Reinaldo Naranjo Leiva

Reinaldo Naranjo Leiva
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NombreReinaldo Naranjo Leiva
Nacimiento7 de febrero de 1943
Rodas, Cienfuegos, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento11 de julio de 1971
Boyeros, La Habana, Bandera de Cuba Cuba

Reinaldo Naranjo Leiva. Joven revolucionario que sacrificó su vida por la Revolución Cubana al enfrentar a un grupo de contrarrevolucionarios, quienes armados con granadas de mano intentaron secuestrar, en pleno vuelo el avión AN-24 CUT-878 con destino de Boyeros a Cienfuegos.

Biografía

Rey como le llamaban en la familia, tenía 8 hermanos entre ellos 3 varones y 5 hembras, era el tercero entre sus hermanos, nació el 7 de febrero de 1943 en casa de sus padres en la “Finca Santa Martha”, Turquino, municipio Rodas, Cienfuegos.

Sus padres, de origen campesino, Antonia Leiva Santos y Juan Naranjo Segura, obrero agrícola como ocupación, trabajaba en esa época para un propietario de colonias cañeras y de gran número de cabeza de ganado, tenía que mantener a una familia de 9 hijos.

Infancia y juventud

Asiste por primera vez a la escuela de Turquino a la edad de 6 años, siendo su primera maestra Beatriz Milián a quien apodaban “Batico”, maestra rural que daba clases de 1ro a 6to grados. La necesidad económica hace que abandone sus estudios en 4to grado y se incorpora al trabajo agrícola como ayudante de su padre, ya que este se encuentra enfermo.

Esto lo hace a escondidas ya que a los menores de edad no se les permitían trabajar, solo tiene en esa época 10 o 11 años, esta es su primera experiencia como trabajador en la finca “Las Casimbas” propiedad de los Herrera. De constitución fuerte, trigueño, de pelo negro y ondeado, estado civil soltero, pesaba unas 150 lbs y medía unos 5.3 pies de altura, su carácter alegre pero firme, sus relaciones humanas fueron siempre muy cordiales.

Siendo casi un niño se incorporó al proceso revolucionario, cuando ingresó en la Asociación de Jóvenes Rebeldes, fue jefe de la unidad de Cubana de Aviación en Cienfuegos.

Durante su juventud continua sus labores agrícolas siempre en unión de su padre, cortaron caña para los centrales “Caracas” y “Parque Alto”. Estaban afectados como todo trabajador de aquella época ya que en tiempo muerto no tenían trabajo.

Actividad revolucionaria

En 1953 le manifiesta al padre las intenciones de incorporarse al grupo de Camilo Revoledo, revolucionario que lucha en la zona con las armas en la mano. Cuando el 1ro de enero de 1959 se produce en triunfo de la revolución, emprende viaje a la ciudad de Cienfuegos para incorporarse a la defensa de la revolución con las armas en la mano.

Con solo 17 años milita en la Asociación de Jóvenes Rebeldes, en 1961 ingresa en las Milicias Nacionales Revolucionarias y cuando el ataque a Playa Girón permanece como reserva, movilizado en el municipio de Rodas. En 1963 se gradúa de Jefe de escuadras de comunicaciones, obtiene calificaciones de aprobado recibiendo su certificado en Santa Clara el día 25 de enero de 1963 y a la vez se supera en la Secundaria Obrera Campesina.

En 1966 se hizo miembro de las gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias, cursó estudios de telegrafista y de control de tránsito aéreo, y ese mismo año comenzó a trabajar en Cubana de Aviación como radio- telegrafista y posteriormente como jefe del aeropuerto de Cienfuegos, es aquí donde se aprueba su ingreso a la Unión de Jóvenes Comunistas.

Participa en la zafra de 1970 como chofer de un camión de tiro durante toda la contienda azucarera. El 19 de octubre de 1970 por su actitud ante el trabajo y todas las tareas planteadas por la revolución recibe el carné del Partido Comunista de Cuba, ese año forma parte de la dirección del Instituto de Aviación Civil Cubana a su región, es nombrado administrador de la Sud- Unidad de Cienfuegos.

Sus compañeros recuerdan como Reinaldo le decía a su mamá: “En el avión que yo vaya, sólo muerto me llevan para Estados Unidos”.

