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Texto. Entidad compleja cuya definición varía de acuerdo al área de investigación desde la cual se analiza y que constituye el núcleo de la comunicación y de actividades comunicativas complejas como la Traducción y la Interpretación. Puede tener carácter oral u escrito.

Acerca de la noción de Texto

Puede afirmarse que son innumerables las propuestas de definiciones de “Texto” dentro de la literatura científica en el campo de los estudios lingüísticos en general. Para profundizar en las diversas definiciones de texto, es necesario partir de la consideración de dos enfoques fundamentales de la Lingüística del Texto:

  • el enfoque sistémico (ES), que ve el texto como un objeto aislado, enmarcado únicamente en el sistema de la lengua y lo analiza desde una dimensión estructural;

el enfoque comunicativo (EC) que reconoce el texto dentro de un contexto situacional determinado y bajo la influencia de diferentes factores que operan en la situación comunicativa y en el texto como producto de ésta.

Entre los autores que han estudiado estos dos enfoques se encuentra Brinker (1997) y Ciapuscio (2005).

Para Brinker (1997) el primer enfoque amplía, en relación con el texto como unidad, la jerarquía hasta entonces aceptada de las unidades lingüísticas (fonema, morfema/palabra, frase, oración). Ello significa, según Brinker (1997):
“...que no sólo se regula la construcción de palabras y de oraciones mediante el sistema de reglas de la lengua sino también la construcción (constitución) textual y ello, sobre la base de regularidades comunes, generales que precisan ser explicadas (…) El texto se define como una secuencia coherente de oraciones. Eso significa, sin embargo, que la oración todavía se considera la categoría superior en la jerarquía de las unidades lingüísticas; se considera la unidad estructural del texto. La consecuencia más importante de esta concepción es que el concepto de coherencia, esencial para la Lingüística del Texto, se concibe desde una dimensión puramente gramatical "(1997, 14)
Ciapuscio (2005) explica acertadamente esta tendencia sistémica:
“…Se trata de un cuerpo teórico que mantiene un interés muy marcado por los aspectos estrictamente lingüísticos, por el sistema…”(2005, 32)
La segunda tendencia de la Lingüística del Texto que se vuelve contra la tendencia estructural reprochándole un estudio “idealizado” del texto al tratarlo exclusivamente como un objeto aislado y estático. Esta segunda tendencia toma en cuenta “…que los textos siempre están enmarcados en una situación comunicativa; que siempre están en un proceso de comunicación concreto en el que el emisor y receptor, dígase autor y lector, constituyen los principales factores con sus condiciones y relaciones sociales y situacionales…” (Brinker, 2001,15).
Esta segunda “corriente” tiene sus bases en la Pragmática y en la Teoría de los Actos de Habla y ve el texto no ya exclusivamente como una secuencia cohesionada de oraciones sino más bien como una actuación lingüística. El par conceptual lengua- habla se complementa aquí con el concepto de una competencia comunicativa, convirtiendo la determinación de la función comunicativa de un texto determinado en el objetivo de un análisis textual comunicativo.

