Rafael Fong Nicolaide

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Rafael Fong Nicolaide
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NombreRafael Fong Nicolaide
NacimientoSantiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba

Rafael Fong Nicolaide.Combatiente de la Revolución. ==Trayectoria revolucionaria)) A mediados de 1954 Ernesto Matos le habló de participar en la lucha insurreccional, en el grupo ARO fundado por Frank País. Todavía no cumplía los 15 años. No participa en las acciones del 30 de noviembre de 1956, tras lo cual decide pasarse a otro grupo, porque no podía ser que volviera a suceder algo como eso y yo no estuviera incluido. Cuando se crean los escuadrones, paso al Hermanos Díaz, y luego a finales de febrero de 1958 paso al escuadrón Rogelio Castilla. A principios de agosto de 1958, la dirección del Movimiento determinó que debía alzarse.

En la lucha clandestina, Rafael (a quien todos llamaban El Chino) participó en una serie de acciones: propaganda, atentados, petardos. Tras una operación fracasada, Anita Céspedes le anuncia que esa misma noche debe subir a la “Sierra”, porque se encontraba “quemado” en la ciudad.

Primero se alzó en el III Frente. De ahí pasé a la columna 10 del pelotón Roberto Lamela Fong. Ahí participé en una serie de acciones, incluyendo el ataque al poblado de El Caney, la ocupación de El Cobre, etc.”. Cuenta que una vez lo llamaron “vejigo”. “Y yo le dije: mira, dos hombres, cada uno con un fusil en la mano, igualan tamaño.

“El último enfrentamiento que tuvimos fue alrededor del 26 de diciembre. El 31, participé en una reunión en Punta de Sal, con Celia y Fidel, para planificar el ataque a Santiago de Cuba. Fidel declaró que el día 1ro de enero de 1959 a partir de las 2:00 p.m., Radio Rebelde iba a declarar a Santiago como Zona de Guerra. Se interesó por las armas que tenía cada pelotón, y la que tomó todas esas notas fue Celia.

“Se acordó que el ataque lo iba a comenzar la Columna 9. La 10 y la 1 atacaríamos después por la zona de Carretera Central, Marimón y la costa, aunque primero íbamos a ubicar un altoparlante para que los guardias se rindieran. Si en tres días no se rendían, entrábamos nosotros. Luego, el mismo 1ro por la mañana, supimos que Batista se había ido”.

Le pregunto cómo fue la sensación del triunfo, y su respuesta me sorprende. “Por la falta de visión política, a algunos no nos gustó mucho no poder entrar a Santiago comba- tiendo. Sobre todo en honor a los muchos asesinados que habíamos tenido en la ciudad. Pero con otra visión, entendimos que era lo mejor que pudo pasar, porque Santiago era una plaza muy fortificada y habría muchas bajas en ambos lados”.

La alegría del pueblo fue desbordante. Cuando se acordó la rendición, armaron a todos los rebeldes que no tenían armas y actualizaron el armamento de los que sí. Rafael no quiso actualizar el arma que le había servido en tantos combates. “Recuerdo que me pelearon por no haber cambiado mi armamento y yo dije “Ya la guerra se acabó”. De ahí cogimos todo Crombet, subimos todo Martí hasta Carretera Central y Martí, frente al Moncada. Ahí se demostró cómo estaba el pueblo, porque ese trayecto duró muchísimo.

Salimos con la claridad y cuando llegamos ya era de noche”.Después del Triunfo, estuvo en distintos distritos, matriculó un curso de Agrimensura y lo pasaron de Comisión de Servicio al Instituto Nacional de Reforma Agraria hasta que este desapareció. Estuvo en el Micons, y luego en el 68 ingresó a la Seguridad del Estado hasta su jubilación. “En esa etapa estudié Derecho y después de jubilado, estuve de asesor en la Empresa de Cereales, y luego de representante de la Mayorista Central de Alimentos en Santiago de Cuba; ayudé en la organización del Campismo Popular, y trabajé en la Dirección Provincial de Justicia, hasta que me jubilé definitiva- mente en 2006, con 68 años.

“Aunque sigo activo en la Asociación de Combatientes, en la Cátedra de Historia Municipal de la Sociedad José Martí, soy secretario del núcleo de jubilados y presidente del CDR”, declara este incansable hombre de acción. Ante la pregunta de cuál de los compañeros caídos lo impresionó más, no necesita pensarlo demasiado. “Lo vi una sola vez, pero de todos los que cayeron, Frank País me marcó. Nadie se podía imaginar que tuviera esa magnitud. A principios de 1957 fue que alguien me dijo que Frank era el segundo de la Revolución, y mucho después, al leer el intercambio de cartas entre él y Fidel, percibí la dimensión de la mente y la integridad de Frank. Estaba en todo: con la propaganda, con la resistencia cívica, con las acciones, con el abastecimiento. Era tan joven, delgado, bajito, educado, que era imposible pensar su grandeza y el papel tan importante que tenía para el Movimiento”.

Fuente

  • MARÍA DE JESÚS CHÁVEZ VILORIOSierra Maestra 12-12-2018.PDF Artículo UN INCANSABLE HOMBRE DE ACCIÓN