Castillo de Bonilla de la Sierra
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Castillo de Bonilla de la Sierra. Aunque sus orígenes se remontan al siglo XII, las reformas más importantes pertenecen al periodo en que la villa fue Señorío de los Obispos de Ávila. En torno a un patio se distribuyen las distintas estancias y la torre que queda. Es de propiedad privada, y se dice que en su interior cuenta con restos de decoración pictórica en algunas estancias y en la torre del homenaje.
Ubicación
El castillo de Bonilla de la Sierra se encuentra ubicada en pleno corazón del Valle de Corneja, entre diversas sierras.
Su nombre
Su nombre deriva de Bona Villa. Dado por Juan II de Castilla como agradecimiento por su estancia, en el Castillo Palacio de Bonilla, el rey designa a la población como "bona villa", creyéndose que este puede ser el origen del nombre de la misma.
Historia
Distintos pueblos como los vettones, lusitanos y turdetanos pasaron por la zona, antes de la conquista romana.
De la presencia romana en la zona, da testimonio la calzada que, partiendo del Puerto de Villatoro atravesaba el valle en dirección a Béjar, dando lugar a abundantes asentamientos humanos en la región. En 1085. Tras la conquista de Toledo por Alfonso VI, la frontera cristiano-musulmana se desplaza aún más hacia el sur.
De la mano de Raimundo de Borgoña, Avila y sus territorios experimentan un gran crecimiento repoblador y un auge comercial, económico y administrativo. Siendo difícil de controlar tanto nuevo territorio, la Corona o los Concejos conceden tierras a los caballeros que se han distinguido en premio por sus servicios.
En el siglo XII. Se cree que el origen del castillo y el amurallamiento de la población provienen de esta época y en el Siglo XIII. El Obispo de Avila Domingo Blasco recibe Bonilla como donación. El Pontífice Honorio III confirma poco después tal donación. Al tiempo como consecuencia de una política de concentración territorial llevada a cabo por el obispado se convierte en el núcleo principal de su patrimonio.
En 1250 aparece como Villa de Jurisdicción Episcopal, junto a Villa nueva del Campillo y en 1270 Alfonso X ordena en una carta, que se agreguen las villas de Santa María del Mesegar, Malpartida y San Bartolomé. Poco después son anexionados Pajarejos, Becedillas y Cabezas de Bonilla, llegando finalmente a controlar más de diez villas. Para controlar tan vastos territorios surge una nueva división administrativa, que los controla en las importantes áreas del cultivo y la ganadería: la Comunidad de Villa y Tierra.
Ya en el siglo XIV es objeto de importantes reformas y labores de mantenimiento, emprendidas por distintos obispos, como atestiguan sus escudos conservados en 1384. El 4 de julio es sede de un Sínodo, convocado por Diego de Roeles, donde se redactan las famosas Constituciones Sinodales de Bonilla.
Su ya importante población sufre un serio retroceso, como los demás pueblos de Castilla, debido a las luchas políticas, el clima, la peste y el hambre. La agricultura y la ganadería contribuyen decisivamente a la rápida recuperación económica de la villa. Se desarrollan los oficios artesanos derivados de ello. Se construye el Palacio Episcopal. Se sabe de la existencia de una importante comunidad judía en Bonilla. Estos llegan a tener autorización para responder ante sus propios jueces.
Juan II de Castilla concede a la comunidad hebrea el realizar importantes transacciones comerciales. La confraternización entre las diferentes religiones llega a hacer de la villa una de las más prósperas de la región y en 1440. El citado rey se hospeda en el Castillo Palacio de Bonilla, bajo la protección del Obispo de Avila Lope Barrientos, mientras se intenta apaciguar el reino, convulsionado por los continuos enfrentamientos entre don Alvaro de Luna y los Infantes de Aragón. Como agradecimiento por su estancia, el rey designa a la población como "bona villa", creyéndose que este puede ser el origen del nombre de la misma.
Ya en 1449 accede al Obispado de Ávila, Alonso de Madrigal el Tostado (1), quien escribe parte de su prolífica obra en su residencia veraniega de Bonilla, y en 1455. El 3 de septiembre, muere el anterior entre los muros de la abulense villa. También merece especial mención Juan de Carvajal, promotor de La Colegiata y benefactor de la villa, quien llega alcanzar la dignidad de Cardenal.
En 1492. Con el decreto de expulsión de los judíos, firmado el 31 de marzo por los Reyes Católicos, acaba el período de expansión y prosperidad de Bonilla. Los sefarditas malvenden sus posesiones y dejan sus negocios. En el Siglo XVIII. Con la Desamortización de Mendizábal la población deja de pertenecer al Obispado de Avila.Con la desaparición del convento (reconstruido en dos ocasiones), desaparece también la última huella del glorioso pasado de Bonilla de la Sierra. Y en 1983. El 4 de mayo la villa y el castillo son declarados como Monumento Histórico Artístico.
Características
Bonilla cuenta con un gran patrimonio cultural heredado de sus antepasados y gracias a que fue alojamiento y visita de reyes, nobles, eclesiásticos y gentes de todo tipo. Llega a ser la Villa con más relevancia del Valle del Corneja. Hoy, día quedan restos de su gran importancia como la Iglesia de San Martín y las ruinas del Castillo, aparte de alguna vestigie de la antigua muralla que cubría el pueblo.
Las viviendas de la villa, muchas ennoblecidas con escudos nobiliarios, mantienen su carácter castellano de piedra y madera, es más las nuevas construcciones siguen la misma estela. Las fuentes o pozos que tanta agua dieron a tantas generaciones.
El edificio primitivo es de mediados del siglo XIV, y cuenta con un patio central cuadrado alrededor del cual se distribuyen las estancias, de hasta tres alturas, construidas la mayoría a raíz de la reforma efectuada en el siglo XVI: el porche, la panera formada por tres habitaciones, la torre del homenaje, las caballerizas de ladrillo y adobe, y el llamado patio de los conejos. En algunas habitaciones y dependencias del castillo aún pueden verse restos de los antiquísimos frescos policromados que las decoraban, dividiendo el lienzo en bandas superpuestas que representaban escenas de torneos y luchas de hombres y animales fantásticos.
Esta fortaleza constituía un refuerzo de la defensa de una de las puertas que existían, hoy desaparecida. Originalmente se entraba al castillo por el lado occidental, protegido por el la torre circular de la esquina y la torre del homenaje. Más tarde se abre otra puerta en el lado suroeste y un acceso en alto en la torre del homenaje, fuera del recinto.
Se conservan las puertas falsas de arco de medio punto, muy restauradas, que eran utilizadas en caso de peligro. La torre del homenaje, de modestas proporciones, es la parte mejor conservada, está formada de matacanes, y su planta baja es de cubierta plana y tiene pinturas en sus paredes.