Diferencia entre revisiones de «Quistes y fístulas del conducto tirogloso»

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Este trayecto, denominado conducto tirogloso de His o Bochdalek, se oblitera y se reabsorbe entre la séptima-octava semana de vida intrauterina. Cuando esto no sucede o se realiza parcialmente, o cuando por motivos desconocidos las células indiferenciadas de su tercio medio se diferencian e inician una actividad secretora, aparecen los quistes del conducto tirogloso.
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Este trayecto, denominado conducto [[tirogloso]] de His o [[Bochdalek]], se oblitera y se reabsorbe entre la séptima-octava semana de vida intrauterina. Cuando esto no sucede o se realiza parcialmente, o cuando por motivos desconocidos las [[células]] indiferenciadas de su tercio medio se diferencian e inician una actividad secretora, aparecen los quistes del conducto tirogloso.
  
 
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Los [[quistes tiroglosos]] y su fistulación constituyen una de las afecciones congénitas más frecuentes del cuello y representan una importante entidad en el diagnóstico diferencial de las neoplasias del cuello. Se ha reportado el desarrollo de [[carcinomas]] en la pared del quiste.  
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Esta afección representa del 66 al 72 % de los procesos congénitos del cuello.1-3 Para Anton-Pacheco9 los quistes del conducto tirogloso son la tumoración más frecuente de la línea cervical media, aunque otros autores los sitúan en segundo lugar, tras las linfadenopatías inflamatorias o [[neoplásicas]][[Neoplacia]] [[neoplacia]].  
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Esta afección representa del 66 al 72 % de los procesos congénitos del cuello. Para Anton-Pacheco los quistes del conducto tirogloso son la tumoración más frecuente de la línea cervical media, aunque otros autores los sitúan en segundo lugar, tras las linfadenopatías inflamatorias o [[neoplásicas]][[Neoplacia]] [[neoplacia]].  
  
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El tratamiento debe ser quirúrgico, mediante la técnica descrita por [[Sistrunk]], en la cual debido a la íntima relación [[embriológica]] del [[conducto tirogloso]] con el [[hueso hioides]], esto debe resecarse en su parte central, y continuar la disección por los [[músculos]] [[suprahioideos]] hasta el [[foramen caecum]] en la base de la lengua. El objetivo de este trabajo es presentar la experiencia de nuestro Servicio en el tratamiento de los quistes y fístulas del conducto tirogloso.  
  
 
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Revisión del 13:46 16 ago 2011



Quistes y fístulas del conducto tirogloso
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Qtirugloso.png
Concepto:Los quistes y fístulas del conducto tirogloso constituyen una afección congénita desarrollada sobre la persistencia de restos epiteliales embriológicos en el trayecto de la glándula tiroidea

Los quistes y fístulas del conducto tirogloso constituyen una afección congénita desarrollada sobre la persistencia de restos epiteliales embriológicos en el trayecto de la glándula tiroidea, que sigue desde su aparición en el suelo faríngeo durante la tercera semana de vida hasta llegar en la sexta a su situación anatómica definitiva.

Este trayecto, denominado conducto tirogloso de His o Bochdalek, se oblitera y se reabsorbe entre la séptima-octava semana de vida intrauterina. Cuando esto no sucede o se realiza parcialmente, o cuando por motivos desconocidos las células indiferenciadas de su tercio medio se diferencian e inician una actividad secretora, aparecen los quistes del conducto tirogloso.

Descripción

Los quistes tiroglosos y su fistulación constituyen una de las afecciones congénitas más frecuentes del cuello y representan una importante entidad en el diagnóstico diferencial de las neoplasias del cuello. Se ha reportado el desarrollo de carcinomas en la pared del quiste.

Esta afección representa del 66 al 72 % de los procesos congénitos del cuello. Para Anton-Pacheco los quistes del conducto tirogloso son la tumoración más frecuente de la línea cervical media, aunque otros autores los sitúan en segundo lugar, tras las linfadenopatías inflamatorias o neoplásicasNeoplacia neoplacia.

