Tobías y el ángel (Eduardo Rosales)

Revisión del 22:35 17 sep 2022 de Odalis jc.stgo (discusión | contribuciones) (Página creada con «{{Ficha_Obra_de_Arte |nombre= Tobías y el ángel |imagen= |descripción= |tipo= |autor= Eduardo Rosales |año= 1860 |país= |estilo= Eclecticismo Español |t…»)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Tobías y el ángel
Información sobre la plantilla
Datos Generales
Autor(es):Eduardo Rosales
Año:1860
Estilo pictórico:Eclecticismo Español
Técnica:Óleo sobre lienzo
Dimensiones:198 X 118 cm
Localización:Museo del Prado


Tobías y el ángel. Es un Óleo sobre lienzo del pintor Eduardo Rosales. El tema es un asunto bíblico de clara inspiración nazarena, es decir, bajo la influencia del Quattrocento italiano.

Historia

Éste es el primer cuadro de composición pintado por el joven Rosales como trabajo de la pensión de gracia concedida por el Gobierno para completar su formación en Italia. Comenzado en 1858 al poco de llegar a Roma, arrastraría penosamente su ejecución hasta al menos 1863, momento en que, tras modificar una y otra vez lo ya hecho, y sin quedar satisfecho con sus resultados, el pintor lo dejó en el estado esbozado en que lo vemos hoy, en el que reside precisamente gran parte de su atractivo. El lienzo ilustra el pasaje bíblico en que el arcángel san Rafael indica al joven Tobías, sentado junto a él, que extraiga la hiel de un gran pez que asoma en el agua, para curar con ella la ceguera de su padre (Tobías, 6: 1-4). Asustado el muchacho al ver surgir del agua la enorme cabeza del pez, se agarra con fuerza al regazo del ángel.

A la hora de elegir este argumento para su primera obra de empeño, en la que el joven pintor debía demostrar sus capacidades y justificar el aprovechamiento de su pensión, Rosales debió quedar seguramente atraído por este pasaje bíblico desde que en septiembre de 1857 contemplara en Florencia los dibujos entonces considerados de mano de Rafael como preparatorios para La Virgen del pez que guarda el Prado (P297), en el camino de su viaje iniciático hacia Roma. Junto a ello, el descubrimiento nada más llegar a la Ciudad Eterna de la estética nazarena, que en su nueva interpretación del hecho religioso propugnó una especial inclinación por los episodios angélicos, acabó de decidir al joven Rosales, que invertiría en su primer cuadro italiano una enorme cantidad de esfuerzo, trabajo y cavilaciones. De ello da buena cuenta el importante conjunto de más de una veintena de dibujos conocidos para la preparación de esta pintura, la mayoría de ellos conservados en el Prado, a través de los que puede seguirse paso a paso su proceso de elaboración en la mente del artista.

Con todo, tal y como lo dejó el artista, el cuadro posee una indudable belleza formal, de una modernidad extraña y sorprendente, que conjuga, en un singular eclecticismo, los lenguajes contradictorios y casi antagónicos de la depuración formal de la estética purista con la libertad absoluta y franca de la pura pintura; mezcla que resulta extraordinariamente interesante para analizar y comprender las claves más profundas del estilo juvenil de su autor.

Fuente