Trova en Manzanillo

La Trova en Manzanillo
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Lugar:Manzanillo

TROVA MANZANILLERA.

GENEALOGÍA DEL MOVIMIENTO TROVADORESCO MANZANILLERO. Insertación de la Trova manzanillera al Movimiento Trovadoresco cubano en la primera década del Siglo XX y su posterior desarrollo.


INTRODUCCIÓN.

La cultura “(…) es una puerta que se abre para no cerrarse jamás. No es un lujo, ni ornamento (…). Sólo una concepción científica de la cultura generará un arte auténtico y salvará al ser humano (…). Salvar la memoria histórica como punto de partida y crear una nueva cultura serán la única respuesta para la salvación de la especie humana.”

Al intentar el “(…) análisis de la identidad nacional nos remitiría al de los componentes de la sociedad, de sus marcos referenciales culturales y de sus pertenencias culturales y de nación. (…) la identidad es conciencia de pertenencia a la cultura, la patria, [y] la nación (…).” 1(Barnet 2007)

En este contexto nuestra música cubana está signada por un complejo proceso de vínculos históricos-culturales que se evidencian en los diversos elementos constituyentes de las distintas esferas de la creación y la interpretación.

Sus raíces se remontan hacia el final del siglo XVIII donde convergían varios géneros: los europeos, las partituras operáticas italianas, los polos, tiranas y tonadas líricas sin formas específicas.

Es ya en los primeros años del siglo XIX que podemos ubicarla como expresión artística motivada por la influencia de las ideas patrióticas y revolucionarias fecundadas por la revolución francesa en los pueblos latinoamericanos, siendo las canciones patrióticas las primeras manifestaciones líricas que comenzarían a proyectarle la cubanía, así como ciertos acentos criollos presentándose con una personalidad sin que existiera duda alguna. Esta formación de nuestra música se materializa durante el colonialismo español, donde los cubanos van “(…) perfilando su propia fisonomía musical, decantando los elementos que le son ajenos a sus características y temperamento, (…) surgiendo en el decursar de los años nuestra nacionalidad musical (…).” 2 (D´ Angelo,2005)

Sobre el final de este siglo XIX, Cuba se “(…) caracterizaba por una nacionalidad bien definida, Pero todo lo nacional molestaba al colonialismo español, todo lo africano también. “ 3 (Rodríguez, 1962)

En 1851 se escribiría “La Bayamesa” para ser entonada en una serenata – que ya existía esa romántica costumbre – marcando un punto de partida en la historiografía de la cancionística cubana.

La Trova es una de las facetas más relevante de la cultura musical cubana, Su origen data desde los finales del siglo XI donde Francia se convertiría en la cuna universal de la Trova, siendo la progresiva municipalidad de Provenza donde germinaría el estilo trovadoril.

Se introduciría en Cuba a finales del siglo XVIII y principios del XIX por la ciudad de Santiago de Cuba con “(…) el primer trovador cubano que recoge la historiografía llamado Juan el Pandero (…),” pero no sería hasta finales de este siglo XIX que un sastre, compositor y guitarrista santiaguero llamado José Vivanco Sánchez Hechavarría, más conocido por Pepe Sánchez (1856-1918) que con su bolero “Tristeza” se convirtiera en el Padre de la Trova Cubana,

Otras ciudades se sumarían a este género tales como: Santi Spirítus, Camagüey, Santa Clara y Matanzas, tomando gran auge en los últimos años de ese siglo y las primeras décadas del XX, que con “(…) las composiciones del propio Pepe Sánchez y Sindo Garay, Manuel Corona, Alberto Villalón, Rosendo Ruiz, Patricio Ballagas y tantos otros (…) que (…) sin acuerdos previos iniciaron y desarrollaron el Movimiento de la Trova Tradicional Cubana (…)” 4(Linares Savio)

Muchos de estos cantadores “(…) motivados por la crisis económica como consecuencia de la guerra de independencia, emigraron hacia la ciudad de la Habana (…). Ellos solían reunirse con otros (…) en tertulias donde se cantaban y analizaban sus creaciones (...)” 5 (Betancourt, 2008)

Con el establecimiento en 1906 de la primera Agencia Distribuidora de discos para Latinoamérica en La Habana, daba la posibilidad de grabar en cilindros a diversos trovadores junto a cantadores y orquestas de danzón difundiéndose así la música trovadoresca y la cubana.

Sucedería entonces, en estos primeros años del siglo XX, que la citadina urbe manzanillera se sumara a este Movimiento Trovadoresco, siendo sus precursores Jaime Benemelis Pérez y Pedro Raga Pérez, además muchas familias manzanilleras contribuirían al desarrollo de este movimiento siendo las de los Benemelis y los Ragas unas de ellas.


Fundación.

