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Revisión del 18:53 19 may 2020

Símbolos patrios (Cuba 1849-1869)
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Fecha:1604
Lugar:Bandera de Cuba Cuba
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba

Símbolos patrios (1849-1869). La bandera nacional de la República de Cuba fue creada, en 1849, por Narciso López, en colaboración con Miguel Teurbe Tolón; ondeó por primera vez sobre el suelo patrio el 19 de mayo de 1850, en Cárdenas y fue adoptada como tal por la Asamblea de Guáimaro en abril de 1869, donde además, se decidió que el pabellón enarbolado por Carlos Manuel de Céspedes presidiría de modo permanente las reuniones de la Cámara de Representantes. El escudo nacional fue diseñado por Miguel Teurbe Tolón, también en 1849, para sellar los documentos, proclamas y bonos que firmaba Narciso López. Su concepción inicial contenía varias alusiones a la idea de anexar Cuba a EUA, las que fueron eliminadas en 1865 por decreto de la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico. La música del himno nacional o Himno de Bayamo fue compuesta en 1867 por el patriota Perucho Figueredo, quien fue autor también de su letra el 20 de octubre de 1868, fecha en que los cubanos tomarían Bayamo, en cuya Iglesia Mayor fue interpretado por vez primera.

Historia

A lo largo de su historia, sobre las tierras cubanas han ondeado diversos pabellones. Los primeros fueron los de Castilla y León y el de los Reyes Católicos, traídos por Colón y los conquistadores. Desde 1506 hasta 1701, la enseña española consistió en un aspa de borgoña roja sobre fondo blanco; más tarde dicha aspa fue sustituida por el escudo de las Armas Reales, hasta que Carlos III estableció una enseña muy semejante a la rojo-gualda-rojo actual, que designó como bandera nacional de España. Desde el 11 de agosto de 1762 hasta el 11 de febrero de 1763 sobre La Habana ondeó la Union Jack, el orgulloso pabellón británico.

Bandera Nacional de Cuba

En 1810, el conspirador independentista Joaquín Infante diseñó una bandera que nunca pasó del papel, consistente en tres bandas horizontales de igual altura: blanca, morada y verde, de arriba abajo. Dos años después fue descubierta la conspiración de Aponte que contaba con un estandarte de color azul con la imagen de la virgen de los Remedios.

República de Cubanacán

En 1823, los conspiradores de Soles y Rayos de Bolívar crearon una enseña para la República de Cubanacán, consistente en un cuadrado azul turquí en cuyo centro campeaba un sol con rostro humano dorado o plateado, orlado por ocho rayos ondulantes y ocho rectos.

Dicho cuadrado estaba situado sobre campo rojo, cuya anchura, en el extremo próximo al asta, era el doble que la del resto que rodeaba al cuadrilongo azul.

Mina de la Rosa Cubana

Los conspiradores de la Mina de la Rosa Cubana idearon, en 1847, una bandera que constaba de tres franjas horizontales, azul-blanca-azul, siendo la blanca dos veces más alta que cada una de las azules. En el extremo próximo al asta de la banda inferior azul, se inscribía una estrella blanca de 8 puntas. En 1850, la alteraron, cambiando la estrella blanca por una roja, también de 8 puntas, ubicada en el extremo de la franja blanca próximo al asta. También en conexión con esta conspiración, Narciso López creó una nueva bandera con el revolucionario tricolor francés rojo—blanco—azul dispuesto en tres bandas horizontales de la misma altura.

Club de La Habana

El Club de La Habana, de franca tendencia anexionista, concibió su propio pabellón: un rectángulo azul a lo largo de la parte del asta con una estrella blanca de ocho puntas en su centro y, hacia el extremo, cinco bandas horizontales de igual altura, tres de ellas rojas encerrando a dos blancas, muy semejante al de la República de Texas.

Nuevo diseño de la bandera

Según Cirilo Villaverde, en 1849, después del aborto de la conspiración de la Mina de la Rosa Cubana, Narciso López dictó en Nueva York al poeta Miguel Teurbe Tolón el diseño del pabellón que presidiría su invasión militar a Cuba. Sobre campo blanco, símbolo de la pureza y virtud republicanas, tres franjas azules por los tres departamentos militares en que estaba dividida la Isla. Un triángulo equilátero —alegoría masónica— de color rojo, con su base apoyada en el extremo próximo al asta, aludía a la firmeza y solidez de principios de los conspiradores y, en su centro, la estrella solitaria con que Heredia había poetizado a Cuba desde 1823, y que López pensaba añadir a la constelación norteamericana.