Algunas definiciones de Texto

Partiendo de cada una de las dos orientaciones de la Lingüística del Texto anteriormente presentadas muchos autores han encarado el estudio del texto y la tarea de plantear una noción de éste. En lo posterior se presentarán algunas definiciones representativas para dar una panorámica correcta de la evolución del término en el área de los Estudios Linguísticos.
Ya en la segunda mitad del siglo pasado Agricola (1969) consideraba el texto como un conjunto ordenado de oraciones que conforman un tema. Esta consideración sistémica se ve reflejada en la definición de texto que ofrece Brinker (2001):
“...una unidad lingüística por escrito que, por lo general, consta de más de una oración...” (2001, 12) (11) *
A esta definición estructuralista podemos contraponer críticamente la posición de Vater (1994). Según este último no es posible enmarcar el texto solamente en el medio escrito ni limitarlo a expresiones que se componen de más de una oración. Vater (1994) da fuerza a sus consideraciones poniendo como ejemplo los proverbios a los cuales denomina textos y están constituidos por una sola oración. Para Vater (1994) como para otros autores - por ejemplo, Wawrzyniak (1980) - la cantidad de oraciones o unidades de un constructo lingüístico no es un criterio válido para calificarlo como texto, posición con la cual coincidimos.
Petöfi (1986) sigue la tendencia estructuralista definiendo el texto como “…un objeto ordenado linealmente con un constituyente básico que consiste únicamente de signos verbales…”(1986, 1081)
La propuesta de Petöfi, como podemos ver, no sólo se limita a contemplar la estructura del texto (lineal) sino que atribuye a éste componentes de naturaleza exclusivamente lingüística, excluyendo, por tanto, elementos pertenecientes a otros sistemas, como las imágenes. De esta forma, consideramos que la definición de Petöfi se muestra como limitada para cualquier estudio de Traducción que considere que no sólo los signos lingüísticos “en situación” determinan la función comunicativa del texto, sino que además hay una serie de factores más allá del sistema de la lengua que influyen en las estrategias y soluciones traductoras y en la concepción del propio TLl.
Consideramos que de aceptar una de las dos definiciones en los marcos de un estudio como éste orientado a la Traducción, estaríamos, por una parte, reconociendo la oración como unidad textual jerárquicamente superior y UT por excelencia con lo cual se iría en contra de una equivalencia funcional y comunicativa, más allá de la oración en sí y centrada en el texto como unidad comunicativa. Por otra parte, estaríamos ignorando la situación comunicativa y varios factores externos al texto que inciden en él como resultado de la comunicación y que influyen en su traducción posterior.
Superando esta fase estructuralista, ya en los años 70 surge el enfoque comunicativo dentro de la Lingüística del Texto y con ello, como ya hemos advertido anteriormente, los factores externos al texto comienzan a ocupar un lugar en los estudios en torno al mismo. Dentro de las definiciones que evidencian el carácter comunicativo del texto y que reflejan a una transición hacia una posición de corte pragmático- funcional se encuentran la de Isenberg (1987) y Heinemann/Viehweger (1991).
Según Isenberg “…El texto es la forma primaria de organización en la que se manifiesta el lenguaje humano. Cuando se produce una comunicación entre seres humanos es en forma de textos. (...) Un texto es, en consecuencia, una unidad comunicativa, o sea, una unidad en la que se organiza la comunicación lingüística…”
Si bien Isenberg reconoce el texto como una unidad comunicativa, consideramos que en su definición hay rasgos estructuralistas al verlo como “una unidad de organización” de la comunicación humana, lo cual recuerda un tanto los postulados de Newmark (1988) en torno a las UT analizados anteriormente en este capítulo. No obstante, somos de la opinión que es válida la consideración de la interacción humana en la producción del texto lo cual aporta una mirada más amplia al concepto de texto haciendo referencia implícitamente las relaciones emisor- receptor en el proceso de comunicación así como a la contemplación de estrategias de “organización textual” de cada uno de ellos de acuerdo a sus objetivos comunicativos.
En este sentido, hay un análisis más profundo en la definición que ofrecen Heinemann/ Viehweger (1991). Los autores afirman:
„…Por textos entendemos los resultados de actividades lingüísticas de individuos que actúan socialmente, mediante las cuales, en dependencia de la valoración cognitiva de los interactuantes así como del contexto de actuación de los productores del texto, se actualiza conocimiento de diferentes tipos que se manifiesta en los textos de manera específica (...) Siguiendo la concepción dinámica de texto, se parte de que los textos no tienen un significado, una función per se, sino sólo relativamente en relación con los contextos de interacción así como con los interlocutores, los cuales producen y recepcionan los textos.” (1991, 126) (12)*