Muerte

Nelson Álvarez y Ángel López dos contrarrevolucionarios tratan de desviar la nave AN-24 . CUT-878 de cubana de aviación que cubría el vuelo 740 de Boyeros a Cienfuegos, Reinaldo en unión del teniente José Fernández Santos enfrentan la situación donde Fernández quien neutralizaba a los contrarrevolucionarios con su pistola, sale herido y al estallar la granada le ocasiona la muerte a Reinaldo, al cubrir con su cuerpo la misma.

Una vez libre de peligro de desvío la nave regresa a Boyeros. El pueblo de Cuba es conmovido por la noticia, la contrarrevolución ha ocasionado una perdida dolorosa para todo revolucionario, una ola de indignación y dolor recorre todo el país.

El cuerpo sin vida del joven comunista es trasladado a la ciudad de Cienfuegos donde los pioneros, el Ministerio del Interior, la Fuerzas Armadas Revolucionarias junto a todo el pueblo asiste al entierro del mártir de la revolución, caído en cumplimiento de su deber, es sepultado en el Panteón de los Mártires.

Testimonios acerca de la entrega de este héroe

Tripulante del avión AN-24

“Gracias a él, estamos vivos…” La expresión nacida de lo más hondo de su corazón, es de Miriam Almaguer Sabina, pero podía ser de cualquiera de los 46 pasajeros que aquel fatal día de julio viajaban en el avión AN-24 de Cubana de Aviación, ella tenía 21 años de edad e iba como pasajera con su hijo de tres años y con cinco meses de embarazo.

Palabras de Miriam: “Yo estaba en La Habana en un turno médico y como mi tía y mi hermana trabajaban en el aeropuerto de Cienfuegos, yo conocía a Reinaldo Naranjo, que era el administrador, y precisamente él me consiguió el pasaje de regreso y almorzamos juntos antes de salir para Cienfuegos a la 1:05 p.m. “Además de mi hijo, iban en el vuelo otros diez menores, algunas parejas en luna de miel para el hotel Jagua, y muchas mujeres.

Iba sentada hacia mediados del aparato, y frente a mi asiento, separados por el pasillo, estaban los dos jóvenes autores del hecho. Naranjo ocupaba uno de los asientos del fondo. Y estaba un militar cienfueguero, el teniente José Fernández Santos, jefe de custodios en el aeropuerto de Rancho Boyeros, que iba a visitar a su familia en Cienfuegos, que vivía en el barrio de Reina.

Este ayudaba a la aeromoza a preparar refrigerios para los pasajeros, en el local situado casi en la cola del avión. “La aeromoza, Dania Valdés Martínez, comienza a repartir café y refrescos para los mayores y compotas y caramelos para los niños. Cuando termina, regresa por el pasillo recogiendo tazas y vasos en una bandeja.

Al llegar ante los jóvenes que están frente a mí, el que se sentaba al lado del corredor se levanta para entregar su vasija. Dania sube la bandeja y le pide que se siente, pero el otro permanece de pie y trata de agarrarla por el cuello; ella se defiende con la bandeja, lo golpea y forcejea, no se deja conducir hacia la cabina de los pilotos, como pretendía el atacante.

“El agresor, siempre tratando de sujetar a la azafata, le grita a los pasajeros:

-Tírense todos al suelo, esto va para Miami... “Sale entonces el teniente Fernández desde la parte posterior de la nave aérea, preguntando qué pasa, y cuando se percata de lo sucedido extrae su arma y conmina al secuestrador a soltar a la aeromoza, y en un momento en que ésta logra desprenderse un tanto, el militar dispara y hiere al hombre en un brazo.

- “Que nadie salga al pasillo -grita ahora Fernández- al que salga le disparo, porque yo no sé quienes son los cómplices. “Los pasajeros se reclinan en sus asientos, pero yo me mantengo alerta por si puedo ayudar en algo. Entonces el bandido que agarra a Dania le grita al otro que estaba sentado a su lado y que ha permanecido como indeciso: - ¡Tira la granada! ¡Tírala, que estamos perdidos...!

“Y aquel obedece. Lanza con fuerza el artefacto explosivo hacia la cola del avión. Con un sonido sordo rueda por el pasillo hacia el compartimiento de carga. En ese momento se le interpone Reinaldo Naranjo, que está de pie al fondo, toma la granada entre sus manos, y se tira al piso con ella, apretada fuertemente sobre su estómago…”

Hubo una explosión terrible, hubo olor a pólvora y a sangre generosa. Y hubo un héroe inolvidable. Su acción altruista evita que las esquirlas de la fragmentación y la expansión causen severos daños al aparato y lo hagan caer desde 11 mil pies de altura. “Reinaldo Naranjo Leiva se ha inmolado conscientemente para salvarnos a todos.