La trova en Cuba se introduce a finales del siglo XVIII y principios del XIX por la ciudad de Santiago de Cuba, el primer trovador cubano que recoge la historiografía fue Juan el Pandero. Pero, no sería hasta finales de este siglo XIX que un sastre, compositor y guitarrista santiaguero llamado José Vivanco Sánchez Hechavarría, más conocido por Pepe Sánchez (1856-1918) que con su bolero “Tristeza” se convirtiera en el padre de la trova cubana, pues al igual que los ya mencionados países uno de los temas preferidos era el destinado a los sentimientos hacia la mujer amada, siendo ella siempre el tema de toda quimera que poco a poco han ido formando parte de las tradiciones musicales, convirtiéndose en fuente inagotable de inspiración por su belleza, virtudes, hechizos y desatenciones, presentándose como un componente indispensable de los diferentes estilos y géneros de la música cubana. Para ello se fueron conformando lenguajes propios para describirlas. Las canciones "Cristina", "Longina", "Santa Cecilia", "Germania" y "Mercedes" así lo indican.

Tras las guitarras siempre han habido muchas voces, pero no es hasta 1972 que  se desarrolla en Manzanillo el I Encuentro de Trovadores que daría lugar al nacimiento del Movimiento de la Nueva Trova (MNT), acontecimiento trascendental para la cultura nacional.

El máximo exponente de la trova en Manzanillo es Carlos Puebla, destacada figura de la cultura, que por la odura de sus canciones ha pasado a la historia como “El Cantor de la Revolución”. Puebla es el puente entre los viejos trovadores y la nueva trova, esta última constituida oficialmente en la ciudad del golfo el 2 de diciembre de 1972.

La Casa de la Trova radica en un vestuoso edificio con un acogedor patio donde se llega a la madrugada por el camino de la canción. La música campesina arraigada en las zonas rurales, deviene en la mejor expresión del folclor de  los campos, aquí están a la vanguardia el Conjunto Guasimal y el Órgano, a la que se le suma el conjunto “Eduardo Saborit” el cual por más de 25 años ha mantenido viva esta expresión musical.


La mujer manzanillera y la trova en la primera mitad de siglo XX

Debido a las normas imperantes heredadas de la Cuba colonial, la mujer estuvo renegada a un plano inferior con respecto al hombre, y no fue sino a partir del comienzo de la segunda década del pasado siglo que ella se incorpora al movimiento trovadoresco cubano desafiando todas las trabas y obstáculos existentes.

La ciudad costera de Manzanillo, a finales de la década de los 20 y principios de los 30 del siglo pasado, se convertiría en la tercera ciudad del país en presentar incorporaciones femeninas al movimiento trovadoresco.

A principios del siglo XX, en 1910, Angelita Beque se convirtió en la primera mujer cubana en incursionar en la canción trovadoresca, figurando en los programas de los cines silentes. Con su voz prima fue una notabilísima intérprete del cancionero trovadoresco en los primeros dos lustros del pasado siglo.

Un año más tarde, el 18 de mayo de 1911 comenzaría profesionalmente como trovadora a la edad de 16 años, María Teresa Vera, en un programa de homenaje a Arquímedes Pous en la sala Politeama Grande interpretando la criolla “Mercedes”, de Manuel Corona.

A la par de estas incorporaciones femeninas al género trovadoresco, que fueron muy pocas, tuvieron que enfrentar, debido a los tabúes y machismo existente en la época, muchas críticas, opiniones desfavorables, confusiones respecto al comportamiento sexual de muchas de ellas y eso hizo retraer a algunas trovadoras a que no cantaran.

No obstante, a finales de la década de los años 20 y principios de los 30, Manzanillo se convertiría en la tercera ciudad del país en tener incorporaciones femeninas en la canción trovadoresca al presentarse en los programas de las entrefunciones del Teatro Manzanillo las voces y guitarras del dúo conformado por Pura Benemelis y María Raga y de las actuaciones de Pura junto con sus hermanos en el cuarteto de voces y cuerdas Benemelis.

Otras dos manzanilleras a mediados de esta década de los 30 de este siglo, las hermanas Isabel Dolores Fernández y Concepción Fernández (Conchita) de forma ocasional,  unieron sus voces al percatarse de su gran empaste en el canto, así como la aceptación lograda en el seno de la familia y amistades más cercanas, surgiendo así el dúo Hermanas Fernández. Isabel comenzaría a instruirse en la música, a la edad de 17 años, con el profesor santiaguero Guillermo Mozo, quien le impartió conocimientos de teoría y solfeo de la música.

En 1938 en las Logias manzanilleras comenzarían a destacarse un grupo de jóvenes procedentes de familias humildes pero decentes según las costumbres de la época cultivando el género trovadoresco donde prevalecía el repertorio de la trova tradicional. Ellas amenizaban actividades culturales que estas instituciones fraternales desarrollaban destacándose el dúo de Victoria (Chicha) Vitorte y María del Pilar Batista Bazanta y Esther (Teté) de la Cruz.

