Pensamiento marxista en Cuba (Siglo XX-1933)

Pensamiento marxista en Cuba (Siglo XX-1933)

Pensamiento marxista en Cuba (Siglo XX-1933)
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Diego Vicente Tejera, socialista utópico, y Carlos Baliño, de convicciones marxistas, son los representantes más destacados de las ideas marxistas del período. No obstante la incansable labor de divulgación de estos precursores, y sus intentos por dotar a los trabajadores de un partido clasista asentado sobre principios marxistas, las influencias ideológicas predominantes en el movimiento obrero durante las dos primeras décadas del siglo, fueron las del anarcosindicalismo y el reformismo.

En la década de 1920, según señala la generalidad de los historiadores cubanos, con el inicio de la crisis del modelo neocolonial en Cuba, se produce un renacer de la conciencia nacional que muy pronto adquiere un marcado carácter antimperialista. Esta, se manifiesta tanto en el movimiento obrero, como en los sectores más radicales de la pequeña burguesía, la intelectualidad y el estudiantado, muchos de cuyos representantes toman el camino del marxismo, contribuyendo a acelerar su difusión entre las masas populares.

Fundación de Agrupación Comunista

La fundación de la Agrupación Comunista de La Habana en 1923, y otras que se crearon en distintos lugares del país, desempeñaron un importante papel en la difusión del marxismo, mediante el establecimiento de relaciones con bibliotecas internacionales para la obtención de obras de los clásicos, y de otros autores revolucionarios; la distribución de prensa de partidos comunistas de otros países, de la Liga Antimperialista de las Américas, y la creación de su propio órgano de prensa, Lucha de Clases, en 1924.

El nacimiento del Partido Comunista de Cuba, marcó el inicio de una etapa cualitativamente superior en el desarrollo del movimiento obrero y de liberación nacional. Con este partido se crearon por primera vez las condiciones para la inserción indisoluble y permanente de las ideas del socialismo científico en el movimiento obrero cubano, cuya trascendencia fue también destacada por Blas Roca y Fabio Grobart.

La afiliación del Partido a la Internacional Comunista, por acuerdo de su congreso constituyente, tuvo especial significación. Mediante este, el PCC quedó vinculado, orgánica e ideológicamente, al movimiento comunista internacional.

Otro de los importantes acuerdos del Congreso, fue el de prestar especial atención a la difusión de la literatura marxista-leninista entre las masas, a fin de que éstas profundizaran sus conocimientos teóricos, ante todo, para beneficio de sus luchas.

Con justa razón Fidel ha señalado que: ...jamás podrá olvidarse el papel que ese Partido de Comunistas desempeñó en la divulgación de las ideas marxistas leninistas y en la formación de una conciencia revolucionaria entre nuestros trabajadores y nuestro pueblo. Cientos de miles de libros marxistas leninistas fueron publicados y divulgados, millares de folletos, y a través de la prensa legal e ilegal, de la radio y de todos los medios posibles de divulgación, contribuyó a propagar en el seno de nuestro pueblo las ideas revolucionarias.

Introducción de la ideología marxista-leninista

Si bien es cierto que la ideología marxista-leninista no se extendió ampliamente entre la población, sí influyó en las capas más avanzadas del proletariado, los campesinos y los intelectuales. Ejemplo de ello es el hecho de que el propio Fidel Castro era conocedor de la misma, a la que llegó, desde sus años de estudiante universitario, mediante sus estrechas relaciones con miembros de la Juventud Socialista como Alfredo Guevara, Flavio Bravo, Lionel Soto y Luis Más Martín; a través de la lectura de textos marxistas en la biblioteca del PSP, y muy especialmente, de su lectura del Manifiesto Comunista. En el proceso de difusión del marxismo leninismo, tiene una connotación significativa la lucha ideológica y política sostenida por nuestro primer partido comunista contra todas las corrientes y tendencias antimarxistas, tanto las marcadamente burguesas, como las anarcosindicalistas y reformistas existentes en el movimiento obrero y popular. Los comunistas cubanos no descuidaron tampoco el enfrentamiento con la filosofía burguesa. Si bien es cierto que no pudieron dedicar todos los esfuerzos necesarios para enfrentarla, por encontrarse enfrascados en la batalla política mayor, como ha señalado Carlos Rafael Rodríguez, sí prestaron atención especial a expresar sus posiciones científicas en el campo filosófico, ante innumerables problemas objeto de debate, entre ellos, la moral, el problema de Dios, y las funciones de la filosofía, lo que constituye un jalón significativo en la difusión de la concepción materialista del mundo, dirigida a los más amplios sectores de la sociedad cubana. Las masas se fueron apropiando de nuevos conceptos, se fueron convenciendo de la inconsistencia del apoliticismo y la estrechez economicista y oportunista, sostenidos por el anarcosindicalismo y el reformismo, abriéndose el camino hacia la ideología marxista.

Política y filosofía

Vale la pena destacar que en Cuba la vinculación de lo político con lo filosófico es la característica general del pensamiento de los grandes filósofo del siglo XIX, y en especial de aquellos que en el XX asumen los principios filosóficos marxistas y leninistas. Así lo ha expuesto la Dra. Thalia Fung, con cuyo criterio coincido:

El estudio de las grandes figuras de nuestra conciencia filosófica anterior revela una interrelación estrecha entre la filosofía y la política como resultado de las urgencias sociales que presenta la sociedad cubana, primero como nación en formación y luego en su consolidación. Antes estos requerimientos que no implicaban solo la reflexión sobre el quehacer filosófico, sino también sobre el acontecer latinoamericano, la política adquiere progresiva relevancia en el pensamiento filosófico, hasta constituir su problemática central. Este hecho se acrecentó con la difusión y desarrollo de la filosofía marxista y leninista en Cuba por medio de la cual se universalizaron las cuestiones política de nación cubana a medida que se hacían más histórico – concretas y más determinadas en cuanto a la posibilidad práctica de objetivar el progreso social.

