Romárico Cordero

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Romárico Cordero
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Líder campesino cubano
NombreCordero Garcés, Romárico
Nacimiento11 de agosto de 1899
finca Payares,
municipio de Bayamo,
provincia de Oriente,
Cuba
(oficialmente denominada
United States Military
Government in Cuba:
Gobierno militar
estadounidense en Cuba),
colonia de Estados Unidos
Bandera de los Estados Unidos de América
Fallecimiento18 de agosto de 1969 (70 años)
finca El Refugio,
municipio de Contramaestre,
provincia de Santiago de Cuba,
República de Cuba Bandera de Cuba
Causa de la muerteinfarto cardíaco
ResidenciaContramaestre
Nacionalidadcubana
Ciudadaníacubana
Educaciónprimaria
Ocupacióncampesino, revolucionario
Partido políticoPartido Comunista de Cuba
CónyugeCarmen Fernández Pavón,
Rosa Hernández Maidique
Hijosdiez
PadresMatías Cordero Peñuzco,
Candelaria Garcés Garcés

Romárico Cordero Garcés (Bayamo, 11 de agosto de 1899 - Contramaestre, 18 de agosto de 1969) fue un líder campesino que dedicó su vida a la lucha por los derechos del campesinado, contra los aberrantes abusos que cometían los gobiernos de turnos a los cuales se enfrentó y luchó sin descanso primeramente en la región oriental y después en todo el país.

Datos biográficos

Nació en la finca Payares, en Bayamo. Fueron sus padres Candelaria Garcés Garcés y el campesino minifundista Matías Cordero Peñuzco, de quien heredó un fuerte temperamento y férrea voluntad, rasgos que lo caracterizaron durante toda su vida y que puso de manifiesto en las luchas contra la explotación de la masa campesina y como militante comunista. Tuvo ocho hermanos: cuatro hembras y cuatro varones.[1]

Adolescente aún, cuando solamente había alcanzado el tercer grado en la escuela primaria de la zona, abandonó el hogar paterno con el propósito de ganar el sustento con sus propios esfuerzos. A partir de entonces se dedicó a diversos trabajos: peón en la construcción de vías férreas, talas de montes y otras labores rudas.

Durante algunos años trabajó en los centrales Oriente, San Germán, América y Taca, en el último de los cuales se desempeñó como maquinista de locomotoras.

En 1920 ingresó en el ejército, pero sus sentimientos de justicia se oponían al carácter represivo del cuerpo armado en aquella época, pronto lo abandonó. De regreso a la finca de su padre, contrajo matrimonio con Carmen Fernández Pavón, con quien tuvo sus tres primeros hijos.

Años más tarde, radicado ya en Contramaestre, se casó con Rosa Hernández Maidique, quien habría de ser su compañera de toda la vida, con quien tuvo seis hijos más.[2]

La hija mayor se llamó Georgina Cordero Hernández, nacida en 1923.[3]

Trayectoria de lucha

Su espíritu de rebeldía frente a la explotación y los abusos de que era víctima la masa trabajadora, lo llevaron a situarse entre los opositores a la dictadura de Gerardo Machado.

A la caída del tirano, Romárico, entonces radicado en Baire, donde tenía contactos con elementos revolucionarios, al frente de un número de vecinos decidió ocupar la finca Venta de Casanovas, feudo ganadero que Machado había conformado usurpando numerosas fincas.

Para la ocupación y reparto de las tierras, bajo la orientación del Partido Comunista de Cuba creó un comité de lucha y posteriormente organizó la Asociación Campesina de Las Ventas. Surgieron entonces los enfrentamientos con los antiguos mayorales machaditas quienes, apoyados por la guardia rural y confabulado con el rico terrateniente Federico Fico Fernández Casas ―influyente político y dueño del central América― trataron por todos los medios (triquiñuelas legalistas o destrucción de viviendas o sembrados) de despojar a los campesinos de las tierras ocupadas revolucionariamente.

Comenzaba para Romárico Cordero un largo batallar en defensa del campesinado trabajador, al cual habría de dedicar el resto de su existencia.

La decisión de los campesinos de ocupar las tierras usurpadas por el dictador contó de inmediato con el respaldo solidario de los obreros azucareros y de otros sectores laborales de toda la provincia de Oriente.