Rápidamente, Emilia Teurbe, prima y esposa de Miguel, llevó el dibujo al lienzo y López colocó esa bandera bajo la custodia de su secretario Villaverde. A partir de aquel modelo, otras separatistas cubanas radicadas en Nueva Orleáns confeccionaron varias banderas, una de las cuales fue la que izó López, el 19 de mayo de 1850 en los muelles de Cárdenas, donde ondeó durante 16 horas hasta que el desfavorable curso de las acciones combativas lo obligó a reembarcar. Con esa bandera se alzaron Joaquín de Agüero y los camagüeyanos e Isidoro Armenteros y sus trinitarios; en apoyo al nuevo y postrer desembarco de López en 1851.

También bajo dicho pabellón se produjo la fracasada expedición que trajo a Francisco Estrampes a Cuba en 1854. En 1868, en vísperas de su levantamiento en armas, Carlos Manuel de Céspedes diseñó una nueva bandera, que debía identificar su propósito independentista. Tenía en cuenta los acuerdos de 1865 de la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico, en el sentido de evitar cualquier semejanza con los símbolos norteamericanos, así como las promesas de ayuda al movimiento independentista cubano que había hecho el gobierno de Chile a través de su representante Benjamín Vicuña Mackenna, de manera que Céspedes mantuvo el revolucionario tricolor francés y la estrella solitaria; pero los dispuso de forma diferente: rojo arriba a la izquierda, blanco arriba a la derecha y azul debajo.

Tal fue la enseña que enarboló Emilio Tamayo el 9 de octubre de 1868, la que presidió el alzamiento de la Demajagua, la derrota de Yara y la victoria de Bayamo, empuñada en esta última ocasión por Candelaria Figueredo. Pero no fue solo Céspedes quien creó su bandera; en la prensa norteamericana de la época aparecieron otros diseños.

El New York Herald del 27 de noviembre de 1868 dio a conocer que un oficial español relató a uno de sus corresponsales que durante el ataque a Las Tunas, los insurrectos llevaban una bandera blanca con una estrella azul en su centro y que, en otra ocasión, portaban una enseña azul con una imagen de la virgen. Por su parte, The Times de la misma fecha, reportó que el Coronel Emilio Loño llevó a La Habana varias banderas capturadas a los rebeldes, algunas de ellas triangulares, con un sol y listas de varios colores.

Asamblea de Guáimaro

Céspedes llevó su bandera a la Asamblea de Guáimaro; sin embargo, allí prevaleció el criterio de camagüeyanos y villareños alzados bajo el pabellón de López, Agüero y Armenteros, que fue elegido el 11 de abril de 1869 como bandera nacional de Cuba. En desagravio, la Asamblea acordó que la enseña de Céspedes presidiría las sesiones de la Cámara y sería considerada como parte del tesoro de la República. Al respecto, José Martí apuntó: “El pabellón nuevo de Yara cedía, por la antigüedad y la historia, al pabellón, saneado por la muerte, de López y de Agüero”. No obstante, el diseño de la bandera nacional no apareció en la Constitución de Guáimaro (1869), Jimaguayú (1895), La Yaya (1897) ni La Habana (1901).

Fue la de 1940, la que recogió en su artículo 5: “La bandera de la República es la de Narciso López que se izó en la fortaleza del Morro el 20 de mayo de 1902 [...]”. En el propio artículo se reconoció la bandera de Céspedes y se autorizó, por excepción, a enarbolarla en la ciudad de Bayamo.

Por ley del 6 de enero de 1906 se cambió el azul celeste de las barras por azul turquí, y por el decreto 154 del 6 de abril de 1906 se establecieron sus dimensiones y proporciones para el uso de gala, de diario y de tempestad.

Fue en el Reglamento General del Ejército de Cuba donde se detalló minuciosamente todo lo relacionado con la bandera. Durante la república neocolonial, por decreto presidencial de José Miguel Gómez, se estableció que la bandera de Céspedes fuera izada en el asta de proa de los buques de la marina de guerra cubana. En relación con las banderas, cabe añadir la existencia de una supuesta enseña del Partido Autonomista aparecida el 24 de febrero de 1895 en la zona de Baire.

Según las autoridades españolas, en Las Yeguas, donde acamparon Jesús Rabí y los hermanos Lora, alzados en Jiguaní y Baire, respectivamente, fue encontrada una bandera llamada autonómica, cuyo diseño era igual a la española, pero con una cruz de San Andrés, de color blanco, superpuesta. No se han encontrado, ni antes ni después, evidencias de que el Partido Autonomista haya hecho suya esta u otra enseña. Los diarios españoles difundieron que esta bandera era un ardid de los insurrectos para ganar tiempo.

Lo más probable es que en el alzamiento inicial se hayan pronunciado algunos elementos autonomistas, tales como el español Damián Caballero, quienes se retiraron tan pronto comprobaron el carácter decididamente independentista del movimiento.

