Batalla de las Termópilas

Batalla de las Termópilas
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Fecha:7 de agosto ó 8-10 de septiembre, 480 a.n.e.
Lugar:Termópilas, Grecia. banderaGre.jpg
Descripción:
Fue una batalla de la Segunda Guerra Médica en la que se enfrentaron una alianza de poleis griegas lideradas por Esparta y el Imperio persa de Jerjes I.
Resultado:
Victoria del ejército persa
Consecuencias:
Persia gana el control de Beocia y marcha hacia Atenas
País(es) involucrado(s)
Ciudades- estados griegos y el imperio persa
Líderes:
Comandantes Leónidas I, Rey de Esparta y Jerjes I, Emperador de Persia

Batalla de las Termópilas. Fue una contienda de la Segunda Guerra Médica en la que se enfrentaron una alianza de poleis griegas lideradas por Esparta y el Imperio Persa de Jerjes I.

Sinopsis

Se desarrolló durante tres días en el paso de las Termópilas (cuyo nombre se traduce por Puertas Calientes - de θερμός,-ή,-όν caliente y Πύλη,ης puerta; derivaba de los manantiales cálidos que existían allí), en agosto o septiembre de 480 a.n.e (en las mismas fechas en que tenía lugar la batalla de Artemisio).

La invasión persa fue una respuesta tardía a la derrota sufrida en la Primera Guerra Médica, que había finalizado con la victoria de Atenas en la Batalla de Maratón. Jerjes reunió un ejército y una armada inmensas para conquistar la totalidad de Grecia y, como respuesta a la inminente invasión, el general ateniense Temístocles propuso que los aliados griegos bloquearan el avance del ejército persa en el paso de las Termópilas, a la vez que bloqueaban el avance de la armada persa en los estrechos de Artemisio.

Un ejército aliado formado por unos 7.000 hombres aproximadamente marchó al norte para bloquear el paso en el verano de 480 a.n.e. El ejército persa, que conforme a las estimaciones modernas estaría compuesto por unos 300.000 hombres, llegó al paso a finales de agosto o a comienzos de septiembre. Enormemente superados en número, los griegos detuvieron el avance persa durante siete días en total (incluyendo tres de batalla), antes de que la retaguardia fuera aniquilada. Durante dos días completos de batalla, una pequeña fuerza comandada por el Rey Leónidas I de Esparta bloqueó el único camino que el inmenso ejército persa podía utilizar para acceder a Grecia. Tras el segundo día de batalla, un residente local llamado Efialtes traicionó a los griegos mostrando a los invasores un pequeño camino que podían utilizar para acceder a la retaguardia de las líneas griegas. Sabiendo que sus líneas iban a ser sobrepasadas, Leónidas despidió a la mayoría del ejército griego, permaneciendo para proteger su retirada junto con 300 espartanos, 700 tespios, 400 tebanos y posiblemente algunos cientos de soldados más, la mayoría de los cuales murieron en la batalla.

Tras el enfrentamiento, la armada aliada en Artemisio recibió las noticias de la derrota en las Termópilas. Dado que su estrategia requería mantener tanto las Termópilas como Artemisio, y ante la pérdida del paso, la armada aliada decidió retirarse a Salamina. Los persas atravesaron Beocia y capturaron la ciudad de Atenas, que previamente había sido evacuada. Sin embargo, buscando una victoria decisiva sobre la flota persa, la flota aliada atacó y derrotó a los invasores en La Batalla de Salamina a finales de año. Temiendo quedar atrapado en Europa, Jerjes se retiró con la mayor parte de su ejército a Asia, dejando al general Mardonio al mando del ejército restante para completar la conquista de Grecia. Al año siguiente, sin embargo, los aliados consiguieron la victoria.

La fuente primaria principal en lo relativo a las Guerras Médicas es el historiador griego Heródoto, ha sido calificado como "El Padre de la Historia", nació en el año 484 a.n.e en Halicarnaso, en Asia Menor (una zona gobernada por el Imperio persa). Escribió su obra Historias entre 440 a.n.e y 430 a.n.e, intentando encontrar los orígenes de las Guerras Médicas, que por entonces todavía eran un hecho relativamente reciente en la historia (las guerras acabaron finalmente en 449 a.n.e). El enfoque de Heródoto fue una completa novedad, al menos en la sociedad occidental, y por esta razón se considera que inventó la Historia tal y como la conocemos hoy en día. El historiador Holland afirma sobre el particular que: "Por primera vez, un cronista se propuso encontrar los orígenes de un conflicto no en un pasado tan remoto como para que resultase fabuloso, ni en los caprichos o deseos de algún dios, ni en una afirmación del pueblo manifestando su destino, sino mediante explicaciones que pudiera verificar él personalmente."