¡Es increíble que un ser humano sea capaz de tanta abnegación! Esto ocurre ya muy cerca de Cienfuegos. La detonación hizo sentir al piloto un fuerte impacto en los pedales y pensó que se habían partido los controles. Pero el equipo responde y comienza a descender. Recibe órdenes de regresar a La Habana y aterrizar en Rancho Boyeros. El teniente Fernández también está herido.

Esquirlas de la granada penetran en su cuerpo causándole lesiones internas, particularmente en el hígado, y la onda expansiva lo lanza y se le fractura una pierna. Los daños en el hígado determinarán su muerte años después. Pero logra recuperarse y sentado en el suelo, sangrando copiosamente, pistola en mano mantiene a raya a los atacantes que sabiéndose perdidos no han vacilado en querer llevar a todos a la muerte.

Los secuestradores quieren entonces utilizar a un pasajero como rehén para poder acercarse al militar. Agarran por el pelo a una muchacha cienfueguera, que entonces laboraba en la Biblioteca Provincial, se trata de Andrea Muñoz Vázquez, que se defiende ferozmente, increpa duramente a los asaltantes, los enfrenta con valentía y tampoco la pueden someter.

No permitió ser usada como escudo humano para que los canallas lleguen hasta el combatiente herido. Por su parte, los pilotos Diómedes Matos y Reniel Díaz, guiados por el custodio que impide que nadie penetre al compartimento de mando, maniobran de tal manera el aparato que cada vez que los secuestradores tratan de aproximarse a Fernández, les hacen perder el equilibrio. El escolta asegura la puerta para que el piloto pueda desempeñarse en esos críticos momentos. Así va transcurriendo el tiempo tensamente.

Al fin comienzan a descender en La Habana. Antes de detenerse completamente en la pista, bajo un aguacero fortísimo, aún durante el taxeo del avión, los fallidos secuestradores se lanzan por la puerta trasera que han abierto. Con sus últimas fuerzas, y creyendo que están en Miami, el teniente Fernández dispara sobre los agresores que van en fuga y acierta a uno.

Ambos caen en manos de la Seguridad del Estado que los reduce de inmediato. Ayudan a los pasajeros, atienden al herido que se ha desmayado, y recogen el cadáver destrozado del héroe de la jornada.

Su primo hermano, Eulogio Naranjo, se crió junto a Reinaldo, estudiaron en las mismas escuelas, ingresaron juntos en las Milicias y en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, estuvieron en la Limpia del Escambray y en otras muchas misiones.

Primo de Reinaldo

Afirmaciones al estilo de Eulogio: “Reinaldo conocía perfectamente los armamentos. Sabía distinguir muy bien lo que es una granada corriente de una granada antitanque, como la utilizada por los asesinos. Sabía que esta última tiene 25 metros de expansión y que el poder de esa arma era capaz de derribar el avión en que perecerían todos los pasajeros y tripulantes.

Estoy convencido de que él valoró eso en un segundo y conscientemente se inmoló para impedirlo. Yo que lo conocía a profundidad estoy seguro de que prefirió morir, ahogando con su cuerpo la onda expansiva, para salvar a los 46 pasajeros, entre ellos once niños.

Tenía un temperamento muy fuerte, con él no era fácil ninguna pelea. “Asistí al juicio por esos hechos, en La Habana. Se determinó la culpabilidad de los dos autores directos, que recibieron la pena capital; eran dos reclutas de la Unidad Militar de Ayuda a la Producción (UMAP), homosexuales; y de otros dos implicados, un recluta de una unidad de tanques, que les dio las granadas, y un empresario que tenía relaciones con ellos.

El recluta fue sancionado a 30 años de prisión, y a veinte años el otro, que por cierto salió a relucir en el acto del juicio que le había dado revistas editadas en Miami, que hablaban de casos de desvíos de aviones utilizando hasta pistolas de agua, y cuchillitas, que influyeron en la mentalidad sugestionable de los autores de este hecho, y se aprecia también el papel de la propaganda enemiga...”

Fallecimiento

Este trágico suceso ocurrió el domingo 11 de julio de 1971 a las 14:15 horas del día, acto heroico que lo llevó a la muerte pero evitó el secuestro de la aeronave. Naranjo sentenció con su acción, una hermosa estrofa del Himno Nacional: "morir por la Patria, es vivir".

Fuentes