Pregón

Pregón
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Datos Generales
País:Bandera de Cuba Cuba

Pregón. Un personaje anónimo del folclor cubano. Tan viejo como las nanas, pérdidas en lo más recóndito del alma materna, tan rico melódicamente como ellas: el pregón constituye un capítulo imprescindible del folclor del pueblo cubano, este posee sus secretos y su magia.

Origenes

El origen del pregón fue el anuncio de servicios y productos al público. Era una herramienta necesaria entre los comerciantes ambulantes, que así anunciaban su paso y la mercancía de la que disponían. El pregonero tuvo su auge al final del siglo XIX y comienzos del siglo XX, para ir desapareciendo de las ciudades paulatinamente con el tamaño de los edificios, otros sistemas de comunicación o la propia inseguridad.

En Cuba el pregón adquiere perfiles propios. Cada vendedor de acuerdo con su imaginación y su musicalidad puede improvisar pregones de mayor o menor virtuosismo. En La Habana colonial, constituyeron un capítulo inherente a la vida cotidiana. No había uno solo de esos comerciantes que no tuviese su pregón de empuje, peculiar, reclamando así la acogida a su mercancía.

Anunciar a viva voz una mercancía que se quiere vender fue una manera de subsistencia de la población más humilde de Cuba; ese pregonero, parte del pueblo, era a la vez el músico, el artista, que nunca tuvo oportunidad de desarrollar su arte por otros medios, y pregonar fue su modo de expresión y su medio de vida.

Así nace el pregón, canto de los vendedores ambulantes, que así hacen más llevadero su trabajo. Con el tiempo, la entonación de estos cantos que anuncian una mercancía se va perfilando hasta construir verdaderos períodos musicales. Existen modelos de expresión musical folklórica, que se fueron trasmitiendo de una a otra sin que este sufriera ninguna alteración.

Criticas

Según Alejo Carpentier:

«...Muchos pregones de París recordaban a Proust “la salmodia de un sacerdote” por la entonación musical, por ese balanceo indeciso sobre una nota, característica del himno cristiano.

La verdad es que el pregón callejero, o los accesorios que sirven para anunciar sonoramente una actividad o tipo de comercio, se cuentan entre las cosas más misteriosas que puedan atraer la atención de un hombre.

Hay obscuras supervivencias, tradiciones de origen remoto, hábitos seculares, en esos anuncios vocales, en esos instrumentos primitivos de que se vale el profesional o vendedor ambulante para señalar su presencia [...].

Aplicando en nuestro caso, la certera observación de Proust, hallaremos sorprendentes inflexiones de cantus firmus, en el Mango... mangüeeeeee, con melisma final, que suele acompañar los carritos adornados con hojas de palma, en abril y mayo.

Por tradición, el Floreeeee... flooooores, tan típicamente habanero, debe entonarse con falsete de sochantre. Cuando los floreros son dos, suelen responderse de acera a acera, llevando por calles habaneras una inacabable antífona.

Para Nicolás Guillén:

“Es un arte que no todo el mundo puede dominar.”

La riqueza plástica de los pregones, su expresión teatral, su gesticulación, el detalle pintoresco, el doble sentido, la nota picante constituyen elementos esenciales de esta rica variedad del folclor cubano.

Características

Existe una característica común a la mayoría de nuestros pregones:

Casi todos se cantan en modo menor, con cierto dejo melancólico, lo que es psicológicamente hablando, un contrasentido, ya que el modo mayor sería más brillante, y, por lo tanto, más comercial.

Carpentier en su profunda visión de musicólogo y artista descubrió en el pregón características propias poco estudiadas. Cuando los floreros son dos- dice él- suelen responderse de acera a acera.

Aún recuerdo aquel pregonero de mi niñez, que clamaba, con voz estentórea, por las mañanas: “Para pantalón y saco, traigo perchero barato.” Y remataba su frase con una cadencia descendente, en pura vocalización, pasando de menor a mayor, de medieval a criollo.»

El novelista reconoció: “La verdad es que el pregón callejero o los accesorios que sirven para anunciar sonoramente una actividad o tipo de comercio se cuentan entre las cosas más misteriosas que pueden atraer la atención de un hombre.”