Historia

La expansión constante de los griegos por el Mediterráneo, tanto hacia oriente como occidente, llevó a crear colonias en las costas de Asia Menor. Estas colonias se ubicaron en territorios controlados por el Imperio Aqueménida, que siempre les concedió un elevado grado de autonomía, a pesar de lo cual los colonos helenos siguieron aspirando a la libertad absoluta. Se sublevaron contra el poder imperial y obtuvieron algunas victorias iniciales, pero conocían su inferioridad ante el coloso asiático, por lo que pidieron ayuda a los griegos continentales. Los espartanos se negaron en un principio, pero los atenienses sí los apoyaron, dando comienzo a las Guerras Médicas.

Las ciudades estado de Atenas y Eretria apoyaron la revuelta jónica contra el Imperio Persa de Darío I, la cual tuvo lugar entre los años 499 a.n.e y 494 a.n.e. Por aquella época, el Imperio persa era todavía relativamente joven y, por tanto, más susceptible de sufrir revueltas entre sus súbditos. Además, Darío no había accedido al trono pacíficamente, sino tras asesinar a Gaumata, su predecesor, lo que había supuesto la necesidad de extinguir una serie de levantamientos en su contra. Por todo ello, la revuelta jónica no era un tema menor, sino una verdadera amenaza a la integridad del Imperio, y por ese motivo Darío juró castigar no sólo a los jonios, sino también a todos aquellos que hubiesen estado involucrados en la rebelión (especialmente a aquellos pueblos que no eran parte del Imperio). Además, Darío vio la ocasión de expandir su poder hacia el fraccionado mundo de la Antigua Grecia. Por ello, envió una expedición preliminar bajo el mando del general Mardonio en 492 a.n.e para asegurar el acercamiento a tierra griega reconquistando Tracia y obligando al reino de Macedonia a convertirse en vasallo de Persia.

En 491 a.n.e, Darío envió emisarios a todas las poleis de Grecia, solicitando la entrega 'del agua y la tierra' como símbolo de su sumisión a él y tras la demostración del poder persa del año anterior, la mayoría de las ciudades griegas se sometieron. Sin embargo, Atenas juzgó a los embajadores persas y les ejecutó lanzándoles a un foso. En Esparta, simplemente fueron arrojados a un pozo. Esto provocó que Esparta también estuviera, oficialmente, en guerra con Persia. Darío comenzó a preparar en 490 a.n.e, una misión anfibia bajo el mando de Datis y de Artafernes, la cual comenzó con un ataque sobre Naxos y la posterior sumisión de las Cícladas. La fuerza invasora se trasladó luego a Eretria —ciudad de la isla de Eubea—, que asedió y destruyó. Finalmente, se dirigió hacia Atenas y desembarcó en la bahía de Maratón, en donde se encontró con un ejército ateniense al que superaba en número. Sin embargo, en el enfrentamiento de los dos ejércitos en la batalla de Maratón, los atenienses obtuvieron una victoria decisiva que supuso la retirada del ejército persa de Europa y su retorno a Asia.

Esparta no participó en la batalla contra los persas. Atenas, con la finalidad de hacer frente a la invasión, solicitó ayuda a los espartanos para luchar pero, como se ha dicho, el origen del problema residía en las colonias griegas en Asia, y Esparta no había fundado ninguna ni tampoco las había ayudado en la rebelión. Por tanto, los lacedemonios no se sentían implicados. Tanto es así que no acudieron a la batalla de Maratón por estar celebrando las fiestas de Apolo Carneo.