Muy pronto su lucha rebasó los límites de ventas de Casanova y se extendió su influencia a los diferentes escenarios donde los campesinos luchaban por la permanencia de la tierra.

Bajo la dirección y orientación del partido cuya militancia ya ostentaba, Romárico Cordero hizo acto de presencia en El Realengo 18, El Vínculo, San Felipe de Uñas, Cananota, Baraguá, y otros muchos lugares de la provincia de Oriente, y más tarde de todo el país, explicando a los campesinos la necesidad de unirse, crear y fortalecer la organización en cada escenario de lucha para de esa forma enfrentar los desalojos, desmanes y atropellos de la oligarquía burgués-terrateniente.

En ese bregar por la justa reivindicaciones del campesinado, el dirigente agrario tomó consciencia de la necesidad de unir a los distintos focos de resistencia campesina dispersos a lo largo y ancho de todo el país, en una sola y pujante organización de carácter nacional. El fogueo en la lucha y el estudio de las causas de aquel estado cosas fueron puliendo y perfeccionado su personalidad.

Comprendió que obreros y campesinos tenían un explotador común frente al cual debían unirse para alcanzar la victoria, y se convirtió en firme exponente e impulsor de la alianza entre obreros y campesinos. Desde entonces fue tenaz defensor de la necesidad de esa alianza.

Cuando en octubre de 1937 se efectuó en la ciudad de La Habana el Primer Congreso Campesino, patrocinado por la Hermandad de Jóvenes Cubanos, entre los dirigentes campesinos de diferentes regiones del país que acudían al llamado de la organización juvenil se encontraba él.

En aquella ocasión, ocuparon lugares principales la atención a los problemas de la tierra y los desalojos y se acordó trabajar por la creación de la Asociación Nacional Campesina de Cuba.

En 1938, al constituirse en Bayamo la Federación Provincial Campesina de Oriente, Romárico Cordero fue elegido su presidente y, en enero de 1939, en reconocimiento a sus luchas, fue seleccionado miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en el congreso celebrado en Santa Clara. Entonces habló a los campesinos villareños en un acto efectuado junto al monumento conmemorativo de la batalla de Mal Tiempo (15 de diciembre de 1895), los exhortó a luchar por la unidad de clase campesina, de los trabajadores y de todo el pueblo cubano.

El prestigio ganado por Romárico Cordero puede medirse por el hecho de que en aquella falsa república, el campesino pobre y de de filiación comunista, fuera electo delegado a la Asamblea constituyente de 1940 donde, como expresara en una ocasión el compañero Raúl Castro, junto a los otros delegados comunistas que integraban el grupo del partido, defendió los interese de la clase obrera, del campesinado y de todo el pueblo.

Igual confianza le dispensó el pueblo oriental al elegirlo representante a la cámara por el período 1940-1942, legislatura en la cual mantuvo la posición inclaudicable que siempre había manifestado.

En el segundo congreso efectuado en 1941, fue creada la Asociación Nacional campesino, efectuado en 1941, fue creada la ANC (Asociación Nacional Campesina) y Romárico Cordero resulto electo su presidente, cargo que habría de desempeñar hasta la ilegalización de esa organización por la dictadura batistiana.

En el ejércicio de sus funciones recorrió todo el país, contribuyó de forma decisiva al desarrollo del movimiento campesino a escala nacional. Sus orientaciones, claras y precisas y el enfrentamiento directo a magnates, latifundistas y a la represiva Guardia Rural, fortalecieron la decisión de los campesinos de oponerse a los desalojos y reclamar una reforma agraria integral que les entregara gratuitamente la tierra que trabajaban.

Fue fundador y director, durante muchos años de la publicación mensual Unidad Campesina, el órgano de la ANC, cuya edición se mantuvo ininterrumpidamente durante la existencia de la organización.

Los innumerables artículos publicados por él no solo en Unidad Campesina, sino también en los periódicos Hoy y Vanguardia Cubana, la revista Fundamento y otros órganos, llaman la atención por la valentía y claridad con que expresaba sus ideas y combatía a los explotadores, así como por la fluidez y sentido didáctico de su redacción.

En ellos desenmascaró las maniobras politiqueras de los gobiernos de turnos. Ejemplo de esto son sus alegatos contra los decretos 2649 y 4138 dictados por los gobiernos auténticos de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás, respectivamente.