Escudo Nacional de Cuba

El escudo nacional, según Cirilo Villaverde, fue obra de Miguel Teurbe Tolón en 1849 —a partir de unas viñetas que él mismo diseñara y publicara en el periódico La Verdad, de Gaspar Betancourt Cisneros, el Lugareño—, con el fin de sellar documentos, proclamas, manifiestos, patentes de corso y bonos que Narciso López calzaba con su firma. La adarga ojival suiza presentaba, en su jefe o cuartel superior, primero un mapa de la isla de Cuba y después una llave entre los peñones de Catoche en Yucatán y cabo Sable en la Florida, iluminada por el sol naciente de EUA; el gorro frigio sobre un haz de varas —símbolo republicano— y el penacho de la palma real que se erguía sobre una llanura en su cuartel inferior izquierdo, tenía trece estrellas.

Además, en el flanco derecho: el del honor, aparecían varias banderas norteamericanas, y en el izquierdo, las de la conspiración de la Mina de la Rosa Cubana, todo ello claro índice de la idea anexionista que movía a López, Villaverde, Tolón y a sus patrocinadores: el Club de La Habana y el Consejo Cubano de Nueva York. El cuartel inferior derecho tuvo sucesivamente cuatro franjas blancas que encerraban a tres azules y tres franjas diagonales azules que, al igual que la bandera, representaban los tres departamentos militares en que estaba dividida la Isla desde 1827, encerrando a dos blancas.

El diseño estaba recargado de otros símbolos militares, como machetes, espadas, cañones, clarines y tambores.

Nuevo diseño

En 1852, la Junta Cubana adoptó otra variante con solo dos cuarteles: el superior, blanco, con la estrella solitaria roja, y el inferior, con tres bandas azules verticales sobre fondo blanco. El decreto de la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico, de 1865, a que hicimos referencia, eliminó del escudo todo símbolo relacionado con el anexionismo y así apareció en varios documentos firmados por Carlos Manuel de Céspedes en 1869, en los que, detrás de la palma solitaria de erguido penacho, se dibujan las montañas orientales.

La imagen del escudo nacional, en esta última versión, presidió las sesiones de la Convención Constituyente entre los años 1900 y 1901. Por el decreto 154 del 2 de bril de 1906, se dispuso que en los tribunales, juzgados, oficinas, legaciones, consulados y demás dependencias del Estado se empleara el escudo de armas de la República. Las Constituciones de la República en Armas y la de 1901 no mencionan el escudo nacional; la de 1940 declara oficial “al escudo establecido por la ley”; pero no había ley alguna referida a los símbolos patrios, y la de febrero de 1959, reconoce el escudo de la palma real.

La Constitución aprobada por el referendo nacional de 1976, señala en su artículo 2, (artículo 4 a partir de 1991) que “los símbolos nacionales son: la bandera de la estrella solitaria, el himno de Bayamo y el escudo de la palma real”.

Himno Nacional de Cuba

La música del himno nacional fue compuesta en la madrugada del 14 de agosto de 1867 por Perucho Figueredo, después de una larga noche de conspiración con Aguilera, Maceo Osorio y otros patriotas, bajo la denominación de “La Bayamesa” —en evocación de “La Marsellesa”— como himno para la revolución.

El 8 de mayo de 1868, Figueredo la dio a conocer al maestro Manuel Muñoz, a fin de que la orquestara para banda, y fue dicho maestro quien condujo su primera interpretación pública en la Iglesia Mayor de la ciudad, en ocasión de la festividad del Corpus Christy, ante el desconcierto y las sospechas del gobernador militar Julián Udaeta, su estado mayor y otras autoridades locales.

Poco después, el 20 de octubre de 1868, cuando las tropas independentistas dirigidas por Céspedes penetraron en Bayamo, el propio Perucho Figueredo improvisó su letra desde la montura de su cabalgadura.

Un grupo de jóvenes patriotas bayamesas, vestidas con los colores patrios, cantaron a coro las revolucionarias estrofas en el Te Deum celebrado en la Iglesia para dar gracias por la victoria de los patriotas, ante lo cual el capitulado Udaeta exclamó que no se había engañado, que era una música de guerra.

El texto original decía así:

Al combate, corred, bayameses/
que la patria os contempla orgullosa;/
No temáis una muerte gloriosa/
que morir por la patria es vivir./
En cadenas vivir es vivir/
en afrenta y oprobio sumido/
Del clarín escuchad el sonido,/
¡a las armas, valientes, corred!//
Notemáis los feroces Iberos/
son cobardes cual todo tirano/
no resisten al bravo cubano/
para siempre su imperio cayó./
¡Cuba libre, ya España murió!/
su poder y su orgullo ¿do es ido?/
Del clarín escuchad el sonido,/
¡a las armas, valientes, corred!//
Contemplad nuestras huestes triunfantes/
contempladlos a ellos caídos, /
por cobardes huyeron vencidos/
por valientes sabremos triunfar./
¡Cuba libre! podemos gritar/
del cañón al terrible estampido/
del clarín escuchad el sonido,/
¡a las armas, valientes, corred!//

Más tarde, el texto del Himno de Bayamo fue reducido a la primera estrofa, que es como ha llegado hasta nuestros días.

Fuente