Como en la trova tradicional de principio de siglo ellas también sufrieron de las escaceses y la pobreza de la época, baste recordar que Chicha Vitorte y su familia vivían en una casa alquilada y el dueño exigía el pago, al no tener el dinero tendrían que desalojarlos, sus compañeras del arte trovadoresco al enterarse de ello deciden en el mes de diciembre de ese año 1943 realizarle un homenaje donde venden las papeletas tanto en las Logias, como en la población para recaudar ese dinero.

Esa noche en el homenaje a Chicha Vitorte que se realizara frente al Parque de Céspedes donde se encontraba ubicada la planta radial de Manzanillo actuaron lo que más brillaba en el arte manzanillero tanto de lo culto, como de lo popular, entre ellos: Leo Palma, los Hermanos Estacio, Carlos Puebla, los Hermanos Santiago y Chicho Vitorte. Así la trovadora Chicha Vitorte no pudo ser desalojada.

La incursión de un reducido grupo de féminas del terruño manzanillero que cultivaron el género trovadoresco desde finales de la segunda década hasta la cuarta de ese siglo permitiría convertir a la novia del Golfo del Guacanayabo en ser la tercera del país en presentar las incorporaciones femeninas al género. Además, se pone de manifiesto la característica peculiar de una de ella respecto a la creación autoral haciéndose distinguir de las otras incorporadas en la primera mitad del siglo.


Carlos Puebla: figura destacada

Inicios

Manzanillo tiene el honor de ser la cuna donde naciera, Carlos Puebla el 11 de septiembre de 1917, quien andando el tiempo llegaría a ser conocido como “El Cantor de la Revolución”.

Hijo de un humilde matrimonio tuvo que aprender y ejercer desde muy temprana edad los oficios de carpintero, mecánico, obrero azucarero y zapatero; sin embargo, latente en su corazón estuvo siempre el artista.

Desde niño andaba siempre acompañado de su filarmónica, y solía contemplar extasiado las manos de los maestros de su hermana cuando le enseñaban los acordes de la guitarra, gestos que más tarde trataba de imitar. Así, de manera autodidacta, ayudándose de un extinto método “para aprender a tocar la guitarra sin maestro” , y más tarde consultando simultáneamente a Pedro Estacio, Director de la Banda Municipal de Conciertos de Manzanillo, y a Juan García, maestro de piano, y estudiando el “Método de Solfeo”, de Hilarión Eslava, llegó a ser un excelente trovador.

En la década de los años treinta los manzanilleros tuvieron la oportunidad de conocer su obra difundida a través de la emisora local (CMKM).

Trayectoria Musical

Como casi todos, Puebla se inicia con canciones de corte romántico, algunas de las cuales se convirtieron no sólo en grandes éxitos, sino que forman parte del patrimonio musical cubano como son: “Quiero hablar contigo”, “Qué sé yo”, “Te vieron con él” o las popularizadas por el dúo de Clara y Mario: “Cuenta conmigo”, “Quién se lo iba a imaginar”, “Hay que decir adiós” y “Dejemos de fingir”, entre otras.

En la etapa pre-revolucionaria este prolífero autor comienza a producir sus primeros discos; también en esta etapa se hacen evidentes en sus canciones sus inquietudes sociales, apareciendo en ellas fuertes denuncias de los males de la Cuba de entonces; pueden mencionarse, entre otras, “Plan de machete”, “Este es mi pueblo” y “Pobre de mi Cuba”. Respecto a esta última hay una anécdota que revela la valentía del cantor en esos años de represión: Humberto Bravo, productor y director de la televisión, invitó a Puebla a participar en su programa “Esta noche en C. M. Q.”, programa en el que intervenían las primeras figuras nacionales y artistas extranjeros de paso por La Habana. El compromiso del cantor era el de interpretar tres canciones, luego de hacer las dos primeras, dedicadas al universal sentimiento del amor, cantó la guajira “Pobre de mi Cuba”, que terminaba con esta estrofa:

                    “Aquí falta, según veo,
                    un nuevo gesto mambí,
                    la palabra de Martí
                    o el machete de Maceo”.

En la década de los cincuenta Carlos Puebla incursionaba en la radio y la TV nacionales acompañado por una agrupación de pequeño formato conocida por “Los Tradicionales”. Para entonces Puebla había “descubierto” el local de “La Bodeguita del Medio|La Bodeguita del Medio”, donde no ganaba ningún salario por interpretar sus canciones pero, como el mismo Puebla solía decir: “pasaba los ratos cantando con la barriga llena y el corazón contento”. Este lugar fue el escenario ideal para estrenar muchas de sus canciones. Allí compartió con otros artistas y con importantes personalidades del mundo. En este lugar se le recuerda aún como parte indisoluble de aquella historia.