El tratamiento debe ser quirúrgico, mediante la técnica descrita por Sistrunk, en la cual debido a la íntima relación embriológica del conducto tirogloso con el hueso hioides, esto debe resecarse en su parte central, y continuar la disección por los músculos suprahioideos hasta el foramen caecum en la base de la lengua. El objetivo de este trabajo es presentar la experiencia de nuestro Servicio en el tratamiento de los quistes y fístulas del conducto tirogloso.

Método

Se utilizó como universo el total de las historias clínicas de los pacientes inscritos en el Servicio de Cirugía Maxilofacial del Hospital General Provincial Docente "Carlos Manuel de Céspedes" de Bayamo, diagnosticados clínica e histológicamente como afectados por quistes y/o fístulas del conducto tirogloso. En el período comprendido desde 1963 hasta 1993 ambos inclusive, se confeccionó el proyecto para una investigación de observación, retrospectiva y descriptiva y un formulario para recoger de las historias clínicas las siguientes variables: edad, sexo, antecedentes, manifestaciones clínicas, tiempo de evolución y tamaño, localización, exploración física y complementaria, tratamiento, complicaciones posoperatorias y recidivas. Las historias clínicas que no reunían los parámetros propuestos fueron eliminadas para quedar integrado nuestro material de estudio por 65 pacientes, 43 masculinos y 22 femeninos con edades que oscilaron entre 5 y 36 años.

Como exploraciones complementarias se realizaron estudios ecográficos en diferentes pacientes. En los 2 casos de recidiva se realizó fistulografía. El tratamiento quirúrgico de elección fue en 62 pacientes (95,4 %) según técnica de Sistrunk. En 3 pacientes se efectuó la exéresis del quiste sin resección del hioides. En todos los casos se envió la pieza resecada para estudio anatomopatológico.

Los hallazgos de anatomía patológica fueron de quistes tiroglosos y se identificaron 3 tipos de epitelio: escamoso, cúbico y columnar. No hubo evidencia de neoplasia ni de tejido tiroideo. En 3 pacientes (4,6 %) existieron complicaciones posoperatorias (infección herida quirúrgica). Todos los pacientes tuvieron un seguimiento mínimo de un año. Se detectaron 2 recidivas a los 6 meses y fueron reintervenidos 10 meses después. Una por neoformación del quiste y otra en forma de fístula cervical.

No se reportó mortalidad en la serie.

Discusión

La afección del conducto tirogloso tiene una mayor incidencia en la edad infantil, generalmente en la primera década de la vida. Esta se presenta del 60 al 80 % de los casos antes de la segunda o tercera décadas, aunque su aparición en edades avanzadas no es infrecuente, datos que se corresponden con nuestros hallazgos.

El sexo masculino mostró una mayor incidencia, resultado que concuerda con la mayoría de las series revisadas, pero discrepa de Ortiz pues en su investigación predominó el femenino.

El 13,8 % de nuestra serie presentó antecedentes de algún tipo de tratamiento quirúrgico previo. Publicaciones recientes plantean que estos antecedentes oscilan entre el 12,5 y el 33,3 %. Ello se debe a que los quistes del conducto tirogloso con frecuencia se infectan, al ser tratados mediante incisión y drenaje, o bien a una incorrecta intervención. Como señalan otros autores, excepto en los casos con infección, los quistes del conducto tirogloso se manifiestan como una tumoración asintomática.

El aumento de tamaño de la tumoración tras procesos infecciosos respiratorios es un hecho conocido, se atribuye a un aumento en la secreción del epitelio del quiste junto a una dificultad en el drenaje habitual por edema de la mucosa lingual del foramen ciego.

La localización típica de los quistes y fístulas del conducto tirogloso es la línea media cervical, aunque se pueden presentar ligeramente lateralizados, más frecuentes del lado izquierdo. En nuestra investigación pudimos corroborar lo planteado.

La exploración física aporta como datos de mayor valor diagnóstico, además de la localización, el ascenso de la lesión con la deglución al exteriorizar la lengua debido a su relación con el suelo de la boca. Datos que se observaron en 54 pacientes.