Como podemos deducir de esta definición, los autores conciben el texto como un objeto dinámico y complejo. Dinámico, en tanto producto construido a partir de un proceso interactivo entre productor y destinatario; complejo, pues es una estructura multidimensional, resultado de una variedad de operaciones cognitivas interrelacionadas, en que se manifiestan los sistemas de conocimientos de los hablantes y se activan “zonas” específicas de éste de acuerdo al contexto.
Podemos decir que esta definición encara una nueva tendencia de la Lingüística del texto: la comunicativo - cognitiva, la cual no se ha instaurado todavía pero se encuentra en proceso de gestación. Desde nuestro punto de vista, esta definición de texto - si bien profunda y abarcadora- no resulta operativa a los efectos de la presente investigación. Para ello debería contemplarse no ya el texto como objeto único sino también su desdoblamiento a una Ll, donde indiscutiblemente se dan procesos cognitivos complejos (que ocurren en el traductor como intermediario) y que tienen como resultado la asunción de estrategias y soluciones de traducción determinadas. Ya no sería posible entrar a valorar aquellos factores que influyen en la comprensión del TLp y su trasvase sino también en qué medida el conocimiento de la cultura meta, a la que se dirige el nuevo texto, repercute en la “construcción” del TLl e influye en la comprensión del mismo por la comunidad receptora. La recepción de un TLp y la producción de un TLl son dos actividades entrelazadas que se dan en la Traducción, en el traductor como receptor, primero, del TLp y como emisor, luego, del TLl. Para ello se accede, analiza y manipula la información lingüística, conceptual y contextual que tiene a su alcance. Al mismo tiempo, se aplican determinadas estrategias de traducción porque es preciso conseguir los objetivos comunicativos que le plantea cada situación traslativa. Para lograrlo, hay que tener en cuenta la función textual, el receptor, ambos contextos socioculturales (el de la Lp y el de la Ll), la intención del emisor, la situación comunicativa en un momento y lugar dados, el encargo de traducción, acceder al conocimiento enciclopédico almacenado en la memoria a largo plazo, activar scenes y frames , inferir información, en fin, hacer uso de su competencia comunicativa y traductora. Estos factores guían al traductor a través del proceso de traducción y le ayudan a encontrar la solución más adecuada en cada caso.
En nuestra opinión, aquí también habría que considerar la direccionalidad que se da en traducción, pues de hecho en este sentido los procesos cognitivos deben considerarse variables de acuerdo con las características subjetivas del traductor en cada caso y de acuerdo a las diferencias tipológicas de las lenguas en interacción condicionado por el hecho de si se trata de una traducción directa - o sea de la lengua extranjera a la lengua materna del traductor- o de una traducción inversa, esto es, de la lengua materna del traductor a la lengua extranjera. Como vemos, la definición de texto Heinemann/ Viehweger (1991) no sirve aún del todo al campo de los estudios de Traducción donde cualquier enfoque de texto debe poder asumirse en una Lp con la contemplación del emisor, como proceso (contemplando al traductor) y en la Ll como producto con la consideración de los receptores, de lo cual se origina una interconexión muy compleja de elementos interactuantes que se condicionan los unos a los otros, con consecuencias para el cumplimiento de la función comunicativa del TLl.
Hasta este punto consideramos que enmarcar una investigación de corte traductológico como la presente en uno de los dos enfoques textuales analizados, suscribiéndola a una noción de texto de una u otra corriente sería poco consecuente con la dirección que han asumido los estudios en Traductología en la actualidad. Estos estudios valoran la traducción como una unidad dialéctica proceso-producto (Translation-Translat) y no en uno de estos dos extremos. Además, también somos de la opinión que asumir una noción de texto que pertenezca a uno de los dos enfoques analizados podría dar como resultado la focalización de uno de los dos elementos constitutivos de la actividad traductora en detrimento del otro.
Asumimos que por razones metodológicas se hace una distinción entre el proceso y el producto de la Traducción en los estudios traductológicos para poder profundizar en sus características y describirlos lo más detalladamente posible pero sin perder de vista que realmente de la simbiosis entre uno y otro elemento es que emergen sus características generales y específicas.
De acuerdo con el estudio que realizamos podemos decir que las definiciones de texto presentadas no han sido elaboradas teniendo en cuenta la perspectiva de la Traducción por lo cual resulta difícil su aplicación al presente estudio. Sin embargo, existen definiciones en torno al texto desde el prisma traductológico, algunas de las cuales se presentarán a continuación con el objetivo de encontrar una que se ajuste a los objetivos de esta investigación.