La guaracha “Y en eso llegó Fidel” marca el inicio de una etapa diferente en la creación del Carlos Puebla, signada por las transformaciones que a partir del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 se operaron en el país. A partir de este momento Puebla cantó los hechos más relevantes de la historia del pueblo cubano, convirtiéndose en el cronista por excelencia de todo el acontecer nacional.

Nuevas canciones fueron conformando la crónica de los acontecimientos más relevantes, se cuentan entre ellas: “La Reforma Agraria”, “Duro con él”, “Ya ganamos la pelea”, “Son de la alfabetización”.

En 1961 comienza su primera gira por varios países, le acompañan los textos de sus canciones, la música (exponente de lo mejor de los ritmos cubanos), la sabiduría y el gracejo popular y el prestigio de su pueblo; todo ello lo lleva a alcanzar el éxito, logrando  una notable repercusión no sólo desde el punto de vista artístico sino también político. A ésta le suceden otras giras y el público de más de treinta y cinco países tuvo la oportunidad de disfrutar de las actuaciones de quien también fue conocido como el “Juglar de la Era Moderna”, siempre acompañado por los inolvidables “Tradicionales”.

Puebla visitó y actuó en grandes ciudades y pequeñas localidades, en fábricas y universidades, en majestuosos teatros y en escenarios improvisados, y siempre recibió los aplausos y el reconocimiento de los distintos públicos no sólo como artista sino como representante de su pueblo, de su Revolución.

La antigua URSS, Polonia, Bulgaria, Portugal, Francia, Venezuela, Perú, Ecuador, Angola, fueron -entre otros-, países visitados por el “embajador musical”. De ellos volvió siempre cargado de anécdotas, de nuevas canciones y de un gran orgullo de ser cubano.

A su Manzanillo natal volvió siempre, generalmente durante la celebración de las semanas de la cultura y las Jornadas de Homenaje a su entrañable amigo, el poeta Manuel Navarro Luna, a quien dedicó dos hermosos boleros. Veíasele entonces andar por toda la ciudad, fábricas, escuelas, parques y casa de vecinos, más, su sitio preferido era la Casa de la Trova (que hoy lleva su nombre), donde solía colocar un taburete en una esquina del patio y desde allí evocar amigos y acontecimientos, deleitarse con un trago del exquisito Ron Pinilla ( de producción local) y cantar, cantar, cantar .....

La noche en que Fidel Castro  dio a conocer al pueblo la carta de despedida del comandante Ernesto Che Guevara, Carlos Puebla no pudo conciliar el sueño, estremecido por la noticia se fue a su estudio y no salió de allí hasta haber concluido la que es, quizás, su más conocida canción: “Hasta siempre”. Cantada en diversos idiomas, interpretada por agrupaciones corales, orquestas sinfónicas, solistas, tríos. Convertido en un himno, en un canto de amor y de esperanza.

Carlos Puebla legó a su pueblo un poemario de alrededor de 70 textos en los que a través del humor, la sátira, la crítica a la irracionalidad,  relata un suceso trivial, un chiste, un hecho cotidiano, o critica algún mal social. Compositor prolífero con cerca de mil obras, entre boleros, sones y guarachas, en sus composiciones utilizaba un lenguaje serio y directo, matizado en algunos casos por el más popular humor criollo, cuya mejor muestra son las guarachas: Y en eso llegó Fidel y La OEA es cosa de risa; el bolero Yankees go home; El son de la alfabetización, y la mítica Hasta siempre Comandante (1965), que lo hizo famoso internacionalmente.

Su obra no se limitó solo a reflejar la épica popular de la Revolución, sino que también abordó el tema amoroso y la labor cotidiana del pueblo. Muchos de sus textos han sido traducidos a numerosos idiomas y sus obras musicales se han utilizado en producciones de la cinematografía cubana, como son los filmes Alba de Cuba, Estado de sitio y Nuestro hombre en La Habana, entre otros. Su continuo quehacer en el mundo de la cancionística le mereció el reconocimiento y admiración en su país y el resto del mundo.

Muerte

El 12 de julio de 1989, luego de una larga enfermedad que no pudo vencer su carácter jovial y dicharachero, fallece Carlos Puebla en La Habana. Sus restos fueron trasladados a Manzanillo, su ciudad natal, el 11 de septiembre de 1994, y allí reposan en la Necrópolis Municipal en un panteón de mármol coronado por dos versos suyos que rezan:

                         “Yo soy esto que soy
                     un simple trovador que canta”

Desde esta humildad que siempre le caracterizó, desde su condición de artista revolucionario, desde su raíz y su voz de pueblo, Carlos Puebla continúa cantando.


Véase también

Enlaces Externos

Fuentes