En cualquier caso, y tras la derrota, Darío reaccionó comenzando a reclutar un nuevo ejército de inmenso tamaño, con el que pretendía sojuzgar Grecia. Sin embargo, sus planes se vieron interrumpidos cuando, en 486 a.n.e, se produjo una revuelta en Egipto que obligó a posponer indefinidamente la expedición. Darío murió durante los preparativos para marchar contra Egipto y el trono de Persia pasó a su hijo, Jerjes I. Jerjes aplastó la rebelión egipcia y rápidamente retomó los preparativos para la invasión de Grecia que, al tratarse de una invasión a gran escala, necesitaba una larga planificación que permitiese acumular las provisiones necesarias y para reclutar, equipar y entrenar a los soldados. Jerjes decidió construir puentes sobre el [[Helesponto para permitir a su ejército atravesar desde Asia hasta Europa, y cavar un canal a través del istmo del monte Athos (canal de Jerjes) para que lo atravesasen sus naves (una flota persa había sido destruida en 492 a.n.e., mientras rodeaba ese cabo). Estas obras de ingeniería eran operaciones de una gran ambición que estaban fuera del alcance de cualquier otro estado contemporáneo. Finalmente, a comienzos de la década de 480 a.n.e., se completaron los preparativos para la invasión, y el ejército que Jerjes había reunido en Sardes marchó en dirección a Europa, cruzando el Helesponto sobre dos puentes flotantes.

Los atenienses, por su parte, también se habían estado preparando para afrontar una guerra contra Persia desde mediados de la década de los años 480 a. C. Finalmente, en 482 a.n.e, se tomó la decisión, bajo la guía del estadista ateniense Temístocles, de construir una masiva flota de trirremes, imprescindible para que los griegos pudiesen enfrentarse a los persas. Sin embargo, los atenienses carecían de la capacidad y la población suficiente para enfrentarse al enemigo a un mismo tiempo en tierra y en el mar, por lo que para combatir a los persas necesitaban llegar a una alianza con otras poleis de Grecia. En 481 a.n.e., el emperador Jerjes envió embajadores por toda Grecia solicitando de nuevo la tierra y el agua, pero omitiendo deliberadamente a Atenas y a Esparta. Sin embargo, algunas ciudades fueron alineándose con estos dos estados líderes, para lo cual se celebró un congreso de poleis griegas en Corinto a finales del otoño de 481 a.n.e, del que surgió una confederación aliada de ciudades estado. Esta confederación tenía el poder de enviar emisarios solicitando ayuda y de enviar tropas desde los estados miembros hasta los puntos de defensa tras haberlo consultado conjuntamente. Este hecho en sí mismo era de gran trascendencia en atención a la desunión que había existido históricamente entre las ciudades estado, y en especial si se tiene en cuenta que muchas de ellas estaban todavía técnicamente en guerra unas con otras.

La confederación volvió a reunirse en la primavera de 480 a.n.e. Una delegación tesalia sugirió que los aliados se reunieran en el angosto valle de Tempe, en las fronteras de Tesalia, para bloquear el avance de Jerjes. Se envió una fuerza compuesta por 10.000 hoplitas al valle, considerando que el ejército persa iba a verse obligado a atravesarlo. Sin embargo, una vez ahí fueron avisados por Alejandro I de Macedonia de que el valle podía ser atravesado y rodeado por el paso Sarantoporo, y de que el ejército persa era de un tamaño inmenso, por lo que los griegos se retiraron. Poco después recibieron la noticia de que Jerjes había atravesado el Helesponto.

Temístocles sugirió entonces una segunda estrategia a los aliados. La ruta hacia el sur de Grecia (Beocia, Ática y el Peloponeso) exigía que el ejército de Jerjes atravesase el estrechísimo paso de las Termópilas. Este paso podía bloquearse fácilmente con los hoplitas griegos a pesar del abrumador número de soldados persas. Además, y para evitar que los persas superaran la posición griega por mar, los navíos atenienses y aliados podrían bloquear el estrecho de Artemisio. Esta estrategia dual fue finalmente aceptada por la confederación. Sin embargo, las ciudades del Peloponeso prepararon planes de emergencia para defender el istmo de Corinto en el caso de que fuera necesario, a la vez que las mujeres y niños de Atenas fueron evacuados en masa hacia la ciudad peloponesia de Trecén.