El diagnóstico clínico es generalmente sencillo, pero se deben realizar estudios complementarios con el fin de descartar afecciones asociadas o comprobar que la tumoración no sea un tiroides ectópico, con este fin siempre se debe efectuar una gammagrafía.

Como exploraciones complementarias se realizaron estudios ecográficos en diferentes pacientes. La realización de una fistulografía en caso de recidiva, junto con la inyección de colorante es recomendada por la mayoría de los autores para asegurar una exéresis completa. En nuestra serie se realizaron 2 estudios fistulográficos.

El diagnóstico diferencial se debe realizar con las siguientes entidades: tiroides aberrante, nódulo tiroideo, linfangiomas cervicales, quistes branquiales, dermoides, lipomas, adenopatías inflamatorias o neoplásicas.

El único tratamiento efectivo de los quistes es el quirúrgico, el cual realizamos precozmente, al igual que otros autores, con el fin de evitar complicaciones que dificultarían la cirugía.

La técnica quirúrgica universalmente aceptada es la descrita por Sistrunk. Al igual que otros autores en la mayoría de las intervenciones quirúrgicas dejamos un drenaje para evitar los hematomas y seromas.

La mortalidad en esta cirugía es mínima, nula en nuestra casuística. Nuestra cifra de complicaciones 4,6 % es menor a la reportada por Ortiz de Solorzano, 6 %. En general estas complicaciones son muy discretas, y son las más comunes: la infección de la herida quirúrgica, el edema pasajero de la glotis y la celulitis cervical. La principal causa de recidiva la constituye la exéresis simple del quiste o fístula sin resección del hioides, que alcanza cifras de 12,7 a 68 %.

Con la técnica de Sistrunk el índice desciende ostensiblemente a valores comprendidos entre 0 y 5 %. Las recidivas suelen ser de aparición precoz, entre 30 días y un año. En nuestra serie se presentaron 2 recidivas a los 6 meses del tratamiento de los quistesdonde no se realizó la técnica de Sistrunk. Resultados que se corresponden con lo planteado por los autores consultados.

Es obligatorio someter el tejido extirpado a examen histopatológico con fines diagnósticos y para descartar la existencia de neoplasias, pues se ha llegado a encontrar tejidos neoplásicos malignos originados en estos quistes.

Fuentes

  • Ortíz de Solorzano Arusa J. Quistes y fístulas del conducto tirogloso. A propósito de 33 casos intervenidos. Cir Esp 1988; 43(1):67-73.
  • Monroy TT. Quistes del conducto tirogloso. Tratamiento quirúrgico. Rev Invest Clin 1987; 39: 223-5.
  • Díaz Fernández JM, Rodríguez RM. Quistes y fístulas embrionarias del cuello. Estudio estadístico de 10 años (1972-1981). Rev Cubana Estomatol 1987; 24(1):93-100.
  • Fernández JF, Ordóñez NG. Thyroglossal duct carcinoma. Surgery 1991; 110:928-34.
  • Hawkins DB. Papillary carcinoma arising in a thyroglossal ducts cyst otolaryngol. Head Neck Surg 1988; 99(1):
  • Cortés R, Takashi K. Thyroglossal duct with papillary carcinoma. Report of a case. Rev Invest Clin 1991; 43(2):184-7.
  • Pacheco-Ojeda L, Micheau C. Papillary carcinoma inthyroglossal duct renants. Eur Arch Otorhinolaryngol 1991; 248(5):268-70.
  • Bourguinat E, Laccourreye O, Bassereau G. Cancer arising in a cyst of the thyroglossal tracts. *Ann Otolaryngol Chir Cervicofac 1991; 108(1):21-5.
  • Anton-Pacheco J, Cano Novillo I. Cysts of the thyroglossal ducts: analysis of diagnostic errors and causes of recurrence. An Esp Pediatr 1992; 36(2):121-4.

Enlaces Externos

Infomed