Mella: artífice de futuro

En ese proceso son particularmente destacados durante esos años Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena. Mella esclareció el carácter democrático, popular y antimperialista que debía tener la revolución a desarrollar en Cuba. Precisó que, si bien el proletariado debía ir a la cabeza de esta lucha, entre sus consignas no podía encontrarse, en lo inmediato, la instauración de la dictadura del proletariado, sino la de liberación nacional, antimperialista. A ella era posible sumar a los campesinos, intelectuales, pequeños burgueses, e inclusive, a aquellos elementos de la llamada “burguesía nacional”, que tenían contradicciones profundas con el imperialismo.

Para coadyuvar a ese empeño, Mella fue el artífice de la fundación de la Sección Cubana de la Liga Antimperialista de las Américas, popularizada como Liga Antimperialista (LAI), el 14 de julio de 1925, en compañía de Villena, Marinello, Baliño, Alejandro Barreiro, Alfonso Bernal del Riesgo y otros luchadores antiimperialistas y de militancia comunista. A ella podrían pertenecer los integrantes de todas las clases y sectores que podían y debían participar en la lucha contra el imperialismo, pero que no estaban dispuestos a integrar las filas del Partido Comunista.

Estudioso, conocedor e intérprete del pensamiento martiano, se percató de que en las condiciones de Cuba, éste conservaba plena vigencia, y no entraba en contradicción con las concepciones marxistas.

Rubén Martínez Villena comparte estos criterios de Mella, y en ellos se apoya para impulsar el proceso revolucionario, a tiempo que esclarece algunas otras cuestiones teóricas, especialmente, las referidas a los mecanismos económicos de la penetración imperialista en Cuba.

Ascenso del movimiento revolucionario

En diversos trabajos, y especialmente en las contradicciones internas del imperialismo yanqui en Cuba y el alza del movimiento revolucionario, artículo publicado en 1933, Rubén al analizar la compleja red de contradicciones que mueven al país, y el estado del movimiento revolucionario expresa que la contradicción principal es la existente entre el pueblo cubano y la dominación imperialista, y afirma su convicción de que en Cuba están presentes las condiciones de una situación revolucionaria.

La historia le dio la razón, poco más de dos meses después, la revolución estalló en el país.

Sin embargo, en ese momento, el Partido no está en condiciones de encauzarla. La inmadurez teórica lo hace incurrir en un infantilismo izquierdista, con la consecuente comisión de ciertos errores -la aplicación mecánica de la consigna de clase contra clase, la creación de soviets, y otros- que entorpecieron el desarrollo exitoso del proceso revolucionario que desata la lucha contra Machado. El propio Rubén se ve involucrado en esto.

Sin embargo muchos de esos errores que tuvieron un fundamento sectario-izquierdista, tuvieron sus condicionamientos en los prejuicios y la orientación anticomunista de los líderes de las organizaciones con los cuales era necesario forjar la unidad y en la imposición de decisiones de la IC, que no conocía suficientemente la realidad sociopolítica de nuestros pueblos, ni le prestaba la debida atención. Las mismas no pocas veces fueron rechazadas enérgicamente por la dirección del Partido, como lo prueba la oposición de Villena a la creación de los Soviets y del propio Blas a la llamada “autodeterminación de los negros” por considerarlas perjudiciales al movimiento revolucionario en Cuba.

A partir de l934, el Partido se fue liberando de sus propias confusiones teóricas y errores políticos, en correspondencia con el ascenso del movimiento revolucionario de masas. Este movimiento obligó al Partido a profundizar en la teoría marxista-leninista, y a afilar sus armas de combate contra todas las ideologías antimarxistas que pudieran confundir, desviar o paralizar, las grandes luchas de la clase obrera y del pueblo.

En ese proceso desempeñaron un importante papel, la generalización de la experiencia de la revolución popular de los años 30, y las inapreciables lecciones del movimiento comunista internacional, sintetizados en el VII Congreso de la Internacional Comunista, y en el histórico VI Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que abrió una nueva etapa en el desarrollo del marxismo leninismo en Cuba.

Blas Roca, quien asumió la dirección del Partido Comunista en el año 1934, por la claridad teórica con que abordó el análisis de los problemas esenciales de la revolución social en Cuba, desempeñó en ese momento un papel fundamental.

Al respecto, Carlos Rafael Rodríguez ha dicho: El modo en que entendía el marxismo no era dogmático. Comprobaba en la vida las tesis de los clásicos y procuraba enriquecerlas con la experiencia criolla y cotidiana. Tenía un respeto total por el Partido de Lenin y por la Internacional revolucionaria que Lenin fundara, pero discernía, sin embargo, con mirada cubana, qué parte de aquella experiencia universal era aplicable a nuestra dimensión insular y cuál no deberíamos imitar.


Fuentes

  • Martínez, Osvaldo. Los fundamentos del socialismo en Cuba y la dependencia. Boletín de Información bibliográfica, DOR, octubre de 1980.
  • Castro, Fidel, Discursos. Edic. Ciencias Sociales, La Habana, 1979, T. III

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