Ejércitos

  • Persa

Las cifras sobre los soldados reunidos por Jerjes para la segunda invasión de Grecia han sido objeto de interminables discusiones, Heródoto defendía que Jerjes había reunido 2,5 millones de hombres solamente en personal militar, que a su vez iban acompañados por un número equivalente de personal de apoyo. El poeta Simónides de Ceos, que era casi contemporáneo, habla de cuatro millones. Ctesias, por su parte, cifra en 800.000 hombres el tamaño total del ejército de Jerjes.

En la actualidad se considera por varios historiadores que durante muchos años, la cantidad ofrecida por Heródoto sobre los persas no fue puesta en duda. No obstante, a principios del siglo XX el historiador militar Hans Delbrück calculó que la longitud de las columnas para abastecer a una fuerza de combate de millones de hombres sería tan larga que los últimos carros estarían saliendo de Susa cuando los primeros persas llegaran a las Termópilas. Los historiadores modernos tienden a valorar las cifras de Heródoto y de otras fuentes antiguas como completamente irreales, resultado de cálculos erróneos o exageraciones por parte del bando vencedor. El tema ha sido debatido en profundidad, pero parece que existe un consenso en lo referente al tamaño del ejército, que oscilaría entre los 200.000 y los 250.000 hombres, lo que en cualquier caso sería un ejército colosal para los medios logísticos de la época. Sean cuales fueran las cifras exactas, sin embargo, lo que sí que parece claro es que Jerjes estaba ansioso por asegurar el éxito de la expedición, para lo cual reunió a un ejército numéricamente muy superior tanto en tierra como en mar al de sus enemigos.

También existen dudas sobre si en las Termópilas se encontraba reunido la totalidad del ejército persa de invasión. No está claro si Jerjes dejó previamente guarniciones de soldados en Macedonia y Tesalia, o si avanzó con todos los soldados disponibles. La fuerza de las Termópilas probablemente estaba compuesta por la mayoría del ejército de invasión, contando con alrededor de unos 200.000 hombres. La única fuente antigua que comenta este punto es Ctesias, que sugiere que 80.000 persas lucharon en las Termópilas. Sin embargo, este relato es sólo fragmentario y ofrece errores graves, como por ejemplo una afirmación según la cual la batalla de Platea habría tenido lugar antes que la batalla de Salamina.

  • Griego

De acuerdo con las cifras que aportan Heródoto y Diodoro Sículo, el ejército aliado estaba compuesto por las siguientes fuerzas: Los espartanos estaba compuesto por 300 efectivos, los Lacedemonios/ Periecos por alrededor de 900 hombres, los Hilotas espartanos por 900, los llamados Mantineos 500 efectivos, los Tegeatas compuestos por 500, el grupo de los Arcadios de Orcómeno, 300 hombres, otros Arcadios 1000 efectivos en el campo de batalla, el grupo compuesto por los llamados Corintios 400 hombres, el grupo de los Fliuncios por 200 y los llamados Micenos 200 efectivos como se puede apreciar existía un número considerable de cerca de 5200 efectivos para la contienda.

Estrategia militar

Desde un punto de vista estratégico, la defensa de las Termópilas suponía para los aliados la mejor forma posible de emplear sus fuerzas. Si lograban evitar que el ejército persa se internara dentro de Grecia, no tendrían necesidad de buscar una batalla decisiva, y podrían simplemente permanecer a la defensiva.

Además, y con la defensa de dos pasos estrechos como las Termópilas y Artemisio, la inferioridad numérica de los aliados era menos problemática. Por su parte, los persas se enfrentaban al problema de aprovisionamiento de un ejército tan grande, lo que significaba que no podían permanecer en un mismo lugar durante mucho tiempo. Los persas, por tanto, se veían obligados a retirarse o avanzar, y avanzar implicaba atravesar las Termópilas por la fuerza.

Desarrollo de la Batalla

  • Primer día:
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En el quinto día a partir de la llegada de los persas a las Termópilas, Jerjes finalmente decidió lanzar un ataque sobre los aliados griegos. Primero envió a los soldados de Media y a los del Juzestán contra los aliados, con instrucciones de capturarlos y llevarlos ante él. Estos contingentes lanzaron un ataque frontal contra la posición griega, que se había situado delante de la muralla focidia, en la parte más estrecha del paso. Sin embargo, se trataba de tropas de infantería ligera, numerosas pero en franca desventaja de armamento y armadura frente a los hoplitas griegos. Al parecer iban armados con escudos de mimbre, espadas cortas y lanzas arrojadizas, poco efectivas contra la muralla de escudos y lanzas largas de los espartanos. La táctica normal del Imperio aqueménida era lanzar una primera oleada que abrumara al enemigo por su número y, si no funcionaba, lanzar a los Inmortales; esta táctica era efectiva en las batallas en Medio y Lejano Oriente, pero no funcionaba igual de bien contra los griegos, cuyas tácticas, técnicas y armamento eran muy diferentes.