De igual forma se pronunció contra el contenido demagógico de los decretos 247 y 297 dictados por la tiranía batistiana. Unos y otros propugnaban una falsa reforma agraria cuyo verdadero objetivo eran que los campesinos compraran o pagaran rentas por las tierras en litigio que los latifundistas pretendían usurpar al estado.

También fueron enérgicas sus denuncias contra la concesión de créditos onerosos por el BANFAIC (Banco de Fomento Agrario e Industrial de Cuba), o cuando el cacareado reparto de las tierras de Ventas de Casanova, durante el gobierno de Prío Socarrás. En esa ocasión expresó que el gobierno no podía hacerlo por la sencilla razón de que esa labor de distribución la realizaban, ellos, los campesinos, a la caída del tirano Machado, en medio del terror, cuando se llevaban presos a los dirigentes a los campesinos y los encerraban en los calabozos.

Cuando la tiranía batistiana ilegalizó el Partido Socialista Popular (PSP), reprimió el movimiento de masas y cercenó brutalmente las pocas libertades existentes en el país, Romárico Cordero cumplió de forma disciplinada de las tares clandestinas encomendadas por el partido.

Apenas comenzó a reorganizarse el movimiento campesino en el territorio liberado del Segundo Frente Oriental Frank País, bajo la jefatura del comandante Raúl Castro, orientado por el partido se trasladó a ese lugar a dar su aporte y experiencia, y colaboró en el empeño insurrecional y en los preparativos del Congreso Campesino en Armas.

Tras el triunfo de la Revolución cubana (1 de enero de 1959) participó en la celebración de la Plenaria Provincial Campesina, realizada en Santiago de Cuba el 24 de febrero de 1959, donde quedó constituida la Asociación Provincial Campesina Frank País.

En el transcurso de 1959 y 1960, como miembro de la comisión agraria del PSP trabajó con entusiasmo en la aplicación de la primera Ley de Reforma Agraria.

Cada latifundio intervenido, cada campesino, aparcero, arrendatario o precarista que recibía el título de propiedad, proporcionaba a Romárico Cordero la satisfacción de ver materializado su más anhelado sueño de luchador agrario.

Asimismo, apoyó la democratización de las organizaciones colegiadas de productores, controladas hasta entonces por la burguesía agraria y la vertebración a escala nacional del movimiento campesino, clasista e independiente, que diera pleno respaldo a la política agraria de la Revolución, proceso que cimentó las bases para la creación de la ANAP el 17 de mayo de 1961.

En 1961, atendiendo a su solicitud, fue designado administrador de una granja del pueblo de Vertientes (provincia de Camagüey). Allí trabajó con dedicación y amor hasta que por motivos de salud fue necesario imponerle la jubilación para preservar su valiosa vida.

Los últimos años los vivió en su finca El Refugio, una pequeña parcela a orillas del río Contramaestre y pocos kilómetros al norte de la localidad de Contramaestre, a 48 km al este de Bayamo y 20 km al sur de Dos Ríos (donde cayó el Apóstol José Martí), en la zona aledaña a Las Ventas de Casanovas, donde iniciara sus luchas en defensa de la tierra.

Fallecimiento

Falleció de un infarto cardíaco en su finca El Refugio, a orillas del río Contramaestre y pocos kilómetros al norte de la localidad de Contramaestre el 18 de agosto de 1969, a los setenta años.[1]

En reconocimiento a su larga y ejemplar ejecutoria le fue conferido el grado de “comandante muerto en campaña”.

Sus restos descansan dentro del complejo histórico del municipio Segundo Frente, en el muro de la derecha en el Bloque de Destacados y Relevantes.[1]

Su vida y ejemplo están presentes en la memoria y acción del pueblo cubano y en la obra de la Revolución, a la cual entregó su inteligencia y energía.

La medalla “Rómarico Córdero”, se otorga a campesinos cubanos en reconocimiento a relevantes méritos alcanzados por su activa participación en el desarrollo agropecuario de nuestro país o por su contribución destacada en la transformación hacia formas superiores de producción y cooperación agrícola o por su activa participación en las luchas y en defensa de los intereses y conquistas del campesinado.
Artículo 1.º de la Medalla Conmemorativa Romárico Cordero[1][4]

Fuentes