prácticas en el manejo de armas, etc. Por orientación expresa de Frank País, quien le planteó la necesidad de que permaneciera en Cuba, no participó en la expedición del Granma. En diferentes oportunidades fue detenido y golpeado por los sicarios de la tiranía. En el mes de diciembre de 1956 había sido apresado en dos ocasiones, la última el día 23.

Desde hacía muchos meses, quizás desde el mismo día que tomó posesión como jefe del octavo regimiento, el coronel Fermín Cowley se fijó en aquel nombre que aparecía repetidas veces en los partes de inteligencia. En julio de 1956, en el tercer asalto aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, Días Coello escribió un valiente artículo que fue publicado en el diario Norte. Decía: “Un nuevo 26 de Julio nos señala el tercer aniversario de la fecha en que un puñado de jóvenes cubanos, impulsados por un sublime sentimiento patrio, sintiéndose quemadas las entrañas por los rigores pretorianos de la dictadura que padecemos, se lanzaron aquella madrugada heroica contra los muros del Moncada para ofrecer con su inmolación el más hermoso gesto de dignidad y rebeldía a los hombres que en esta generación respiramos el aire saturado de veneno dictatorial”.

Y concluía con estas palabras:

“No queremos la guerra fraticida; pero rechazamos todo evento electorero que no calme las ansias de un pueblo que sufre. Por eso llamamos a los hombres de todos los partidos y los invitamos a darse las manos; no habremos de descansar hasta que Cuba sea libre, o la última palma doble su penacho.” Cowley no lo perdonó. Lo mandó a detener y lo torturó personalmente. Díaz Coello salvó la vida, pero sabía que sus días estaban contados. Dijo entonces:”Los golpes que se reciben en el cuerpo físico pasan. Pero cuanto nos duele las entrañas al ver tanta mezquindad, tantos apostatas, tantos miserables. ”

Última etapa y muerte

La última detención de Díaz Coello se produjo el 25 de diciembre de 1956, durante las Pascuas sangrientas. Alrededor de las 9 de la noche, dos conocidos agentes del SIM lo llevaron hasta una finca situada en Aguas Claras. Allí estaba Fermín Cowley, junto a otros esbirros.

Durante el tiempo que trascurrió desde la llegada a la finca hasta que lo trasladaron al barrio de "Corralito", en el terraplén que va a Santa Lucía, Díaz Coello fue torturado salvajemente por el propio coronel y sus secuaces. Sabían que Pedro era el máximo jefe del Movimiento 26 de Julio en Holguín, y querían que dijese todo lo que conocía, pero no lograron nada. Cuando colgaron el cuerpo del dirigente revolucionario de un árbol, ya era cadáver.

Fuentes

  • El Militante Comunista abril de 1980