Los detalles sobre las tácticas empleadas son escasos: Diodoro comenta que "los hombres se mantuvieron hombro con hombro" y que los griegos fueron "superiores en valor y en el gran tamaño de sus escudos", lo cual probablemente describe el funcionamiento de la falange griega estándar, en la que los hombres formaban una muralla de escudos y de puntas de lanza y que habría sido altamente efectiva si era capaz de cubrir toda la anchura del paso. Los escudos más débiles y las lanzas más cortas de los persas les impidieron enfrentarse cuerpo a cuerpo y en igualdad de condiciones con los hoplitas griegos. Heródoto afirma también que las unidades de cada ciudad se mantuvieron juntas, y que rotaban hacia el frente de batalla y hacia la retaguardia buscando con ello prevenir la fatiga, lo cual implica que los griegos contaban con más hombres de los que eran estrictamente necesarios para bloquear el paso. Según Heródoto, los griegos mataron a tantos persas que se dice que Jerjes se levantó del asiento desde el que observaba la batalla hasta en tres ocasiones. Según Ctesias, la primera oleada fue hecha pedazos con tan sólo dos o tres bajas entre los espartanos.

Según Heródoto y Diodoro, el rey persa, tras haber tomado la medida del enemigo, envió a sus mejores tropas en un segundo asalto ese mismo día: los Inmortales, un cuerpo de soldados de élite formado por 10.000 hombres. Sin embargo, los Inmortales no lograron más de lo que habían hecho los soldados enviados con anterioridad, fracasando en abrir una brecha en las líneas de los aliados. Los espartanos parece que emplearon una táctica de fingir una retirada para después darse la vuelta y matar a los desorganizados soldados persas que corrían en su persecución.

  • Segundo día:
Desarrollo de la Batalla

En el segundo día, Jerjes envió de nuevo a su infantería para atacar el paso, "suponiendo que sus enemigos, siendo tan pocos, estaban ya incapacitados por las heridas recibidas y no podrían resistir más". Sin embargo, los persas no lograron ningún progreso y el rey persa finalmente detuvo el asalto y se retiró a su campamento, totalmente perplejo.

A finales del segundo día de batalla, y mientras el rey persa estaba valorando qué hacer, recibió la visita de un traidor griego de Tesalia llamado Efialtes que le informó de la existencia del paso montañoso que rodeaba las Termópilas, ofreciéndose a guiarles. Efialtes actuó motivado por el deseo de una recompensa. El nombre Efialtes, tras los hechos relatados, quedó estigmatizado durante muchos años. El nombre se tradujo por "pesadilla", y se convirtió en el arquetipo de "traidor" en Grecia (al igual que Judas para los cristianos).

Heródoto comenta que Jerjes envió a su comandante Hidarnes esa misma noche junto con los hombres bajo su mando, los Inmortales, para que rodeasen a los aliados a través del paso, partiendo de noche. Sin embargo, no dice nada más sobre los hombres que comandaba. Los Inmortales habían sufrido duras bajas durante el primer día de batalla, por lo que es posible que Hidarnes recibiera el mando sobre una fuerza incrementada, en la que estuvieran los Inmortales supervivientes y otros soldados. Según Diodoro, Hidarnes contó con una fuerza de 20.000 hombres para esta misión. El paso dirigía desde el este del campamento persa a lo largo de la colina del Monte Anopea por detrás de los acantilados que flanqueaban el paso y tenía una ramificación que dirigía a Fócida, y otra que bajaba hasta el Golfo Maliaco en Alpeno, la primera ciudad de Lócrida.