El Dulcerito

Así, en la villa de San Juan de los Remedios, se cantaban los pregones siguientes:

  • el de los crocantes de maní: Para ti linda cubana/ crocante de maní/ que lo traigo de La Habana/ dedicado para ti
  • el carbonero: Mulata del alma mía/ mulata del corazón/ no cocines más con leña/ que yo te traigo el carbón/. El carbonero/ se vaaa/ se vaaa...
  • había un jefe de policía del períodocolonial que le decían Aura Coja porque al caminar arrastraba una pierna, así lo recogió un vendedor de pescado: Ya llegó, ya llegó, ya llegó/ el rico pescador/ que traigo pescado fresco,/ casera./ ¿Quién quiere comprar/ ronco de la boca colorá/ bajonao civil?/ Ya me voy a retirar/ entre Amargura y Bermeja/ huye que te coge/ el Aura Coja
  • el vendedor de jabones que llevaba el apellido del pregonero, Corona: Avísale a Petrona/ que si se quiere bañar/ que se compre un jabón Corona/ que no lo encuentra mejor. / A seis centavos se va/ jabón casera, / a seis centavos nené/ jabón Corona
  • el tamalero, con aire de son-pregón anunciaba: No te esconda que te vi, como no. / María Luisa en la ventana, sí señor: / Con picante o sin picante, sí señor. / Traigo frescos los tamales, como no. / Y si tú quieres comerlos, ven a mí, / para que te sientas bien feliz.

Cristóbal Díaz Ayala, en su libro Si te quieres por el pico divertir... (Historia del pregón musical latinoamericano), el estudio más completo que se ha hecho hasta el momento sobre el tema, recoge uno de los que aparecen en el teatro Alhambra, en este caso en la obra "Las cosas de Cuba", de Jorge y Guillermo Anckermann:

(Música)Patrona y Panchita: Oye, panetelita, sopa borracha/ y esto patele guayaba, / rico llevo lo pionono, / y estos merengues trovadores! / ¡Oye, an de a dos! Cabulla (saliendo): Ha llegado el casabero/ con guayaba y con quesitos, / de los guachinangos grandes / salen los guachinanguitos. / ¡Olelé, compañero,/ olelé, mis hermanos,/ ha llegado el caballero,/ el que vende la alegría,/ vale más comer casabe/ que jugar la lotería!/¡Ay, compañero!/ ¡Ay, mi hermanito!/ Yo no admito las monedas/ que tengan agujerito./(Baile).

Estos son unos pocos ejemplos del pregón, que en realidad se escuchó por toda Cuba.

Desarrollo

En el pregón, nuestros músicos encontraron motivos de inspiración, el teatro le creó un ambiente en los famosos dúos cómicos del negro y la mulata, que nace bajo su signo, y uno de su más felices cultivadores fue el actor de género Arquímedes Pous, quien creaba sus pregones con el más puro acento popular. También, a través de la zarzuela, el sainete, en pasos cómicos y en casi todos los géneros de la música popular.

Las orquestas que interpretaban danzones incluyeron en su repertorio auténticos pregones tomados de los vendedores callejeros, que utilizaban para construir su última parte.

La irrupción del son en La Habana amplió aún más las posibilidades expresivas del pregón, que se convirtió, a partir de entonces, en una modalidad, en el que todas las composiciones del género son estilizaciones de músicos; ejemplo de ello es:

El Camaronero han recorrido el mundo en las voces más autorizadas de la canción cubana, como:

Innovaciones métricas y combinaciones estróficas aparecen contenidas en muchos pregones cubanos. Cuando lo desglosamos de la música este es uno de sus valores literarios que le podemos atribuir.

Bibliografía

  • Miguel Barnet. «El pregón: un personaje anónimo de nuestro folklore». En: La fuente viva. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998.
  • Alejo Carpentier. «Pregones habaneros». En: Temas de la lira y del bongó. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1994.
  • Cristóbal Díaz Ayala. "Si te quieres por el pico divertir..." (Historia del pregón musical latinoamericano). San Juan, Editorial Cubanacán, 1988.
  • Natalio Galán. Cuba y sus sones. Valencia, Pre-Textos Música, 1997.
  • Emilio Grenet. Música popular cubana. La Habana, Carasa y Cía., S. en C., 1939.
  • Nicolás Guillén. «Pregones». En: Prosade prisa. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1975, t. 1.
  • Percy A. Scholes. Diccionario Oxford de la música. La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1973.

Fuente

Otras fuentes