La concepción de la noción de texto en Traducción se ve generalmente integrada en las propias definiciones de traducción que ofrecen los diversos autores. Así, por ejemplo, Vázquez (1977) ve la Traducción como proceso traductivo que consiste “…en analizar la expresión del texto de lengua original en términos de oraciones prenucleares, trasladar las oraciones prenucleares de lengua origen en oraciones prenucleares equivalentes de lengua término en expresiones estilísticamente apropiadas…” (1977, 50)
Consideramos que el autor aborda la traducción como un proceso en el que se cambia de código literalmente y se dota de sentido al texto final teniendo en cuenta las estructuras morfosintácticas de la Ll, viendo el texto como un entramado de estructuras y oraciones que posibilitan el establecimiento de la equivalencia entre la Lp y la Ll. Esta definición de Vázquez (1977) se apoya en la Gramática Generativo- Transformacional de los años setenta y está influenciada por la Lingüística Comparada, pues incurre en el mismo error de esta última al considerar la Traducción un problema de norma, de sistema de la lengua.
Nida y Taber (1969), por su parte, definen la traducción de la siguiente forma:
“…La reproducción a una lengua receptora de las equivalencias naturales más cercanas del mensaje de la lengua fuente, primero en términos de significado y luego, en términos de estilo…” (1969, 11) (13)*
Estos autores señalan que el equivalente más cercano no se basa en la correspondencia de formas sino de funciones, convirtiéndose así en los primeros en definir la Traducción en términos de equivalencia funcional y en un marco eminentemente comunicativo aunque el término “reproducción” contenido en la definición todavía deje traslucir, a nuestro juicio, la consideración de la del sistema de la lengua, fuera de cualquier contexto comunicativo.
Los autores alemanes Reiß y Vermeer (1984) también han presentado una definición de traducción, englobada en la noción general de translación (propuesta por Otto Kade, 1968) que incluye tanto la traducción como la interpretación. Ellos afirman:
“…La translación es una oferta de información en una cultura meta y su lengua mediante una oferta de información de una cultura origen y su lengua...“ (1984, 67) (14) *
Desde nuestro punto de vista, en este caso se destaca el aspecto cultural. Aquí el texto (tanto en la Lp como en la Ll) es considerado una simple oferta de información. Se trata, a nuestro juicio, de una definición demasiado amplia, donde no se especifica, aparte de lo estrictamente cultural, los factores que influyen en el texto como objeto de la traducción.
Una definición también amplia pero referida al texto estrictamente en el marco de la Traducción, es la que ofrece Nord (1998), quien define el texto como:
“...una entidad compleja en la que todos los componentes cooperan para cumplir los fines comunicativos deseados. Así, es, en efecto, el texto la unidad que se traduce y, sin embargo, el traductor puede procesar unidades más manejables en el proceso de traducción…” (1998, 66).
Somos del criterio que la asunción de esta definición de traducción permite considerar tanto los elementos lingüísticos como los no lingüísticos presentes en el sitio web y las condicionantes que impone el medio a la traducción del mismo, aunque hasta este punto no se ha arribado aún a una definición de trabajo de sitio web que contemple sus especificidades.
La definición de texto anterior la asumimos como una definición general de texto aplicable a cualquier objeto de traducción, independientemente de sus especificidades. Podemos decir que esta definición de texto marcadamente traductológica, tiene un carácter binario, en tanto considera la existencia de un texto que hay que traducir y de un texto traducido; funcional, pues presenta el texto como una constante, lo cual permitirá su manejo y estudio general; flexible y dinámica, en tanto puede adaptarse a cualquier tipo de texto y modalidad de traducción y ofrece la posibilidad de considerar UT manejables de acuerdo con las características individuales de quien traduce y por tanto, no pretende insertar el texto en armaduras de tipo formal.
Las UT manejables aquí las asumimos como aquellos fragmentos de texto, sin extensión definida a priori, con los que el traductor trabaja durante el proceso de traducción para integrarlos posteriormente a la UT Texto. La extensión de estas unidades manejables y los niveles que atañan dentro del texto como unidad superior dependen, a nuestro juicio, de varios factores, entre ellos la competencia traductora, las propias posibilidades de fragmentación del texto de acuerdo a la construcción del sentido del mismo, etc. Por lo anteriormente explicado consideramos que esta definición resulta operativa para nuestra investigación.

Fuentes