Diodoro añade que Tirrastíadas, un hombre de Cime, escapó de noche del campamento persa y reveló a Leónidas la trama del traquinio. Dicho personaje no es mencionado por Heródoto, para quien los griegos fueron advertidos de la maniobra envolvente de los persas por desertores y por sus propios vigías. Relata Diodoro que los soldados griegos se lanzaron a un ataque nocturno sobre el campamento persa, en el causaron una matanza y que Jerjes habría encontrado la muerte de haber estado en su tienda. Heródoto no menciona ese episodio. La fuente de Diodoro tal vez fue Éforo de Cime.

  • Tercer día:

Al amanecer del tercer día, los focidios que guardaban el paso sobre las Termópilas se dieron cuenta de la llegada de la columna persa por el crujido de sus pisadas sobre las hojas de los robles. Heródoto dice que se incorporaron de un salto y ciñeron sus armas. Los persas quedaron sorprendidos al verles correr rápidamente para armarse, pues no esperaban encontrarse con ningún ejército en ese lugar. Hidarnes temió que se tratase de los espartanos, pero fue informado por Efialtes de que no lo eran. Los focidios se retiraron a una colina próxima para preparar su defensa asumiendo que los persas habían venido a atacarles, pero los persas, que no querían retrasarse, les acosaron con flechas mientras continuaban su camino, buscando su principal objetivo de rodear al ejército aliado.

Cuando un mensajero comunicó a Leónidas que los focidios no habían podido defender el paso, convocó un consejo de guerra al amanecer. Algunos aliados defendieron la retirada, pero el monarca espartano decidió permanecer en el paso con sus guerreros. Muchos de los contingentes aliados eligieron en ese momento retirarse o fueron ordenados a hacerlo por Leónidas (Heródoto admite que existen dudas sobre lo que realmente ocurrió). El contingente de 700 soldados de Tespias, liderados por Demófilo, se negó a retirarse con los demás griegos, y se quedaron para luchar. También permanecieron los 400 tebanos, así como probablemente los hilotas que acompañaban a los espartanos.

Las acciones de Leónidas han sido objeto de muchas discusiones. Una afirmación habitual es la que indica que los espartanos estaban obedeciendo las leyes de Esparta al no retirarse, pero parece que fue precisamente la no retirada en las Termópilas lo que hizo nacer la creencia de que los espartanos no se retiraban nunca. También es posible (y era la creencia de Heródoto) que, recordando las palabras del Oráculo de Delfos, Leónidas estuviese decidido a sacrificar su vida para salvar a Esparta. La respuesta que recibieron de labios de la Pitia fue que Lacedemón sería devastada por los bárbaros o que su rey moriría. La teoría que quizá ofrece más credibilidad es aquella que afirma que Leónidas eligió formar una retaguardia con el fin de proteger la retirada del resto de contingentes aliados. Si todas las tropas se hubiesen retirado al mismo tiempo, los persas habrían podido atravesar el paso de las Termópilas rápidamente con su caballería para luego dar caza a los soldados en retirada. Por otro lado, si todos hubieran permanecido en el paso habrían sido rodeados y eventualmente habrían muerto todos. Con la decisión de una retirada parcial, Leónidas podría salvar a más de 3.000 hombres, que podrían continuar la lucha más adelante.

También ha sido objeto de discusión la decisión de los tebanos. Heródoto sugiere que fueron llevados a la batalla en calidad de rehenes para asegurar el buen comportamiento de Tebas en la guerra. Sin embargo, y como ya Plutarco apuntó, eso no explicaría por qué no se les envió de vuelta con el resto de los aliados. Lo más probable es que se tratase de tebanos leales que, contrariamente a la mayoría de tebanos, se opusiesen a la dominación persa. Es probable que, por ello, acudieran a las Termópilas por su propia voluntad y permanecieron hasta el final porque no podían volver a Tebas si los persas conquistaban Beocia.

Los tespios, por su parte, que no estaban dispuestos a someterse a Jerjes, se enfrentaban a la destrucción de su ciudad si los persas tomaban Beocia, aunque este hecho por sí solo tampoco explica que permanecieran ahí, teniendo en cuenta que Tespias había sido evacuada con éxito antes de que los persas llegaran. Parece que los tespios se ofrecieron voluntarios como un simple acto de sacrificio, lo cual es todavía más asombroso si se tiene en cuenta que su contingente representaba todos los soldados hoplitas que su ciudad podía reunir. Esto parece un rasgo de los tespios: en al menos otras dos ocasiones en la historia un ejército tespio se sacrificaría en una lucha a muerte. Al amanecer Jerjes realizó una libación religiosa, esperó para dar a los inmortales tiempos suficientes para finalizar el descenso por la montaña, y luego comenzó su avance. Los aliados en esta ocasión avanzaron más allá de la muralla para hacer frente a los persas en la zona más ancha del paso, intentando con ello incrementar las bajas que pudieran infligir al ejército persa. Lucharon con sus lanzas hasta que todas ellas estuvieron rotas por el uso y luego utilizaron sus xifos. Heródoto cuenta que en la lucha cayeron dos hermanos de Jerjes: Abrocomes e Hiperantes. Leónidas también murió en la lucha y los dos bandos pelearon por hacerse con su cuerpo, consiguiéndolo finalmente los griegos A medida que se aproximaban los Inmortales, los aliados se retiraron y se hicieron fuertes en una colina tras la muralla. Los tebanos, "se alejaron de sus compañeros y, con las manos levantadas, avanzaron hacia los bárbaros" (según la traducción de Rawlinson), pero todavía mataron a algunos antes de aceptar su rendición. El rey persa más tarde haría que los prisioneros tebanos recibieran la marca real. Del resto de defensores, Heródoto dice: Derribando parte del muro, Jerjes ordenó rodear la colina y los persas hicieron llover flechas sobre los defensores hasta que todos los griegos estuvieron muertos. En el año 1939, el arqueólogo Spyridon Marinatos descubrió excavando en las Termópilas un gran número de puntas de flecha de bronce de estilo persa en la colina Kolonos, lo que hizo que se modificaran las teorías acerca de la colina en la que habían muerto los aliados, puesto que antes de la excavación se creía que se trataba de otra más pequeña y cercana a la muralla.

Finalmente, el paso de las Termópilas quedó abierto para el ejército persa. Según Heródoto, la batalla supuso un coste para los persas de 20.000 bajas. Las fuerzas aliadas que quedaron en la retaguardia fueron aniquiladas, con una probable pérdida en vidas de unos 2.000 hombres, incluyendo a aquellos que murieron durante los dos primeros días de batalla. Heródoto dice en un momento de su relato que murieron 4.000 aliados, pero asumiendo que los focidios que guardaban el paso montañoso no murieron en la batalla (como Heródoto insinúa), esto supondría la casi totalidad de soldados aliados presentes (según las propias estimaciones de Heródoto), por lo que ese número es probablemente demasiado alto.

Sabías que...

La batalla se libró en un lugar conocido como el paso de las Termópilas, un angosto desfiladero de unos 100 m de anchura (actualmente más de un km debido a la erosión.) Tácticamente, el paso de las Termópilas era ideal para el tipo de lucha del ejército griego: la estrechez del paso anulaba la diferencia numérica, y la formación de falange hoplita de los helenos podría ser capaz de bloquear el estrecho paso con facilidad y, al tener los flancos cubiertos, no se veía amenazada por la caballería enemiga. En esas circunstancias la falange supondría un enemigo muy difícil de superar para la infantería ligera persa, equipada con una panoplia mucho más ligera y por tanto menos protectora. Además, las largas dory de la falange (lanzas de falange, no tan largas como las sarissas utilizadas por el ejército de Alejandro Magno) podrían ensartar a los enemigos antes incluso de que estos pudieran tocarlos, tal y como había sucedido en la confrontación de La Batalla de Maratón. Por consiguiente, la lucha no tenía inicialmente por qué ser suicida, dado que había posibilidades reales de aguantar la posición.

Por otro lado, el principal punto débil que ofrecía el campo de batalla elegido por los aliados era el pequeño paso montañoso que transcurría en paralelo a las Termópilas, y que permitía que el ejército fuese sobrepasado por el flanco y, por lo tanto, rodeado. Aunque probablemente este flanco no era practicable para la caballería, la infantería persa podría atravesarlo con facilidad (y más cuando buena parte de los soldados persas estaban familiarizados con la lucha en terreno montañoso). Leónidas era consciente de la existencia de este paso gracias al aviso de los habitantes de Traquinia, por lo que posicionó a un destacamento de soldados focenses para que lo bloquearan.

Fuente